He empezado a extrañarte y a quererte de nuevo a mi lado, recordando los abrazos y caricias que nos dábamos antes de caer rendidos en la cama, cuando reías con mis caricias y yo me deleitaba con tu cabello alborotado.

Recuerdo aquellos momentos en que nos amábamos, cuando el amor era tan intenso que el dolor parecía un insignificante pretexto, un adorno a la orilla de la página que ahora sobra. La página de nuestra historia que ahora entre sollozos se borra, pues lágrimas vacías se pierden una a una entre el silencio macabro de las horas.

Recuerdo tus besos y tu cálido aroma, y me pregunto si algún día recuperaré todo eso que me quema por dentro. Arde demasiado, la temperatura aumenta cuando no estás a mi lado. ¿No lo has notado? Yo por ti he cometido cien pecados, yo por ti he amado lo insano y sepulté con mis dedos tus miedos.

Mi alma sangró demasiado y mi piel sigue buscando la salida de este quejumbroso presente, porque cuando tu me miras mis huesos duelen. El frío de tus palabras apartó nuestro labios, por eso mi almohada está manchada con tu nombre, por eso mis cuervos mueren por la noche.

¿Era esto necesario? Si nuestros corazones no pueden ser unificados, prefiero morir entre tus manos. Mátame ahora como mataste con jaquecas este cráneo. Apuñálame ahora, como heriste la zona más dolorosa de mi espíritu cuando todo fue derrumbado. Desgárrame entre caricias, deja que tus dedos recorran todo lo que han desbaratado. Mátame pero déjame morir entre tus brazos, déjame saborear tus labios.

Tan sólo mátame, acaba con la vida de este ser inhumano, que repudió a dios y a la muerte sólo por ver sonreír tus preciosos párpados. Corta mi respiración con las mismas manos que provocaron cosquillas en este cuerpo nefasto. Si disfrutar de ti, saborear cada parte de tus sonrisas y tu sufrir, ya no puedo, entonces déjame morir... Que muerto ya estoy, solo respiro porque mi cuerpo lo cree necesario.

Las esperanzas no han muerto todavía, por eso recuerdo todo y me ahogo en el tequila. Quiero que vuelvas y poses tu mirada gélida en lo que le has hecho a mi vida. Regresa a mi, amada mía, regresa y repara este corazón marchito, has finito este sufrir infinito, acábalo con un par de palabras.

Te amo. Y muero por ti como los peces mueren sin el agua, como los asteroides que colisionan hiriendo el tinte rojizo de la madrugada. Te amo y tu recuerdo sigue grabado, nítido, en cada célula de mis labios, y los siento cálidos cuando mi mente piensa en ti.

Mi cabeza enloquece, creo que me he vuelto loco. Es por ti que estoy roto. Por mi, ¿harías algo? Regresa a mi y sufre con lo que has creado o desfallece entre el amor pálido que ellos te darán, sabes que debes estar a mi lado. Sabes que tu y yo nos amamos, nos amamos más que todos los que han amado y es este amor que te tengo, este interminable sentimiento, el que mantiene fijos los hilos entre lo tangible y lo que nunca ha pasado.

Sueño poco por las noches, escucho voces llamándome, diciendo que mi carne les pertenece a ellos y por eso de mi los ángeles te han salvado. ¿Aún recuedas todo lo que jugamos? Incrustamos conchas de mar en el cielo, hicimos explotar las estrellas y naufragamos en la luna luego de que se apagara el sol. ¿Cómo no recordar esos tiempos maravillosos? Las voces los quieren robar. Pero no los dejaré, no, son recuerdos de mi cuando el mundo era tuyo y mi mundo eras tu.

Mi mundo sigues siendo tu.

No he encontrado otro cielo igual al tuyo, no he visto más estrellas. Sigo siendo tuyo pero tu... Tu estás tan lejos y yo me ahogo entre jaquecas. Las voces dicen que no estoy solo, pero me siento solo si no estás conmigo.

Regresa y te amaré por siempre. Regresa y esperaré por ti hasta que yo ocupe cada fragmento de tu corazón y tu mente. ¿Es mucho pedir que en mi funeral estés presente? Quiero verte, verte una última vez...

Si tan solo... Si tan sólo pudiera apagarlo todo y correr a tu lado, lo haría sin dudarlo. Eres todo lo que necesito, te amo.

Después de que termine este trago, rogaré una vez más: bésame.