¿Cuántas cosas malas has hecho en la vida?

Si me levanto pensando
que el libro que escriba será el mejor
todo lo que haga será lo peor
que haya salido de mis dedos.
¿La solución?
No hay, no existe.

Solo quiero irme de este lugar.
¿Cuántos errores he cometido?
No los lamento
porque no los recuerdo con claridad.
La intensidad
de mi delito
se ve opacada
por mi falta de memoria.

Un sueño verdadero, algo profundo.
¿Qué puedo hacer por el mundo?
Si mi único contacto directo
con las personas y sus cabezas
es mi teléfono.

Siento que voy a vomitar de lo mal que estoy,
siento que voy avanzando sin saber dónde voy.
Siento... Que estar aquí no es lo mejor.

¿Qué pasa
cuando no puedes librarte de una persona?
¿Qué es peor?
¿No conocerse a uno mismo
o no buscar una solución?
La humanidad no tiene salvación.

No somos inmunes a la delincuencia
ni a la violación.
Así que,
si abro mis piernas,
¿qué será peor?
¿Lo que diga la gente
o el pecado sin perdón
que cualquier alma haya cometido?
Que te perdone dios.

¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy?
¿Cuál es mi castigo?
Si lo que importa es lo que digo
entonces me callaré. Perdón
por fallarles tantas veces
sin saberlo realmente.

¿Quién está detrás de mi?
¿Quién va al frente?
¿Por qué me fijo tanto
en las cosas que se venden
y que nunca tendré en mis manos?
Nada de esto tiene sentido,
¡nada!

¿Cuál es mi castigo?
Encerrado tantas veces
en la misma habitación,
encapsulando tantas veces lo que siento,
callando sin remedio todo lo que pienso,
lamento ferozmente todo lo que digo.
Pensé,
pensé que al callar
podría hacerlos felices.
Pensé que al callar
los haría a todos felices
y ellos también
se callarían conmigo,
porque nunca he querido oírlos.

De niño haces preguntas y te mienten.
De grandes hacen lo mismo
y le dicen hipocresía, le dicen amabilidad.
¡Blasfemia!
No hay peor castigo que la ignorancia,
que apartar respuestas en lugar de educar.
Mentir es un delito,
es un pecado capital.
Capitalizado por los negocias, será.

Me duele la cabeza,
siento que no puedo pensar
con coherencia.