disforia/discordia
¿Qué haré para sentirme único?
No es depresión lo que padezco.
Las mariposas revolotean en mi cerebro,
mi estómago no puede aguantar la líbido.
Este suplicio, esta opresión
es pasajera.
No puedo hacer nada al respecto.
Las piedras en la caja
han llegado hasta el techo.
Las píldoras de la mañana
son un mediocre placebo.
¿Qué haré para sentirme bien?
No es depresión lo que siento.
¿Realmente estoy sintiendo?
La verborrea se acumula
y se atasca en mi garganta,
y se atasca en mi cerebro.
Las golondrinas desnudas pintan de acuarela
el frívolo techo.
Lo colibríes marchitos
han dejado agujeros
en la ventana y en el lecho.
El propósito de mi vida,
como polen,
se ha esparcido con el viento.
Los laberintos de mi día
se han hecho etéreos.
Casi no los siento
pero los padezco.
Mi cráneo...
Mi cráneo está confundido
y mi piel se hunde en el fango
de los pensamientos.
Lagunas mentales
ahogan mi infancia.
Tormentas de arena
mis recuerdos se llevan.
No sé quién soy.
¿Quién queda?
Un cascarón vacío,
un susurro en el vacío.
Un fantasma
arrullado por el tránsito.
La algarabía de la vida
se vuelve efímera
cuando no sabes hacerlo.
Cuando no sabes respirar
y tu nariz está perdida
entre lo humano y lo moral.
Entre pantallas borrosas
se pierde lo auténtico.
Entre pantallas borrosas
se pierde lo real.
¿Quién absorbe las almas?
Nadie las irá a salvar,
no saben cómo hacerlo.
El intelecto está preso
entre cárceles de papel,
vendidas por el tiempo
y los rugidos de la sed.
¿Inteligencia? No la necesito.
Ella es manipulada
y con ella se va tu libertad.
El sistema, el sistema...
Todo es culpa del sistema.
Que sisea y se arrastra,
como serpiente te amenaza,
inyecta en tu sangre el veneno
y te dice: ese perro no es de raza.
Mis ojos, vacíos por el tiempo,
han salido de su órbita
y se han dispuesto
a matar al aire, a matar al viento.
A matar al abismo que lo hundió primero.
Lo hombres están ciegos,
los hombres han sido cegados.
Y las mujeres... Las mujeres son humanas.
Son lo mismo
pero de diferente manada.
Los mismos gritos
pero distinta encrucijada.
Las pirámides construidas
están rotas por los pensamientos.
Y la filosófica derrota de los mares
es un cuento funesto.
¿Qué haré para sentirme único?
¿Qué haré para sentirme real?
¿Qué haré...?
Las flores fueron explotadas
por la suspernova.
Las paredes del castillo fueron derribadas
por mi dramático delirio.
¿Qué haré?
Nada me confirma que estoy vivo,
que estoy aquí y no allá,
en la recámara central de mis tormentos.
Es el número final
y mi cráneo se cerrará.
Es el único funeral
donde flores adornarán
a la frívola ventisca.
Y las flores quemadas
(los colibríes marchitos)
serán enterradas
justo al lado de los delitos,
siendo tratados como pecado.
Como pecado capital
quemando al fénix
que no sabe volar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top