Mi tierna Nicaragua,
rodeada de suspiros
que ansían la calma
en este mundo ambiguo.

De la tierra salen los cuernos de la tragedia,
de la tierra seca se forman los remolinos
que ahogan a los niños descalzos del camino.
Los cuernos crecen hasta formar ramas
que se tragan de los árboles la vida
y ahogan a las personas con desgracias.

¿Qué puedo hacer para cambiarte, Nicaragua?
Si los billetes verdes vamos extinguiendo
y nos estamos ahogando en el caos perpetuo.
¿Qué puedo hacer para enorgullecerte?
Si el plástico se come el cemento
y nos sentamos en el caliente pavimento
porque al ver el sol nos quemamos la cara.

¿Qué puedo hacer para merecerte, tierra mía?
Si los años pasan y mi vida se derrumba
ante las mentiras en la cruz sagrada que nos deja
sin esperanza. Nos quitamos los zapatos
y nos volvemos niños descalzos
que van por la calle buscando comida,
porque los verdes quemaron los billetes y las armas.

Vinieron, regalaron vino,
regalaron sueños perdidos
y se fueron igual de cínicos.
Vinieron
y se llevaron todo.
El acero chamuscado
no puede cobrar venganza,
no puede reclamar
cuando está vacía la panza.
Estamos podridos.
¿Qué puedo hacer por ti, Nicaragua?
Si tu por mi no puedes hacer nada.
Si tu por mi
ya has sufrido desgarradoras desgracias.