03-"Concurso de narración"

—¿Y, Nicole? ¿Te gustó la historia? —Preguntó el abuelo con una sonrisa en el rostro que mostraba sus perfectos dientes.

—Em...—dudó la chica—. Un poco perturbadoras y creo que me volveré vegetariana. Pero sí, me gustó, eso creo.

Nicole se levantó del cómodo sofá y fue hacia la cocina, donde la abuela estaba preparando una carne rellena. Oh, no pensó la chica. Después de haber escuchado esa historia no tenía ganas de comer ni siquiera un trocito de chocolate, y eso que los chocolates eran su debilidad.

La cocina era una habitación bastante espaciosa con muchos muebles que contenían la vasija y algún que otro adorno.

Vio a su abuela sacando la carne rellena del horno en una bandeja bastante elegante y luego apoyarlo en la mesada de granito negro. Le pidió a su nieta si podía preparar la mesa, y esta aceptó.

— ¿Dónde están los cubiertos y... todo eso? —Preguntó mientras giraba en sus talones buscando con la mirada en cuál mueble podrían estar.

—Ay, querida—se quejó la abuela—. Ahí en ese mueble enfrente de ti ¡seguramente si era un perro te mordía!

La chica le hizo caso y fue hacia ese hermoso mueble de madera, seguramente hecho por las manos de su abuelo. Sacó tres pares de cubiertos y los puso a los costados de los platos de porcelana que la abuela ya había colocado antes. Agarró tres copas y con mucho cuidado para que no se rompieran, las colocó en el lado derecho del plato.

Se fijó que no faltara nada más y fue a buscar a su abuelo. No lo encontró en la sala de estar ni en el hall, así que subió las escaleras de madera en forma de caracol y revisó una por una las habitaciones de la planta alta. En total eran seis y dos estaban cerradas con llave. Esto le pareció un poco raro, pero no le dio importancia.

Revisó todas las habitaciones. Una era el cuarto de baño, otra era su alcoba, otra la de los abuelos y claro, cada una tenía su baño privado, además de la "oficina" de su abuelo, donde él hacía las cuentas para ver lo que tenían que pagar por los servicios.

La abuela llamó a comer y ella aún seguía sin encontrar a su abuelo.

Fue a la cocina y allí se encontraba el abuelo, descorchando el vino.

—Una copita al día viene bien a la salud—le estaba diciendo a la anciana que asentía sin prestarle atención.

—Te estaba buscando—dijo la chica.

El abuelo levantó ambas cejas y le preguntó el motivo.

—Es que... me preguntaba si podríamos ir al pueblo. Sé que hace frío, pero quiero conocer ¡todo debe estar tan cambiado! —Dijo con un toque de entusiasmo falso. En realidad, en la cabaña se aburría demasiado y pensaba que allí no había Internet.

Alba y Fausto se miraron y luego miraron a su nieta que en su rostro mostraba que estaba aburrida.

—Si eso es lo que quieres—cedió el abuelo mostrando nuevamente sus dientes en una amplia sonrisa.

Se sentaron a comer la deliciosa carne y en cuestión de una media hora se prepararon para ir al pueblo.

Como eran vacaciones, había varias cosas que hacer; los parques habían abierto y talleres de todo tipo abrían sus puertas. Este pueblo era conocido por la gran creatividad que tenía la gente y por lo limpia que era. Si caminabas por la calle, ibas a ver la vereda completamente limpia sin ningún papel de caramelo ensuciando, algo que no sucedía con mucha frecuencia en los demás lugares.

Los tres entraron en una biblioteca, ya que habían visto un cartel que anunciaba que en ese lugar se estaban narrando cuentos. El abuelo entró muy entusiasmado, Nicole no.

Una mujer de tez oscura con un cabello negro y bastante rizado los saludó con una alegre sonrisa y les preguntó si habían venido para narrar o para participar del concurso.

— ¿Se puede participar? —Preguntó el abuelo, incrédulo.

— ¡Por supuesto! En unos minutos empezamos, tienen tiempo de anotarse en el género que quieran contar su historia. ¡El más votado se lleva un premio sorpresa! Aquí tienen el formulario—Se lo extendió a Fausto y fue a recibir a otras personas que acababan de llegar.

La biblioteca era enorme, varios estantes con libros adornaban sus altas paredes. Se había despejado la zona donde estaba el escenario (donde la mayoría de las veces estaba repleto de cajas llenas de libros) que era bastante grande y por los lados se lograban ver el telón de terciopelo rojo típico. Había unas cuantas sillas alrededor de este y unas cuantas personas escuchaban atentamente. Había tres jueces que estaban detrás de una mesa haciendo anotaciones sobre el narrador y su historia.

El abuelo se dirigió a una de las sillas y se sentó mientras que observaba el formulario. A sus lados estaban Alba y Nicole mirándolo expectantes.

—Bueno, yo me voy a inscribir en el género de misterio, ¡total, con intentar no se pierde nada!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top