xxxvii. el fin de la comedia


RUINAS,
capítulo treinta y siete: el fin de la comedia!



Base de los Vengadores, Nueva York, año 2023.

          EL VIAJE DE REGRESO FUE BASTANTE AGITADO PERO ESO NO MAREÓ A IRINA. Repentinamente viajaban a toda velocidad por el reino cuántico y al cerrar los ojos, sintió que volvía a su tamaño normal. En cuanto los abrió, se encontró con sus compañeros de vuelta en la base. Todos se sacaron sus cascos y miraron que todos tenían las gemas. Irina sonrió con alegría—¿Las conseguimos a todas?

          Rhodes soltó una carcajada cuando su traje se retrajo—¿Dices que realmente funcionó?

          —Algo me dice que sí—replicó Rocket.

          Irina sintió un sonido seco golpear contra la plataforma y ella giró su cabeza hacia el origen del ruido, encontrándose con Clint de rodillas. El arquero tenía la mirada perdida y sintió como un puñal se clavaba en su pecho con más y más fuerza. Irina solo lo vio a él y solo a él, no había una pelirroja a su lado para ayudarlo a levantarse otra vez. Irina abrió la boca para hablar, pero las palabras no le salieron, ella no quiso preguntar donde se encontraba la pelirroja por que temía que la pregunta respondiese algo que ella no quería escuchar en aquel glorioso momento. Irina recordó lo que Nébula dijo en Titan cuando Thanos era sometido por Mantis.

          "A Gamora. Se la llevó a Vormir. Regresó con la Gema del Alma. Pero ella no regresó."

          Natasha Romanoff no regresó de Vormir, ella se quedó.

          —Clint, ¿dónde está Nat?—preguntó Bruce mirando al arquero, pero él simplemente le extendió la mano a Irina.

          La rubia permaneció estupefacta, esperando una explicación que el propio Barton no le dio, solamente veía una mano extendida hacia ella – como si fuese una invitación a ver aquella tortura como un disco rayado. Irina dudó, en un principio, pero Clint estaba presentando su mente de forma voluntaria para contar lo que pasó – ya que sus palabras no saldrían por el oscuro dolor que su corazón sentía. La rubia tocó la mano de su compañero, sus ojos volviéndose azules y su aura también, sintiendo el tacto agrio de la mente de Clint. La muchacha cerró los ojos, por un mísero segundo, y cuando los abrió – ella sintió frío. Todo su entorno era idéntico a la descripción que dio Nébula un día atrás: oscuro, donde reinaba la muerte y el silencio.

          Irina Morgan se encontraba en Vormir y aquello se sentía muy real.

          Ella estaba en la cima de una montaña, la cual era iluminada por un sol oscuro, polvo y ceniza eran las cosas que adornaban su cabello y ella se acercó hacia el borde de aquella montaña, mirando hacia abajo. En cuanto lo hizo, al ver un cuerpo de cabello pelirrojo sin vida en él, Irina se apartó del borde, jadeando.

          —Cueste lo que cueste—dijo una voz masculina a sus espaldas y la rubia se giró, encontrándose con el propio Clint Barton.

          Natasha se levantó de su lugar e Irina intentó hablar, pero aquello no cambiaría nada, ella no podía detener lo que iba a pasar.

          —Si no conseguimos esa gema—declaró Natasha mirando a Clint—. Miles de millones seguirán muertos.

          Clint asintió—Sí. Supongo que ambos sabemos quién será.

          —Supongo que si—respondió Natasha mirando con tristeza a Clint.

          Ambos se tomaron de la mano e Irina pudo comprender ese sentimiento, aquella intimidad que ambos compartían siendo amigos – aquella calidez de ser familia. Eso le recordó muchísimo a Tatiana y ella cuando peleaban juntas en el campo de batalla, cuando se encontraban solas en la base o incluso cuando estaban en HYDRA. Ese tipo de pérdida, ese dolor que Clint estaba sintiendo...Irina lo sintió cuando perdió a su mejor amiga, a su hermana. Clint estaba sintiendo ese mismo agonizante dolor y era insoportable para ambos.

          —Empiezo a pensar que nos referimos a personas diferentes, Natasha—declaró Clint con un toque de comedia.

          —Los últimos cinco años, traté de hacer una cosa—dijo ella mirando fijamente a Clint—. Llegar hasta aquí. Esa fue la cuestión. Traer a todos de regreso. Traer a mi hija de regreso.

          —No—acotó Clint entrecerrando la mirada—. Ahora no hagas recaer todo lo bueno sobre mi.

          —¿Qué?¿Crees que quiero hacerlo?—preguntó Natasha aún más cerca de Clint—. Trato de salvarte la vida, tonto.

          —¿Sí? No quiero que lo hagas—respondió él mostrándose más serio—. ¿Qué te parece? Natasha, sabes lo que hice. Sabes en lo que me convertí.

          —No juzgo a la gente por sus peores errores—replicó la pelirroja mirándolo fijamente—. Salvé a una de las asesinas más buscadas del siglo 21 y ahora la veo como una hermana para mí, la amo, amo a mis ahijados, a pesar de todo el mal que hizo antes, no la juzgué.

          —Quizá deberías hacerlo.

          —Tú tampoco lo hiciste.

          —Eres insufrible, ¿sabías?

          Irina sabía que Clint hablaba con el sarcasmo de siempre y que él estaba tan asustado como ella lo estaba en aquel momento. Los dos vengadores juntaron sus frentes, respirando hondo, formando un silencio más abrumador que hirió a Clint y Morgan al mismo tiempo. Los dos vengadores se separaron y Clint asintió, mientras que Natasha soltaba una lágrima por su mejilla. Repentinamente, Clint lanzó a Natasha al suelo, en un intento de inmovilizarla y miró sus ojos verde-azulados.

          —Dile a mi familia que los quiero.

          Natasha, sin dificultad alguna, se zafó de su agarre e invirtió los roles, apuntando su brazalete hacia Clint—Díselo tú mismo.

          Al disparar un pequeño disco electrificado, la pelirroja miró hacia atrás antes de empezar a correr hacia el borde. Irina corrió hacia ella, en un vago intento de detenerla, pero al abalanzarse sobre ella solo logró estrellarse con la piedra del suelo. El cuerpo de Natasha estaba a un lado y Clint corría en dirección hacia el abismo. Irina estuvo a punto de hacer algo, pero la pelirroja agarró su cuerpo antes de colocar un receptor y disparó un gancho hacia las piedras. Irina lanzó un gancho y bajó con ellos, quedando un par de metros más arriba – intentó levantar el cable que los sostenía a ambos, pero sus manos parecían como las de un fantasma.

          Irina no podía hacer nada.

          Clint intentó alcanzar su otra mano, la que sostenía la muñeca de Natasha, para ayudarla a subir, pero soltó un gruñido—¡Espera!

          —Suéltame.

          —No...—se quejó el arquero—. No dejaré a una niña sin su madre. Por favor, no.

          —Ella ya no me necesita, Erika no me necesita—respondió la pelirroja y sonrió—. Está bien...

          —¡Por favor...!

          Irina cortó su cable, al mismo tiempo que Natasha se impulsaba hacia atrás para soltarse de Clint y el grito que soltó su amigo y familia, fue lo último que Irina escuchó antes de estrellarse contra el suelo. La rubia salió de su trance y se vio de vuelta en la base junto a sus amigos, soltando la mano de Clint inmediatamente. Ella miró a Steve y luego a Clint.

          —Irina, dinos que pasó—bramó Banner.

          —¡No lo logró, maldita sea!—sollozó ella alzando su voz—. Clint y Nat fueron a Vormir. Él regresó con la Gema del Alma. Pero ella no regresó.

          Todo el mundo se quedó en silencio y Bruce se agachó, antes de golpear suavemente la plataforma. Luego de un momento de silencio, cada integrante bajó de la plataforma para dejar las gemas en el laboratorio, sin embargo, Clint, Morgan, Steve y Tony se quedaron allí. Las puertas se abrieron, revelando a Roman y James, quienes subieron a la plataforma rápidamente para encontrarse con sus padres. Steve y Morgan los abrazaron con fuerza, la rubia no tardó en largarse a llorar. Al abrazar a Roman, ella tembló por el frágil dolor que sentía.

          —¿Dónde está la tía Nat?—preguntó James.

          —Huh...—empezó Steve pero Clint lo detuvo.

          —Tranquilo—dijo él y miró a los dos niños—. Ustedes dejen las gemas, yo se los diré. Natasha era parte de mi familia también y sé que fue parte de la suya.

          Steve asintió y tomó la mano de su esposa, pasando un brazo por sus hombros – alejándose de la plataforma junto a Tony.




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          El equipo se juntó en un punto alejado, cerca del pequeño lago que tenían en el complejo – en un muelle con techo. Steve estaba sentado, abrazando a su hija entre sus brazos – quien se secaba repetidamente sus lágrimas, generando un ligero hipo gracias a los sollozos. Irina estaba sentada en el suelo del muelle, sosteniendo a James entre sus piernas, el niño permaneció en silencio, intentando distraerse con sus manos, pero sus lágrimas no cesaron – estas cayeron por sus mejillas.

          —¿Sabemos si tenía familia?—preguntó Tony rompiendo ese silencio.

          —Sí—respondió Steve con su voz quebrada—. Nosotros.

          —¿Qué?—preguntó Thor mirando a Steve y luego a Stark—. ¿Qué haces?

          Tony detuvo los pasos de Thor, mirándolo seriamente—Le pregunté algo.

          —No, actúas como si estuviera muerta—replanteó el dios nórdico—. ¿Por qué actuamos así? Tenemos las gemas, ¿no? Mientras tengamos las gemas...Cap, podemos hacer que vuelva.

          —No, Thor—respondió Irina mirando al rubio de cabellos largos—. No podemos hacer que ella vuelva.

          —¿Qué dices, Irina?—dijo Thor perdiendo los estribos—. Déjate de mierdas. Somos los Vengadores. Mantente firme.

          —No podemos hacer que vuelva—replicó Clint cruzado de brazos—. Ella ya lo dijo. No se puede. No se puede deshacer.

          Thor soltó una carcajada ahogada—Escucha, disculpa, no te ofendas, pero eres un ser muy terrenal. Y hablamos de magia espacial—se acercó a él—. Y "no se puede" parece muy definitivo. ¿No crees?

          Clint alzó una mano hacia Thor—Sí, sé que no estoy al nivel de ustedes—habló de forma pesada y Morgan supo que el arquero estaba muy perturbado—. Pero igual, ella no está aquí, ¿no?

          —No, a eso me refiero—insistió Thor.

          —No se puede deshacer—acotó Barton con dolor—. O es al menos lo que el tipo rojo y flotante tenía para decir. ¡Quizá quieras hablar con él!¡VE A BUSCAR TU MARTILLO Y VE VOLANDO A HABLAR CON ÉL!—el dios nórdico se quedó en silencio y Clint prosiguió—. Debí haber sido yo. Sacrificó su vida por esa maldita gema. Arriesgó su vida por eso.

          Bruce Banner soltó un grito de frustración y arrancó uno de los bancos que estaban en el muelle, lanzándolo hacia el lago. Al girarse, se encontró con sus compañeros—Ella no va a regresar. Debemos hacer que haya valido la pena. ¡Debemos hacerlo!

          Steve, luego de aquel comentario, logró recomponerse y se puso de pie—Lo haremos.

          El resto del equipo asintió e Irina fue la última en asentir. Poco a poco, todos los hombres se fueron y Steve miró a su esposa por un momento, dejando que Roman se acercase a ella, tomando asiento a su lado – así que decidió que era el mejor momento para dejarlos solos. Irina no habló durante todo ese rato que estuvieron solos los tres. Ellos contemplaron el pequeño lago que tenían cerca y Morgan mantuvo su mirada perdida. Roman, por su parte, miraba las facciones de su madre. Ella siempre pensó que su madre era hermosa, incluso más hermosa que ella misma, pero se dio cuenta que pronto llegaría a igualarla.

          Verla de esa forma realmente le rompía el corazón.

          Sin embargo, ella sabía que su madre era una guerrera – una guerrera que perdió y ganó numerosas batallas. Una guerrera que no le temía a una pelea, una guerrera que cuidaba a los suyos. Y, como último, una guerrera que sufría y era feliz al mismo tiempo. Su tía Natasha también era una guerrera, al igual que su madre.

          —Ella me pidió que cuidase de ti.

          Irina salió de su interminable trance y miró a su hija—¿Qué?

          —La tía Nat—dijo la pequeña rubia—. Ella me pidió que cuidase de ti antes de irse. Que no te dejáramos caer—secó una lágrima silenciosa que caía por la mejilla de su madre—. Nos dijo que no te dejáramos rendirte. Y...que te quiere mucho.

          Irina abrió la boca, pero lo único que salió fue un sollozo. La rubia extendió sus brazos, acunando a sus dos hijos contra su cálido cuerpo, como si fuese un capullo de protección o incluso formando un escudo de Vibranium, invencible. Natasha Romanoff fue muchas cosas que Irina Morgan no fue, pero también pasaba del otro lado. Irina Morgan fue muchas cosas que Natasha Romanoff no fue – pero ese lugar que ella formó en su familia, fue bueno por un momento.

          Pero nada dura para siempre, dijo ella una vez.




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