xxxix. la batalla definitiva


RUINAS,
capítulo treinta y nueve: la batalla definitiva!



          A VECES UNO NO ESPERA EL GOLPE Y ESO ES ALGO QUE DUELE DIEZ VECES MÁS QUE ESPERARLO – SABIENDO QUE LLEGARÁ PRONTO. Irina Morgan-Rogers se sintió así cuando empujó a sus hijos al suelo, creando una barrera protectora para ponerlos a salvo, sin importar que su propia vida se pusiese en riesgo. Ella misma juró, el día que nació cada uno, que daría su vida por ellos sin dudarlo, Steve también lo juró – por que ellos no querían sentir aquella pena y aquel profundo e insoportable dolor de perder a un hijo, a un legado. La rubia no soltó a sus hijos en ningún momento, acogiéndolos en su figura con tanta fuerza y cerrando los ojos de forma intensa. El cielo y la tierra temblaban cerca de ella, se destruían a su lado y creaban un caos incontenible.

          Irina no soltó a sus hijos durante todo ese momento.

          Irina no podía soltarlos.

          Y, después, reinó el silencio.

          El olor a ceniza y monóxido de carbono era insoportable, pero aquello alegró su espíritu, no solo porque le generó miedo – si no que eso le hizo ver que aún seguía viva. Escuchar los sollozos de Roman y James fue un alivio, por que significaba que ellos aún seguían con vida. Era un sonido distante y lejano, pero ella tocaba sus manos con fuerza y era algo hermoso – ella definitivamente no estaba muerta. A su lado, a unos pocos metros, Steve se encontraba tendido en el suelo, cubierto de ceniza y humo, claramente inconsciente, al menos hasta que Tony Stark los encontró. Él no tenía su casco puesto, pero sus ojos no lo engañaban, veía a la familia Rogers junta y aquello, para él, fue un gran alivio.

          —Vamos, compañero, ¡despierta!—exclamó Tony sacudiendo a Steve.

          Steve, según los sentidos de Morgan (los que no estaban dañados, claro), se despertó soltando una bocanada de aire y espabiló en segundos. Tony lo ayudó a ponerse de pie mientras que Irina intentaba levantarse con completa pesadez.

          —Ese es mi amigo—dijo Tony palmeando la espalda de Steve—. ¿Estás bien?

          —¿Qué sucedió?¿Dónde...?—el capitán miró su entorno y al ver que todo estaba destruido, temió que su familia también lo estuviese—. ¡¿Irina?!¡Roman...!

          —¡Estamos bien!—exclamó Irina ayudando a sus hijos.

          Tony y Steve corrieron hacia ellos, el capitán abrazando a los tres al mismo tiempo – sintiéndose aliviado por verlos con vida. Irina abrazó a Steve con un brazo mientras respiraba entrecortadamente, Tony se aseguró de ver los signos vitales de los tres – observando que estaban algo alterados por el súbito cambio de planes. Él le entregó el escudo al capitán, el cual estaba completamente sucio pero la mirada de Tony fue más seria en ese momento.

          —Si lo pierdes otra vez, me lo quedaré—reprendió el millonario y miró a los niños—. Lo fundiré y les haré armas a tus niños.

          Irina negó con la cabeza—¿Alguien puede decirme como pasamos de estar bien a estar así?

          —Bueno, si alteras el tiempo—declaró Stark antes de mostrar ironía en sus facciones—. Tiende a causarte problemas.

          —Vaya mierda—murmuró la rubia.

          —¡Grosería!—dijo James señalándola.

          —Bien, ustedes dos tienen que irse de aquí—declaró Steve mirando a sus niños—. Corran al bosque, escóndanse y no salgan hasta que alguno de nosotros vaya a buscarlos.

          Irina rebuscó en uno de los compartimentos de su traje, encontrando el anillo que utilizó en su entrenamiento con Stephen Strange en Katmandú. Ella se hizo a un lado y respiró hondo, recordando un lugar cerca de los cimientos del complejo destruido – donde podrían estar a salvo. Con sus temblorosas manos, alzó una y comenzó a girar la otra, creando un portal hacia un espacio verde con pocos escombros, pero el verde se extendía hasta el fondo así que era seguro. Roman abrazó a su padre, mientras que James lloraba – su hermana mayor le tomó la mano para caminar hacia el portal y ambos lo cruzaron.

          —Recuerden...—dijo Irina.

          —Ser valientes, ser amables, nunca dejar a un soldado atrás...y nunca se rendirse—acotó Roman antes de asentir—. Lo haremos.

          Irina asintió antes cerrar el portal, viendo como sus hijos corrían a esconderse en el fondo del bosque. La rubia soltó el anillo y respiró hondo, su vista concentrándose en una nave gigante que estaba estacionada en el medio del cielo. Estaba más que claro que Thanos intentaría arruinarles la fiesta – pero esta vez iba a caer e Irina iba a ser la última en gritar antes de incrustarle una daga en el corazón. Tony les indicó que lo siguieran, encontrándose con Thor en un peldaño, mirando fijamente a un punto. El cielo arriba de ellos se había oscurecido, con el humo y las cenizas, creando el escenario catastrófico ideal para una balada trágica. Al acercarse a él, Irina siguió la mirada del dios nórdico, encontrándose con un gigante de color morado en la lejanía – sentado junto con su doble espada y casco, como si alguien le fuese a traer el guantelete servido en una bandeja de plata.

          Irina lo destrozaría antes de que tuviese la oportunidad.

          —¿Qué estuvo haciendo?—preguntó Tony.

          —Absolutamente nada—negó el hombre de barba larga.

          —¿Dónde están las gemas?—preguntó Irina manteniendo su mirada fija en el enemigo—. Tenemos que evitar otro error catastrófico, muchachos.

          —En algún lugar debajo de todo esto—respondió el millonario mirando al enemigo también—. Ojitos Diabólicos tiene razón. Lo bueno es que sé es que no las tiene.

          —Que siga así—masculló Steve.

          Thor soltó un jadeo—Sabes que es una trampa, ¿no?

          —Sí. No me importa mucho.

          —Bien—respondió el dios nórdico—. Siempre y cuando estemos todos de acuerdo.

          —¿Tienes un plan, Ricitos?—preguntó Irina mirándolo de reojo.

          El cielo se iluminó y un trueno resonó en respuesta, Irina no tardó en sonreír. Claro que Thor tenía un plan. Las nubes del cielo se movieron y los truenos comenzaron a escucharse en el cielo, iluminándolo de un tono azul y blanco, revelando el verdadero poder del dios nórdico del trueno. Irina estaba demasiado exaltada como para no sonreír al ver que el caos y la destrucción se hacían más y más fuertes conforme los minutos pasaban. Los brazos de Thor soltaban pequeños rayos y sus martillos no tardaron en aparecer en sus manos, cambiando su ropa normal por su uniforme – mostrando aquel dios majestuoso que alguna vez fue.

          —Woah, adoro ese nuevo estilo—declaró la rubia con diversión.

          Thor soltó una carcajada ahogada y miró al titán morado—Matémoslo como corresponde esta vez.

           El pequeño equipo se encaminó hacia donde estaba el objetivo, de forma lenta y pausada. Irina sentía todo a su alrededor prendido fuego, una llama de la cual no podría quemarse o apagarse, si no que expandirse – matando a todo ser vivo que se atreva a cruzarse en su camino. La euforia era impredecible, las ganas insaciables de terminar la mera existencia de Thanos eran casi infinitas, terminar de una vez con la amenaza y volver a casa. Irina Morgan-Rogers planeaba hacer eso, pelear hasta el final, terminar con aquella daga que quería herirla y volver a casa. Ella sabía muy bien que, con cada paso que daba, se estaba enfrentando a un juicio: pero era un juicio sobre toda su vida, la nueva y la pasada.

          En la pasada, Irina Morgan era una de las asesinas más buscadas del Siglo XXI, era una máquina, era un verdugo que seguía ordenes de una organización que creía ser un dios – quien decidía sobre quien moría y quien tenía la oportunidad de vivir. Cada recuerdo, cada rostro que ella vio alguna vez, lo volvía a ver en sus pesadillas cada noche en su habitación – veía las atrocidades que ella cometía y estas se repetían una y otra vez, como un castigo por quitarle la vida a una persona. La sangre, las plegarias, el horror, eso atormentó a la rubia por años, años y años y años, hasta que dijo basta. Hasta que ella decidió escapar de la base de Siberia y caer a manos de Natasha Romanoff y Erika Barton.

          En la nueva, Irina Morgan se había convertido en una heroína, dejando su lado salvaje y sin merced a un lado – dejando a esa muchacha que alguna vez asesinó, mutiló y castigó a personas inocentes muy enterrada en la tierra. Ella se aseguraría que nunca, nunca, dejaría que ella volviera y tomase su lugar otra vez. Ella se había convertido en un símbolo, en una compañera, en una amiga e incluso una hermana para muchos – también se convirtió en esposa y ahora madre. Irina miraba ese nuevo juicio con nuevos ojos y una nueva misión. Ella había sido absuelta – ella había sido perdonada.

          El tiempo cambia a las personas, dijo Alyna Krostov, hace muchos años.

          Irina había dejado aquel purgatorio, el cual la castigaba una y otra y otra vez, enfrentándose a algo mayor que ella y estaba dispuesta a perder su vida si eso significaba un mundo mejor para sus hijos y para su familia.

          El grupo miró a Thanos cuando entró en su campo de visión y este rió con diversión, como si aquello fuese una buena comedia. Oh, pero esa comedia había terminado hacía mucho tiempo.

          —No pudieron vivir con su propio fracaso—empezó él, mostrando su discurso cual dictador victorioso de su propia hazaña—. ¿Dónde los trajo eso? De regreso a mi—el grupo se dispersó entre los escombros, pero Irina mantuvo su curso, directamente hacia Thanos, él continuó su discurso—. Creí que eliminando a la mitad de los seres vivos...la otra mitad prosperaría. Pero me mostraron...que eso es imposible—los puños de Irina comenzaron a apretarse más y más fuerte a medida que sus pasos se terminaban—. Y mientras haya quienes recuerden lo que había, siempre habrá quienes no puedan aceptar lo que puede ser. Resistirán.

          —Sí, somos muy testarudos—declaró Tony en voz alta.

         —Y eso no quitará el hecho de que quebraremos cada hueso de tu cuerpo hasta meter una mano y quitarte el corazón—masculló Irina con furia.

          —Estoy agradecido—replicó Thanos poniéndose de pie—. Por que ahora...sé lo que debo hacer—agarró su casco—. Trituraré hasta el último átomo de este universo. Y luego, con las gemas que reunieron para mi...crearé uno nuevo, rebosante de vida—tomó su espada—. Que ignore lo que ha perdido y solo sepa lo que le fue brindado—todos se pusieron en guardia—. Un universo agradecido.

          —Que surja del derramamiento de sangre—dijo Steve.

          —Nunca lo sabrán.

          —No mientras respiremos—dijo Irina.

          —Si es que viven para contarlo—respondió el Titán Loco.

          Thor soltó un grito de guerra antes de lanzar su martillo, Irina formó cuchillas con sus auras y saltó gracias a un impulso que le dio Steve. El titán lo cubrió con su espada y lanzó a Irina a un lado, pero ella fue resistente en la caída y se levantó con firmeza. Tony disparó un blaster, el cual salió disparado hacia todos lados. Irina corrió para deslizarse y golpear una de las piernas de Thanos, desestabilizándolo para golpearlo en la cara dando una voltereta hacia atrás.

          —¡Irina, apártate!—exclamó Tony y abrió un compartimento, Thor se colocó atrás de él—. Bien, Thor. ¡Golpéame!

          El dios nórdico juntó todos los rayos y truenos que necesitaba, concentrado en ambos martillos, para luego juntarlos, dando un golpe que sobrecargó la energía del traje de Tony, soltando un blaster aún más letal que antes. Thanos comenzó a girar su espada, así creando un escudo para evitar heridas. Thor utilizó uno de sus martillos para lanzárselo con un golpe seco, evitando que Tony fuese partido en dos, siendo lanzado hacia otro lado. Irina corrió para golpear con toda su fuerza una vez en su estomago y una patada dirigida a su mandíbula, esquivando su puño para atraer, con un movimiento rápido de manos, una lluvia de piedras hacia Thanos. Thor alzó a Stormbreaker para incrustarlo contra el cráneo protegido de Thanos, esquivando su espada para quitársela luego.

          Irina logró sostenerla en sus manos, blandiéndola para atacar a Thanos donde podía. Logró hacerle unos cortes mínimos, pero no fatales. Pero Thanos tomó un punto ciego y golpeó a Irina, lanzándola a un par de metros. Los oídos de la rubia zumbaban con sonidos agudos y una fuerte jaqueca amenazaba con hacer una aparición. Thor también fue abatido, siendo arrastrado de un lado al otro, su arma siendo utilizada en su contra. Pero Mjörlnir golpeó al Titán Loco por detrás, dándole otra oportunidad a Thor para vivir. La rubia se incorporó y vio como el martillo volvía por el mismo trayecto, ella giró y sus ojos se abrieron como platos al ver quien era el responsable de ese golpe.

          El martillo terminó en manos de Steve Rogers.

          Irina soltó una carcajada—¡¿Qué...?!

          —¡LO SABÍA!—exclamó Thor con pura alegría.

          El Capitán América corrió hacia Thanos, girando el martillo para darle un golpe seco en su rostro. Irina corrió hacia Thor para ayudarlo a levantarse y luego corrió hacia Tony para verificar si aún seguía con vida. La pelea que ocurría detrás de ella era demasiado intensa, ya que escuchó varios rayos y vio varias luces blancas. Sacudió a Tony, quien despertó y en cuanto ella se giró, observó como Thanos golpeaba a Steve incesantemente. Irina corrió antes de impulsarse con sus poderes, creando una bola de energía azul que se estrelló contra Thanos. Ella esquivó el filo de la espada un par de veces, utilizando sus poderes para contraatacar en algún golpe. La espada produjo un corte en la pierna de Steve y él soltó un gruñido. Irina alzó sus manos, así alzando todas sus armas filosas y extendió las mismas hacia adelante, disparando dagas afiladas que se incrustaron (otras no) en el cuerpo de Thanos.

          Irina corrió hacia él y esquivó el golpe, estuvo a punto de lanzar uno, pero el titán agarró su muñeca y terminó por lanzarla a un lado, chocándose con una pared. Ella se levantó con pesadez, sintiéndose mareada y vio como Steve bloqueaba cada golpe con su escudo, el cual estaba roto por el filo de aquella espada. La rubia volvió a correr hacia él, agarrando sus dagas – básicamente arrancándolas de su cuerpo y ella misma volvió a incrustarla, escalando en su espalda. El titán, con un último golpe, lanzó a Steve lejos y ella incrustó otra daga en su espalda, mirando al capitán – quien no se levantaba – y sintió unas manos tirar de su cabello, lanzándola hacia adelante.

          Thanos estaba a punto de cortarle la cabeza, pero ella detuvo el filo de la cuchilla con sus poderes. El titán opuso más fuerza y ella empujó hacia adelante, resistiendo. Irina apretó los dientes, antes de que sus ojos se volvieran completamente azules, gritando con todas sus cuerdas vocales antes de recibir una patada que la envió al mismo lugar donde se encontraba Steve. Ella aterrizó forzosamente y soltó un quejido de dolor cuando sintió el suelo solido debajo de su figura. La rubia respiró bocanadas largas de aire y ladeó su cabeza a un lado, encontrándose con el cuerpo inmóvil del capitán.

          —Steve...—murmuró ella, sintiendo su garganta rasposa, pero él no respondió—. Steve, levántate—él siguió sin responder—. ¡Steve, maldita sea, levántate!

          Ella no podía dejarlo ir, ella no lo dejaría irse. La rubia se levantó, tambaleante y se acercó a su esposo, sacudiéndolo.

          —No te atrevas, Rogers, ni se te ocurra—lo sacudió y la idea de no verlo abrir sus ojos otra vez, eso sí le dolía—. ¡STEVE, LEVÁNTATE!

          El capitán abrió los ojos, soltando un quejido antes de levantarse completamente y recibió la mano de su esposa, quien tenía cortes y moretones en su rostro, pero su espíritu aún seguía intacto. Ella lo ayudó a ponerse de pie y encontró que el titán le había producido varios cortes, pero él tomó iniciativa en ajustar la correa de su escudo. Irina miró al frente y vio como aterrizaban varias torretas con bestias y el ejército de Thanos se desplegaba en la otra frontera – mostrando un abismo de desesperación, terror y muerte. Irina y Steve caminaron hacia el borde de ese abismo y miraron como el sol que se asomaba entre el humo y las nubes negras resplandecía en el campo de batalla.

          No podrían contra ese ejército.

          Irina soltó un jadeo y sintió lágrimas en sus ojos, Steve tomó su mano, apretándola con fuerza.

          —Oye, Cap, ¿me recibes?

          Los dos se detuvieron al escuchar esa voz en los comunicadores. Irina parpadeó e intentó creerlo, intentó pensar que era real.

          —Irina, ¿me copias?—una voz femenina habló por el comunicador y la rubia miró a todos lados—. Irina, habla Erika, ¿puedes escucharme?

          —A tu izquierda—dijo Sam Wilson por los comunicadores.

          Y a su izquierda, un portal comenzaba a abrirse. Los dos se giraron, encontrándose con un hombre que salió volando con sus alas mecánicas. Luego, aparecieron tres personas e Irina soltó un sollozo de alegría.

          Eran T'Challa, Shuri y Okoye.

          Repentinamente, el cielo se vio rodeado de portales que se abrieron al mismo tiempo, revelando un nuevo ejército. Irina observó maravillada como cada persona salía de cada portal, en uno de ellos apareció Stephen Strange, aterrizando en el suelo, siendo acompañado por un muchacho de cabello corto y un poco de barba – vestido de hechicero: Kyle Belkova. Mantis, Peter Quill junto a sus compañeros y Peter Parker aparecieron junto a ellos – todos poniéndose en guardia. Una flecha pasó por al lado de Irina y ella se giró encontrándose con Bucky Barnes, Wanda Maximoff y Erika Barton, luciendo un parche en su herida, pero lista para pelear. Millones de otros guerreros vinieron a unirse a ellos, entre ellos una mujer montada en un caballo y una con traje de avispa, la cual reconoció como Hope Van Dyne. Todos estaban listos para pelear, incluso Pepper Potts, quien aterrizó a su lado, revelando su nueva armadura.

          —¿Ya somos todos?—preguntó Stephen a Wong detrás de ella.

          —¿Qué?¿Querías más?

          Scott Lang apareció como un hombre gigante por dentro del complejo, destrozando los pocos escombros que quedaban de pie, dejando a Banner, Rhodes y Rocket en el suelo. Irina miró a Thanos, cuando sus compañeros se juntaron, mirando al nuevo enemigo.

          —¡VENGADORES...!—gritó Steve extendiendo su brazo, recibiendo el martillo en su mano—. Reúnanse.

          Solo faltó un último grito de guerra para correr nuevamente al campo de batalla.




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