xxxiv. la segunda oportunidad
RUINAS,
capítulo treinta y cuatro: la segunda oportunidad!
POR LA TARDE, mientras que los niños dormían su siesta, el equipo continuó con su investigación. Todos se encontraban en una de las salas de estar, donde los integrantes estaban sentados en los diferentes sillones. Un archivo se desplegó en la pantalla de vidrio, revelando una gema de color amarillo, donde Nébula se paró frente al equipo. La mujer de cabellos rubios observó el nombre de la gema y, a pesar de no leer las expresiones de Nébula tan fácilmente, supo que algo estaba siendo escondido en gruesas capas de tecnología – además de endurecer más su caparazón para evitar que alguien más vea lo que ella vio alguna vez.
—¿Están todos?—preguntó Tony antes de cerrar la puerta.
—Lamentablemente, sí—bromeó Clint, consiguiendo un golpe seco en sus cotillas por parte de Natasha.
Irina asintió y miró al millonario—Estamos todos. ¿Cuál es la siguiente gema?
—La Gema del Alma—declaró Nébula, atrayendo la atención de todos, mientras que la pantalla desplegó el holograma con el objetivo y múltiples procesos—. Thanos halló la Gema del Alma en Vormir.
—¿Qué es Vormir?—preguntó Natasha anotando en la libreta de su hija.
—El reino de la muerte—respondió la mujer mecánica sin dar rodeos—. En el mismísimo centro de la existencia celestial.
—Entonces, ¿es un planeta?—preguntó Irina a la mujer de piel azul, logrando recibir una respuesta afirmativa por parte de ella—. Descríbelo, creo que cuando estuve en el espacio con Carol podríamos haberlo visto.
Esa no era la verdadera razón.
Irina quería ver si allí fue donde aquella mujer de piel verde, Gamora, fue lanzada hacia el vacío.
—Planeta de colores oscuros, donde hay un sol recubierto por un planeta, haciendo un eclipse, donde solo reina el silencio y la muerte—prosiguió la mujer de piel azul, sintiendo cada pedazo de su tecnología arde con solo pensar en aquel lugar—. Un verdugo que te persigue y te atormenta con sus palabras, una cima que indica el final y el principio de algo nuevo. Allí es donde encontrarán la gema. Ahí es donde Thanos asesinó a mi hermana.
Irina sintió una punzada en su cabeza en aquel momento, cerrando sus ojos por un segundo – abriéndolos para encontrarse en un entorno muy diferente pero familiar. Allí estaba ella, de nuevo en Titan – entre sus escombros. Recordó exactamente lo que ocurría en aquel momento. Frente a ella, se encontraba el equipo forcejeando para quitarle el guantelete a Thanos.
—¿Está dormido?—preguntó Tony y su compañera rubia asintió—. Mantenlo así.
—Date prisa—dijo Mantis haciendo una mueca—. Es muy fuerte.
—Parker, ven aquí—exclamó la propia Morgan y sintió sangre salir por su nariz—. Mantis y yo no podremos retenerlo por mucho.
Peter Quill llegó volando hacia ellos y miró a Thanos, caminó un par de metros. La Irina de sus recuerdos ayudaba a Tony y a Peter a quitar el guantelete, para ver que Quill se acercaba, de manera amenazante y feroz.
—Ahora no eres tan fuerte, ¿no?—preguntó él y terminó a centímetros de su rostro—. ¿Dónde está Gamora?
—Mi Gamora—gruñó Thanos.
—No, ¡tonterías!—recriminó Peter enojado—. ¿Dónde está?
Irina sintió otro fuerte dolor de cabeza y Mantis cerró los ojos—Está angustiado.
—Mejor.
—Llora una muerte—exclamó la mujer con antenas y entró en su cabeza. Volviendo a revivir el momento una y otra vez.
La mujer de piel verde, cabello oscuro y rojo, siendo lanzada desde un acantilado. Como si fuese ver un disco rayado una y otra vez. Escuchó su voz, vaga pero clara: "Toda mi vida soñé con el día...el momento...en que tuvieras tu merecido".
"Y siempre estuve muy decepcionada. Pero ahora...Matas y torturas, y lo llamas piedad. El universo te juzgó. Le pediste un premio y te lo negó. Fracasaste. ¿Y quieres saber por qué? Porque tú no amas nada. A nadie."
"¿En serio?¿Lágrimas?"
"No son para él."
—¡¿A quién tiene que llorar este monstruo?!—exclamó Drax, quitando a la Irina de sus recuerdos de su trance.
La mujer azul miró al grupo—A Gamora—Peter Quill se giró a mirarla—. Se la llevó a Vormir. Regresó con la Gema del Alma. Pero ella no regresó.
Irina miró a Peter, sintiendo su enojo—Quill, cálmate ya—pero él miró a Thanos—. No, no te atrevas. ¡QUILL!
—Dime que miente—dijo Quill alzando la voz y Thanos no respondió—. Maldito, ¡DIME QUE NO LO HICISTE!
—Tuve...que...hacerlo—balbuceó el titán.
—No, no lo hiciste.
Irina sintió que un chasquido volvía a traerla a la realidad. La rubia parpadeó un par de veces, encontrándose de nuevo en la base – como si nunca hubiese pasado. Todos la miraron a ella y la rubia simplemente se encogió de hombros.
—No iré a Vormir.
Más tarde, Steve se encontraba jugando con los niños junto a Clint, mientras Rhodes ayudaba a Nébula y Rocket con la nave. Tony, Natasha y Morgan se encontraban recostados sobre la mesa, Tony estaba estirado de un lado, Natasha utilizaba el estomago de Irina como almohada y ella estaba puesta de forma paralela a ella. Banner, por su parte, se encontraba recostado en el suelo.
El holograma reveló una gema de color verde y el nombre "Gema del Tiempo" apareció frente a ellos.
—Ese es el de la Gema del Tiempo—dijo Natasha de forma descuidada.
—Es Doctor Strange—dijeron Bruce e Irina al mismo tiempo.
—Oh, es ese doctor con el aprendiz que resultó ya no ser más aprendiz—recalcó Tony mirando al techo, repentinamente miró a Irina—. ¿Ese no era el hermano de Tatiana? Huh...¿era Kray...?
Irina rodó los ojos—Kyle, Tony, Kyle Belkova.
—Espera, ¿de donde vino ese comentario?—preguntó Natasha mirando a Tony, quien alzó la ceja—. El aprendiz que resultó ya no ser más aprendiz, idiota.
—Oh, eran amantes—respondió Irina antes de que Tony tomase iniciativa.
—¿Qué?¿Tú sabías que eran pareja y no me dijiste?—recriminó la pelirroja a la rubia mientras le apuntaba con su lapicera—. Vaya, yo creía que Kyle era...huh...derecho. Incluso me parecía bastante atractivo.
Bruce escupió el agua que estaba tomando, salpicando al resto del equipo – quienes se quejaron ante la acción del gigante verde.
—¿De verdad, Nat?—inquirió Bruce Banner con completa confusión—. ¿Ese niño te lleva al menos diez años de edad? Es muy pequeño para ti.
Irina y Tony no tardaron en estallar en carcajadas. Natasha se sonrojó e lanzó libros a todos los presentes, los dos se rieron más y más fuerte, logrando que la pelirroja soltase un gruñido y colocase sus manos en su rostro, ocultando su vergüenza—¡Los odio!
—Nos amas y lo sabes—exclamó Tony entre carcajadas.
—Lamentablemente, lo hago—gruñó la ex-asesina y golpeó a Irina en el estómago—. ¡Concéntrense, idiotas! ¿Qué clase de doctor era?
—Huh...¿no era un cirujano?—inquirió Irina recordando la especialidad de la carrera médica de Stephen.
—No, no. Te equivocas, ojitos diabólicos—el millonario interrumpió a la rubia—. Era una mezcla de otorrinolaringólogo y mago. Tiene una casa en Greenwich Village.
Irina miró de mala gana al millonario—El FBI queda como una entidad estúpida e inútil a tu lado, Stark. ¿Allí era el Santuario?
—En la calle Sullivan, ¿verdad?—preguntó Bruce y miró a Irina—. Eso no es un santuario.
—Lo es—contraataco ella fulminándolo con la mirada—. No era en la calle Sullivan, era en Bleecker.
—Espera, ¿vivía en Nueva York?—preguntó Natasha mirando a la rubia.
—No, en Toronto—respondió Tony con sarcasmo y se levantó un poco—. ¿Acaso no escuchas?
—Ustedes son los peores—murmuró Irina rodando los ojos.
—Chicos—exclamó Natasha—. Si eligen el año indicado, hay tres gemas en Nueva York.
El resto permaneció en silencio y Bruce se levantó súbitamente—No puede ser.
Si ellos elegían el año indicado, podían encontrar la Gema del Tiempo, la Gema de la Mente y la Gema del Espacio al mismo tiempo. Tony miró a Irina y alzó una ceja—Apareces en alguna de estas épocas, ¿verdad?
—En el 2012 trabajaba para HYDRA—respondió Irina incorporándose un poco para mirar al resto—. Aún no tenía mi cabello rubio, por que faltaban los experimentos con la Gema de la Mente...pero sí, estuve allí cuando ocurrió la invasión.
—¿Qué hacías allí exactamente?—preguntó Bruce alzando una ceja.
—Mi misión era rescatar el cetro y llevarlo a Sokovia, a una de las bases—respondió la rubia antes de recordar que aquella fue la misma base que destruyeron hace años—. Recuerdo haber peleado contra Barton y noquearlo, mis poderes no funcionaban a un 100%. Logré infiltrarme en la torre y entregar el maletín a Rumlow. Escapé por una rendija.
—Habilidosa—murmuró Tony antes de recibir un guiño por parte de Irina.
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Caída la tarde, mientras el sol se ponía en el horizonte, Natasha e Irina se encontraban disparando balas a dos blancos que se encontraban alejados en el campo de tiro. Los auriculares evitaban que sus tímpanos no se lastimaran más de lo adecuado. Las dos mujeres vaciaron un cargador completo y volvieron a recargar, disparando otras veces más. Al vaciarlo, volvieron a cargar, disparando por última vez. Aquella tarde ambas entrenaron, logrando algunos moratones o cortes superficiales que no las perjudicarían.
Al terminar, Irina estaba golpeando una bolsa de boxeo con el uniforme que una vez utilizó para HYDRA cuando era una asesina como el soldado. El traje negro le trajo algunos malos recuerdos, pero ella sabía muy bien que todo había cambiado desde ese día. Natasha soltó un silbido al verla moverse con tanta habilidad y sonrió de lado—Te ves guapa.
—Espera a cuando Tony termine mi peluca sintética de color castaño—se burló Morgan antes de golpear la bolsa.
—Dudo que Steve no se vuelva loco con ello—declaró la pelirroja antes de quitarle una carcajada a la rubia—. Será un espectáculo digno de presenciar.
—¿Vendrás con nosotros?
La pelirroja negó—No, fui asignada a Vormir.
Irina detuvo sus pasos de forma instantánea y Natasha alzó una ceja ante la súbita acción de su compañera. La pelirroja se levantó de su asiento, con el cuaderno de bocetos de Erika entre sus manos. Irina mostró desconcierto en su mirada y por dentro sintió miedo, Vormir no era un lugar digno para morir y ella lo sabía perfectamente.
—Pide un cambio—respondió la rubia súbitamente y miró a la pelirroja—. No vayas a Vormir.
—¿Por qué dices eso?—preguntó Natasha mirándole de forma extraña—. No iré sola, Clint me acompañará.
—Eso no es lo que me preocupa.
Natasha permaneció mirándola fijamente por unos segundos y luego abrió la boca—Tienes miedo que yo no regrese.
—A veces pienso que tú eres la telepata aquí.
—Regresaré—respondió la pelirroja, alzando su mano para tocar el hombro de Irina—. Y traeremos a todos de vuelta.
Irina simplemente asintió y Natasha se acercó a ella para envolverla en un abrazo. La rubia no tardó en responder a ese abrazo con tanta intensidad, las dos mujeres no se separaron durante todo ese tiempo. Morgan sabía que esta misión conllevaba riesgos y era muy probable que alguno de ellos no lograra llegar al final – eso era lo que más le asustaba. Natasha era una persona muy valiente, incluso Irina la admiraba: a ella y su espíritu. Ella sabía que el origen de la pelirroja era igual de trágico que ella y que gracias a la ceremonia en la Habitación Roja, lamentablemente, no podía tener hijos.
Hasta que Erika llegó a su vida.
Natasha era una luchadora, Natasha era una madre – que, a pesar de no compartir sangre – crió a la muchacha que hoy la eligió como madre y eso era inevitable.
El simple hecho, solo el simple hecho de no volverla a ver, rompía a Irina en miles de pedazos.
—¿Sabes?—murmuró ella aún pegada a su cuerpo, Natasha hizo un sonido a su lado—. Nunca te di las gracias.
—¿Huh...?
—Nunca pude agradecerte lo que hiciste por mi esa noche en Siberia.
—Fue idea de mi hija—respondió ella descansando su pera en el hombro de la joven—. Pero pienso que fue lo correcto. No tienes que agradecérmelo.
—Gracias a ti—declaró Irina asintiendo—. Gracias a ti estoy aquí, a punto de hacer la misión más alocada del mundo.
Ambas se separaron y juntaron sus frentes.
—Eres mi persona, Irina Morgan.
Con tan solo eso, la rubia soltó una última carcajada.
Cuando cayó la noche, Steve e Irina juntaron a sus hijos en el césped – a las afueras del complejo. Steve estiró una manta y los cuatro se sentaron, observando las estrellas. Irina les pidió que contasen cada una de las estrellas y formasen constelaciones con ellas, provocando risas y murmullos de sus niños. Steve tomó la mano de su esposa y la apretó con fuerza. Irina sabía que él estaba nervioso sobre lo que pasaría a la mañana siguiente – pero no quería preocupar a sus hijos.
Sin embargo, ellos debían saber todas las posibilidades y, además, saber que hacer si algo salía mal.
—Niños—dijo Steve mirando a los dos—. Su madre y yo queremos decirles algo.
—Mañana pasará algo—comenzó Irina y asintió, logrando que sus hijos tomasen asiento—. Iremos a buscar un par de cosas en el tiempo y...espero que todo salga bien.
Roman miró a su madre—Ustedes volverán, ¿verdad?
—Eso espero—respondió ella antes de sonreír—. Pero si no lo hacemos...quiero que cuides a tu hermano, Roman. No importa si están peleados, no importa si en ese mismo momento se odian, no me interesa, tú cuidarás a James—la rubia asintió—. Buscarán refugio en el Santuario de Nueva York y entrenarán. Pero lo más importante es que se protejan el uno al otro.
—Los amamos, desde la luna y de vuelta—dijo Steve acariciando la mejilla de James—. Sean valientes, sean amables, nunca dejen a un soldado atrás...nunca se rindan. ¿Pueden hacer eso por mi?
Los dos niños asintieron, inclinándose para abrazar a sus padres. Irina abrazó con tanta fuerza a sus hijos, que por un momento temió que desapareciesen. Dejó que una lágrima cayese por su mejilla.
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editado ✓
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