xxvii. el reino cuántico
RUINAS,
capítulo veintisiete: el reino cuántico!
IRINA NUNCA SINTIÓ TANTO ALIVIO DE VER OTRA CARA CONOCIDA FRENTE A ELLA. Scott Lang se mostró atónito de verla con vida, con su esposo y, para su propio desconcierto, con hijos. La rubia lo abrazó con fuerza y Steve se preguntó si era él la persona que ella había conocido en San Francisco cuando Irina dejó la base por casi un mes con Erika Barton. De eso no había duda cuando ella declaró que Scott fue a quien conoció cuando ocurrieron los eventos en Pym Tech. Lang se mostró bastante nervioso e intentó aclarar que él no tuvo nada que ver con alguna relación amorosa, logrando que Steve e Irina soltasen una gran carcajada al mismo tiempo.
(A Scott no le pareció nada gracioso.)
Así que Scott se encontraba caminando de un lado al otro en el comedor, donde Natasha, Steve, Irina y los niños estaban – Roman y su hermano menor comían la cena mientras miraban al hombre que portaba el nombre Ant-Man caminar de un lado al otro. La pequeña rubia alzó una ceja hacia él y miró a su madre—¿Por qué está caminando así?
—Ahora...no lo sé—respondió la propia Irina y miró al nuevo invitado—. Scott. ¿Estás bien?
—Huh...sí—respondió el aludido antes de frotarse el rostro—. ¿Alguna vez estudiaron física cuántica?
—Recuerdo haber leído una tesis para una misión cuando trabajaba para HYDRA—dijo la rubia cruzándose de brazos antes de ladear su cabeza a un lado—. ¿Y preguntas eso porque...?
—Yo solo para conversaciones como espía—añadió Natasha acomodándose su sudadera.
—Está bien...hace cinco años, justo antes...de Thanos...Estaba en un lugar llamado el reino cuántico—todos los presentes de la sala alzaron una ceja al escuchar la explicación de Scott Lang, confusos sobre lo que él tenía para decirles, sin embargo, le permitieron proseguir—. El reino cuántico es como un universo microscópico. Hay que ser increíblemente pequeño para ir. Hope. Ella es mi...—miró a la rubia—. Tú la conociste. Ella era mi...Se suponía que ella me sacaría. Y luego pasó lo de Thanos...quedé atrapado ahí.
Natasha apretó los labios antes de hablar—Lo lamento, habrán sido cinco años muy largos.
—Sí, pero esa es la cuestión—respondió Scott mirándola fijamente—. No lo fueron.
—Creo que entiendo lo que quieres decir—murmuró Irina al dar un paso hacia adelante—. Aquí, en la realidad fueron cinco años, pero allí fueron...¿horas?¿Minutos?
—Fueron cinco horas para mi. Las reglas del reino cuántico no son iguales a las de aquí.
Irina miró hacia el vacío, recordando aquella tesis que leyó hace años. En su momento, las tesis que utilizó para generar conocimiento que se usaría en la misión le parecieron completamente estúpidas y muy poco científicas. ¿Y si Scott Lang quería demostrar que había una posibilidad? Irina quería verlo de esa forma, pero eran teorías, sin embargo, Scott parecía muy seguro de lo que hablaba. El reino cuántico era completamente impredecible, donde todo podía ser modificado y puesto como un rompecabezas en formas muy diferentes.
—¿Ese sándwich tiene dueño?—preguntó Scott señalando el plato que Natasha dejó hace varios minutos—. Muero de hambre.
—Scott—protestó Steve mirándole seriamente—. ¿De qué hablas?
—Entonces...—dijo él con la boca llena.
—¿Por qué a él le dejas hablar mientras tiene la boca llena?—interrumpió Roman señalándolo con su tenedor.
—Roman, no se señala a las personas—dijo Irina con una mirada de advertencia—. Scott, no hables con la boca llena.
—Sí, señora.
Scott fulminó a la pequeña rubia con sus ojos y Roman simplemente le sacó la lengua a forma de burla. Lang terminó de masticar y miró a los adultos—Lo que digo es: el tiempo transcurre diferente en el reino cuántico. El único problema es que ahora no tenemos forma de navegar por él. ¿Y si pudiéramos?—comió otro bocado y la rubia le envió una mirada asesina, provocando que este no cometiera el mismo error de hablar con la boca llena—. No puedo dejar de pensar en eso. ¿Y si pudiéramos controlar el caos...y navegar por él?¿Y si hubiera una forma de entrar al reino cuántico en cierto punto en el tiempo pero salir del reino cuántico en otro punto del tiempo?
—Viajes en el tiempo—murmuró Irina y Scott la señaló—. Entrar al reino cuántico y salir antes de Thanos.
Steve alzó una mano, deteniéndolos a ambos—Espera...¿Hablas de una máquina del tiempo?
—No, claro que no.
Irina alzó ambas cejas hacia Scott—Claro que si, Scott.
—Es como una...—se detuvo y Morgan se dio cuenta de que le habían sacado las palabras de su boca—. Sí. Es como una máquina del tiempo.
—Te lo dije.
Scott se acercó para codearle las costillas—Cállate—miró a los dos Vengadores restantes—. Es una locura, lo sé. Pero no puedo dejar de pensar en eso. Tiene que haber...alguna manera...es una locura.
—Scott.
—¿Qué?
—Recibo correos de un mapache—dijo Natasha con una mano en su mentón—. Así que ya nada me parece una locura.
—Deberíamos informarnos mejor con esto—añadió la rubia mirando a sus compañeros.
—Concuerdo con Irina—declaró Scott asintiendo—. ¿Con quién hablamos sobre esto?
Steve, Natasha e Irina se miraron entre ellos – mientras que Scott miraba a los niños, quienes se encogieron de hombros ante la incertidumbre de ver a quién conocían para pedir ayuda. Entre los tres, se desataba una discusión mental que Scott no comprendía en absoluto.
—Tenemos que ir con Tony—declaró Irina dentro de las mentes de ambos.
—No me sorprende que digas eso—anunció Steve mirándola a modo de advertencia.
—¿Tienes alguna otra idea, Rogers?—Irina fulminó a su esposo con la mirada
—Sus peleas de pareja me aburren—respondió Natasha rodando los ojos.
—¡No estamos peleando!—exclamaron ambos al mismo tiempo.
El carraspeo que soltó Scott los sacó de su trance y los tres vengadores miraron al castaño, quien los miró inclinándose hacia adelante – esperando una respuesta. Irina miró al resto y los dos vengadores asintieron. Tony Stark era un genio en muchísimas cosas y esto podría ser una nueva oportunidad de rehacer lo que ya está hecho, una oportunidad de salvar a la mitad de la humanidad que ahora no está con ellos. Se les estaba presentando una segunda oportunidad. ¿Y si...?¿Y si esta vez sí podían hacerlo?
Tony Stark era la clave para esto.
Irina miró a Scott Lang—Mañana iremos a ver a un viejo amigo. Él nos ayudará.
—De acuerdo...—respondió el aludido y miró a los niños—. ¿Hay cena para mi también?
Los niños soltaron una pequeña carcajada e Irina no tardó en sonreír con ellos antes de mirar a su amigo—Claro que la hay. En realidad, todos iremos a cenar—miró la mesa que estaba con algunas cajas de comida china antes de lanzarle una a Natasha—. Limpia este desastre, Romanoff. Iré por los platos.
Esa misma noche, Scott se quedó en la base para descansar un poco. Steve se encargaría de arropar a los niños para que durmieran plácidamente, Natasha se retiró para dormir y los dos restantes – Irina y Scott – caminaron en el césped de la base. El frío que hacía no era tan intenso como lo fue en el invierno e Irina no podía sentirse tan a gusto. Scott y ella se sentaron en el césped, observando las estrellas.
—Felicitaciones, Irina—dijo Scott después de un largo, pero cómodo, silencio—. Lo has conseguido.
—¿Conseguir qué?
—Un esposo, dos hermosos niños que te aman—respondió él antes de tocar sus rodillas—. Una familia. Estabilidad.
Irina soltó un suspiro—Me siento afortunada. A pesar de haber perdido a mis amigos, no perdí al amor de mi vida y no perdí a mis hijos.
—Bueno, no me perdiste a mi—farfulló el ojiverde codeándole levemente.
—Eso fue sorprendente—respondió la rubia mirándolo—. Pensé...Pensé que habías corrido por la misma suerte. Lamento que Hope no esté aquí.
—¿Sabes? Cuando volví a esta realidad, cuando volví del reino cuántico...me sentí tan desorientado. Y...cuando vi en San Francisco aquellas placas con cada nombre tallado en mármol, tuve miedo—declaró él y tomó la mano de Irina—. Tuve miedo de ver el nombre de mi hija plasmado en aquellos murales gigantes. Pero no encontré su nombre...
Irina husmeó en sus recuerdos, observando la desesperación, el miedo en su cuerpo—Encontraste el tuyo. Buscaste a tu hija...
—Ella estaba viva, gracias a Dios.
—Pero ella creía que habías desaparecido como los demás.
Morgan divagó más en su mente, encontrándose con el recuerdo de verlo correr por las calles de San Francisco, tomando calles que le parecieron muy familiares para ella cuando estuvieron allí junto a Erika. El desenfreno y el miedo recorrían sus venas, Irina sintió lo que él sentía cuando corría, miles de otros pensamientos sobre el destino de Cassie Lang corrían en la mente de Scott. Sin embargo, lo que encontró después fue sorpresa y una angustia inconsolable al ver la figura de Cassie – quien ya era una adolescente – y cómo ambos se quedaron mudos al verse. La alegría que emanaba de la figura de Scott era inmensa, ver como él abrazaba a su hija y se pellizcaba el brazo para ver si realmente era real era algo tan inocente.
Irina, al volver a la realidad, miró que una lágrima caía por la mejilla de Scott y ella se la secó antes de envolverlo en un abrazo. Así permanecieron ambos, sintiendo el calor del otro.
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A la mañana siguiente, el equipo se dirigió a la casa de Tony en auto – Irina se sorprendió al ver que Scott se llevaba muy bien con sus hijos. La joven miró hacia atrás por el espejo retrovisor a Scott, quien le hacía caras a James – él estaba sentado en su sillita. Natasha llevaba a Roman en sus piernas y la abrazaba por detrás. Aquella calidez familiar hizo sentir a Irina muy feliz. Ellos se adentraron a un bosque y Steve bajó un poco la velocidad, ambos entrando en el terreno donde la casa de Tony Stark se encontraba. Morgan respiró hondo antes de ver la casa de su viejo amigo a unos pocos kilómetros. Al estacionar, observaron que él estaba cargando a una niña hacia la casa – una jovencita a quien ella conocía como Morgan Stark. Al salir, se encontraron con Tony mirándolos y los niños salieron corriendo hacia él gritando.
Tony les sonrió antes de abrazarlos, saludándolos al mismo tiempo que Morgan y James compartían un abrazo.
Los tres niños corrieron adentro mientras que Tony miraba otra vez a los tres adultos antes de volverse a la casa, indicándoles en silencio de que pasaran. Irina lo siguió y entró a la pequeña vivienda, encontrándose con los chicos jugando y Pepper en la cocina.
—¿Me extrañabas, Potts?
—¡Irina!—exclamó ella con alegría, los niños pasaron corriendo junto a ella—. ¡Cuidado, chicos!—se acercó a ella antes de abrazarla—. ¿Cómo has estado?
—Estas dos pulgas pueden conmigo y me dejan sin baterías al final del día—respondió ella mientras que Pepper soltaba una carcajada y se separó—. Pero sigo con vida, gracias. Vine con la caballería a robarme a tu esposo por unos minutos.
—Eres libre de hacerlo.
Tony se acercó antes de revolverle el cabello y besó su frente—Extraño tu inquieta presencia, ojitos diabólicos.
Ojitos diabólicos. Hacía mucho tiempo que él no utilizaba ese apodo con ella. La muchacha de cabellos cortos rodó los ojos con diversión antes de tomar unos vasos que Tony le tendió. Al salir afuera, se juntaron en el porche donde se encontraban unas sillas y Tony les sirvió un líquido color marrón. Scott, en aquel momento, comenzó a hablar sobre el reino cuántico – de alguna forma atrayendo la atención parcial del millonario.
—Tony, con todo lo que viste—preguntó Steve, mirándole fijamente—. ¿Algo es posible?
—La fluctuación cuántica se fastidia en la escala de Planch—declaró Stark antes de mirar a Scott—. Y da lugar a la Proposición de Deutsch. ¿De acuerdo?
Le tendió un vaso a Steve y este asintió—Gracias.
—En términos comunes, significa que no volverás a casa—concluyó el millonario ladeando su cabeza a un lado.
—Regresé.
—No. Sobreviviste por casualidad—alegó el ex-vengador—. Una casualidad cósmica casi imposible. Y ahora quieres lograr un...¿Cómo lo llamaste?
Scott Lang iba a decir algo pero Irina lo fulminó con la mirada, advirtiéndole que eligiese sus palabras con cuidado—Huh...un...¿Un atraco al tiempo?
—Eres increíble—murmuró Irina con ironía.
—Sí, un atraco al tiempo—replicó Stark con diversión casi cruda—. Claro. ¿Cómo no se nos ocurrió?
—Tony...
—Oh, porque es ridículo. Porque es una quimera.
Steve miró a Tony—Las gemas están en el pasado. Podríamos regresar y tomarlas.
—Podemos chasquear los dedos, traer a todos de regreso—añadió Natasha a un lado de Irina.
Tony fijó su mirada en la ex-espía rusa—O empeorándola peor de lo que está, ¿no?
—Eres tan optimista, Stark—se quejó Irina cruzándose de brazos—. No creo que podamos meter la pata más al fondo de lo que ya está.
—Sí, te he extrañado—él chasqueó su lengua antes de sentarse—. Sin embargo, no ayudará tener grandes ilusiones si no hay una forma lógica y tangible de ejecutar dicho atraco al tiempo.
—¿Acaso crees que sabes lo que pasará?—preguntó Irina mirándolo con molestia.
—¿Tú no?—contraatacó el millonario—. Creo que lo más probable será que muramos todos.
—No si seguimos estrictamente las reglas del viaje en el tiempo—añadió Scott acercándose a Tony—. No hablar con nuestras versiones del pasado, ni apostar en eventos deportivos.
Stark puso una mano frente a él—Voy a interrumpirte ahora mismo, Scott—se inclinó hacia él—. ¿Dices en serio que tu plan para salvar el universo se basa en Volver al Futuro?¿No es así?
—No.
—Mejor. Me tenías preocupado—dijo el aludido—. Por qué sería una estupidez. La física cuántica no funciona así.
—Tony.
Todos se giraron a mirar hacia Natasha, quien tenía la cabeza. Ella asintió antes de mirar al millonario—Debemos adoptar una posición firme.
—Lo hicimos. Y, aun así, aquí estamos.
—Sé que arriesgas mucho—dijo Scott mirando seriamente a Tony—. Tienes una esposa, una hija. Pero perdí a alguien muy importante para mí. A muchos les pasó lo mismo. Y ahora tenemos una oportunidad de hacerla regresar, de hacer regresar a todos, y dices que ni siquiera...
—Correcto, Scott. Ni siquiera. No puedo.
Irina no podía sentirse tan desconcertada de aquella actitud y por un momento, realmente comprendió a Tony. Ella tenía lo mismo que él: un marido, dos hijos. ¿Qué pasaría si todo salía mal?¿Y si ella los perdía a ellos? Pensar en aquella posibilidad le dio muchísimo miedo. La pequeña Morgan apareció entre los adultos, acercándose a su padre—Mami me dijo que venga a salvarte de la tía Irina.
—Buen trabajo. Estoy salvado de las garras tenebrosas de tu tía—dijo él abrazando a su hija antes de mirar a Scott—. Ojalá hubieran venido a preguntarme otra cosa. Cualquier otra cosa. Estoy muy feliz de verlos, yo...—caminó hacia la puerta—. La mesa está puesta para todos.
—Tony—declaró Steve tocando su brazo—. Lo entiendo. Y me alegro por ti. En serio. Pero esta es una segunda oportunidad.
—Yo tengo aquí mi segunda oportunidad, Cap. No puedo arriesgarla.
El grupo asintió y los tres se alejaron, dejando a Irina y a Tony solos, su hija volvió a entrar y la rubia estuvo a punto de llamar a sus hijos pero el ex-vengador la detuvo—Deja que se queden. Han pasado dos semanas desde que Morgan los vio.
—De acuerdo—afirmó la rubia—. Nosotros...Steve y yo vendremos después por ellos, ¿sí?
Al encaminarse hacia las escaleras, Tony volvió a detenerla—Irina...
—Entiendo los riesgos, ¿sabes?—declaró Morgan mirándolo fijamente—. Sé que estoy arriesgando la seguridad de mi familia y la probabilidad de perderlos si hago esto. Sé que estás asustado Tony, pero esta podría ser la única oportunidad de hacer que esto funcione. Stephen dijo que ganábamos en un universo, este podría ser ese universo.
Simplemente, ella se alejó de Tony y se encontró con el equipo de tres. Steve alzó una ceja—¿Dejarás a los niños aquí?
—Tony lo pidió. ¿Ahora qué?
—Está asustado—concluyó Natasha mirando a los dos rubios.
—¿Qué vamos a hacer?—preguntó Scott siguiéndolos hacia el auto—. Lo necesitamos. ¿O nos detendremos?
—No, quiero hacer las cosas bien—dijo Steve antes de subirse al auto.
—Precisaremos un gran cerebro—declaró Irina mirando a Steve desde afuera—. Y lo digo en el sentido figurado.
Scott señaló la casa—¿Más grande que el de él?
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editado ✓
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