xxiii. un viaje espacial
RUINAS,
capítulo veintitrés: un viaje espacial!
AQUELLA SALA SE ENCONTRABA DENTRO DE UN SILENCIO SEPULCRAL TAN TENSO QUE IRINA MORGAN PODRÍA CORTARLO CON UN SIMPLE CUCHILLO. La rubia permaneció sentada en una silla mientras que en la mesa central se extendía un holograma con los datos de un vengador desaparecido, pero con vida: Tony Stark. Carol Danvers se sentó a su lado y Steve permaneció de pie junto a Natasha, la muchacha permaneció con una fina línea formada en sus labios y la inhumana podía ver que la compostura de Romanoff estaba sucumbiendo al caos por cada minuto que pasaba. Buscar a Tony Stark no iba a ser sencillo, pero con el basto conocimiento de Carol en la galaxia: al menos, tendrían una oportunidad a su alcance.
Rhodey chasqueó la lengua—Huh...¿Thor no iba a venir?
Un estruendo se escuchó afuera y el equipo se puso alerta: los puños de Carol se encendieron con un fulgor amarillo con unos pocos colores más, Irina y Natasha sacaron dos pistolas escondidas debajo de la mesa y Banner agarró un bate de béisbol. Steve alzó una ceja ante la acción y el científico solo se encogió de hombros. El pequeño grupo se acercó hacia la puerta, totalmente en silencio, preparados para pelear si era necesario – al menos hasta que la puerta se abrió revelando a Thor Odinson y, para la propia confusión de Irina, el mismo mapache que vio en Wakanda. El pequeño equipo no tardó en bajar su guardia, el mapache dio un paso adelante—¿Nos perdimos de algo?
—No, no se han perdido nada—respondió Banner de forma cálida.
Irina apoyó su pistola con fuerza sobre la mesa y atrajo la atención del resto—¿Podemos empezar?
El equipo se mantuvo alrededor de la mesa, mientras que Irina buscaba unas coordenadas para localizar Titan, la última ubicación donde Tony Stark y ella estuvieron antes del chasquido. Para la propia desesperación de Irina, ella no lograba dar con la ubicación y se sentó en la silla – bufando de la frustración. Rocket, el mapache, se subió a la mesa para acercarse al mismo lugar donde Irina estuvo previamente—Entonces, ¿estás segura de que la última vez que viste a tu amigo fue en Titan? Por que ese planeta lleva destruido hace muchísimos...huh, ¿Cómo le dicen ustedes?
—¿Años?¿Siglos?—inquirió Natasha.
—Sí, Rocket—respondió la rubia de cabellos cortos—. Estoy segura. Él...Él dijo que lo destruyó con sus propias manos.
Rocket no dudó con esa afirmación y asintió, girándose para poner las coordenadas correctas.
Irina se recostó en su puño, el cual era sostenido por su codo y permaneció metida en sus propios pensamientos. No solo por el hecho de sentirse abrumada, si no porque estaba desesperada – sentía una ansiedad muy grande y el miedo era muchísimo mayor, comparado con otras situaciones. Medio mundo vivía y medio mundo estaba desaparecido – Dios sabe dónde. Era una pesadilla que era difícil de despertar, una pesadilla real y tan oscura como los pensamientos que Irina tuvo alguna vez. Salvar a todos era una misión primordial en el equipo, pero...¿Qué sucedería con el resto del mundo que aún seguía con vida? Sus vidas podrían estar en riesgo, también. La conversación que se desataba era inaudible a los oídos de Morgan, a pesar de que el grupo ya estaba discutiendo sobre qué táctica usar. Si buscar a Tony Stark o formar una barrera en el mundo para protegerlo.
Un chasquido, como si fuese suficiente para traer a Irina de vuelta a la realidad, perturbó su trance.
Ella miró a Rocket, quien pasaba una mano por delante de sus ojos—Reacciona, humana, te necesitamos aquí.
Morgan parpadeó dos veces—Ya, ya...Estoy bien.
—Localizamos Titan—replicó Natasha con sus brazos cruzados sobre su pecho—. Lo que no sabemos es si Tony sigue allí.
—Es muy probable—indicó Irina levantándose de su asiento—. Huh...Recuerdo que tu amigo, Peter Quill, también estaba allí. Creo que ellos llegaron primero y tenían una nave.
El equipo permaneció en silencio y Rocket resopló por su hocico. Irina sabía que él tenía una suposición de los hechos: que Tony y los sobrevivientes al chasquido tomasen la nave, intentando de volver y que pronto llegarían a la Tierra. La rubia realmente quería creer eso, pero todo era tan incierto hasta ese punto. Ella miró al mapache—¿Tú piensas que hicieron eso?
—¿Acaso acabas de leer mi mente?
—Siempre lo hago.
—¿Qué has visto?—inquirió Thor mirando a la rubia.
—Es una probabilidad que Tony y cualquier sobreviviente al chasquido hayan utilizado la nave para intentar de regresar a la tierra—respondió la rubia mirando al equipo y luego, enfocando su mirada en Thor—. Pero no podríamos saber si están en camino o muriendo en el espacio por una falla mecánica.
—Entonces no debemos perder más tiempo—acotó Carol mirando el resto—. Conozco ese cuadrante, me encargaré de encontrarlos.
Natasha enarcó una ceja—No puedes ir sola.
—Llevaré a Morgan conmigo.
El grupo permaneció en silencio, todos mirando a Carol – inclusive Morgan – e intentando de unir los puntos sobre cómo salvar a un viejo amigo. Morgan apretó sus labios y analizó sus opciones: ella era inhumana, pero no cómo lo es Carol, ella podría viajar entre mundos y planetas sin ahogarse, Irina no podría llegar a tal nivel. Ella miró a la capitana, de forma inquisitiva y temerosa, además de sentirse como una idiota al preguntar si sería una buena idea. Carol sabía que Irina era capaz de muchísimas cosas y que lograría hacer este viaje.
—La última vez que estuve aquí, Fury guardó un traje similar al mío en una bodega en Washington—añadió ella mirando al resto—. Iré por él y saldremos por la mañana.
—¿Acaso piensas que es sencillo?—preguntó Steve dando un paso hacia adelante, enfrentándola—. ¿Qué puedes llevártela así, nada más? Ella tiene una vida aquí, una familia. Dios, ¡ella volvió de la muerte!
Sentir como su cuello se quebraba fue la peor sensación que tuvo Irina alguna vez. Era como revivir al fantasma de su muerte y verlo una, dos, incluso millones de veces más. Sin embargo, ella comprendía el riesgo que conllevaba acompañar a Carol para encontrar a Tony en medio del espacio exterior – así que ella estaba dispuesta a correr ese riesgo, no solo por el hecho de que sea un viejo amigo, si no por que Steve también lo necesita. Él necesita a Tony de vuelta, a pesar de todo lo que pasaron ambos, ella no debía leer su mente para saberlo. Durante aquellos años juntos, Irina siempre se sintió conectada a Steve. Siempre lo sintió como algo completamente inquebrantable, incluso cuando él se fue por un año, ella siempre supo que él estaba allí. Aquel momento en el que pensó: "Diablos, ahora sí realmente lo perderé todo", vio como Steve Rogers se quebraba por dentro y lo sintió de la manera más cruel e intensa, como si sus entrañas se quemaran con un fuego celestial, el cual produjo dolor y desesperación. Fue la memoria más tenebrosa.
Ella debía agradecerle una cosa a Thanos.
Algo que en lo que ella se equivocó.
Piedad.
Thanos demostró piedad con ella.
"Siempre estuviste equivocada, Irina Morgan, yo si tengo piedad."
Esta vez, ella misma se encargaría de destruir al Titán Loco con sus propias manos – a pesar de que él le devolvió la vida, por que eso no fue mostrar piedad, si no debilidad. Lo que Irina se preguntaba era por qué decidió traerla a la vida – ¿acaso fue por nostalgia?¿por enojo?¿o era le mismísimo miedo que retumbaba en la cabeza de Thanos en aquel momento?
La pelea constante entre el grupo, algunos estando del lado de Steve y unos pocos en el de Carol, produjo una pequeña jaqueca que sacudió la mente de Irina Morgan. También, ella se dio cuenta de que el reloj seguía andando y eso significaba que el tiempo seguía avanzando, donde cada segundo, cada minuto contaba y ella...ella aún seguía quieta en el tiempo, observando fragmentos de su vida y no enfrentando las verdaderas consecuencias de ello. Escapar no era una opción. Esconderse y llorar tampoco.
Irina no podía perder más tiempo.
—Iré contigo.
Eso fue la única cosa que detuvo la discusión en la habitación, la única cosa que calló a todos los presentes. Irina se relamió los labios y respiró hondo, para dirigir su mirada a Carol, de forma concisa y seria—Busca el equipo que necesites, nos iremos mañana por la tarde.
—Por supuesto—respondió Carol completamente asombrada por el tono y la imponente figura de la inhumana—. Mañana a primera hora iré a los almacenes.
—El resto de ustedes se centrará aquí—anunció la rubia mirando a los integrantes restantes—. Protegerán a la tierra de cualquier otra amenaza mientras que Danvers y yo buscamos a Tony—Thor estuvo a punto de objetar—. No pienso discutir eso—su mirada se dirigió a Steve—. Me iré a la cama. Duerman bien.
El resto asintió y uno a uno se fueron alejando de la mesa, recurriendo a sus habitaciones y Steve fue el último en irse: mirado la foto de Tony Stark en la mesa holográfica. Con tan solo soltar un suspiro, él apagó la mesa y se dirigió a su habitación con su esposa. En el pasillo, Steve permaneció con la mirada fija en el suelo, perdido en sus propios pensamientos – hasta que escuchó una dulce voz en los pasillos y el capitán no tuvo que adivinar a quién pertenecía esa voz. Una luz tenue venía de la habitación de su hija Roman y el rubio se acercó, encontrándose con su hija conciliando el sueño e Irina a su lado, su dulce voz arrullando a la niña de forma melodiosa, de manera casi íntima y con el más mínimo desliz de amor.
Hacía mucho que no escuchaba a Irina cantarle así.
Steve, a pesar de las dudas de su esposa, siempre supo que Irina sería la mejor madre para Roman. Nunca lo dudó, como si un instinto le hablase dentro de su cabeza – y esa no fue la mismísima Irina – declarando a los cuatro vientos que Irina sería una excelente madre. Tampoco le sorprendió escuchar una canción de una artista que ella lo obligó a escuchar cuando ambos vivían en la base antes. Pero sintió nostalgia por un momento y eso no pasó desapercibido, ya que Irina cantó la última estrofa y se giró para entablar contacto visual con Steve.
Él la recibió con una cálida sonrisa.
Morgan volvió a tapar con las mantas a su pequeña y depositó un pequeño beso en su frente, indicándole a Steve que se acercara y al tomar su mano, él se inclinó para besar la frente de Roman delicadamente. Irina apagó la luz y se alejaron silenciosamente de la habitación. Al llegar a su habitación, Irina cerró la puerta y se giró, enfrentando a Steve, quien estaba parado a pocos metros de ella y con sus brazos cruzados.
—¿Por qué ya sé lo que tienes para decirme?—inquirió ella de forma divertida—. Oh, es verdad, soy tu esposa. No puedes esconder nada de mi.
—No vayas—declaró Steve dando un paso hacia ella—. Puede ser peligroso.
—Todo lo que hemos hecho hasta ahora fue peligroso—Irina dio otro paso hacia él—. Steve, mi amor, tenemos que hacer esto. Tony está allá fuera, probablemente perdido y es muy probable que el oxigeno se le esté acabando ahora mismo—la rubia sintió nauseas con el mero pensamiento—. Podremos hacer esto.
Steve tomó su mano—¿Y si...?
Su voz se quebró en ese mismo momento e Irina no podía sentirse tan asustada al haber llegado a esa conclusión. ¿Qué pasaría si Tony ya estuviese muerto? Ambos no podían imaginarlo. Irina apretó con fuerza la mano de Steve y con la otra tocó su mejilla.
—Haré lo que pueda para traerlo con vida.
Cuando la mañana llegó, la muchacha escuchó como Carol Danvers salía del complejo en busca del segundo traje que pertenecía al grupo Kree donde ella estuvo hace mucho tiempo. Morgan preparó el desayuno a Roman, quien luchaba para poder escalar la silla con sus piernas. Steve la ayudó a sentarse en su silla mientras que su esposa le acercaba un platillo con yogurt y algunos cereales. La joven pasó todo el día con ellos, jugando en el césped que el gran complejo tenía y las risas de Roman no cesaron nunca.
Carol volvió cuando ellos estaban almorzando e Irina sintió un fuerte nudo en su garganta.
Mientras Steve lavaba los platos, Morgan junto a Roman siguieron a Carol hasta su habitación – donde ella reveló el traje Kree de color negro, plateado y verde. Roman intentó agarrarlo, pero la rubia la detuvo antes de que la niña se lastimase por hacer una estupidez. Carol soltó una carcajada suave y miró a Roman—Ven conmigo, Roman. Dejemos a tu madre para que se vista.
Irina agradeció silenciosamente y le indicó a Roman que tomase la mano de Carol, ambas dejando la habitación para cerrar la puerta. La joven de cabellos cortos observó el traje y luego de unos diez minutos para buscar el cierre, se lo puso sin problemas y miró su figura en el espejo. Le quedaba un poco ajustado pero se movió lo suficiente como para asegurarse de que podría pelear con destreza. La joven salió de la habitación de Carol y se encontró con el resto en el pabellón de entrenamiento, observando como Carol sostenía a Roman en el aire.
—Vaya, eso te queda mejor que a mi—declaró Carol y el resto miró a Irina.
—Tú eres la que usa esto, yo no—respondió Irina.
Carol aterrizó frente a ella y dejó a Roman en el suelo—Deberíamos cambiarle el color, por que no eres una soldado Kree.
En cuestión de segundos, Carol cambió su color al mismo que poseía su traje e Irina no podía sentirse tan maravillada. Roman aplaudió y la muchacha de cabellos cortos sonrió con tristeza, sabiendo que ella debía partir. A pesar de no querer irse, supo que había prometido acompañar a Carol en su búsqueda con Tony. Irina caminó hacia Roman, agachándose frente a ella y tomando a la pequeña entre sus brazos. La pequeña de ojos verdes-azulados abrazó a su madre, escondiendo su rostro en su hombro. Steve observó la escena y se acercó no demostrando debilidad, si no que fortaleza. Estar con su familia y sentirse parte de ella era algo que lo volvió más poderoso – a pesar del miedo, de la incertidumbre, e incluso la tristeza, él se sentía más fuerte que antes.
Carol anunció que la esperaría afuera y se alejó del grupo.
Irina se separó un poco de ellos y miró a su hija—Escucha, pequeña pulga, te quedarás con tu padre—tocó su nariz mientras la niña asentía—. Él te cuidará mientras yo no estoy y quiero que obedezcas cada orden que él te de, también hazle la vida imposible como lo hiciste conmigo, ¿de acuerdo?
Steve golpeó levemente a Irina en su costado, de forma juguetona y sofocó una carcajada.
—También cuídalo, ¿sí?—murmuró Irina a la niña y ella miró a su padre antes de treparse a sus brazos—. No queremos que se nos vuelva a escapar.
El capitán rodó los ojos y dejó que su esposa se despidiera del resto, para luego acompañarla hacia donde se encontraba Carol Danvers esperándola. Steve cargaba a Roman y observó como Irina plantaba un beso en su frente, para luego recibir un beso suave contra sus labios. Al separarse, ambos amantes juntaron sus frentes e Irina sintió el miedo que emanaba de Steve. Ella tomó sus brazos y lo miró fijamente—Volveré a ti, lo prometo.
—Más te vale.
Irina soltó una carcajada.
Carol se acercó detrás de ella y tocó su hombro—Es hora de irnos...
Ella asintió y siguió las instrucciones de la capitana para colocarse el casco, el cual se extendió hasta su cabeza, juntando su cabello rubio en la parte de arriba, dejándolo caer sobre el mismo. Ella miró a su compañera y vio que le tendió una mano, por lo que ella agarró – con fuerza – y todo su cuerpo se iluminó de un color amarillo. Carol miró a Steve—La traeré de vuelta en una pieza, capitán.
Carol emprendió vuelo e Irina dejó de sentir algo solido debajo de sus pies, siendo impulsada a gran velocidad hacia el cielo, atravesando las diferentes atmósferas que protegían a la tierra de los peligros que se encontraban fuera. Como si fuese repentino, Irina sintió oscuridad a su alrededor y observó que el Sol las iluminaba, que aún podía respirar y eso era gracias al traje. Carol soltó su mano por un momento y dejó que la joven flotase en gravedad cero. La rubia de cabellos cortos soltó una carcajada y miró el millar de estrellas que rodeaban a ambas heroínas.
—¿Te gusta?
Irina simplemente sonrió.
Carol volvió a tenderle la mano—Vamos, tenemos un largo camino que recorrer.
Irina Morgan miró por última vez al planeta Tierra, murmurando algo en ruso antes de tomar de vuelta la mano de la capitana. Ambas desaparecieron como un cometa, abandonando el planeta y metiéndose en el espacio exterior, esperando encontrar a un viejo amigo.
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editado ✓
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