x. encontrando a un rogers
EL HIMNO DE LOS CAÍDOS,
capítulo diez: encontrando a un rogers!
IRINA ESQUIVÓ DOS GOLPES HECHOS CON EL AFILADO CETRO DE SU ENEMIGO, Roman lloraba descontroladamente e Irina deseó haberla dejado en un lugar seguro. Pero, oh casualidad, dejar a un infante de tres años con poderes sola no era una excelente e inteligente idea. La joven recibió un golpe en el rostro que la hizo tambalear, pero llegó a tiempo para golpear cuerpo con fuerza y lo envió lejos. Irina extendió sus manos y brazos, aplastando al enemigo contra la pared, cerró sus puños – así emitiendo presión. El llanto de Roman no había pasado desapercibido pero Irina estaba más concentrada en infringir dolor a su enemigo. Escuchó un chillido en la calle y era de Erika Barton, quien luchaba con todas sus fuerzas contra Próxima Midnight.
La joven arquera esquivó la punta de su cetro y disparó una flecha hacia las piernas de su enemigo, mientras que Wanda alzaba con sus dedos varios pedazos de vidrio y los dirigió hacia Midnight. La rubia se movió hacia atrás en una acrobacia no practicada y disparó una flecha explosiva en el pecho de Próxima. Eso ni siquiera la inmutó y corrió ferozmente hacia Erika, disparando su blaster contra la rubia arquera. Erika se hizo a un lado y corrió para trepar un par de paredes mientras que Wanda utilizaba su poder para llevarla abajo. Irina se distrajo en ese momento, recibiendo un golpe en su cabeza y cayendo por el techo.
Visión intentó ayudarla pero el enemigo había recobrado el aliento y lo puso contra la pared, la daga de su cetro cerca de su cuello. Irina y Wanda escucharon el grito de Visión, la rubia soltando un gruñido de frustración al intentar trepar el techo con Roman, la joven hizo fuerza y se levantó para estar a la altura del enemigo y alejó con un movimiento rápido de manos la daga que estaba en el cuello de Visión. El hijo de Thanos caminó hacia Morgan y lanzó su daga, provocando que la rubia la esquivase con facilidad, ella se quitó a Roman de su espalda y la sostuvo con un brazo.
Fue atacada una, dos, incluso tres veces y siempre esquivó cada golpe, Roman ahora reía ya que su madre la colocó en su pie – así manteniendo su equilibrio y golpeó a su enemigo con gran dificultad. Algunas veces Roman volaba por los aires por que su madre pateaba hacia arriba y cambiaba de pie para sostenerla, incluso las últimas veces terminó agarrada a su brazo o a sus hombros pero Wanda logró llegar junto a Erika Barton y masculló—¡Manos afuera!
Y lanzó al enemigo contra la ventana de la iglesia, quien cayó hasta el fondo. Morgan aseguró a Roman en su espalda—Debemos irnos de aquí. ¡Ahora!
Wanda Maximoff sostuvo a Visión y ambos salieron volando, Erika e Irina hicieron lo mismo y sobrevolaron Glasgow a la velocidad que alcanzaba pero Visión y Wanda fueron derribados por Próxima, quien disparó contra ellos y ambos se dirigieron a una galería donde se estrellaron. Erika y Morgan no tardaron en seguirlos, cayendo por el hueco y aterrizando en seco. Irina soltó a Roman, mirándola con preocupación—¿Estás bien, pequeña pulga?—Roman asintió, con sus mejillas mojadas por su llanto y Morgan sonrió, besando su frente—. Roman, cielo, ve a esconderte. Es igual a como jugábamos con papi en el palacio. ¿Puedes hacer eso por mí, amor?—Roman volvió a asentir—. No salgas hasta que diga tu nombre. No salgas hasta que diga 'Roman'. Ahora ve—la empujó y la niña de tres años salió corriendo, escondiéndose dentro de un puesto de comida.
Las dos mujeres rubias corrieron hacia Visión y Wanda, quien intentaba levantar a Visión con mucha dificultad. Morgan llegó, volviendo a sanar la herida que no terminó cuando estuvo junto a él en el techo de aquella iglesia. Wanda tocó el hombro de Visión, de alguna forma probando otra vez de levantarlo—Vamos. Vamos, tienes que levantarte—el androide soltó un gruñido y se sostuvo contra una barra con pesadez antes de sentarse correctamente—. Tienes que levantarte. Vamos. Hey. Hey, debemos irnos.
Visión negó y tocó la mejilla de Wanda—Vete, por favor—miró a Morgan—. Llévatela, váyanse mientras tengan tiempo.
—Me pediste que me quede—murmuró Wanda, sin aliento—. Me quedo.
—No dejaremos a uno del equipo a su suerte—replicó Erika sacando una flecha de su carcaj—. Debemos sacarte de aquí.
Repentinamente, un vidrio se rompió y Próxima Midnight anunció su entrada. Irina se levantó de inmediato, sus ojos centellando con un color azul inigualable. Claramente estaba enojada, no solo por el hecho de que una guerra estaba a punto de venir, si no por el hecho de que Thanos realmente quería a la inhumana a su lado. Ese era un placer que Irina no iba a satisfacer: ella siempre mantuvo sus pensamientos en la tierra y eso no cambiaría por un monstruo que desea conquistarlo todo. La joven rubia juntó sus palmas y las frotó, creando fulgor azul para abrir sus manos y miró fijamente a su enemigo.
—Debiste haberme hecho caso, Próxima Midnight—masculló Morgan entre dientes, Erika y Wanda colocándose en posición de batalla—. Tú lastimas a mi familia y yo te lastimaré mil veces peor.
—Aún no sabes de lo que eres capaz, inhumana.
Irina sonrió y un tren pasó por detrás de ella—Podemos intentarlo ahora, ¿no?
Midnight escuchó un sonido agudo y miró por detrás del hombro de Morgan, la silueta de un hombre detrás de ese tren. Irina no lo percibió al principio pero su sangre heló al reconocer esa presencia tan familiar – y al mismo tan deseada en aquel momento que terminó por cortar la respiración de la rubia. Próxima Midnight lanzó su cetro contra aquella figura y esta la atrapó sin dificultad, sin más dudas, aquella silueta vino a la luz. Irina no podía creer lo que sus ojos veían. No podía creer, después de todo un año sola, que vería a su alma gemela en aquella pelea. Irina jadeó, sintiendo que las lágrimas amenazaban en salir de sus ojos – por un momento, ella creyó estar muy sensible ese momento pero la felicidad era inminente: la furia y el enojo también.
Sam Wilson apareció en la escena y golpeó a Próxima Midnight con sus piernas, enviándola lejos de ellos y terminó estrellándose contra la vidriera de un café. Sam rodeó el complejo volando y soltó bengalas que se estrellaron contra el otro hijo de Thanos. Steve no dudó en lanzar el cetro de Midnight hacia otra mujer de cabellos cortos rubios: Natasha Romanoff. Ella lo agarró con gran habilidad y práctica, para luego golpear al enemigo con él, girar e incrustar la punta del cetro en su pecho. Erika agarró una flecha y la incrustó en el cuerpo del enemigo para luego patearlo lejos. Natasha observó a la rubia con horror para que luego el cetro dejase de estar entre sus dedos. Próxima lo sostuvo en sus manos y saltó para matar a la Vengadora pero Steve fue más rápido y bloqueó el ataque.
Irina soltó un grito y juntó sus manos para abrirlas en forma de arco, haciendo que Próxima volara por los aires y se estrellase contra una pared. La joven rubia corrió hacia ella, golpeándola con una patada y enviándola de vuelta hacia el mismo punto donde estaban los otros héroes. El enemigo se arrastró hacia su hermano y Sam junto a Irina sacaron sus armas—Levántate.
—No puedo.
—No queremos matarlos, pero lo haremos—dijo Natasha.
—Nunca tendrán otra oportunidad—respondió Próxima y miró a Irina—. No escaparás de nosotros, inhumana. Thanos vendrá por ti pronto.
Irina sonrió abiertamente, sus ojos azules brillando ante aquella amenaza—Ya lo veremos.
El mismo fulgor azul se tragó los cuerpos de sus enemigos y la daga subió con ellos, siendo sacada de la mano de Steve. Irina observó como la gran nave se iba y pudo suspirar en paz, sintiendo como el peligro se iba lejos. Pero, a pesar de todo, sentía un gran nudo en su garganta – y eso se debía a la presencia de Steve Rogers. ¿Cuánto tiempo había pasado? Un año era demasiado. Demasiado para ella, pero también demasiado para Roman. Steve observó a Irina, recordando aquel encanto que hacía que sus rodillas se sintieran débiles. Su esposa no había cambiado nada en un año – pero él sabía que el tiempo corría sin detenerse y sintió una profunda culpa por eso. Él miró a Irina y se acercó a ella, esperaba recibir un beso o un abrazo, sin embargo, lo que recibió fue un golpe seco contra su mejilla.
Erika apretó los labios, pensando en voz alta en su cabeza: 'Diablos, eso debió doler.'
Irina Morgan realmente estaba enojada con Steve, no solo por el hecho de que apareció hace cinco minutos cuando ella lo necesitaba antes, pero también por su ausencia. Le dolía demasiado no verlo en aquel periodo de tiempo, le dolía que él no estuviese allí presente para Roman – le dolía no abrazarlo, ni contarle de sus visiones, ni ver los progresos de su propia hija. Realmente le dolía. Y ese dolor salió con un golpe seco en su mejilla.
—¡¿Dónde diablos estabas?!—rugió ella con toda su furia y Steve se mantuvo en silencio, buscando una y mil maneras para decir la verdad—. Un año, Steve. ¡UN MALDITO AÑO SIN VERTE!
Steve miró a su prometida—Irina, yo...
—No, no quiero escucharte. ¡Ya...!¡Ya hiciste demasiado!—la voz de Irina se quebró, descontrolándose de la situación—. Estuve buscándote durante un puñetero año y siendo la mejor madre presente al mismo tiempo. ¿Por qué?¿Por qué no volviste a mí?
—¡Lo intenté!—Steve alzó su voz y luego miró hacia abajo—. Diablos, lo intenté. Pero sabía que no era seguro. Quería protegerlas a ambas, Irina, a ti y a Roman.
—¡No metas a Roman en esto!—exclamó Irina con furia—. ¡No estuviste allí con ella durante un año!—lagrimas calientes rodaron por sus mejillas—. Ella...Ella te necesitaba, Steve. Y tú no estabas allí para ella. No estabas-
—¿Mami?—Irina escuchó la voz de Roman detrás de ella, saliendo de una esquina con miedo. Sus mejillas estaban rojas y empapadas con lágrimas, su chupete estaba en una mano y miraba a los dos adultos con miedo. Ella nunca había visto a su madre así de enojada.
Steve no podía creer lo que sus ojos veían. Una hermosa niña de tres años mirándolo fijamente, curiosidad pura e inocente en sus ojos, aquellos mismos ojos que lo observaban desde la cuna. Steve dejó caer una lágrima al ver a su hija de pie, ya de pie y caminando con pocas dificultades. Supo que la pequeña había logrado muchas cosas en su ausencia y Steve se sintió más culpable por eso.
—Roman, te dije que no salieras hasta que...—Irina se detuvo, recordando que ella había nombrado su nombre antes.
Los ojos azules de Roman miraron a su madre y luego hacia el hombre que estaba parado frente a ella. La pequeña de cabellos rubios recordó a aquel hombre, no solo por la foto que su madre le mostró antes de venir, si no por su voz – ella recordaba la voz de su padre y verlo allí le trajo muchísima felicidad. Ella había encontrado a su padre. La niña corrió hacia él—¡Papi!
Steve Rogers se derritió al escuchar su voz, sintiendo profunda felicidad al ver que la niña corría hacia él. Él sonrió y atrapó a la niña entre sus brazos, abrazándola con fuerza. Roman no tardó en volver a ponerse su chupete y rodear el cuello de su padre con sus bracitos. Steve hundió su mano en el cabello rubio de Roman, no queriendo dejarla ir.
—Roman...—murmuró él con voz quebrada y besó las mejillas de la joven—. Roman...diablos, perdóname, bebé, perdóname—juntó su frente contra la de ella—. Perdóname, por favor...
Irina sonrió y sintió un fuerte tirón de la mano de Steve, quien la obligó a arrodillarse y la abrazó con fuerza. La rubia iba a refutar pero sabía que ella necesitaba ese abrazo junto con Roman, lo necesitaba a él y ahora, la familia Rogers estaba reunida.
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