i. el nuevo legado


EL HIMNO DE LOS CAÍDOS,
capítulo uno: el nuevo legado!



          ROMAN ISABELLA ROGERS-MORGAN. Al principio Steve no comprendía cómo a Irina se le ocurrió ese nombre, sin embargo, no opuso resistencia al ver a su compañera tan exhausta esa noche del parto. Shuri se encargó de bañar al bebé antes de dárselo a Irina. La rubia de cabellos cortos lloró con tanta felicidad al escuchar el llanto de Roman, apretaba la mano de Steve con un poco de delicadeza (luego de destrozársela en el parto) y miraba con absoluto amor al pequeño engendro que se encontraba llorando entre las manos de Shuri Udaku. Steve también lloraba e Irina recordó la última vez que lo vio llorar fue hace casi un año en su pequeño escape a Siberia junto con Bucky Barnes – ahora, todo era diferente: Steve iba a vivir en carne propia el rol de ser padre (cosa que a Irina le divertía, ya que Steve estuvo leyendo libros sobre crianza en el siglo veintiuno).

          Shuri le entregó el bebé a Irina, tapado con una sábana negra que había allí y con sus bracitos al aire, intentando de sentir algo. El bebé seguía llorando pero al sentir los dedos de Irina y Steve siendo tomados por sus pequeñas manos, el bebé se calmó. Aún le costaba abrir los ojos, pero Shuri aseguró que eso era muy normal. Su color de ojos podría apreciarse en los siguientes días. Irina besó la frente de Roman con tanta delicadeza por miedo a que ella se rompiera cual muñeca de porcelana.

          —Es preciosa, Steve—murmuró Irina mirándolo.

          —¿Cómo la llamarán?—preguntó Wanda mirando a la bebé.

          Irina le miró—Roman. Roman Isabella Rogers.

          —¿Roman no es un nombre para niño...?—dijo T'Challa pero Shuri le codeó con fuerza.

          —Cállate, hermano—masculló ella y luego sonrió a Morgan—. Es el nombre perfecto. Es un bebé sano y bien desarrollado, tendremos que quitarle un poco de sangre para analizar su ADN y le aplicaremos todas las vacunas que sean necesarias para fortalecer su sistema inmunológico.

          Steve miró a Roman con ternura y señaló a las tres mujeres presentes—Éstas mujeres, Roman, serán tus tías de por vida. Una asesina, una bruja y una científica loca. Acostúmbrate a ellas.

          Irina soltó una carcajada mientras que Wanda le lanzaba algo a Steve con sus poderes, sin embargo, Sam se adelantó—Y yo seré tu padrino por ahora, el tío Bucky sigue congelado.

          La pareja le fulminó con la mirada y Sam subió los brazos en derrota. Shuri les pidió a todos que podían retirarse ya que Irina necesitaba descansar y el bebé también. Esa misma noche, Irina durmió como un tronco, sin pesadillas, sin que estar preocupada por algo. Steve sentía que ella estaba exhausta y no podría seguir estando de pie con todo el esfuerzo hecho en el parto. Steve durmió hasta que Roman lo despertó con su llanto. Él se despertó con pesadez y se acercó a la cuna donde se encontraba la pequeña sollozando. Steve la tomó en brazos y la colocó contra su pecho con suma delicadeza. El bebé se tranquilizó en cuestión de minutos al escuchar los latidos del corazón de Steve y abrió un poco sus ojos, mirando hacia un costado. Sus pequeñas manos tocaron el pecho de su padre y Steve se derretía por la ternura que esa pequeña emanaba de su ser. Irina le había enseñado ese movimiento y funcionó a la perfección. También le enseñó a cantar canciones de cuna (o al menos a tararearlas) para poder ayudarla a dormir.

          Steve se sentó en un pequeño sillón mientras sostenía a Roman en sus brazos tarareando una canción. Al ver que la pequeña solamente lo miraba, él dejó de cantar. Alzó un poco al bebé y Roman tocó su cara con sus pequeños dedos, soltando un pequeño sonido similar a una risita. Steve se tomó su tiempo para examinar sus facciones e identificó varios rasgos de Irina en ellos, sus mejillas, su boca, sus grandes ojos y sus delicadas manos. La pequeña movió sus bracitos y Steve la acomodó en su regazo, ambos mirando a Morgan.

          Steve señaló a Irina y murmuró—¿Lo ves? Eres idéntica a tu madre, Roman.

          La voz de Irina resonó en la cabeza de Steve. 'Steve, vuelve a dormir'

          Rogers acomodó a Roman en sus brazos y volvió a tararear una canción de cuna para dormirla. Roman cerró los ojos lentamente y se acurrucó contra el pecho de su padre levemente, escuchando su latido, durmiéndose frente a la voz de Steve y soltando aire silenciosamente. El capitán la dejó en su cuna, cubriéndola con una manta y caminó hacia su cama para recostarse junto a Irina. Volviendo a dormir plácidamente con ella.

          Los días pasaban y la familia Rogers se unía más, había noches en donde Irina y Steve hacían piedra, papel o tijera para ver a quién le tocaba levantarse. Algunas veces ganaba Irina y otras ganaba Steve, pero nunca se generaron peleas al respecto. Sus controles eran rutinarios, Shuri se encargó de tomar el rol de pediatra para examinar al bebé con cuidado y ver que su salud esté al 100%. También analizó su sangre y eso no fue nada preocupante, pero Roman llegó con una pequeña sorpresa a este mundo. Ambas mujeres esperaban en el laboratorio de Shuri, Irina observaba como Roman se tocaba los pies con sus pequeñas manos, no pudo evitar esbozar una sonrisa al ver tanta ternura en un bebé tan pacífico.

          Shuri entró de nuevo al laboratorio junto con T'Challa y conectó su Tablet a una pantalla holográfica—De acuerdo, me ha tomado un par de días analizar la muestra de sangre de Roman pero los resultados están aquí.

          —Hemos visto que en su sangre se encuentra el mismo código genético de tus habilidades, Irina—replicó T'Challa tocando una parte del holograma—. También hay parte de Steve. Lo que significa...

          —Roman heredó nuestras habilidades—acotó Irina mirando a los hermanos Udaku fijamente—. Su genética es mejor que la nuestra y se adaptó a nuestras habilidades. Eso puede ser la respuesta al porqué estaba débil.

          —Sus habilidades no han comenzado a desarrollarse todavía pero necesitará mucha ayuda de ambos para poder controlarlas—declaró Shuri tocando la mejilla del bebé—. Roman será una niña muy fuerte.

          Irina miró a Roman y sonrió—Ningún científico loco te sacará de mi lado, cielo. Los he matado a todos.

          Shuri y T'Challa Udaku permanecieron atónitos pero Morgan comenzó a reírse ante la ironía. Todos sabían que Steve y Morgan harían lo que fuera necesario para proteger a Roman, esa era la misión actual en aquel momento.

          Esa misma tarde, Morgan se encontraba sentada en el balcón sosteniendo a Roman en sus brazos. Miraba con suma quietud al reino de Wakanda, aún seguía sin creerse que se encontraba allí, nada había perdido su esplendor. Irina amamantaba al bebé mientras permanecía quieta con sus pensamientos y admiración por la ciudad, hasta que sintió que dos manos se posaban en su cintura.

          El sentir la presencia de Steve cerca fue algo que la relajó muchísimo, sintió que el rubio besaba su mejilla de manera cuidadosa y su mirada viajó hasta la bebé quien permanecía presionada contra los pechos de Irina. Ella lo miró—Lo siento, creo que no tendrás esto por un largo tiempo.

          Steve rodó los ojos—Qué graciosa eres.

          Irina sonrió y volvió con su vista al frente—¿Ya se acabaron las misiones?

          —Por ahora están siendo controladas por los Vengadores que quedan—respondió él—. Natasha ha encontrado a una espía, alguien que podría ser útil durante su exilio. Escuché que se llama Yelena.

          —Será bueno que tenga compañía—replicó Irina—. ¿Y Clint?

          —Sam fue al funeral que hizo Clint para Erika—dijo Steve apoyándose contra la baranda—. Nos envía sus felicitaciones y desea que tengamos una feliz cárcel domiciliaria. ¿Has ido al control rutinario?

          Irina asintió—Roman está bien, crece de manera sana y hoy terminaron el diagnostico de sangre—Steve alzó una ceja, expectante e Irina continuó—. Roman tiene nuestras habilidades.

          —¿Es una inhumana?—preguntó el capitán.

          Morgan chasqueó la lengua—Algo así. Sus habilidades no han comenzado a desarrollarse. Pero pronto empezarán a manifestarse.

          —Tendremos que tener precauciones y entrenarla—dijo Steve tocando el pie pequeño de su hija—. Nadie más sabe que Roman llegó aquí. Ni siquiera en la base de Nueva York.

          —Steve, si algún día estamos en peligro aquí...

          Rogers asintió—Lo sé. Volveremos a Nueva York, pero aún nos siguen buscando y es peligroso exponer a Roman en este momento.

          —Supongo que nos quedaremos aquí—murmuró Morgan mirando a Roman—. ¿Verdad, pequeña pulga?

          Roman continuó chupando el pezón de Irina tranquilamente mientras cerraba sus ojos, acurrucándose contra el pecho de su madre. Steve e Irina permanecieron mirando hacia la ciudad, sintiendo la plena felicidad de estar en familia. Sin siquiera mirar atrás, ni mirar las consecuencias del futuro.




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