Varios gemidos acallados por la almohada resonaban, Yoongi estaba al borde de la locura (como en cada encuentro con Jimin) le pedía más y más entre susurros, ambos sabían que debían ser cuidadosos si no querían ser descubiertos por las vecinas chismosas que merodeaban cerca de la casa del mayor, ¿por qué? ¡porque odiaban su  arte!.

"¿Cómo se atreven a pintar tales cosas? Dios nunca perdonaría esos pecados." A Jimin no le importaba en lo más mínimo, pero al menor sí, después de todo estudiaba en un colegio religioso en donde la palabra del señor se dictaminaba como la ley máxima del mundo, a Yoongi le parecía patético en cierto grado, pero de todas formas sentía miedo de quedar"In inferno".

—¡Santísimo cielo!— Jimin no se guardó aquel jadeo cuando llegó a su orgasmo, llenando el cuerpo de Yoongi, salió de él y lo miró, acercando su mano al miembro del menor para brindarle placer, al cabo de un pequeño rato, el pelinegro terminó manchando a ambos —¿Qué sucede bonito? por lo general terminas tú primero, ¿hay algo que hostigue tu dulce alma?—  

—No es nada, maestro Park— 

El castaño se quedó pensativo por un momento para luego saltar de la cama, como pudo se limpió, tomó sus pasteles y comenzó a pintar sobre un lienzo vacío, estaba muy concentrado en su trabajo, así que Yoongi decidió no moverse para nada, lo más probable era que lo estuviese pintando a él.

—¿Sabías que eres hermoso?— Preguntó de repente Jimin—Date la vuelta cariño—

Yoongi obviamente obedeció—¿Por qué la pregunta?—

—Porque a veces parece que no lo notas, te ves tan azul, tan triste—