Labios en guerra
El impacto que tiene el relámpago que acaba de envolver el cielo y hacer resplandecer los pasillos de la clínica provoca que me sobresalte y me despierte. Gracias a Dios no pegué un chillido. Parpadeo un par de veces, acostumbrándome a la luz de las lámpara que alumbran con intensidad los corredorea. Siento algo pesado encima de mi cabeza y unos dedos apretando suavemente mi mano izquierda.
Levanto la mirada y me encuentro con el rostro adormecido. Sereno, sin ninguna imperfección, algo digno de admirar. Sus labios algo entreabiertos, exhalando pequeñas cantidades de aire. Su cabello revuelto, pero aún sigue sedoso y desordenado como siempre. Acaricio con mi pulgar los nudillos de su mano y puedo ver como se estremece. Escondo una sonrisa y acomodo algunos mechones que descansan sobre su frente.
¿Debería despertarlo? Fijo mi vista en el reloj y ya son la una y media de la tarde. Mis tripas gritan por comida y necesito ir urgente a darme una ducha. Con delicadeza poso mis dedos en su frente y las deslizo por sus mejillas, luego por su mandíbula, el mentón y delineo su nariz. La arruga de una forma demasiado tierna que no puedo evitar sonreír como inútil. Lentamente, sus ojos se abren, dejando ver aquellos tonos de miel y avellana bañandose en iris. Me regala una sonrisa somnolienta, para después bostezar y frotarse los ojos. Se pasa una mano por el cabello y me mira.
-¿Dormiste bien?- le pregunto. Él se estira y me da escalofríos escuchar crujir las vértebras de su espalda. Suelta una carcajada.
-Sí, dormí muy bien. A mi espalda no le gustó mucho el asiento que digamos- yo río. -Pero me encantó tenerte durmienso conmigo.
Me encantó que le ponga enfásis a la palabra "durmiendo", pero es casi imposible que yo, Valentina Zenere, no me ruborice con eso. Por sus labios pasa una sonrisa. Me siento como un indio sobre la silla, mirando mis manos. Mike me toma del mentón y deja un rastro de besos en mi frente. Me empiezo a reír con los nervios a flor de piel, pero lo disimulo mirando hacía abajo mientras me hago una cola de caballo.
-¡Eh, tortolitos! Cambio de turno- dice la voz de Abril. Me volteo sorprendida. No me había dado cuenta de que había justo al frente de nosotros. ¿Pero cómo? No escuché ningún sonido de tacones chocando contra la baldosa. Me fijo en sus pies y me doy cuenta de que sólo lleva unas zapatillas blancas marca Lacoste, un jean que debe ser mío por lo rasgado que está en la parte donde se ubican las rodillas, una remera blanca y un chaleco rosa pálido con una bufanda abrigándole el cuello. Suelto un bufido al despegar mi trasero del asie to que tuve adherido por ocho horas. -¡Michael Ronda! Te dejo mi auto, podrías ir a tu casa y no sé, le prestas el baño a Valen o yo que sé- agrega cuando le lanza con suavidad las llaves del Jeep y Mike las agarra con suavidad.
-¿Quieres pasar a la casa de Abril a buscar ropa y luego te preto mi baño?- me pregunta cuando empezamos a caminar hacía las puertas de salida. Yo sólo asiento con la cabeza y no cruzamos ninguna palabra en todo el proyecto. Cuando llegamos a la casa de Abril, saco unos jeans negros, calcetines, ropa interior, una remera gris y un jersey oscuro más rápido que Flash. Bajo las escaleras, saco un paquete de gomitas que nos gustan a Abril y a mí del refrigerador y cierro la puerta con llave antes de subir al coche. Le convido algunas gomitas a Michael menos las de color morado que son mis favoritas.
Al llegar al condominio de Michael que hace ya bastante que no venía. Claramente todo sigue igual, incluso el guardia sigue con su alegre y arrugado rostro, con un poco de bigote y con su característica taza de café apoyada en la mesita que tiene al lado. Nos quedamos conversando un poco antes de entrar al condominio. Cuando entro a casa, Alessy está coloreando un dibujo de una princesa y Kev ve la televisón mientras Vicky habla por teléfono. En el momento que me ve, abre sus ojos sorprendidas y me sonríe, le da unas rápidas palabras a la persona que está al otro lado de la línea y corta. Viene, me abraza y me pregunta cómo estoy y cómo está mi madre. Me estaba olvidando un poco del tema, pero volver a recordarlo hace que me ponga un poco triste. Vicky se da cuenta y me vuelve a envolver en sus brazos. Intento ser fuerte y tragarme las lágrimas. Le cuento que está en estado de coma pero que... tengo alguna que otra esperanza en que estará bien. Ella asiente y decide cambiar de tema. Saludo a Alessy y a Kev quienes me abrazan y me dan besos en la mejilla.
-Ya sabes donde está el baño, ve tú primero- me dice. Yo asiento y susurro un inaudible "gracias". Subo las escaleras y tomo una ducha que dura alrededor de diez minutos. Dejo mi cabello húmedo suelto empapándome la espalda mientras me visto en el baño. Al salir, Mike está en su habitación buscando algo.
-Ya terminé. Gracias por prestarme el baño- murmuro. Él me sonríe y me dice que no hay problema. Saca dos toallas de un armario y lo espero unos quince minutos para que salga, y cuando lo hace sale con unos jeans, supras blancas, una sudadera negra u encima un jersey. Está tan sencillo, tanto que parece el hombre más hermoso del mundo. Evito morderme el labio y miro hacía otro lado.
Esta vez, quiero tomar la iniciativa. Por lo que mientras está de espaldas intentando introducir el cargador de su celular al interruptor, lo abrazó por detrás. Suelto una risa cuando me levanta en su espalda y da unas vueltas. Grito por la velocidad, con miedo a caer y por las cosquillas que estoy sintiendo en mi estómago. Michael para y comienza a reírse por mi cara de susto, me sonrojo y le pego con la almohada.
-¡Auch!- se queja. Yo vuelvo a pegarle y me parto a carcajadas. -¡Valu, deja de hacer eso!- y nuevamente comienza a reírse.
Terminamos jugando una pelea de almohadas en la que yo empecé, y dejamos la habitación de Mike echa un caos. Me amenaza diciendo que yo recojeré todo lo que boté, pero le saco la lengua y él se acerca a mí para pegarme de nuevo con la almohada, pero en un mal movimiento yo caigo en la cama y Michael cae encima de mí. Se me vienen a la cabeza recuerdos de ese día tan vergonzoso cuando yo caí encima de él.
-Ya no puedes escapar- susurra, porque está demasiado cerca como para poder hablar en un tono normal. Nuestras narices se rozan y puedo sentir su respiración como si estuviéramos en el mismo cuerpo. Mi corazón empieza a palpitar más rápido y rezo con que ojalá no sea demasiado obvio que estoy apunto de derretirme.
Pero no me aguanto. Algo me dice que debo seguir jugando con lo de las almohadas, y le hago caso a mi conciencia. La almohada que está agarrada a mis manos que están detrás de la espalda de Mike está a centímetros de estamparse a su cabeza. Michael se da cuenta y me sonríe burlón. Me levanto un poco para poder dar el golpe, pero me doy cuando de que ya no hay ninguna partícula de aire que nos separe.
Especialmente en la parte de los labios.
~•~
VOLVIIIII!!!!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top