La Junta
Siento como el grifo de un lavamanos se abre y pequeños residuos de agua caen sobre mi cara. Estoy sentada sobre sus piernas. Todavía puedo sentir el dolor recorriendo mi brazo y la pelota estrellándose sobre mi espalda.
Quiero llorar. Las lágrimas amenazan con salir y todo el cuerpo me arde, haciendo contacto contra mi ropa húmeda. Mis piernas no responden y a la vez tiemblan. Estoy tiritando, no sé si es de miedo o de frío, tal vez una mezcla de los dos.
Agradezco que este "castigo" que tuve por parte de las porristas, sinceramente fuera el más suave. Los demás que obtuve a principios de año ni los quiero recordar. Han bajado la intensidad al pasar los mese y eso se los agradezco.
Sus manos me limpian la cara y sacuden un poco mi cabello, eso provoca que todo el piso del baño quede empapado. Escucho como sus zapatillas rechinan contra la cerámica. Me toma nuevamente y la palabra "gracias" queda atascada en mi boca. Aún mi cerebro no responde a mis intenciones. Estoy débil. La piel se me eriza al sentir el contacto de un colchón debajo de mí: estoy en la enfermería. Sus zapatillas dejan de rechinar. Ahora escucho unos tacones acercándose a mí y la puerta se cierra. Ya no siento el jersey envolviéndome el torso, ni la remera. Una aire cálido se apodera de mi cuerpo y es la sensación más exquisita y aliviadora que había sentido durante mucho tiempo. La enfermera me viste con prendas nuevas y un chaleco bastante abrigador. Mi cabello ya no está tan húmedo como antes y no tengo dolor de cabeza. Estoy bien.
Abro los ojos lentamente esperando encontrarme con el rostro de él. Pero solo veo los ojos azules de la enfermera mirándome. Al darse cuenta que estoy despierta, me sonríe.
-Querida, ya estás bien. Gracias a Dios no tienes fiebre ni nada por el estilo. No pude hacer nada con el moretón de tu brazo. Aquí está tu ropa, la sequé. Si tienes alguna molestia no dudes en venir acá.
Asiento con la cabeza y le doy las gracias. Esta no era la primera vez que iba a la enfermería, y tampoco creo que sea la última.
Bajo un poco la manga del chaleco crema que tengo puesto y quedo horrorizada al ver el gran hematoma que cubre de un color púrpura el espacio de mi hombro. Subo de inmediato la manga y camino rápidamente por el pasillo. Son las dos con quince de la tarde. Espero que el timbre suene y que pueda tomar mis cosas e irme. Mis deseos son cumplidos y el molestoso sonido de la campana resuena en todo el establecimiento. Corro por las escaleras e ignoro las miradas clavadas en mi espalda. Entro en el aula y el puesto de Stephani está vacío. Tomo mi mochila y camino lentamente por los pasillos, ya desiertos, del colegio. Abro mi casillero y dejo la ropa dentro de éste. Seguramente la necesitaré en estos días.
Cierro la puerta del casillero y me sobresalto al ver una persona detrás. Mi mandíbula está apunto de tocar el suelo. Por su rostro pasa una sonrisa que me deja aturdida. Siento como sus brazos pasan por mi cintura y me atraen hacía él. Ahogo un chillido por el roce de su mano contra mi hombro. Cierro los ojos con fuerza y escondo mi cabeza en su cuello. Sus labios tocan mi mejilla y depositan un beso sobre ella.
-¿Ahora me crees cuando te dije que en ningún momento te iba a dejar sola?
Su voz es música para mis oídos y mis brazos se pegan más a su torso. Me estrecha aún más fuerte y simplemente... es mi mejor remedio. Se me quitan los malestares y no siento ningún peso agotador en mi pecho.
-Mírame
Levanto la mirada para encontrarme con sus hermosos ojos mieles. Su pulgar me acariciaa mejilla y un escalofrío recorre mi columna vertebral.
-Mientras yo esté aquí, nunca te voy a dejar sola- Susurra. Lágrimas amenazan con salir, pero pestañeo varias veces tratando de evitarlo. Asiento con la cabeza y empiezo a sollozar, ya no puedo aguantar que una persona sea tan buena conmigo. Michael me toma de la cintura y me abraza otra vez. Apoyo mi cara en su hombro y suelto las pocas lágrimas de alegría que se habían formado en mis ojos. De nuevo sus labios depositan un beso lento en mi pómulo. Sus manos frotan mi espalda y me quitan todo el frío que tengo.
-Prométemelo- Murmuro en su oído.
Noto como está sonriendo. Se separa de mí para verme a los ojos y quedo hipnotizada dentro de su avellana mirada. Acerca su boca a mi rostro y me pongo nerviosa, las piernas me flaquean.
-Lo prometo.
Aprieto mi mano y presiona su boca contra mi frente. Vuelvo a lanzarme a sus brazos y deseo quedarme así todo el día.
Son las seis de la tarde y yo todavia no estoy en mi casa. Estoy caminando con el brazo de Michael sobre mis hombros. Él ríe mientras yo le cuento una anécdota de mi infancia. Su risa contagiosa provoca que ría con él. Vamos en dirección a Brush Street, cerca del metro, para poder conocer las juntas a las que él va. Me dice que hay mucha gente y que nadie te hace daño. Cuatro días a la semana se reúnen en diferentes estaciones para pasar un buen rato. Todos comparten y a veces van a un parque cercano y hacen una pequeña fogata. Para mí suena interesante. Pero estoy nerviosa, nunca en mi vida he ido a esas cosas. No soy muy abierta para los demás. Y estar en un lugar lleno de gente desconocida, me pone la piel de gallina.
Caminamos por Gatroit Avenue y doblamos a la derecha. Ya escucho muchas voces intercambiando palabras. Me apego más a Michael y él sonríe, dándome un beso en la frente. Reconozco al chico que le habló a Michael el otro día, Louis creo que se llamaba... él se acerca a nosotros y choca sus manos contra las de mi acompañante. Me mira y me sonríe, me da un beso en la mejilla y se presenta ante mí. Le digo mi nombre es voz baja, con la timidez y el nerviosismo comiéndome la garganta. Él suelta una carcajada y me dice que aquí se me quitará toda la verguenza.
Le regalo una sonrisa, Louis se coloca a mi lado y junto con Michael caminamos esos cuantos metros que nos separan del gran círculo de gente que está sentada al lado de la estación.
-¡Atención, chicos!- Exclama Louis. Todos voltean y esperan atentos a lo que Louis va a decir. -Tenemos una nueva integrante a nuestro grupo. Ya saben lo que hay que hacer.
Bajo la mirada, llena de cobardía. Escucho como todos se paran y se acercan a mí. Calculo unas treintas personas. Se colocan frente a mí y como un rayo de luz todos están abrazándome delicadamente. Veo a Michael detrás de todos y me dedica una sonrisa. Solo me dejo llevar por la hermosa sensación que estoy sintiendo.
Se separan y me sonríen. Les devuelvo la sonrisa y todos vuelven a sus puestos. Me siento entre Michael y Louis. Michael en un movimiento brusco, obviamente no lo hace con intención, choca con mi hombro y hago una mueca de dolor. Cierro los ojos con fuerza y ahogo todas las malas palabras que están por salir de mi boca. Aprieto la boca y me sobo el brazo.
-¿Qué sucede?- Me pregunta con preocupación.
No le respondo. El dolor me consume y no me deja articular ninguna palabra. Niego con la cabeza, tratando de darle una señal de que no puedo hablar en esos momentos. Él no me hace caso y me toma la cara.
-Valentina, preciosa, ¿qué pasa?
Inhalo una gran cantidad de aire y luego la boto varias veces. Cada segundo que pasa el dolor va disminuyendo y mi respiración vuelve a ser normal.
-Sin querer me pegaste en el hombro y tengo un moretón ahí- Le digo en un hilo de voz. Él me mira serio y lentamente me baja la manga del chaleco. Abre los ojos como plato al ver el resultado del golpe que me dieron en la cafetería. Se lame los labios, nervioso, y deposita un beso en el inicio del hematoma.
-Lo siento- Murmura.
Asiento con la cabeza y le acaricio el cabello que se posa en su nuca. Suelto una risa al verlo cerrar los ojos, disfrutando de mi roce contra su cabellera. Observo al grupo, agradezco al ver que nadie se dio cuenta de lo que acaba de pasar. Están todos conversando entre sí, todos felices, olvidándose de las malas cosas que pasaron durante el día. Sonrió al sentir los brazos de Michael envolviendo mi torso y apoyando su cabeza en mi hombro, mientras que volteamos a ver a Louis que está por decir algo.
-Bueno, como todos saben, cuando hay alguien nuevo, aquella persona tiene que decir la razón de porqué está aquí- Dice mientras me mira. -Y no me digas que fue porque Michael te trajo, eso no cuenta.
Todos rieron y la sangre se acumula en mis mejillas. Trago saliva y pienso bien las palabras que voy a decir. Siento todas la miradas sobre mí y me muerdo el labio.
-Para... ser feliz- Susurro. Michael aferra su mano con más fuerza contra la mía. -Para tener amigos, para pasarla bien, pero especialmente para ser feliz.
~*~
3er capítulo de Abrazos Gratis
Gracias por su apoyo a esta nueva novela.
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Hey Sebaek7w7 felicidades por tus 100 seguidores sin siquiera tener ninguna historia...
Jajajaja
Las quiero tanto a estas 2 weys (flavia0014 y Sebaek7w7) me joden pero las quiero!!
Hey flavia0014, si Perú gana quiero una historia tuya!!
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