El grupo de Luke
Pasaron dos semanas desde que me reconcilié con Michael.
Según yo, las cosas han empeorado. Cada día que pasa, algo sucede mal. Ya no tengo tiempo para ir a las juntas, paso casi toda la semana en detención, por faltarle el respeto a los profesores, por quedarme dormida en la clases o por no hacer la tareas. Agradezco que mis calificaciones no hayan bajado. El director Wright no tuvo más remedio que citar a mi mamá a una pequeña conversación sobre mí, donde discutieron mis problemas en el colegio y de mis asuntos personales. No salgo de mi cuarto porque siento que no tengo ganas de hacer nada, duermo todo el día, como lo mínimo y siento que cada día mi organismo se está pudriendo más. Me veo a mi misma como una persona que sobra, que solo ocupa un espacio. Mi mamá se ha dado cuenta de eso, me ha llevado al hospital, tengo unos cuantos problemas de nutrición, poca vitamina, proteína y unas cuestiones más que no me acuerdo. Mamá dice que es porque no me toma mucha atención, pero realmente no veo el problema de porqué estoy así. Me ha contratado un psicólogo, al que voy martes, jueves y viernes. Stephanie ya no me habla mucho, solo si es para hablar que Michael le gusta cada vez más o para que le de las respuestas en las pruebas, Michael se ha distanciado mucho de mí y lo entiendo, ¿a quién le gustaría andar con una moribunda como yo? Me siento a morir. Pero la gente está sintiendo lástima por mí y ya no sufro de golpes por parte de las porristas y de los jugadores de fútbol. Llego a dar tanta pena que hasta mi ex mejor amiga, Abril (sí, la capitana de porristas) me acompañó al baño a limpiarme la cara porque me pilló llorando sola en los pasillos. Conversamos un poco y me ha dicho todas aquellas razones por las que antes me hacía daño, y le encontré toda la razón de que lo haya hecho, porque nuestra amistad acabó por culpa mía, y reconozco que le hice mucho daño. Nos hemos perdonado y va casi todos los días a mi casa, se ha salido del equipo de porristas para poder estar en los que de verdad le importa, me habla en los recreos y se sienta junto a mí en las horas de clases y en el almuerzo. Pienso que es la única persona que me ha servido de apoyo en mi asqueroso período en el que estoy.
Hoy es viernes y estoy saliendo de la consulta de mi psicóloga. Abril me está esperando sentada en unos de los sillones de la sala de estar, hojeando una revista. Cuando se da cuenta que de nuevo he llorado (me desahogo demasiado en la consultas), se levanta y me abraza.
Cuando sus delgados brazos pasan por mis debiluchos hombros, recuerdo el día que conocí a Michael. De cómo me trato, de cómo me ayudó en mis problemas, en cómo me empujó para salir adelante. ¿Él seguirá yendo a las juntas? Debería ir. Hace semanas que no voy. Podría llevar a Abril también
-¿Cómo te fue?- me pregunta la rubia. Me coloca un mechón de cabello detrás de la oreja y tira la revista que aún sostenía sobre el estante.
-Bien, como siempre- hago una mueca. Es agradable y a la vez tan insoportable ir a un psicólogo. Es bueno porque puedes desahogarte y sacarte todo el peso de encima, pero lo insoportable es que sabes que ese profesional sólo está escuchándote para poder ganar dinero, ese es tu trabajo y te frustra la idea de que él solo está tomándose atención porque simplemente es para lo que estudió. No valora todo lo que has pasado.
-¿Nos vamos?- me dice Abril. Asiento con la cabeza y caminamos al estacionamiento donde está su camioneta negra. -¿Dónde quieres ir? ¿Te llevo a tu casa?
-No- contesto apoyando la cabeza en el ventanal. -¿Podrías dejarme en la próxima estación del metro? Tengo que hacer algo.
-No entiendo. ¿Por qué quieres ir ahí?- dice con la mirada fija al frente. Para en un semáforo rojo y se voltea a mirarme.
-¿Quieres ir conmigo a una junta? Sé que te gustará.
-Está bien...
Da la vuelta y conduce hasta la estación más próxima del metro, la que está al lado de un Burger King. Estaciona el auto y caminamos tomadas del brazo hasta el metro. Puedo ver como hay un grupo grande de chicos, todos con carteles en las manos, y me hace revivir hermosos recuerdos. Abril mira hacía todos lados, leyendo los carteles y esboza una sonrisa. Me dice que estará en unos de esos estantes de remeras gratis. Asiento y observo como se aleja, caminando hacía ellos. Sigo mi camino y reconozco a algunas personas, ellas me reciben con un fuerte abrazo y les doy explicaciones de porqué no he ido a sus juntas. Me responden con que me han extrañado y que he hecho falta en el grupo.
Eso me produce un cosquilleo y sonrió.
Les pregunto donde está Louis y me informan que está en la otra calle próxima a esta. Les doy las gracias y me dirijo hacía la otra calle, donde hay el triple de gente de lo que había en la estación del metro. Me pierdo y me mareo con tanto cartel y gentío, pero reconozco la cabellera rubia de Louis y camino hasta él abrazándolo por detrás. Él se alegra de verme y me dice que me ha extrañado mucho.
-Tengo que irme a la otra calle ahora, Valu. Lo siento, pero tengo que ir a recoger unas cuantas remeras- me dice. Le doy una beso en la mejilla y lo veo desapareciendo entre la multitud de gente.
Me quedo en blanco y no me doy cuenta de que estoy caminando por toda la calle. Los letreros nunca terminan y me uno a algunos. Luego, llego hasta el último cartel, donde hay una fila enorme y sin saber de qué es, me coloco a la fila. La fila avanza y avanza y pienso que es donde te dan algún brazalete o algo por el estilo. Pero cuando soy la primera y la última de la fila, me topo con unos ojos mieles que me miran con sorpresa y melancolía al mismo tiempo. El cartel de "abrazos gratis" descansa sobre sus manos, el mismo cartel de letras grandes y negras. Bajo la mirada, con los ojos llenos de lágrimas. ¡Cuánto lo he extrañado!
-Ven aquí- murmura.
Me acerco lo suficiente para que sus brazos me acorralen contra su cuerpo y que su cabeza se apoye en mi hombro. Siento que algo húmedo me recorre el hombro, y no puedo creer que lo estoy viendo; Michael está llorando.
-¿Por qué lloras?- le pregunto en un hilo de voz.
No me responde. Solo se centra en abrazarme, en estrecharme contra mi cuerpo y seguir mojando mi hombro. Mira hacía arriba, intento contener las lágrimas. Pero me dura poco, porque me uno a su llanto silencioso y cierro los ojos aspirando el perfume que se desprende de su jersey.
-Valu, perdóname, perdóname por favor- susurra contra mi oído y no entiendo a lo que se refiere. Los brazos me duelen por la fuerza que estoy ejerciendo para poder abrazarlo lo más fuerte que pueda y los ojos me arden. Se separa un poco de mí y puedo apreciar su mirada avellana cubierta por una capa cristalina y algo rojiza por haber llorado. Sus mejillas están algo coloradas, y le da a la vez un aspecto adorable. Su mano acaricia mi pómulo y ese mínimo roce provoca que centenares de cargas eléctricas se deslicen por mi columna vertebral.
-No te entiendo- respondo. Suelta sollozos fuertes y de nuevo me atrae hacía él. La duda me come por dentro, ¿qué me ha hecho?
-Nunca debí hacerle caso al capitán del equipo de fútbol, nunca debí haberlo hecho...- murmura mientras se atropella con sus propias palabras. Frunzo el ceño levemente y me separo un poco de él.
Me mira y baja la mirada, avergonzado. Aún no entiendo a que se refiere y porque me está pidiendo disculpas. Pero un recuerdo llega a mí, ese día que vi a Michael con Luke, el capitán. No recuerdo que habrán estado hablando, pero el rostro de Michael estaba confuso y perdido. De ahí, no recuerdo nada más.
-¿Podrás perdonarme por todo lo que te he hecho?- dice.
¡No sé de que estás hablando, Michael! Me toma de la mano mientras que con la otra se limpia con violencia las lágrimas que siguen cayendo por su rostro. Nos aislamos de la gran multitud y nos sentamos en una vereda solitaria, iluminada por un único farol.
-Iré al grano, ¿está bien?- yo acepto. -Hice un trato con Luke. No podría defenderte por un largo tiempo... ni tampoco juntarme contigo. Los equipos de porristas y de fútbol te tienen demasiado rencor- su voz se torna inentendible por el gran nudo que aprisiona su garganta. -Y querían darte una buena paliza, pero yo era su problema, porque estaba todo el tiempo contigo... y no podían hacerte daño, porque yo te defendía. Luke en el momento del receso me golpeó- se levanta un poco la camisa, dejando ver una gran cantidad de hematomas en su estómago y espalda. -Y me dijo que sí yo seguía contigo, te darían una paliza mayor de la que esperabas. Sé que no te han hecho nada estos días, y yo no aguanté y le conté al director sobre eso... por eso la pandilla de Luke no han vuelto al colegio... todos te han dicho que es porque fueron a una gira de estudio ¿verdad? Pero es porque en realidad los han suspendido. Lo siento, Valu, perdóname por favor.
Siento como millones de lágrimas recorren mis mejillas y cómo la cabeza me arde de la rabia que estoy sintiendo. Y no es por Michael... es por el gran odio que le tengo al grupo de Luke. ¿Qué les hice para merecer esto? Michael me hizo una gran favor, arriesgó todo para que no me hicieran daño, hasta él salió lastimado. Se me olvida como poder darle las gracias y decir que estoy bien, y que lo he extrañado muchísimo... y qué... no sé, estos días han sido raros, pero cuando veo a Michael, lo veo como un héroe para mí.
-Todo está bien, Mike- esas escasas palabras brotan de mis labios y Michael se abalanza a mis brazos, llorando desconsoladamente, mientras yo le acarició el cabello.
-No te dejaré jamás, Valu, nunca más.
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