Caminar tranquilamente por las calles de Inglaterra ya se le estaba haciendo costumbre.

Había terminado su trabajo muy rápido, solo tres simples almas, pero por alguna razón esto no le molestó, incluso le alegro, así tendría tiempo para ir a las tiendas y comprar algo.

Un nuevo abrigo, unas botas coquetas, un pantalón...algo, solo quería lucir...bien.

Pero como es de esperar en esa ciudad nunca reina la paz y tranquilidad, almenos no cerca de ellos.

El ajetreo y algunos gritos captaron su atención, curioso fue a ver lo que ocurría, que novedad, el mocoso envuelto en otro problema.

Ciel estaba siendo acorralado por cuatro sujetos armados, mientras su fiel sirviente luchaba con otros tres.

-mmm, aburrido.

Grell les miró desde lo alto de un barandal, con su cara recargada en la mano, acomodo sus lentes y...giró sobre sus talones para ir a un centro de belleza, quería desputar su cabello antes de que sus puntas se abrieran.

Ver como se alejaba sin dar muestra de interés en su persona fue un desconcierto total para el mayordomo, el cual le había visto llegar y ya había planeado aventarlo contra los maleantes en cuanto bajara a intentar abrazarlo.

Pero Grell no se acercó a él, ni ese ni los siguientes días, cuando lo encontraban en la calle cuando mucho les hacía una seña como saludo y...solo eso.

-ne, Sebastián.

-digame, joven amo.

-acaso ¿Peleaste con Grell?

-...mmm, no que yo recuerde.

-...¿Seguro?

-....

No, no recordaba haberle hecho algo malo...al menos no tan malo.