Capítulo 9: Estudio y discusiones
Punto de Vista de Nathaniel:
No volví a ver a Sucrette tras la discusión que tuvimos. Me dolió que reaccionara tan molesta, porque yo siento que no hice nada malo al querer protegerla y advertirle que ese militar es peligroso. Tal vez debí evitar mencionar que los demás quieren utilizarla y aprovecharse de su discapacidad. Es cierto, pero ella no debía saberlo de ese modo. Fui un tonto por no usar las palabras correctas.
Siento que estoy fallando como el presidente de la federación si no puedo proteger a los más vulnerables y no pude defender a mi hermana de ese patán tampoco.
Lo positivo de esta situación es que aceptara mi invitación a estudiar en mi casa, me contaron que en kinesiología tiró licencia médica porque las sesiones la dejaban derrotada. Revisé mi central de apuntes y le pedí a Alexy que compartiera los suyos también para estar al tanto del contenido actual.
La recibí en el portón y noté que estaba encorvada con un bastón, la hice pasar. Su padre la había venido a dejar en taxi.
— ¿Cómo ha ido el tratamiento?
— Puedo caminar un poco con el bastón dentro de espacios pequeños —Respondió y la tomé del brazo para guiarla hasta el comedor, donde mi hermana estaba sentada viendo su celular.
— ¿Sigues enojada por lo de la otra vez?
— ¿Y esa inválida qué hace acá? —Cuestionó la rubia antes de que mi amiga pudiera responder— ¿Acaso no sabes que ella pintó el graffitti que tuviste que limpiar tú y se robó la comida?
— Cómo va a ser ella, Amber —Me cubrí la cara de la vergüenza—. Ella no alcanza esa parte del portón y apenas se mantiene en pie, mira lo débil que está con su bastón. Eso lo hizo una persona alta y estable.
— La vi en la fiesta.
— ¿Haciendo esas cosas? —Negó— Entonces no fue ella. Debió ser ese idiota de tu ex.
— Nath —Interceptó Sucrette. Suspiré.
— Vamos a estudiar. Amber, trae tus cosas.
— ¿Ella también se suma? —La pelirrosa frunció el ceño y la ayudé a sentarse.
— Sí, me fui de compras —Sacó la lengua mi pariente.
— Chicas, por favor, tenemos que repasar bastante.
Se quedaron calladitas mientras yo traía mis copias de los apuntes y se los entregué a cada una. Acompañado de mi laptop con un power point colocado en pantalla completa, partí mi cátedra de la primera asignatura. Ambas no son de la misma sección, sin embargo, la información es la misma, para mi suerte.
No las hice participar mucho porque eso implicaría hacerlas hablar y, en consecuencia, competir. Sé que es una pésima idea juntarlas y mi excusa es que es más fácil matar a dos pájaros de un tiro.
Horas más tarde, acabé la quinta clase y Amber agarró sus pertenencias:
— Me voy, no quiero saber más de ustedes.
Rodé los ojos, aproveché la situación para dialogar mi punto de vista con la pelirrosa.
— Qué tal ha estado tu vida, Alexy me contó que se han visto en el gimnasio y recién Amber comentó que te vio en la fiesta que hicimos.
— No sabía que le hacías al chisme, Nath —Rió y gruñí por esa tontera.
— Sólo preguntaba —Hundí los hombros.
— Es que pareces muy pendiente —Sonrió enseñando los dientes—. Bien, ¿te hago una lista de cosas?
— Tú dime.
Ok, no debí pedir tantos detalles. Sí vino a la fiesta, dijo que vino a dar una vuelta con su madre porque les quedaba cerca la casa de Rosalya, por motivos obvios no fueron ellas las del vandalismo. Comentó que Armin se ha preocupado mucho por ir a dejarla a su casa y transportarla en general, lo cual me olió un poco a mierda, sobre todo cuando mencionó que él le regaló un ramo de flores. Su ida al gimnasio con Castiel molestándola... Es como si me diera la razón en el sermón que le di el otro día.
— Y, bueno, ¿por qué un vago como Armin querría salir de su casa y te regalaría flores? —Solté con esperanza de que se cuestionara la situación.
— Um, yo creo que al verme grave, ahora se dio cuenta de que hay que ser más atento con los demás —Gruñí por su inocencia.
— Creo que le gustas —Fui directo al grano.
— ¿Tú dices? —Parpadeaba como si no supiera de qué le hablo.
— ¿Y por qué no?
— ¿Y qué encontraría de bueno en una chica que usa silla de ruedas? — Oh, no...
— No hables así de ti, Su —Apreté los labios entre sí, mi pie derecho bajo la mesa no deja de sacudirse en nerviosismo—. Las personas en situación de discapacidad no son ajenas al amor.
— Por ejemplo, Laeti me convenció de que yo le gustaba a Lerhay y nada que ver, acabó siendo novio de Amber, siendo que ha tenido síntomas que para mí son evidentes.
— ¿Cómo?
Voy a hacer honesto: Quiero vomitar, aunque no entiendo la correlación entre Laeti y esos 'síntomas'.
— Lo que oíste. Juré que yo le gustaba y nada que ver. Sólo fue amable conmigo, supongo que por pena —Su voz sonaba tan fatalista. Como si le decepcionara ese rechazo.
Sucrette no es así, cuando un chico le tira la onda y a ella no le gusta, lo echa para el lado nada más.
— ¿Y por qué Laeti te convencería de que le gustas a él?
Esto es peor de lo que imaginé. Confesó que recuperó la memoria y reconoció al militar como el sujeto que la salvó el día de su accidente, la donación exorbitante que hizo para su tratamiento y que la defendió de una agresión de Amber, ¡eso nunca lo imaginé! Por eso fue que, se enojó tanto cuando hablé mal de él. La puse en duda debido a que sonaba a delirios y sus pruebas contundentes me dejaron mudo. ¿Qué mierda? ¿Por qué estará tan obsesionado con ella? Tengo miedo de lo que pueda llegar a hacer. Todo lo que sabemos de este sujeto son cosas turbias y surrealistas.
Si es un militar con sus datos resguardados por el Estado, ¿por qué entró a trabajar con Sucrette en una burda fábrica? ¿Por qué entró con ella y se fue después de su accidente? ¿Estará relacionado con ello? No quiero pensarlo, Dios, lo veo capaz de arruinar una máquina para que ella se haga daño y fingir ser el héroe. Me bajó la presión con ello.
— Y cuando fui a increparlo mientras entrenaba en el gimnasio —Prosiguió su relato—, mientras Alexy conversaba con Lysandro, eh... Lo reconoció. Aceptó que hizo esas cosas. Dijo que lo dejara en paz porque estaba ocupado, encontré que tiene razón porque fui demasiado impulsiva, aunque reconozco que me dolió su actitud, no fue amable.
— Oh, Su... —Coloqué mi mano sobre su hombro— Te advertí que no te involucraras con ese tipo raro. Suenas como con el corazón roto.
— ¡Te dije que no me gusta! —Se exaltó— Sólo quise, quise... —Balbuceó por un momento antes de cubrirse la cara avergonzada.
— No le hables más —Decreté—. Es mala influencia y ahora ves que te hace daño. Tuve razón, ¿cierto?
— Sí, papá —Dijo sarcástica. Me dio la espalda.
— Oh, por favor, suenas como una niña malcriada. No estoy diciendo nada incoherente en tu mundo de amigos raros. Soy racional y directo: ¡No quiero que te enamores de un patán!
— Ajá...
— Armin también es un pésimo partido.
— ¡Nathaniel Carello! —Gritó.
— ¿Qué? Anda de interesado y culpable porque te accidentaste, cuando te recuperes va a volver a ser el distraído y de inteligencia emocional inexistente de siempre.
— No me gusta ni le gusto a Armin —Cruzó los brazos—. Ninguno de esos dos chicos me gustan, o sea, eh... —Alcé la ceja, incrédulo— Lerhay es muy guapo y tiene unos músculos que... Este, ah —Frenó de golpe.
— ¿Ya...?
— Me sigue y seguirá gustando Ken.
— ¿Quién?
— Mi crush de la infancia.
Carcajeé.
— ¡Vamos!
Parecía ofendida por mi reacción.
— ¿Por qué te molesta que hable de mis sentimientos? He sido honesta contigo con cosas que incluso no le he contado a mis mejores amigos.
— No, nada —Evalué mis ideas antes de verbalizarlas—. Pienso que es tonto estancarse en el pasado y en darle relevancia a un enfermo de la cabeza militar.
— Tú no entiendes lo que siento —Recriminó en un susurro.
— Y tú tampoco —Exhalé profundo—. Eres mi amiga, Sucrette, no quiero que te hagan daño, ni que lo hagas tú misma.
— ¿Por qué nadie quiere entender por qué amo a Ken?
— Puedes hablarme de ello.
— No, ya no quiero.
Planee reclamar, no obstante, Amber regresó:
— Espero que se porten bien, porque Castiel viene en camino a cenar para que conozca a mis padres.
— Mira, pagarle a Castiel para que venga a cenar contigo, no es tener una relación romántica —Advertí.
Sí, desde primer año que ella está detrás de él. Y sé que su cuenta bancaria se sobregiró desde que empezó a 'salir' con ese drogadicto. No lo he visto interesado en ella.
— ¡Cállate! —Chilló antes de retirarse.
— Por eso quiero cuidarte, Su —Ejemplifiqué—, veo a Amber desobedecer y pasándola mal con tipos peligrosos, y no se lo deseo a nadie.
— Supieras...
Esa fue su última palabra en toda la noche. No hubo caso en que quisiera hablarme. En la cena yo también guardé silencio ya que el pelirrojo era el protagonista, al rato después su padre vino a buscarla en taxi y mi despido quedó plantado en el aire.
Espero hacer las paces con Sucrette pronto, no me gusta que ella se enoje y tome malas decisiones de inmediato. Quiero que sepa en dónde se está metiendo.
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