CAPPUCCINO
CAPPUCCINO
" Nunca creí que era capaz de amar tanto a una persona"
—¿Dónde esta Lía? —pregunto al llegar al café. Una de las empleadas señala las escaleras y dice que está en la habitación con varias personas. ¿Por qué se habrá desmayado? Sinceramente no la entiendo, le he dicho muchas veces que descanse y no quiere hacerme caso.
Llego a la habitación y hay muchísimas personas cuidándola. No comprendo nada y necesito que la persona que la examino me diga que demonios esta sucediendo. Uno de los chicos que está allí llama a su amigo para que pueda conversar conmigo y me diga el diagnostico, me causa vergüenza que sea uno de nuestros clientes, pero a la vez estoy aliviado que pudieron atenderla rápidamente. Lía es demasiado dramática, de todo tiene una razón para desmayarse y luego sentirse culpable que yo vaya al rescate siempre.
—Yo la atendí —al ver a la persona entro en estado de shock—. Solo fue un leve desmayo, estará bien en unas horas. Despertó, comió y volvió a dormirse —me dice y aun no caigo en cuenta que estoy viendo mi propio reflejo.
Mi corazón late a un punto que no puedo controlarlo, tengo nervios en cada parte de mi cuerpo y necesito respirar. Esto es demasiado para mi y quiero procesarlo, que alguien me explique que demonios esta ocurriendo.
—¡Gracias! —exclamo sin saber que mas decir—. ¿Tienes un minuto? Me gustaría hablar contigo en privado.
—Seguro —él parece estar normal como si se lo esperara, yo no tengo la valentía para decirle que no debería estar así y que es extraño, pero como hay gente en la habitación, prefiero atender los problemas separando a Lía y los empleados que lo han hecho muy bien hasta ahora en proteger a mi esposa.
Vamos hacia las afueras del café para entender un poco esta situación tan extraña. Jamás he estado nervioso en nada y es primera vez que me pasa, no puedo mirarlo de frente porque siento que me voy a encontrar con sus ojos. ¿En que momento de la vida tengo un gemelo? ¿Cómo fue que ocurrió todo esto?
—Quizás tengas la misma pregunta que yo —le digo temblando de pies a cabeza.
—No entiendo, pero no cabe duda que somos gemelos.
—Es extraño. Mis padres nunca me hablaron de ti.
—Ni los míos.
—Gracias por cuidarla.
—No hay de qué.
—¡ROMEO! —un amigo de la infancia me observa a mi y al otro chico—, Joan me mando esto de su parte, dice que allí están las fotos y también su hermana puede atenderte mañana temprano.
—La llamare, Al. ¡Gracias!
—Seguro, estaré por acá de igual modo.
—Soy Zach.
—Romeo.
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