CAPÍTULO 8

La ira y frustración desaparecieron, dándole paso a la confusión, pero también sintiendo el fuego recorriendo mis venas y el galope de mi corazón a punto de escaparse de mi pecho, junto a la necesidad de respirar así fuera una pizca de oxígeno.

¡Mamma mia! —exclamé entre jadeos.

—Mierda —susurró Jacob.

Acababa de dejar de besarme, o más bien terminamos de besarnos, porque incluso con mi asombro (y después de asegurarle a mamá que imaginarme con él de alguna manera que no fuera como amigos, era inaudito porque sería como estar con mi hermano), llegué a corresponderle justo cuando me mordió el labio e introdujo su lengua en mi boca.

Ambos teníamos la respiración acelerada y jadeábamos con la esperanza de coger más aire del que podíamos, pues nuestros pulmones ardían y al menos yo, me sentía fuera de órbita, ya que en ese momento comprendí por qué una de las chicas con las que él salió, comentó con una de sus amigas (cuando se encontraban en el baño de la escuela y no se dieron cuenta de mi presencia en uno de los cubículos), que Jacob era capaz de hacerle mojar las bragas simplemente con un beso.

Cabe recalcar que yo no las tenía mojadas, pues, aunque sería sincera con que me gustó cómo me devoró la boca, era mi mejor amigo y no me despertaba la misma lujuria que Dasher.

—Jacob —susurré. No me había soltado las manos y su frente estaba pegada a la mía.

—No digas nada —pidió y alejé mi cabeza de la suya para que nos miráramos a los ojos.

Tenía los labios hinchados y supe que los míos debían estar iguales.

—¿Por qué me besaste? —pregunté ignorándolo y me soltó de las manos, poniendo una distancia prudente entre nosotros.

—¿Por qué me correspondiste? —devolvió y abrí los ojos de más.

Merda.

No tenía una respuesta coherente, o al menos que quisiera vocalizar. Pero ¿por qué lo besé también? ¿Porque me gustó cómo se sintió su boca sobre la mía? ¿Porque sentí por primera vez lo que era ser besada debido al deseo de la otra persona? O, ¿porque la adrenalina del momento barrió con mi raciocinio?

No tenía la respuesta a ninguna de mis preguntas, lo que sí podía asegurar es que lo único que impidió que volviese a besarlo, en ese instante, fue el miedo a perderlo como mi mejor amigo.

¡Genial! Había jurado con mamá que de esa agua no bebería y llegó a darme sed.

—Porque pensé que sería de mala educación no hacerlo. —Él bufó una risa por mi respuesta tan mediocre.

—Pues me sorprende lo educada que eres —se burló y sentí que mis mejillas se pusieron más rojas.

—Jacob, yo...

—Shhh, no digas nada —pidió. Sentí que estaba transpirando más de la cuenta y mi estómago apretado junto a una repentina sensación de náuseas—. Mejor apresurémonos a...

Cazzo —proferí antes de darme la vuelta y doblarme sobre mis rodillas para comenzar a vomitar.

La adrenalina abandonó mi cuerpo de pronto, haciéndome más consciente de lo que estuve a punto de hacer con Inoha y mi organismo no lo soportó.

—Por el bien de mi ego, espero que no estés vomitando a causa de mi beso —se quejó Jacob, apartándome el cabello para que no fuera a embarrarme con mi propia inmundicia.

Negué con la cabeza a la vez que di otra arcada, agradecida de no haber ingerido más que líquidos ese día.

—¡Jesucristo! —me quejé cuando pude parar y él me dio papel para que me limpiara un poco—. No fue tu beso —musité con la voz débil.

—Vete para mi habitación, Abby. Le pediré a alguien del servicio que me ayude a limpiar tu desastre mientras yo borro las pruebas de lo que hicimos antes de que papá nos descubra.

—No, yo puedo limpiar.

—No lo harás sin volver a ensuciar y necesitamos salir de aquí pronto —replicó.

Sabía que tenía razón, además de que sentí una nueva arcada, por lo que corrí lo más rápido que pude y a duras penas conseguí llegar a su baño, tirándome de rodillas frente al justo a tiempo.

Mientras vaciaba mi estómago las imágenes de lo que pasó en la realidad virtual comenzaron a reproducirse en mi cabeza, en ese momento el deleite de antes se convirtió en horror porque recordé a Jacob diciéndome lo que estuve a punto de hacer si no me hubiese detenido. Mi furia porque lo impidió fue tan sincera que empecé a preocuparme, ya que no sentía que esa fuera yo.

O lo que de verdad me afligía era ser consciente de que en realidad dejé de fingir al estar con Inoha.

No, per favore —rogué a la nada, aterrorizada de a quién estaba descubriendo.

Me levanté del suelo sintiéndome débil y me lavé la boca lo mejor que pude con el dentífrico de Jacob, luego decidí echarme agua en el rostro y cuando me miré al espejo ahogué un grito por lo perdida que lucía.

—¡Hey, Patito! —Jacob irrumpió en el cuarto de baño e intentó abrazarme, pero me negué.

—¿De verdad estuve a punto de matarla? —pregunté con la voz ronca, llena de miedo—. No me mientas —pedí al ver en sus ojos la intención de hacerlo.

—Usaste sus propias manos para estrangularla, Abby —señaló, rogando que esa fuera respuesta suficiente, pero lo miré esperando a que añadiera más—. Me mantuve en videollamada con tío Cam y vimos cómo ella se hundió sus propias uñas hasta casi llegar a la carótida. Dejó de respirar varios minutos en cuanto no volviste a sacarla de la piscina, por lo que tuvimos que interferir.

En el momento que decidí hacer eso no lo pensé, fue mi subconsciente tomando el control, guiándome para que lo que le hacía en el juego ella lo sintiera en la realidad, pues mi odio de pronto me hizo desear terminar de una buena vez con su maldad.

Y habría vomitado de nuevo por el impacto de mi acto, sin embargo, recordé a mi hermano en aquella camilla, perdido y sin ganas de seguir viviendo gracias a Inoha, entonces el malestar desapareció y comprendí mejor a Aiden. Entendí por qué lo que los Vigilantes estaban haciendo dejó de ser una venganza contra mis padres y se convirtió en algo personal con nosotros.

La diferencia entre mi hermano y yo era que él no tenía miedo de permitir que su procedencia lo reclamara.

—¿Qué era ese líquido viscoso? —pregunté, tratando de dejar de lado todo lo demás, ya que no tenía cabeza para seguir dándole vueltas.

—Semen —respondió él y lo miré horrorizada—. ¡Joder, Abby! Estoy bromeando —aceptó y medio se rio al ver mi cara—. Era agua con harina, según la descripción de los elementos. En un principio la coloqué para que a la tipa se le dificultara respirar al entrar al videojuego, pero le supiste sacar provecho.

—Carajo, no sé si me halagas o juzgas, o si es bueno que hagas lo primero —admití y me limpié el rostro con las manos.

—Ni lo uno ni lo otro. De hecho, no sé ni qué decir —se sinceró—. Lo único que puedo asegurarte es que, si tío Cam estuvo de acuerdo en que te detuviera, es solo porque no quería que la tipa muriera en su guardia.

Exhalé por la boca, haciendo un sonido de frustración y resignación a la vez, pues no quería sentirme orgullosa de lo que hice.

Jacob me puso una mano en el hombro y me animó a salir del baño, llevándome hasta su cama para que me sentara. En el reloj de su mesita de noche vi que pronto terminaría mi tiempo con él y volvería al hospital sin saber cómo comportarme.

—Sobre lo del beso —comentó y lo miré desde mi posición siendo más consciente de su altura y experimentando de nuevo el nerviosismo al recordar su boca devorando la mía—. Pensé en que sería la única manera de calmarte en ese momento, pero no seré hipócrita, Abby —Me mordí el labio y el corazón se me aceleró con la expectativa de lo que diría a continuación—. Me gustó y siempre me he dado cuenta de lo guapa que eres, pues no veo solo a mi mejor amiga en ti, sin embargo, no quiero que ni por un segundo cambies conmigo o creas que esto debe afectar nuestra relación.

—¿En serio crees que no nos afectará? Porque dentro del caos de ese momento, a mí también me gustó —acepté y se acuclilló frente a mí, sonriendo.

Tenía el pelo claro, entre cobrizo y castaño (una combinación del de sus padres), más largo adelante que de los lados, por eso casi siempre llevaba las hebras desordenadas sobre la frente, así que era raro que mostrara sus cejas gruesas. Su tez blanca era perfecta y a diferencia de la mía, esa piel no conocía de acné; la nariz constaba de una proporción justa para su cara ovalada, y acababa de comprobar que esos labios medio gruesos y rosados se sentían bastante bien al besar.

A veces, en los días que quería ser el play boy, le daba por usar piercings en las orejas, incluso una argolla en la aleta nasal, y como la mayoría del tiempo utilizaba lentes de montura hípster para proteger sus ojos claros de la luz azul de las computadoras, solía mantener un balance entre el sabelotodo y el rompecorazones. Y el lunar que tenía a un lado de la comisura de su boca siempre había sido la excusa perfecta de las chicas para besarlo.

—Pero no te hizo sentir lo mismo que cuando te besaste con Dasher en la casa de playa de tus papás, ¿cierto? —Apreté los labios y me sonrojé otra vez debido a esa verdad—. No me molesta que aceptes que no te provoco lo mismo que él, porque soy consciente de que lo amas de una manera diferente a mí, Patito. Soy tu mejor amigo, el imbécil es tu primer amor.

A pesar de la cruda verdad, me tranquilizó el alivio que experimenté porque ambos tuviéramos claro eso.

—¿Y tú sentiste algo especial? —lo enfrenté y me miró con malicia.

—Sentí morbo —resolló—. Para no haber besado a nadie más que a Dasher, sabes hacerlo bien incluso con la torpeza del momento.

—Supongo que me estás halagando —satiricé y escondió una sonrisa.

—Si estuviera seguro de que no vamos a joder nuestra amistad, me atrevería a pedirte que experimentemos juntos, que aprendamos a ser los mejores amantes para nuestras futuras parejas.

—¡Oh, Dios! —exclamé y me cubrí el rostro porque me hizo sentir avergonzada.

—Sería bueno reforzar nuestra amistad de esa manera —indicó y no me atreví a mirarlo. Jacob nunca había utilizado ese lado juguetón conmigo y descubrí lo mucho que me apenaba por tener menos experiencia que él en ese ámbito—. Conque sí te avergüenzas —me chinchó, tomando mis manos para que las quitara de mi rostro.

Sciocco, por supuesto que lo hago —acepté y comenzó a reírse, contagiándome.

—Ya, Patito. Estoy jugando contigo —aseguró tomándome de la barbilla para que lo mirara.

Lo hice, pero no dejé de sentir mi rostro caliente y rojo. Lo miré a los ojos y me di cuenta de lo que estaba haciendo en realidad: me hizo regresar a mi zona de confort, demostrándome que sin importar lo que pasó con Inoha, para él yo seguía siendo la Abigail Pride White buena, su mejor amiga. No un monstruo como me estaba sintiendo de nuevo, después de un par de años.

—Gracias —susurré y entendió por qué le agradecía.

Tal vez cuando pasó lo de Sasha se molestó conmigo y me castigó al dejar de hablarme, pero no me crucificó y entendió que nunca quise dañarla. Y en esa ocasión sabía que, aunque no estaba en mis manos porque no era Dios, lo que hice con Inoha no fue ninguna injusticia; la tipa se ganó eso y más al meterse con mi hermano.

—Eres una chica buena, Abby —confirmó lo que antes deduje que él pensaba de mí—. La guerrera que siempre has querido ser, y hoy demostraste que por los que amas, te conviertes en lo que sea necesario. Así que no te traumes ni supongas que serás una aberración por querer vengar a tu hermano, ya que lo único importante aquí, es que no te dejes consumir por eso. Y no lo harás, puedo asegurarlo.

Mi respuesta fue abrazarlo, pues me dijo lo que necesitaba escuchar en ese instante. Creyó en mí, vio que no era mala persona incluso después de cometer una atrocidad, porque quise en esa ocasión. Jacob me entendió como deseé que me entendieran en el pasado.

Cuando erré por imprudente, no por venganza.

____****____

Mi amistad con Jacob no se arruinó después de aquel beso, al contrario, la confianza entre nosotros aumentó y nos volvimos más unidos sin repetir ese hecho. Su tío se encargó de cubrir por cuenta propia lo que le hice a Inoha y por él nos enteramos de que la malnacida tuvo que ser intervenida por las lesiones que se ocasionó a sí misma en el cuello; también le comentó a mi amigo que todos en el cuartel comenzaron a creer que ella se estaba volviendo loca, debido a las incoherencias que hablaba al asegurar que alguien la atacó en sus sueños.

Menos mal Jacob había aprendido muy bien de su papá a borrar los rastros de intrusos en las computadoras, ya que consiguió mantenernos protegidos para que nadie se enterara de que fuimos los causantes de los sueños de la rubia.

Por otro lado, gracias al cielo, luego de finalizar las sesiones de electroconvulsión, Daemon consiguió salir de la peor crisis que llegó a vivir y junto a Aiden fuimos al estudio de tatuajes para grabar en nuestras pieles el loto que simbolizaría lo que superamos en familia, y personalmente.

Aunque en mi caso, viví un pequeño trauma debido a lo que le hice a Inoha y durante varias noches reviví esa tortura, teniendo que recurrir incluso a ansiolíticos y somníferos para conciliar el sueño. Asimismo, me vi obligada a dejar de ser jugadora beta en COVAN INC porque siempre que entraba a la realidad virtual, pensaba en que estuve a punto de convertirme en asesina y eso empeoraba mi estado.

—¡Dios! Adoro cómo se te ve —chilló Leah en italiano, mirando mi nuca. Admiraba el loto color rosa que me tatué ahí.

Escogí ese lugar porque mamá también tenía un tatuaje en la misma zona y siempre me encantó cómo se le veía. Y después de todo, la flor resultó ser más grande de lo que Aiden pretendía que fuera para mí, no lo decidí únicamente porque me gustó sino también para demostrarle a mi hermano con ese pequeño acto que haría lo que yo quería.

Y yo adoro cómo te ves tú con ese vestido —halagué al verla enfundada en un diseño italiano color rojo pasión.

Estábamos en mi habitación preparándonos para una cena que mis padres organizaron, celebrando que la vida nos estuviera sonriendo después del caos.

Lane va a babear la mesa cuando la vea. —Junto a Leah miramos a Essie con la boca abierta en cuanto dijo eso, no por la declaración, pues señaló un hecho, sino porque habló en italiano—. Les dije que iba a sorprenderlas, perras.

Nos soltamos en carcajadas por cómo nos llamó, pero también la miramos con orgullo, ya que sabíamos que se metió a clases de italiano días atrás, aunque nunca previmos que lo aprendería tan rápido.

Veo que tu maestro te enseña bien, eh —la chinchó Leah.

No se refería al maestro de verdad, sino a Izan. Essie se sonrojó al comprender la pulla de nuestra prima.

Leah y sus padres se habían mudado a Richmond en meses anteriores y ella estaba saliendo con Lane, una relación a la que le veía mucho futuro, pues el chico adoraba a mi prima y, aunque la tonta se negó por mucho tiempo a caer en las redes de él, al final sucumbió y la notaba muy emocionada.

Siendo sincera con ustedes, lo que menos hago con Izan es practicar italiano —admitió Essie y Leah la miró con los ojos entrecerrados.

¿Practican otra cosa? ¿Desnudos?

¡Che cazzo, Leah! Cómo le dices eso —la regañé yo.

Leah me ignoró y miró a Essie con sorpresa porque esta se quedó en silencio y cambió de colores.

¡Mamma mia, Estrellita! —exclamó y mis ojos se abrieron desmesuradamente al comprender que el silencio de Essie era la respuesta a la pregunta de Leah.

—No es lo que están imaginando, al menos no del todo —aclaró ella regresando al inglés.

Por supuesto que Leah no se conformó con esa respuesta y al final Essie nos confesó que ya se había metido mano con su chico, jugando de muchas maneras sin llegar al último paso, aunque nos aceptó que no se debía a que ella no quería, sino al hecho de que Izan prometió demostrarle que le podía hacer el amor de diferentes formas antes de llegar al coito.

Y no existía la envidia buena o mala, solo la envidia. Y con vergüenza acepté que sentí mucha al darme cuenta de que mis primas encontraron a sus príncipes azules, eran correspondidas, mientras yo seguía delirando por el mismo idiota que jamás me vería como su princesa.

Carajo.

Terminamos la conversación cuando mamá nos pidió ir a la sala porque la familia y amigos que nos acompañarían ya estaban llegando a casa. En cuanto estuvimos completos pasamos al comedor y ocupamos nuestros lugares en la enorme mesa, compartiendo enseguida una cena amena.

Daemon ya lucía completamente recuperado y Aiden feliz porque su compañero de andanzas desde el útero se estaba volviendo a acoplar a él, a pesar de que tuvo que readaptarse en otros ámbitos, pues perdió su semestre de estudios y eso lo retrasaría casi un año en la universidad.

Papá ya podía mover con normalidad la mano y mamá poco a poco se iba deshaciendo de la sombra de tristeza que la acompañaba luego de que sus gemelos fueron lastimados casi al mismo tiempo, y que por mucho que nos protegieran, ellos no pudieron evitarlo. No obstante, sin pretenderlo, Daemon estuvo a nada de acabar con el leve alivio que nos embargaba, al aceptar la propuesta de tío Elliot (primo paterno de nuestro padre), de mudarse a Newport Beach, California.

Era la ciudad natal de mamá, la sede de los negocios que su padre le heredó, y hablaba de White Construcctions y Grigori. Tío Elliot se hacía cargo de ambas en representación de ella y esa noche les propuso a los clones ayudarlo, pero yo sabía que Aiden no se iría, aunque no esperé que Daemon sí quisiera hacerlo.

—Yo podría irme y ser tu asistente —había soltado mi hermano minutos atrás.

La mesa se quedó en total silencio y noté que papá presionó el tenedor entre su mano, pero no dejó de mirar su plato. Mamá y Aiden clavaron la vista en Daemon, incrédulos por lo que escuchaban. A mí se me hizo un nudo en la garganta y sentí a Essie y a Leah tomándome de las manos, ya que se sentaron a cada uno de mis lados.

—No puedes dejarme, compañero —musitó Aiden con voz triste y escucharlo fue como si me apuñalaran el pecho.

Ellos jamás se separaron en los veintidós años que llevaban viviendo y, aunque podía palpar el dolor de Aiden, entendía que Daemon quisiera alejarse de Virginia un tiempo incluso si no recordaba todo lo que pasó con Inoha.

—Si no te quieres ir conmigo, podrías visitarme como yo los visitaré a ustedes —le propuso Daemon con tranquilidad—. No hemos hablado nada acerca de lo que me llevó a buscar los electrochoques, pero intuyo que fue grave —añadió, dejando entrever por qué pensaba que era buena idea irse—. Madre, me dijiste que construyera nuevos y mejores recuerdos. Toda la vida he dependido de ustedes y sé que no les molesta y me ayudan porque me aman. Sin embargo, siento la necesidad de tomar esto como un nuevo comienzo y valerme por mí mismo.

La abuela Eleanor estaba a su lado y le tomó la mano sobre la mesa como gesto de apoyo.

—Tengo a un buen colega allá que podría llevar el control de tus terapias y maneja un buen grupo de apoyo al que te puedes integrar si decides irte —interrumpió Dominik.

Supuse que buscaba alivianar la situación, y de paso, mostrar que él veía la decisión de mi hermano como algo bueno.

—Además, California es la sede de tu padre y te aseguro que estará bien protegido —le recordó tío Elliot, sabiendo que ella era la más reacia a que sus hijos se fueran lejos.

Sentí que estaba a punto de llorar al verla con aquel tormento en sus ojos miel, aunque como la guerrera que era carraspeó y escondió lo que sentía para luego hablar.

—Comienza desde ya a decidir por ti mismo, y si quieres irte, pues tienes nuestro apoyo. —A Daemon le sorprendió la respuesta de mamá.

A mí no, porque tenía mucho tiempo aparentando ser fuerte con tal de que no se preocuparan por mí y me vi reflejada en mamá justo en ese instante.

—Te juro que me tendrás visitándote muy seguido —añadió Aiden.

Todos al final entendíamos que poner distancia también era saludable y después de lo bien que resultaron los electrochoques en D, sabíamos que era momento de dejarlo volar por su cuenta para que aprendiera a ser fuerte en todos los sentidos.

—¡Bien! Newport Beach, allá voy —celebró mi hermanito gruñón y vi en sus ojos gris miel, la esperanza de otro comienzo y la ilusión por buscar nuevos recuerdos.

«Después de todo, no conseguiste joderlo, hija de puta», pensé.

En ese instante no me incomodó más la tortura que llevé a cabo con Inoha, aunque ya no deseé matarla, pues ver a mi hermano saliendo adelante era suficiente recompensa para ahuyentar mis pesadillas.

____****____

Estuvimos viajando a Newport Beach cada fin de semana en los meses siguientes a la partida de Daemon, también nos escribíamos a diario, pues él no era mucho de hablar, y adoraba siempre que me dejaba ver lo bien que le estaba sentando ese nuevo comienzo en su vida.

Cuando mi año escolar estaba por finalizar y cumplí los dieciocho, Jacob me acompañó a la casa de rehabilitación en la que tenían a Sasha, puesto que no quería irme del país sin antes verla y comprobar que estaba recuperándose, sin embargo, no pude hacerlo porque ella había salido del lugar una semana antes.

La situación me hizo sentir aliviada, porque eso significaba que ella superó esa etapa.

—Alégrate, Patito —me animó Jacob cuando íbamos de regreso a su casa, pues me mantuve seria y callada—. No la viste, pero sabes que ha salido adelante.

—¿Me ayudarías a investigar la dirección de sus papás para visitarlos en algún momento? —pregunté y él asintió.

—¿Quién les dirás que eres?

—La prima de Dasher —respondí con simpleza.

—¿Y a tus papás cuando se enteren que hemos ido a la casa de rehabilitación?

Me mordí la esquina del labio inferior, un poco nerviosa porque me daba pavor que mamá llegara a sospechar algo, aunque también tenía una excusa para ellos, pues era obvio que me encararían por haber ido a un lugar al que no les avisé, con anticipación, que pensaba visitar.

—Mamá sabe que todo lo que gano con tu padre y Evan es destinado para esa casa, así que puedo decirles que quería visitarla para saber en qué dono mi dinero.

Después de un tiempo volví a ser jugadora beta porque no estaba dispuesta a que aquel trauma me limitara, pues si lo permitía crearía un hábito que me llevaría a estancarme siempre que atravesara por alguna situación difícil. También lo hice gracias a papá, quien tras la partida de Daemon se volvió más sobreprotector conmigo, si es que eso era posible, por lo que necesitaba de nuevo esa distracción, ya que había terminado mis cursos de español, portugués y francés, y el tiempo libre que me sobraba únicamente me servía para sentirme más asfixiada en mi jaula de oro.

—Suerte —deseó Jacob al dejarme en casa y la sensación de no poder respirar se hizo presente.

—Voy a necesitarla —acepté y le di un beso en la mejilla.

Esa tarde le diría a papá, con la ayuda de mamá, que me iría a Londres a terminar mis estudios. Ella me había estado ayudando en todo el proceso para obtener los créditos necesarios que me exigían en el programa de voluntariado de la universidad y así darme acceso a las clases en línea, ya que terminaría el bachillerato en Richmond porque no quise irme antes con todo lo que pasó con mis hermanos.

Mis créditos obtenidos en Estados Unidos eran válidos, así que solo estudiaría en un programa de tres meses para conseguir los que me hacían falta.

Mamá incluso estuvo viendo apartamentos para mí, pero decidí que quería vivir la experiencia universitaria en todo el sentido, por lo que me quedaría en las residencias de la universidad al menos durante el primer año luego de regresar del voluntariado.

No obstante, cuando el momento llegó mis sueños se vieron truncados.

—¡De ninguna manera!

—¡Por Dios, papá! ¡¿Por qué tienes que ser tan difícil?! —grité furiosa y angustiada.

Él había golpeado el escritorio con las palmas de las manos al espetar su negativa y noté que mamá estaba a punto de perder el control.

—¿Difícil? —espetó él con ironía.

—Elijah, por favor —pidió mamá.

—¡No, Isabella! ¡Tuve que dejar ir a Daemon y tú sabes que eso me sigue doliendo como el infierno, así que no pretendas que acceda a que Abigail también se vaya!

—¡Es mi sueño, entiéndelo! —supliqué.

Mamá intervino en ese momento, apoyándome y explicándole mis razones para irme, pero papá siguió reacio y aseguró que la única manera en la que yo me iría lejos de ellos sería sobre su cadáver.

Por primera vez ambos se estaban enfrentando, por mi culpa, y me asustó la manera en la que él se impuso ante ella, dándome cuenta con eso que papá podía ceder en todo lo que mamá le pidiera, hasta que sus peticiones me implicaron a mí.

—Abigail no se va de aquí. Es mi última palabra —zanjó él con determinación.

—Eres tan... ¡Aaah! —grité sin terminar todo lo que quería decirle y me di la vuelta para irme de la oficina en la que estábamos.

Le di un portazo a la puerta y comportándome de la manera más infantil y caprichosa que era posible, alcé ambos dedos medios de mis manos dedicándoselos sin que me viera; fúrica, indignada y odiando al mundo entero porque soñé durante todo el bachillerato con irme a Londres, planeé cada cosa que quería hacer y el hombre que juraba amarme con su vida me cortó las alas sin piedad.

Y con la ironía que caracterizaba a la vida, esa fue la primera vez que pude salirme de casa sin que Isaac me siguiera. Supongo que el estado en el que me encontraba hizo que de nuevo mi subconsciente se hiciera cargo y me escapé sin problema alguno, sin plan y sin rumbo.

Pasé de pedirle apoyo a Jacob porque era lógico que papá pensaría que me encontraba con él, tampoco quise recurrir a Essie y menos a Leah, por lo que mi única opción era Dani, la compañera con la que mejor conecté en la escuela y con quien pasé más tiempo en los descansos entre clases.

Ella se sorprendió cuando le llamé y solicité que nos viéramos, pero no preguntó nada al escucharme desesperada y me envió la dirección del apartamento donde vivía, así que pedí un Uber, aunque tuve que caminar un par de cuadras lejos de las casetas de seguridad de casa para tomarlo.

—Ten cuidado, niña. Esta zona no es recomendable para visitar —me dijo la conductora en cuanto me bajé de su coche.

—Gracias por la recomendación —ofrecí sin darle mucha importancia y busqué el apartamento de Dani.

Y, aunque la chica se portó superbien conmigo y escuchó atenta el drama que me hizo buscarla, después de beber un té calmante que me ofreció para que dejara de llorar, comprendí que sí debí darle importancia a la recomendación de aquella conductora de Uber, puesto que cuando comencé a sentir mi cuerpo muy pesado sospeché que lo que llevaba la bebida era todo menos calma.

—Te llevaré a casa de la abuela, ella te ayudará a que te sientas mejor. —La voz de Dani se escuchó demasiado lejana, mi cabeza se sentía extraña y no tenía energías ni siquiera para alzar un dedo.

—¿Por qué? —me escuché preguntar mientras ella me levantaba del sofá y me hizo caminar hacia fuera del apartamento.

Incluso en ese estado, reconocía que ella se aprovechó de mi punto de quiebre y no sabía si sorprenderme de lo bien que actuó todo el tiempo conmigo, o de lo estúpida que yo fui por no sospechar que su amistad siempre tuvo oculta una intención macabra.

—Soy ambiciosa, y las niñas ricas como tú, unas estúpidas con las que puedo lucrar muy bien. Y tu virginidad me dará los medios para irme de esta pocilga —explicó sin problema.

Me reí, ya que eso me indicó que no volvería a ver a mis padres ni a mis hermanos.

—Eres el karma —musité luego de que me lanzó en los asientos traseros de su coche.

—Mientras tú seas mi boleto de salida y el comienzo de una buena vida, me importa un carajo quién sea yo para ti —desdeñó.

Reí al sentir los párpados pesados, al darme cuenta de lo patética que era porque no me quedaba más que resignarme a lo que sea que iba a pasarme, aceptando incluso que lo merecía, pues con Dani yo pagaría lo que le hice a Sasha.

«Ojalá que cuando esta bola se te regrese, no venga con más fuerza, Abigail, porque la lanzaste muy lejos».

Las palabras que Dasher me dijo, luego de mi cagada, fueron lo único que tuve en la cabeza antes de que mis ojos se rindieran y cerraran.

Al fin iba a pagar caro lo que hice, de eso no había duda.

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¡Madre mía!

Por si no lo han notado en los otros capítulos, siempre que les deje una palabra extrajera en negrita, es porque la traducción se las pondré al final del capítulo. Como están viendo arriba ;-)

Otra cosa, no sé por qué Wattpad me cambia algunos formatos o incluso me une algunas palabras, lo arreglo mucho y siempre pasa. En cualquier cosa, sepan que no es cosa mía.

Y, ojalá estén disfrutando de este inicio de nuestro Patito. Ya se vienen los capítulos que tanto esperan °o°

Nos leemos el lunes ;-)

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