CAPÍTULO 7

Los meses volaron luego de aquella conversación con mamá y mantuve la promesa que me hice a mí misma: evité todo tipo de encuentro con Dasher, incluso en las reuniones familiares, porque no estaba dispuesta a seguir lastimándome con su actitud. También me dediqué más a mis estudios y seguí adelante con mi plan a futuro de irme a Londres; tomé terapias con un psicólogo que Dominik nos recomendó y me ayudó mucho a ver las cosas de diferente manera.

Asimismo, seguí siendo jugadora beta en COVAN INC, pero al ser consciente de que no solo estaba jugando, le pedí a mamá que volviera a entrenarme, pues no era de las que les gustaba perder y quería estar mejor preparada para cuando tuviera que enfrentarme de nuevo a alguien como Centinela, y con sus enseñanzas conseguí superar varias misiones y entrar a una nueva élite. Debido a eso, Evan me hizo llegar implementos de mayor seguridad, entre ellos muñequeras y tobilleras que enlazaba a unos láseres para mantenerme en espacio seguro dentro del gimnasio y evitar accidentes.

Y, además, comprobé casi en primera fila los peligros del mundo de mis padres, pues Aiden había sufrido un secuestro meses atrás, en el que físicamente no salió mal, pero perdió a su amiga y eso lo devastó de una manera horrible. Con ese atentado los enemigos de papá y mamá dejaron claro que se encontraban más cerca de lo que mis progenitores pensaban y tal parecía que su estrategia era dañarnos a nosotros, sus hijos.

Me enteré por mamá que luego de ese secuestro en el que casi me muero de angustia al pensar en que perdería a Aiden, ella y papá terminaron por confesarle a mi hermano lo de las organizaciones y él, con su necesidad de vengar a su amiga, pidió entrar en ellas como miembro activo. Algo que mis padres no querían, al menos no por la razón que Aiden tenía para convertirse en un Grigori o Sigiloso, no obstante, estaban dispuestos a apoyarlo y guiarlo para que hiciera las cosas bien.

Mamá, por supuesto, me pidió que me mantuviera al margen de todo, guardando el secreto de conocer sus vidas como Grigoris y Sigilosos, y evitara exponerme, pues las cosas en la familia iban a tornarse difíciles; y no se equivocó, ya que luego de lo que Aiden sufrió, Daemon cayó en las garras de un amor tóxico que debido a su condición lo obligó a internarse por un mes en una clínica psiquiátrica. Y antes pasó por todo tipo de crisis anímicas que nos tuvieron a nosotros al borde del colapso emocional por no poder ayudarlo a sobrellevar ese dolor que lo atormentaba, y que no era físico.

Gracias a todo eso, papá y Aiden aumentaron su sobreprotección conmigo y nunca me sentí tan asfixiada como en esos meses, a pesar de comprender la situación.

—¡Cazzo! Parece que le has puesto rostro a ese blanco —exclamé para Essie en el momento que descargó su arma y todos los proyectiles dieron en las partes vitales del cuerpo formado en la diana.

Estábamos en los terrenos de la casa que adecuaron para que pudiéramos practicar nuestros tiros (algo a lo que ya le encontraba más lógica), ella me había pedido que fuéramos porque necesitaba descargar su estrés. Y, ya que no le gustaba la lucha como a mí, optábamos por algo en lo que era una puta maestra, pues su puntería era tan envidiable como la de un francotirador.

—¿Y tú no? —inquirió señalando mi diana.

Mi puntería era muy buena, pero no se comparaba a la suya. Sobre todo, ese día que de verdad lucía estresada y desesperada, aunque no profundizó en la razón, únicamente admitió que se trataba de Izan y el hermano de este.

—También, Estrellita —respondí y en lugar de decirme algo tomó otra semiautomática que ya había dejado lista y comenzó a dispararle a otro blanco.

La imité y, aunque no le diría qué cara le había puesto al mío, podía jurar que ella intuía que se trataba de Inoha, la rubia que llegó a la vida de Daemon para hundirlo en una oscuridad que podría ser muy peligrosa.

Por el estrés que me ocasionó el secuestro de Aiden y la situación de D, fue que me tomé más a pecho lo de ser jugadora beta en COVAN INC, puesto que solo en la realidad virtual podía hacer ciertas cosas sin sentir remordimiento alguno.

—Señoritas —con mi prima miramos hacia Isaac cuando este se acercó a donde nos encontrábamos—, necesito llevarlas dentro de su casa de inmediato —avisó para mí y fruncí el ceño.

—¿Sucede algo? —pregunté con miedo, porque después de lo ocurrido con Aiden y las recaídas de D, vivía con el temor de que se acercaran a mí para darme malas noticias.

—La señora Pride únicamente me autorizó a decirle que Ronin ha llegado a casa y que él puede explicarle lo que —informó el hombre y maldije en mi interior.

—¿Ronin? —preguntó Essie y no porque no conociera al japonés, sino más bien porque le extrañó que él me buscara.

—Eh, sí. Olvidé que llegaría hoy porque se ofreció a ayudarme a perfeccionar su idioma —mentí con descaro y ella frunció el ceño.

—Ya veo —murmuró guardando sus armas, dejándome entrever que no se tragó mi respuesta.

—Essie...

—No, está bien, Abigail. He entendido que desde que decidiste que quieres irte a Londres, tienes planes que no deseas compartir conmigo.

Dio.

Essie no me iba perdonar por eso y la comprendía, pues los tres, junto a Jacob, hicimos una promesa de permanecer juntos y fortalecer nuestra hermandad hasta volvernos más inseparables, sin embargo, yo sería la primera en romperla debido a mi decisión.

Y nadie aparte de mamá, Jacob, Essie y Leah sabían mis planes; a mis primas se los comenté hace meses, cuando Leah regresó del monasterio en el que estuvo por un tiempo y nos visitó en Richmond, ese mismo día Essie le habló también sobre Izan y yo tuve que fingir sorpresa tal cual la chica me lo pidió.

—No digas tonterías, Essie Black Stone, ya que solo te confesé a ti y a Leah sobre mi plan, aparte de mamá y Jacob. Nadie más lo sabe y créeme, con todo lo que está pasando últimamente temo que no me permitan irme —repliqué angustiada.

—Señoritas, perdón la interrupción, pero debemos irnos —nos apresuró Isaac y mi prima no dejó de mirarme.

—Deja de pensar que te hago a un lado, por favor —le pedí antes de seguir a Isaac, quien lucía demasiado impaciente—. Te amo, Estrellita, eres como mi hermana y te prometo que lo que no te digo, no es porque no confíe en ti sino porque no son cosas que me corresponden decirte.

No le mentía en eso, no podía decirle nada de las organizaciones de mis padres por orden de mamá. Además, cuando fuera el momento estaba segura de que sería tío Darius quien le informaría todo.

—Está bien, Patito —cedió y me quitó un peso de encima—. Supongo que la posibilidad de que vayas a irte me tiene mal, porque así tío Elijah o los clones se opongan, estoy segura de que tu mamá te ayudará a que cumplas ese deseo que tienes de volar. —Le sonreí agradecida porque comprendiera.

Tras eso seguimos a Isaac, el hombre se mostró aliviado de que al fin le obedeciéramos y en cuanto estuvimos en el coche (porque el trayecto hacia la mansión era bastante largo), nos avisó que llevaría a Essie a su casa, por órdenes de sus padres, luego de dejarme a mí en la mía.

—¡Jesús! ¿Qué está pasando? —Me hice la misma pregunta de Essie en mi mente al ver la cantidad de hombres dispersos por toda la casa.

Algunos vestían de vinotinto y otros de negro. Sigilosos y Grigoris, reconocí los uniformes porque mamá me siguió hablando de ellos cuando entrenábamos. Y el corazón se me aceleró con miedo, ya que recordaba que ella aseguró que la única manera de que los vería por casa sería por alguna emergencia.

—Isaac, ¿qué está pasando? —pregunté en voz baja.

—Entre a casa, Ronin la espera —me pidió él y por el espejo retrovisor vi en su mirada la súplica de que no le hiciera más preguntas.

—Patito —me llamó Essie y la miré.

—No sé qué sucede, pero ve a tu casa porque sea lo que sea, tus padres ya deben estar al tanto y van a decírtelo —la animé y ella asintió de acuerdo.

Me despedí apresurada y salí del coche, subí la escalinata de casa corriendo y en cuanto entré me topé a Ronin bajando de los escalones que conectaban los pisos interiores, seguido de algunos de sus compañeros vestidos con uniformes vinotinto como él. Les giró algunas órdenes en japonés, no solo porque la mayoría eran de su país sino porque era el único idioma que el hombre hablaba a pesar de comprender a la perfección el inglés e italiano, luego concentró su mirada sombría en mí y el aire comenzó a faltarme.

—Dime por favor que mis padres están bien —le supliqué.

Desde que tenía uso de razón, y en las ocasiones que compartimos juntos (en Florencia) vi en Ronin a uno de los amigos más fieles de mamá, además de ser el esposo de Owen; y siempre nos mostró su lado extrovertido. Debido a ello, y con el tiempo, llegamos a tomarlo como el tío honorario con el que, a mis hermanos, a Leah y a mí nos encantaba estar gracias a que se acoplaba a nosotros, convirtiéndose en uno más del equipo (y quien nos solapaba en cualquier cosa), pero mamá me confesó que en realidad el japonés era miembro de su élite en La Orden del Silencio y Owen formaba parte de una élite especial de papá en Grigori.

Y me asustó estar viendo al Sigiloso en ese instante, no al tío guay, pues lo desconocí por completo e incluso llegué a temerle.

Lo están —aseguró.

Todavía no manejaba al cien por ciento el japonés, pero a él le entendía a la perfección todo lo que me decía.

—Pero... —indiqué, porque sabía que existía uno.

Daemon cayó en una situación peligrosa, guiado por su exnovia. —Sentí que mi labio comenzó a temblar, por miedo, dolor, aflicción y odio a la vez—. Lo llevan de camino al hospital, y creemos que todo ha sido obra de unos viejos enemigos. Tu madre me envió para protegerte, ya que en momentos vulnerables como el que estamos atravesando, querrán seguir atacando.

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas y el miedo me embargó, no solo por mi hermano, sino por el hecho de que a mí también podrían atacarme con tal de destruir a mis padres, así que le obedecí a Ronin en todo lo que me pidió y le agradecí que no me ocultara nada, incluso siguió informándome cada cosa de la que se enteraba, tomándome en cuenta en lugar de hacerme a un lado.

Horas más tarde conseguí hablar con Aiden, él se encontraba a punto de volverse loco porque dañaron a su alma gemela, pero también hervía en furia debido a que nuestros padres no le permitieron ser partícipe del rescate de D en la trampa que le tendieron. Me explicó que papá había resultado herido (no de gravedad) al evitar que nuestro hermano se quitara la vida, pues cayó en la peor de sus crisis, y tuve que morderme los labios hasta hacerme sangrar con tal de que no me escuchara llorando, ya que yo fui testigo de los momentos más oscuros de Daemon, sin embargo, jamás pensó en suicidarse; y saber que casi lo consigue si papá no hubiese interferido, me hizo ser consciente de que esta vez lo que estaba viviendo lo superaba todo.

—¿Cómo estás hoy? —me preguntó Jacob cuando llegó al hospital, días después de lo que le pasó a Daemon.

Mi hermano fue sometido a electroconvulsión porque era la única manera de evitar que atentara contra su vida. Ese día había sido su segunda sesión y ni mis padres, Aiden o yo estábamos dispuestos a marcharnos del hospital hasta que Daemon reaccionara para asegurarnos que despertaría bien, además de saber qué tanto retrocedió en su vida, pues con el proceso olvidaba parte de sus recuerdos, que era el objetivo principal, aunque rogábamos para que no fuera un olvido extremo.

—Hecha mierda —admití para mi amigo. No era de utilizar palabrotas (al menos no con frecuencia), pero desde que sucedió lo de D me sentía tan envenenada, que mi lengua se volvió filosa—. Mamá se está matando lentamente al entrar a las sesiones con mi hermano, mas eso no la hace desistir de permanecer a su lado. Papá tendrá que tomar terapias para recuperar la movilidad de su mano y se frustra debido a la impotencia de no poder hacer nada más por su esposa e hijo. Aiden cada vez se pierde más en su odio y deseos de venganza y yo... —Respiré hondo antes de decir lo siguiente, ya que era la primera vez que le daría voz a mis pensamientos—. Quiero saber a dónde han llevado a esa tipa para hacerle pagar por todo. —La furia se sintió amarga en mi garganta y no me di cuenta de que estaba temblando hasta que Jacob me tomó de la mano.

Su padre ya le había dicho todo sobre Grigori, pues lo necesitaba preparado y atento a lo que sucedía a nuestro alrededor. Y escuché que tanto Dominik y Lee-Ang, como tío Darius y tía Laurel, estaban planeando decirles a Leah, Essie y Dasher la verdad de dónde procedíamos.

—No soy fan de tus hermanos, pero ahora mismo yo también quiero vengar a Daemon —admitió Jacob y me abrazó.

Su madre era una de las mejores amigas de la mía, igual que Connor de papá (además de compañeros de organización), así que llegaron al hospital para apoyarlos y por supuesto que Jacob los acompañaría para estar conmigo. Aiden se había ido minutos atrás a la cafetería por un té para mamá, por lo que volvería enseguida.

Ni la familia ni los amigos nos dejaron solos en esa situación y siempre alguno de ellos nos acompañaba.

—Basuras como esa mujer no merecen vivir, Jacob —le dije con agonía y él me dio un beso en la sien después de echarme un brazo en la espalda y atraerme a su cuerpo.

—La tienen en el cuartel —susurró en mi oído y fruncí el ceño.

Me aparté para mirarlo a los ojos, queriendo saber de qué hablaba. Oteó a todos lados, asegurándose de que ninguna de las personas de seguridad dispersas por la zona en la que nos hallábamos nos escuchara, y el corazón se me aceleró al comprender todo.

—La rubia —musité y él asintió confirmando lo que deduje.

—Escuché a papá hablando con tío Cameron el día que pasó lo de Daemon, él le informó que la llevaron al cuartel y que necesitarían refuerzos por si su familia pretendía recuperarla.

Inoha resultó ser nieta de uno de los fundadores de los Vigilantes, los enemigos acérrimos de mi familia. Y años atrás, mis padres asesinaron al papá de la tipa, por eso ella buscó dañar a mi hermano, para vengarse de mis progenitores impulsada por el apoyo de su abuelo, quien tergiversó todo lo que sucedió en aquel entonces para envenenarla contra nosotros.

—Si te pido que me ayudes a llegar a ella, ¿lo harías? —inquirí para mi amigo y eso lo sorprendió.

—¿Qué quieres hacer en realidad?

—Matarla.

Igual que Jacob, yo también me asusté por la facilidad con la que salieron esas palabras de mi boca; ni siquiera lo pensé, mi subconsciente se hizo cargo y reveló algo que nunca me vi haciendo en realidad, hasta que esa maldita se atrevió a destruir a mi familia de esa manera.

Porque eso hizo.

Nos destruyó al dañar a mi hermano, sin sentir remordimiento alguno. Y al llevarlo al punto que lo hizo caer, consiguió que mis padres se derrumbaran, que Aiden estuviera al borde de la locura y yo sintiendo que me perdía por no saber cómo sobrellevar la ira que recorría mi torrente, haciendo que mis venas ardieran y sintiera como si fueran a explotarme.

—Jamás permitiría que te convirtieras en una asesina —espetó Jacob en voz baja, mirando de lado a lado, de nuevo asegurándose de que nadie nos escuchara.

Nos hallábamos en la sala de espera privada del hospital, mientras sus padres acompañaban a los míos en la habitación en la que mantenían a papá, ya que lo operaron el día anterior para reconstruirle los tendones que se hizo pedazos en la mano, al detener con ella el proyectil que Daemon se disparó en la sien.

Dios. Todavía se me erizaba la piel al recordar lo que me narraron de ese día, al pensar en que, si mi hermano hubiese logrado su cometido, en ese momento los Pride White habríamos estado más devastados.

—Me refería a que quiero matarla virtualmente —reformulé, tratando de excusarme a mí misma por lo que dije sin dificultad.

—Abby, entiendo que estás pasando por un momento delicado, pero tú no eres así de vengativa. Negué con la cabeza al escucharlo.

—No, no entiendes nada —reviré—. Si lo hicieras entonces comprenderías por qué, aunque nunca he sido vengativa, en este momento lo único que deseo es darle un escarmiento a esa estúpida por meterse con mi familia —desdeñé entre dientes, fúrica y llena de impotencia—. No sabes lo horrible que es ver a D tan vulnerable en esa camilla, con sus ojos apagados, haciéndonos conscientes de que se ha dado por vencido y que ya no le encuentra sentido a vivir a pesar de amarnos. —La garganta me ardió y paladeé el sabor salino de mis lágrimas—. Es horrible notar que Aiden está aterrorizado al pensar en que está perdiendo a su alma gemela. Detesto mirar a mamá muriendo lentamente por presenciar lo que le hacen a su hijo con tal de salvarlo, o a papá intentando ser fuerte por nosotros, pero derrumbándose por dentro. Y todo por esa estúpida que no tuvo piedad al destruir a alguien vulnerable.

—Ya, lo siento —rogó Jacob y me abrazó con fuerza, besando mi cabeza y sobando mi espalda para intentar calmarme.

Los sollozos me atragantaban, pero no los contuve más porque llevaba días siendo fuerte con tal de que ni mis padres ni Aiden se preocuparan por estar pendientes de lo que me sucedía a mí, cuando la prioridad era Daemon. Sin embargo, con Jacob y con Essie podía desnudar mi alma y dejar salir el dolor, la frustración y desesperación que ya me consumía de una manera que me daba miedo.

—¿De verdad te haría sentir mejor enfrentarte a ella así sea virtualmente? —me preguntó de pronto y limpié mis lágrimas para mirarlo a los ojos.

—Me haría sentir mejor poder hacerle virtualmente todo lo que todavía no sé si soy capaz de hacer personalmente —acepté y él me tomó de las mejillas para limpiar las nuevas lágrimas que las bañaron.

—Odio verte así, Patito —admitió e hice un puchero—. Eres mi chica buena y no quiero que te dejes podrir por el odio que te provoca esa rubia maldita.

—Yo tampoco quiero, pero es imposible cuando ha dañado de esta manera a mi familia —aseguré y presionó su frente a la mía.

—Podría tratar de convencer a tío Cameron para que nos ayude —susurró y el corazón se me aceleró con una emoción que también me hizo temer de mí misma.

Cameron Smith era hermano de Jane, la madre de Jacob, y como todos los que nos rodeaban, también formaba parte de la élite de papá en Grigori, por eso mi amigo lo mencionó.

—¿Crees que nos ayude?

—Soy su sobrino favorito, así que de algo debe servir eso —se jactó Jacob.

—Eres su único sobrino —señalé lo obvio y él sonrió de lado.

—El punto es, que ahora que sé todo sobre Grigori, tío Cam está emocionado por enseñarme más de su mundo, y muy aliviado de no tener que fingir que únicamente es socio de mamá en sus negocios. Así que se ofreció a darme un tour por la sede de la organización. Además de eso, confío en él porque siempre me ha apoyado en todo y pienso que podría ayudarnos a colocarle el visor a la rubia.

—¿En serio harás esto por mí? —pregunté y Jacob me sonrió.

—Sabes que así te crea una tonta a veces, yo iría al inframundo contigo si me lo pides. —Volví a hacer un puchero por la sinceridad de su declaración y lo abracé fuerte.

—Te quiero tanto —susurré en su cuello.

—Y yo a ti, Abby —aseguró él.

—Como hermana. Estoy esperando a que lo añadas. —Me separé de Jacob al escuchar a Aiden diciendo eso y lo encontré a unos pasos de nosotros con un vaso en cada mano, acompañado por Dasher.

Mi corazón se desbocó por la presencia del rubio, a quien no había vuelto a tener tan cerca después de la última vez que lo tuve sobre mí en la casa de playa de mis padres, un recuerdo que ni era apropiado en ese momento ni me ayudaba con mi nerviosismo. Además de que no me hacía una buena combinación mentalmente por lo que me hallaba viviendo.

—¿Y si no lo añado? —inquirió mi amigo y una de las comisuras de la boca de mi hermano se alzó con perfidia y mucha ironía.

—Al gallito le están saliendo huevos, eh —satirizó Aiden hacia Dasher y este último bufó una risa sin gracia.

—Admito que después de todo lo que hemos pasado, me alivia ver que sigas siendo mi hermanito idiota —repliqué y Aiden me miró alzando una ceja.

—¿Al patito también le están saliendo huevos? —indagó y rodé los ojos.

—¿Y cuándo no tuve? Ovarios, para aclarar —lo provoqué y me puse de pie, Jacob me imitó.

Ignoré a Dasher, aunque eso no significaba que mis nervios mermaran. Y más en ese momento, puesto que él era quien más disfrutaba de que mi hermano nos encarara de esa manera a Jacob y a mí.

—Buen punto —murmuró Aiden y crucé los brazos a la altura de mis pechos, negando con la cabeza—. Ya, Patito, no me mires así, solo dije eso para no perder la costumbre —se excusó y me mordí el interior de las mejillas porque no quería reírme, aunque no lo pude evitar cuando puso los vasos en una mesita cercana y luego llegó a mí y me abrazó—. Además, me gusta más esta versión tuya, Jacob. —admitió sin soltarme y miré a mi amigo rodando los ojos. Entre Aiden y Daemon, prefería al último porque era quien menos se metía con él—. Con esa valentía confío en que protegerás a mi hermana de ser necesario.

—Vaya honor —ironizó Jacob—. Pero olvidas que Abby no es una damisela en apuros —le aclaró, y no se refirió a lo que Aiden señaló en ese momento sino más bien al hecho de que me sobreprotegían cuando yo podía cuidarme sola.

—Por supuesto que no lo es, pero eso no significa que no necesita de un buen compañero que la apoye de ser necesario y ahora lo eres, ¿cierto, Dash? —El rubio bufó en respuesta y Aiden lo ignoró—. Antes me preocupaba que por cuidarte a ti se descuidaría de ella.

—¡Aiden! —chillé y le di un golpecito en el brazo.

Él y todos los demás éramos conscientes de que Jacob siempre pudo defenderse.

—No pierdes tu habilidad de ser un cretino, así intentes ser amable —reviró Jacob.

—Ya, chico. Esta es mi manera de decirte que me caes bien, no te lo tomes a pecho.

—Bien, lo que sea. Mejor iré a ver cómo sigue mi suegro —avisó Jacob yéndose de inmediato hacia la habitación de papá.

—Oh, ven aquí y dime eso mirándome a la cara, pequeña mierda.

—Ya, idiota. Solo te está provocando —le dije a Aiden en cuanto lo tomé del brazo porque quiso irse detrás de mi amigo al comprender que por suegro se refirió a papá.

Y traté de no reírme porque era muy fácil ponerlo celoso y también agradecí ese breve momento en el que, gracias a él y a mi amigo, pude olvidarme del caos que nos envolvía.

—¿Estás segura de eso? —replicó.

Me tardé en responderle únicamente porque Dasher carraspeó y en cuanto lo miré, noté que él también contenía una sonrisa cabrona y me alzaba una ceja, retándome a responder por lo que él creía que pasaba entre Jacob y yo.

—Eres un bastardo con Jacob, así que no esperes a que él haga cosas para agradarte —bufé hacia Aiden y él me miró con los ojos entrecerrados—. Además, si fuera mi novio créeme que yo no tendría ningún problema en que lo supieras, hermanito. Y tendrías que aceptarlo te gustase o no.

Cazzo, ¿dónde has dejado a mi Patito? —Blanqueé los ojos y bufé.

—Hablas como si fuera una chica miedosa que siempre se esconde.

—Bien, tienes razón. Desde que naciste has sido tan terca como tu madre —recordó—. Aunque ahora te revelas más.

—Deja tu drama de lado y mejor dime si pudiste hablar con el tatuador de papá —Opté por cambiar de tema y él asintió, aceptando que era mejor hablar de otras cosas.

Y lo más neutral en ese momento era el tatuaje que pensábamos hacernos. Aiden me lo había propuesto antes de que sometieran a Daemon a su primera sesión de electrochoques. Quería que nos inmortalizáramos una flor de loto, ya que era como el emblema de la familia, pues papá tenía uno como parte del arte en su cuerpo y mamá también se tatuó la flor en color rojo, justo a un lado de su vientre.

Aiden quería compartir la mitad de la flor con Daemon, aunque la de él sería roja y la de D en celeste. Yo me lo haría en color rosa, para variar y también por uno de los significados de esa especie del loto: el renacimiento.

Daemon estuvo de acuerdo con el plan de su gemelo cuando este se lo comunicó. Y papá le pidió a Aiden que buscara a su tatuador para llevarlo a cabo. Habría sido hermoso que fuera nuestro padre quien nos tatuara, porque él sabía hacerlo, pero debido a la condición de su mano no sería posible.

—En cuanto D esté listo, va a proceder. De momento trabajará en los diseños.

—Perfecto —musité.

Segundos después Aiden recibió una llamada y se alejó para responderla, dejándome con Dasher, aunque no por mucho tiempo, pues decidí que lo mejor era irme.

—No es tu novio, pero el gallito se cree ya con muchos derechos, ¿no? —Me detuve al escuchar a Dasher y lo miré sobre mi hombro, encogiendo uno a la vez.

—¿No escuchaste a Aiden? —inquirí sin dejarlo responder—. No se cree con derechos, simplemente tiene huevos —zanjé y antes de que dijera algo más, me fui sin darle la oportunidad de replicar.

Porque estaba segura de que lo haría al comprender por qué dije lo último, y sobre todo al captar la dedicatoria implícita que añadí.

­­____****____

—Tienes treinta minutos —me recordó Jacob dándome el visor y asentí.

Estábamos en su casa, ya que usaría el prototipo de entrenamiento de su papá porque sería muy arriesgado utilizar el que Evan me entregó a mí. Al final Cameron decidió ayudar a su sobrino, pero nos hizo esperar algunos días hasta que le tocara su ronda de vigilancia con Inoha, además de eso, le exigió a Jacob que fuera lo que fuera que haría, se cubriera el rostro, pues no podíamos arriesgarnos a que la tipa nos delatara.

Y no se debía a que consideraran que su vida era importante, sino a que lo delataríamos a él. Por esa razón decidí usar una máscara de plumas negras en mi avatar, junto a unas alas del mismo color; y antes de que Cameron le pusiera el visor a la rubia, le daría algo para aturdirla y que así ella no entendiera si estaba en la realidad o teniendo una pesadilla.

—Serán más que suficientes —musité.

—¿Lista? —indagó.

Él estaba frente a las computadoras sofisticadas de su padre mientras yo me encontraba en una especie de cuadrilátero que me mantendría en zona segura, con el visor sobre la parte posterior de la cabeza, controlando mi respiración, ya que se me aceleró junto al corazón por lo que estaba a punto de hacer.

—Lista —respondí luego de un par de minutos y me coloqué el visor sobre los ojos.

—Es hora, tío —le avisó él a Cam, con quien se comunicaba por el móvil.

Un minuto después mi visor se activó en un entorno totalmente blanco y alcé mis manos para asegurarme de tener las garras como uñas. Jacob se había asegurado de que yo fuera la única persona con un color distinto, porque eso serviría para que la experiencia que esa maldita estaba a punto de tener se volviese inolvidable. Debido a eso mi ropa e implementos eran negros.

—¡Oh, Dios! —Miré al frente al escuchar ese jadeo agonizante y encontré a Inoha alzándose de una piscina que parecía ser de niños y que contenía un líquido blanco y viscoso.

Nunca la vi en persona, pero Jacob consiguió fotos de ella, por eso la reconocí en su holograma, puesto que, a diferencia de mí, con la tipa utilizamos otro método para que su experiencia en el juego se sintiera única. Y tal cual como me sucedió antes, cuando declaré con mi amigo lo que deseaba hacerle a esa maldita sin dudarlo ni pensarlo, corrí hacia la piscina, tirándome de rodillas a un lado de esta y la cogí del cuello sin permitirle que reaccionara, hundiéndola de nuevo en ese líquido viscoso.

El odio que sentía se hizo cargo, junto al resentimiento y el dolor que vivía al ver a mi familia sufriendo por lo que esa escoria les hizo. Eso me llevó a sacarla de la piscina antes de que se ahogara y la desesperación con la que intentó coger un poco de aire consiguió que mi piel se erizara con deleite.

—Pareces tan indefensa —le dije y no reconocí mi propia voz.

Ella siguió jadeando, tratando de respirar y sufriendo el dolor porque hundí las garras en su piel. Su mente débil hacía que sintiera que todo era real y la mía envenenada por la ira, consiguió que dejara de lado lo virtual.

—Por favor, no —rogó Inoha y me reí.

Me había tomado de la muñeca y noté que tenía las uñas largas, aunque astilladas, de seguro por haberse defendido en la pelea que se vio envuelta cuando quiso escapar del lugar en donde retuvo a Daemon, para hacerlo sucumbir en su propia oscuridad.

—Ahora ruegas, maldita mierda —me burlé.

Me metí en la piscina, colocándome a horcajadas sobre su cuerpo y la cogí de las manos, luego las llevé a su cuello para que se estrangulara ella misma, apoyando su cabeza en el borde alzado de la estructura que nos contenía, y que así no volviese a hundirse en el líquido blanco.

—¿Quién... eres? —preguntó con dificultad.

Sus ojos verdes me indicaron que estaba luchando entre reconocer si se hallaba teniendo una pesadilla o viviendo ese ataque en la realidad.

—La hija del diablo —reviré e hice más fuerte el agarre en sus manos. Sonreí cuando comenzó a clavarse sus propias uñas, haciéndose sangrar en el proceso—. Y haré que pagues un poco por todo lo que has hecho.

Una vez más la hundí en el líquido, sin miedo o remordimiento alguno. Me embargó tanto el placer que deseé no volver a sacarla, pero me obligué a hacerlo porque no quería que fuera tan fácil para ella.

La tortura con ahogamiento era lo mínimo que merecía después de lo que le hizo a mi hermano, pero con treinta minutos era todo lo que podía hacer. Además, la mente sucumbía más fácil a ese tipo de ataque que a cualquier otro.

Antes de sacarla noté que el líquido se estaba manchando de rojo, obra de sus propias uñas, pues en la desesperación por no poder respirar, según ella, las enterró más en su piel.

­—¡Aaah! —gritó tras jadear en cuanto la alcé.

Lucía como si acabara de sacarla desde lo más profundo del agua, intentando respirar sin coger el aire suficiente porque el agarre en su cuello no se lo permitía del todo.

—Mírame, hija de puta —exigí y sus ojos verdes y llorosos, plagados de terror, se clavaron en los míos—. Ruega por morirte antes de que consiga tenerte en mis manos en la realidad.

Quiso gritar en cuanto la hundí de nuevo en el líquido, esa vez haciendo que se estrangulara con más fuerza, pero únicamente consiguió gorgotear.

—¡Detente! —escuché que gritaron en la lejanía, pero ignoré a la voz masculina.

El frenesí que estaba experimentando se intensificó, apoderándose de mi mente y cuerpo. Deseé asesinar a la tipa, no solo en lo virtual sino también en la realidad. Lo que comenzó a consumirme me habría asustado en otro momento, pero no en ese.

Era adrenalina mezclada con éxtasis, un afrodisíaco muy adictivo que no quería dejar de sentir después de estar sumergida en dolor, desesperación, frustración, inconformidad y tristeza.

—¡Ya, Abigail!

—¡No! —grité desesperada cuando me di cuenta de que Jacob acababa de arrancarme el visor, sacándome de lo virtual cuando estuve a punto de hacer que Inoha dejara de respirar—. ¡Mierda! ¡No, no, no! —chillé perdiendo el control y me puse de pie, ya que me encontraba de rodillas.

—¡Estabas a punto de matarla en la realidad, Abby! —espetó él.

—¡¿Y por qué me detuviste?! —reclamé y me miró con los ojos muy abiertos—. ¡Puta madre, Jacob! —grité echa una furia e intenté irme sobre él para darle un puñetazo—. ¡No debiste interrumpir mi castigo!

Logró esquivarme, lo hizo una vez más cuando le lancé otro golpe, pero en ese momento también me cogió de las manos, llevándolas hacia atrás de mi espalda. Mi reacción fue lanzarle un cabezazo, sin embargo, él contraatacó de una forma para la que jamás me prepararon: unió su boca con la mía y comenzó a besarme con ferocidad.

¡Madre mía!

________________________________________

Puedo apostarles a que nunca vieron venir este giro *inserte emoji de risa macabra*

¿Se imaginaron que Abby fue la primera en intentar asesinar a Inoha?

¡Y Jacob! ¡Aaaaah!

Estoy emocionada..... Y, por cierto, ven cómo sí pueden votar por cada capítulo -_- 

Gracias por cumplir la meta y sobrepasarla. Y, por favor, no dejen de votar porque esto ayuda a que la historia llegue a más personas. 

Nos leemos... ¿mañana? Ya veremos ;-)

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