CAPÍTULO 5


A casi dos meses, luego de mi cumpleaños, las vacaciones de primavera por fin llegaron y gracias al cielo papá no se arrepintió de permitirme ir a su casa de playa en Virginia Beach, en donde mis hermanos vivían junto a Dasher y Lane. Y he de admitir que sin contar con la incomodidad que nos provocábamos con el rubio, los demás chicos nos hacían sentir, a Essie y a mí, como parte de su grupo y nos integraban en toda la diversión, incluso a las bromas que sabíamos devolver con mi prima.

Aunque bueno, el ser celosos no era algo que ellos cambiarían de la noche a la mañana y, aunque nos dejaban compartir en las fiestas que hacían, siempre cuidaban que ningún chico (cuando invitaron a alguno) se nos acercara más allá de lo que era permitido.

—¿No te da curiosidad saber qué se siente estar borracha? —le pregunté a Essie cuando estábamos en la cama.

Compartíamos habitación y ya teníamos un buen rato de habernos acostado. La fiesta que los chicos organizaron parecía estar acabando porque ya no se escuchaba la música ni los murmullos de las pocas personas que llegaron, puesto que los clones recibieron una advertencia de nuestros padres sobre no dejar entrar a más de diez personas a la casa. Y entre los chicos y nosotras éramos seis.

Y por supuesto que esa vez en lugar de invitar a compañeros, llevaron a algunas compañeras para evitar el estarnos cuidando.

—A veces sí, pero cuando veo lo idiotas que se ponen las personas con alcohol en su sistema, se me pasa la curiosidad. Me gusta más ser capaz de utilizar mis cinco sentidos y que mi coeficiente intelectual al cien por ciento en sobriedad —respondió Essie con la voz soñolienta y chasqueé con la lengua.

Le hice esa pregunta porque los demás bebieron y sentí envidia de la felicidad y libertad que mostraron al estar achispados. Hacía mucho que yo no experimentaba eso en sobriedad (ya que nunca bebí) y lo extrañaba.

—Odio cuando me hablas como sabelotodo, que cree que cada cosa que piensa es correcta —me quejé con Essie y la escuché reír.

La habitación estaba a oscuras y ya tenía una hora intentando dormirme y al no conseguirlo, le hacía preguntas para que me acompañara en mi insomnio. La interrogué sobre su amistad con Izan más que todo y luego de admitirme que sí estaba enamorada de él, volvió a reiterarme que no quería que contara su secreto y que, si algún día ella lo hacía con alguien más de nuestra confianza, yo tenía que actuar como sorprendida, cosa que me dio risa, pero que iba a respetar tal cual como la chica respetaba mis secretos o silencios.

—Lo detestas, por eso te hablo así —admitió entre risitas ante mi reproche y rodé los ojos, no porque ella me veía sino porque era una reacción natural de mi cuerpo a las respuestas con las cuales me sacaba de quicio—. Y ni te quejes, eh, que tú también eres . La chica polígama que quiere aprenderse todos los idiomas de los países que sueña con visitar, y que va a clases avanzadas para seguir acumulando créditos universitarios.

—Políglota, tonta —corregí entre risas por la voz que utilizó para decirme eso.

—Si lo piensas bien, las palabras representan lo mismo, aunque se utilizan en diferente contexto.

—Explícate —pedí y se giró hasta colocarse de costado y mirarme.

La poca luz del exterior nos permitía ver únicamente nuestras siluetas y rasgos.

—Políglota igual a hablar, amar o hacer tuyos varios idiomas. Polígama, amar o hacer tuyos a varios hombres —explicó y comencé a reírme.

—¡Tonta! —chillé.

—¿Sabes cuál es la única diferencia entre ambas cosas?

—No, pero vas a decírmelo —deduje todavía riéndome.

—Si eres políglota van a admirarte por tu capacidad de hablar varios idiomas. Si eres polígama van a criticarte por tu capacidad de amar a varios hombres, Patito —explicó con franqueza y negué.

—Por eso prefiero lo primero, ya que después de tantos señalamientos, no estoy preparada para lo segundo. Además de que no me veo amando a más de un hombre —admití sin pensarlo y suspiré.

—¿De qué te señalan? —preguntó y sacudí la cabeza, pensando en todos mis enfrentamientos con su hermano.

—De caprichosa. —Fruncí el ceño al escuchar un suave ronquido cuando respondí y bufé una risa al darme cuenta de que ella ya se había quedado dormida.

Mi sueño en cambio terminó de esfumarse tras nuestra pequeña charla y pensé en una conversación similar que tuve con Dasher dos años atrás, en la casa del árbol en donde nos compartimos nuestros sueños y objetivos.


—Quiero ser arquitecto algún día y tener mi propia compañía, ser mi propio jefe.

—Y lo serás, Dash. Creo en ti y en tus ideales le dije sin ocultar mi mirada de anhelo. Ambos estábamos sentados uno al lado del otro en la terraza de la casa, envueltos en mantas calientitas y bebiendo chocolate—. Amo y admiro que te esfuerces tanto hasta conseguir lo que te propones, por eso cada día me siento más orgullosa de ti.

—¿Y tú, Patito? ¿Qué quieres ser cuando seas grande? —me preguntó con una sonrisa en el rostro y me ilusionó que se interesara así por mí.

—En primer lugar, quiero ser políglota. —Entrecerré los ojos al ver que comenzó a reírse.

—Lo siento, por un momento entendí polígama —explicó y negué con la cabeza, contagiándome con su risa.

—¡Tonto! No podría serlo cuando solo amaré a una persona —aseveré y me miró con interés, eso me puso muy nerviosa—. Pero, volviendo al punto, quiero ser políglota y también amo la fotografía y el diseño, así que comenzaré por aprender los idiomas de los países que deseo visitar para inmortalizar las mejores imágenes expliqué con entusiasmo—. Aunque me gustan los negocios igual, por lo que me debato entre esas dos carreras.

—Pero tú tienes los medios y la capacidad para convertirte en una gran fotógrafa y diseñadora, y a la vez en un tiburón de los negocios —Me emocioné ante lo que dijo porque sentí que de verdad me creía capaz de obtener las dos carreras si me lo proponía.

—Me hace sentir especial que pienses así de mí.

—Eres especial, dolcezza —puntualizó y mi corazón se volvió loco por la manera de llamarme.

—Ya lo sé —me mofé, queriendo por su mote y él negó.

—Y también bastante modesta.

—¡Ya! exclamé sabiendo que comenzaría a chincharme—. Volviendo a lo importante: quiero verte cumplir todos tus sueños, reno hermoso —aseguré, provocándolo a la vez al llamarlo con el mote que tía Laurel lo había apodado luego de ver una película navideña.

A los clones les encantaba sacarle la vuelta al decirle que su madre estaba prediciendo algo al apodarlo como un animal de cuernos enormes y, aunque al principio Dasher lo odió, luego también se divertía él mismo con eso.

—¿Y yo te veré cumplir los tuyos? —me preguntó tras unos segundos y sonreí segura de lo que diría.

—Los cumpliré, aunque no me veas. Te lo prometo dije, dejando claro que nada ni nadie me detendría.

—No rompas tus promesas, Abby.

—Jamás, Dash.


Solté con lentitud el aire que inspiré profundamente, luego de que ese recuerdo me provocara nostalgia por esos días en los que sin darme cuenta fui muy feliz, puesto que sin ser nada más que primos, sentía que lo tenía todo. Sin embargo, no era una persona conformista y eso me costó caro.

Salí de la cama al darme cuenta de que me sería imposible dormir y me restregué el rostro, frustrada porque mi cabeza una vez más no cedía a mis deseos. Rato atrás había escuchado que los chicos entraron a sus habitaciones y la casa se quedó en silencio, por lo que aproveché para ir a la cocina por un vaso de leche con la esperanza de que me ayudara a conciliar el sueño.

—Maldito insomnio —me quejé al ver en el reloj de la estufa los números luminosos que me indicaban que eran las dos de la madrugada.

Había botellines de cervezas y cajas de comida vacías sobre la encimera, así como vasos rojos desperdigados por todas partes, la señal de que, aunque la fiesta fue pequeña, todos pasaron un buen rato comiendo y bebiendo. Con Essie también disfrutamos, pero más de ver a los demás cometiendo locuras y hablando tonterías.

—Abigail, ¿por qué me tienes que aparecer hasta en la sopa? —Pegué un respingo al escuchar la voz de Dasher y antes de fijarme en él, miré a todos lados en busca de alguien más.

Tragué en seco al ser consciente de que solo éramos los dos, al menos en la cocina, pues no estaba segura de sí tenía a alguna chica en su habitación.

Cazzo —espeté en voz baja porque el cuerpo comenzó a temblarme y tuve que hacerle más presión a la caja de leche, para no derramarla cuando serví un poco en el vaso.

No había encendido las luces porque la luna iluminaba mejor la cocina gracias a las puertas de vidrio y los ventanales que la rodeaban. También dejé abierto el refrigerador, por lo que cuando me atreví a mirar a Dasher, noté que tenía el cabello húmedo e iba vestido únicamente con un pantalón de chándal que se colocó demasiado bajo en sus caderas. La boca se me secó más al darme cuenta de su torso desnudo y cómo la piel le brillaba con la luz artificial del refrigerador que justo quedaba frente a él.

¡Dios!

Ver los músculos de su pecho, hombros, brazos y abdominales, me ponía las cosas más difíciles.

—Vine por leche —dije al espabilar luego de que él carraspeó porque me quedé mirándolo—. La cocina es toda tuya —seguí y tomé el vaso con fuerza, mostrándoselo y rogando para que no notara que seguía temblando. Tras eso metí la caja al refrigerador y lo cerré, emprendiendo enseguida mi camino hacia la habitación.

No quería discutir con él, tampoco soltarnos indirectas ni nada que nos incomodara. Desde la fiesta de mi cumpleaños nos habíamos vuelto expertos en evitarnos y mi paz mental me lo agradeció. Incluso conseguimos mantenernos al margen el uno del otro en esa visita, a pesar de que a veces mi mirada no colaboraba y tendía a buscarlo cuando Dasher no me veía.

O al menos eso creí hasta ese momento.

—Pensaría que no toleras mi presencia si no me comieras con la mirada cada vez que supones que no te noto —refutó en cuanto pasé a su lado, pues estaba en el único lugar por el cual debía salir, y me tomó del brazo.

—¿Qué haces? —chillé en voz baja porque me quitó el vaso de la mano y lo puso en la isla, luego me empotró cerca de un pilar enorme de madera que nos cubría de la vista de cualquiera que decidiera bajar a la cocina.

—¿Qué tipo de relación tienes con Jacob? —preguntó y no pude responderle porque no sabía a qué se refería en realidad, y también porque mi garganta se secó más y mi corazón se aceleró de una manera que me hizo doler el pecho—. Ya que, si es la que me demuestras a mí, no entiendo cómo tolera que te comas con la mirada a alguien más que no sea él.

Mi respiración se volvió errática al sentir el calor que emanaba a pesar de que su torso estaba fresco por la ducha reciente, asimismo mi corazón aumentó su celeridad porque la luz exterior me dejó ver el odio en sus ojos, aunque también algo más que no reconocí en ese instante. Y sabía que no se encontraba borracho porque ninguno de ellos bebió demasiado, pero sí lo noté achispado.

—Somos amigos, nada más —le respondí y el movimiento brusco de mi pecho al respirar con presteza me hizo rozar el suyo, dándome cuenta de que no existía mucha distancia entre nosotros.

Su mirada viajaba de mis ojos a mi boca y eso solo incrementaba mi ansia e incredulidad por estar de nuevo tan cerca.

—¿Amigos con derecho a roce? —siguió y tuve que inhalar por la boca porque mis fosas nasales no obtenían el oxígeno suficiente para mantenerme respirando con su cercanía—. ¿Hmm? ¿Un amigo que te da de su leche? —satirizó con demasiada sorna y entendí el doble sentido.

—Eres idiota... ¡Dios! —jadeé y él me cubrió la boca para que no siguiera emitiendo más sonidos en el instante que enterró el rostro en mi cuello, respirando hondo el aroma de mi piel.

Mi raciocinio se desconectó en el momento que con la mano libre me cogió de la cintura y tuve que ponerme de puntitas al sentir que metió una pierna en medio de mis muslos, rozando mi sexo en el proceso. Agradecí que siguiera cubriéndome la boca, ya que volví a jadear con su acción.

¡Carajo! ¿De verdad estaba pasando eso? ¿O al final sí me quedé dormida y me encontraba en mi cama soñando? Y creí que podría ser más lo último, porque solo en mis sueños Dasher sería el causante de un acercamiento entre nosotros.

—Usas ese maldito olor que no he podido sacar de mi cabeza —confesó con la voz ahogada por mi piel y me apoyé con las manos en sus hombros en cuanto sentí que la adrenalina me llevaría al suelo.

Sin embargo, él no parecía querer darme ninguna tregua, ya que me destapó la boca y me tomó con ambas manos de las caderas, instándome a alzar las piernas para envolverlas en su cintura, o eso quise creer. Inconscientemente me restregué en su entrepierna con el movimiento y gemí porque sentí que mi vientre se apretó y calentó al mismo tiempo, un escalofrío reptó por mi columna y la piel se me erizó haciendo que mis pezones se endurecieran como si tuviera frío, cuando en realidad estaba experimentando un calor sofocante pero delicioso.

—¿Me sigues deseando? —cuestionó con una sonrisa ladina al entender lo que me sucedió, pero no respondí, opté por morderme el labio y contuve un nuevo movimiento de mi cadera cuando llevó una mano a mi trasero y la otra la colocó entre mi cuello y clavícula, consiguiendo así que alzara la barbilla con el propósito de que nuestras miradas se alinearan—. Respóndeme, Abigail —exigió y sentí como si de alguna manera me estuviera retando.

—Nunca he dejado de hacerlo —susurré.

Y no porque me tenía envuelta dentro de una bruma, sino porque a pesar de lo que desencadenó mi acto pasado, no me avergonzaba admitirle lo mucho que me gustaba y deseaba; y menos temía decirle que lo seguía amando. Aunque callé eso porque no era el momento de recordárselo.

—Tu capricho por mí ha durado demasiado —señaló y contuve un gemido cuando se movió porque a pesar de que mi entrepierna se encontraba a la altura de su abdomen bajo, alcancé a sentir un bulto que me hizo suponer lo que estaba sucediéndole.

El ardor en la entrada de mi vagina se estaba volviendo insoportable y mis mejillas se calentaron al pensar en que la humedad que brotaba de mi interior traspasaría la tela fina de mi short de algodón, pues no usaba nada más que el pijama para cubrir mi desnudez. Por esa razón sentía más el calor de la palma de Dasher en mi trasero.

—¿Y el tuyo por mí ha despertado? —inquirí y más que pregunta fue una ironía.

Mi voz seguía siendo baja, aunque la debilidad que antes experimenté desapareció gracias al deseo que inundó cada terminación nerviosa de mi cuerpo. El mismo que me devolvió la valentía, sobre todo porque a pesar del odio y asco que Dasher profesaba por mí, reaccionaba a mi cercanía como si no me quisiera lejos.

Y seguí creyendo eso en ese instante, aunque él y negara en respuesta. No obstante, su comportamiento se volvió contradictorio, pues también volvió a cogerme con ambas manos de las caderas y me animó a restregarme con más fuerza en su pelvis.

Dios mío. Eso se sintió demasiado bueno para ser verdad.

—Tengo curiosidad por saber si continúas teniendo el mismo sabor —admitió con voz profunda.

Mi respiración y los latidos de mi corazón se pusieron de acuerdo con el desbocarse a la vez, ya que lo último que esperaba de él era que recordara mi sabor. Aunque de cierta manera, su declaración me hizo sentir con poder en la situación que me hacía atravesar.

—Pruébame —lo reté perdiendo mi poca cordura y él alzó las cejas incrédulo para luego negar.

Sentí cierto regocijo porque quiso apartarse de mí al entender que no me intimidaría, pero antes de que lo consiguiera lo cogí del rostro y estampé mi boca en la suya.

Merda.

Me fue inconcebible el golpe de electricidad que impactó mi cuerpo en cuanto sentí de nuevo ese sabor a menta y alcohol en su boca, y resultó indescriptible que Dasher se petrificara al darse cuenta de lo que sucedía, aun así no me detuve y devoré sus labios, gimiendo segundos después porque él comenzó a corresponderme hasta que tomó el control y me sumergió en un espiral de placer e incredulidad, puesto que esa vez sabía a quién tenía entre sus brazos, era consciente de que besaba a la chica que odiaba y experimenté el frenesí total, ya que en ese instante demostraba que quería consumirme de pies a cabeza.

Santa mierda.

Gemí de placer y dolor, quedándome a la vez sin aliento porque agarró mi labio inferior entre sus dientes y lo chupó. Bajé mi agarre a su cuello al sentir el tornado en mi pecho formándose, abalanzándose enseguida a mi vientre y de ahí me recorrió hasta golpear entre mis muslos. Justo en ese momento Dasher afianzó su agarre en mis caderas y molió su erección en mi centro, empujando la lengua dentro de mi boca.

Oddio.

La destreza ardiente con la que se movía dentro de mi cavidad bucal me puso imágenes en la cabeza que consiguieron que humedeciera más mi short. Cada fibra de mi ser rezumbó y mis músculos se apretaron porque a pesar de que me besaba, yo palpaba todo en mi núcleo. Y quería sentir eso por siempre, necesitaba que mis labios jamás se separaran de los suyos y que el pulso entre mis piernas me golpeara salvajemente por él, no por nadie más.

Cazzo.

Durante mucho tiempo estuvimos envueltos en peleas, miradas despectivas, palabras hirientes e hipocresía, pero justo en ese momento todo lo malo se fue al olvido. El odio puro se convirtió en deseo y el resentimiento en añoranza. Dasher me demostró que sus besos eran capaces de hacerme cenizas y mi torpeza lo hacía polvo. Tanto, que de pronto mi camisa desapareció y mis pechos desnudos se pegaron al suyo.

Nos quemábamos el uno al otro al estar piel contra piel, la celeridad de nuestras respiraciones se igualaba y supe que mis labios estaban tan hinchados como los suyos tras ese beso voraz que acabábamos de darnos. Su mirada me demostró que se debatía entre la razón y la locura, lo que aumentó cuando le tomé una mano y la guié hacia uno de mis pechos, instándolo a que lo magreara como si el inexperto era él y no yo.

—Jesús —jadeé, cerrando los ojos un segundo y mordiéndome los labios para contener un gemido cuando rozó el pulgar en mi pezón y comenzó a jugar con él.

Estaba lejos de ser una experta, pero con Dasher era como si mi mente actuara sola y una parte mía que desconocía, despertaba y tomaba el control.

—No soy yo ahora mismo, he bebido y al parecer mi raciocinio se ha ido a la mierda —resolló tratando de justificarse más consigo mismo y llevó la mano con la que acariciaba mi pecho hacia mi cuello.

—Me gustas más cuando no eres tú —acepté y le cogí la mano para llevarla a mi boca y besar cada uno de sus dedos.

No dejó de mirar mi acción y podía jurar que su mirada se oscureció, pues podríamos ser experiencia e ignorancia, odio y amor, valentía y cobardía, inteligencia y estupidez en ese instante, pero de cualquier manera los dos nos queríamos quemar y arder hasta hacernos más cenizas.

Incluso si Dasher no lo aceptara jamás.

—No, no, no —bufó de pronto rompiendo la magia de ese momento—. Vuelve a tu habitación, Abigail. Esto es una estupidez —espetó furioso y se apartó de mí para recoger la camisa, que antes tiró al suelo, y dármela.

Jadeé por la impresión. Regresar a la realidad de golpe no se sintió bien, sobre todo al ver que sus ojos rogaban porque me quedara, igual que su erección, pero su tormento le impedía seguir adelante.

—Está bien —cedí porque no lo pondría de nuevo en una situación incómoda—. Solo recuerda que esta vez no fui yo quien propició nuestro acercamiento.

—Y no estoy diciendo lo contrario —volvió a espetar, siendo más duro esa vez.

—No es lo que dices sino cómo lo dices, Dasher —señalé sintiéndome un poco humillada por su tono—. Y me estás hablando y mirando como si de nuevo yo hubiera sido la que te engañó y manipuló para que hicieras algo que no querías.

—Tu simple presencia me manipula, Abigail. —Alcé las cejas cuando dijo eso y nos miramos por unos segundos hasta que chasqueó con la lengua y negó con la cabeza.

—¿A qué te refieres? —indagué.

—Vete a dormir —pidió y sacudí la cabeza.

—¿A qué te refieres, Dasher? Dímelo, no seas cobarde —espeté en susurros.

—¿Es cobardía para ti evitar cometer una estupidez antes de que me acusen de abusar de la niña de los Pride? —soltó con perfidia y mis ojos se desorbitaron porque su pregunta fue hiriente y yo no merecía que se comportara así.

—Te desconozco —murmuré herida y sonrió sin gracia.

—Sabes que no digo ninguna mentira. Si te follara en este momento y alguno de tus hermanos o tus padres se por algún motivo, al único que culparían sería a mí, ya que para ellos sería fácil suponer que abusé de ti y con eso limpiarían tus cagadas.

Abrí y cerré la boca sin poder creer que me estuviera diciendo eso, cuando todos sabíamos que papá y mamá lo adoraban. Así que no concebía el hecho de que fuera tan imbécil al suponer que mis padres lo acusarían de algo tan aberrante.

—De nuevo: te desconozco, Dasher —murmuré—. Tú sabes muy bien que mi familia jamás te dañaría de ninguna manera, y si por algún motivo supieran que hemos tenido acercamientos de este tipo, yo sería la primera en aclararles que no me has obligado a nada. Te defendería con uñas y dientes si fuera necesario.

—Las personas actúan mal cuando no quieren que su familia sea deshonrada, incluso tus padres o hermanos —soltó y mis ojos se llenaron de lágrimas porque eso era lo último que esperaba.

No era justo que actuara así. Y le pude haber permitido muchas cosas porque creí merecérmelas, pero por ningún motivo consentiría que en el camino se llevara a mis padres o hermanos, ya que ellos no merecían ser salpicados por mis errores.

Estaba loca por ese chico, pero había límites y él terminó de sobrepasarlos .

—No tienes idea de cuánto me alegra que no lleves mi sangre —refuté y vi la sorpresa en sus ojos, ya que deduje que no esperaba esas palabras de mi parte—, me hace feliz que no tengas lazos sanguíneos con tus padres o Essie porque serías una vergüenza para los Black —agregué con furia y se quedó de piedra.

Yo también crucé el peor de los límites esa madrugada, ya que nunca creí que un día utilizaría el hecho de que era adoptado para dañarlo, pero ahí estaba, rompiéndolo igual que él a mí porque insinuó que mi familia era de lo peor después de que lo vieron y consideraron como uno más de nosotros.

Y por primera vez después de mi error, sentí que todo entre nosotros se rompió de una manera que no podría ser reparado, por lo que me di la vuelta dando por zanjado ese encuentro que no solo fue realidad sino también una pesadilla. Y, acepto que por un instante deseé girarme para pedirle perdón por lo que le dije, pero no lo hice, ya que todo lo que salió de mi boca fue porque quise decirlo, cegada por la ira o por lo que fuera.

Lo dije y no me arrepentiría, así como asumiría las consecuencias. Y mientras iba subiendo los escalones de regreso a mi habitación, me prometí a mí misma que esa sería la última vez que le toleraría una humillación de ese tipo a alguien.

No más la chica aceptando todo por creerse la peor luego de mi error.

No más.


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ÚLTIMO CAPÍTULO PORQUE FUERON MUY BUENOS AL ESPERARME :-)

NOS LEEMOS DE NUEVO EL MIÉRCOLES ;-)

Por cierto, he notado que Wattpad me cambia a veces lo que ya tengo escrito. Ejemplo: o me une palabras o me elimina algunas, he tratado de ser cuidadosa con eso, pero por si acaso encuentran algo me avisan, por favor.

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