Inherencia

Y si en el arrecife tropiezo bruscamente,
tus inquietos pasos de querube,
siempre harán levantarme del charco cotidiano.

Somos latidos inherentes con el universo.

Ésa mirada,
hacia la belleza,
va extendiéndose;
como el resplandor de las luminiscencias en las primaverales mañanas,
como el inconmensurable vendaval del otoño.



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