Intercambio escolar
El mundo parece derrumbarse, su corazón palpita acelerado, pero no por causa de emoción. Esta sensación abrumadora está a punto de acabar con ella.
—¿Qué dices? —titubea.
—¿No lo sabías?
—Mientes.
—¿Realmente crees que le agradas? —Hace una pausa—. ¿Sabes por qué fue al campamento? En su posición no habría podido pagarlo; papá se lo pagó, y a cambio le pidió que se acercara a ti, que fingiera ser tu amigo.
—¿Por qué habría de pedirle eso?
—Porque estás loca, porque estás sola, por eso.
Su cuerpo parece no responderle. Siente un nudo en la garganta, todo le da vueltas, y el estómago se le revuelve. Se sostiene de la puerta para no perder el equilibrio. Sin poder soportarlo más, camina hacia el baño. Empuja la puerta de golpe, se arrodilla frente al inodoro y expulsa todo lo que puede.
Joory escucha todo desde afuera.
—El que ríe último ríe mejor —dice con frialdad, y una pequeña sonrisa en los labios, recordando aquel día que su padre se reunió con Theo y consiguió escuchar el acuerdo.
Meses atrás
Joory escucha tras la puerta, no consigue escuchar todo, pero escucha lo más importante.
—...Ella es una chica solitaria, frágil. La Becky que todos conocen no es más que un escudo para defenderse ante el mundo, es una niña que necesita de mucho amor. No te pido que se lo des, pero quiero que te acerques a ella, le muestres tu mundo, que le indiques el camino para ser feliz, que le ayudes a encontrar un motivo para sonreír.
—¿Por qué yo?
—Porque eres diferente, porque has conseguido ver el mundo como muchos otros no pueden verlo, porque tú mismo has forjado tu futuro a pesar de los abismos que has tenido que salir.
El joven mira al señor sin poder comprender del todo, mientras Joory corre hacia la sala para no ser descubierta.
El señor Coleman entra a la habitación de Becky, al tiempo que la joven sale del baño con el rostro demacrado. Aturdida, destruida.
—Hija vine hablar sobre lo ocurrido. Sabes que nunca he dudado de ti, te conozco a la perfección. Yo lamento haberte golpeado, se me salió de las manos. Sé que te costará perdonarme, pero quiero que sepas lo arrepentido que estoy. Sin embargo, el culpar a Joory de la muerte de tu madre no está bien, ella no...
—¿Qué soy para ti? —lo interrumpe.
—¿Qué? —Frunce el ceño sin comprender a dónde quiere llegar con aquella pregunta o a que se refiere. Ella jamás le ha hecho ese tipo de preguntas.
—¿Te parece que estoy mal? ¿Te soy tan miserable?
—Becky, ¿de qué hablas?
—¿Te parece que necesito ayuda? ¡Soy tan patética que necesitas pagar a la gente que finjan ser mis amigos? ¡Dime! —grita acompañada de llanto—. ¿Acaso le pagaste a Jane y Charlotte también?
—Be...Becky —titubea comprendiendo al fin a lo que se refiere—. No me mal interpretes, no es así. Ahora quizá no lo entiendes. No comprendes cuánto dolor causa ver a tu hija alejarse de la gente, no ser como los chicos de su edad, evitar divertirse, no hacer ocurrencias como suele hacerse a tu edad.
—¡Basta! —Sus ojos llorosos y esa mirada contrita le parten el alma—. No sigas por favor.
—Hija, no entiendes, jamás le pedí que fuese tu amigo, yo...
—Dije que te detengas. Vete.
—Becky...
—Sólo vete, quiero estar sola.
Intentar explicar ahora no servirá de nada, será mejor que la deje sola. Sin embargo, no se explica cómo se enteró. Está seguro que Theo jamás se lo diría.
Ni bien su padre cierra la puerta la muchacha se derrumba perdiendo toda la fuerza en sus piernas, cae lentamente al pie de la cama. El piso se siente frío pero acogedor. Recuesta su espalda en la cama mientras abraza sus piernas. Odia llorar, detesta llorar, pero no lo puede controlar. ¿Por quién llora, por él? ¿Por su padre? No lo sabe, pero se siente doblemente traicionada. No sabe quién le duele más. Se siente decepcionada por haberse mostrado tal como es con alguien que no se lo merecía. Nunca antes había llorado por un chico. Nada era verdad, nada de lo que ella creía era verdad. Los recuerdos afloran en su mente uno a uno. El día del accidente, él entrando a su salón, cuando le puso el apodo: abeja reina, el enfrentamiento por el primer puesto, sus competencias absurdas, bailando tango, el viaje a Escocia, cuando la besó, cuando la defendió, el paseo al parque de diversiones, cocinando juntos... los recuerdos eran tantos que cada recuerdo significaba una estocada, una alerta de saber que nada era cierto, que todo fue una mentira. Ya no tenía nadie en quién confiar. ¿Cuándo fue que bajó la guardia? ¿Cuándo fue que depositó su confidencia en ese embustero? Se odiaba más por sentirse miserable, cuando antes no le hubiese importando. Cielos, como dolía.
Soy una idiota. Maldito, maldito, esto no te lo voy a perdonar.
Y ahí se prometía a sí misma volver a ser la misma de siempre, a no sufrir nunca más, a no confiar en nadie más... La Becky de antes, volverá a tomar su reinado.
🐝🐝🐝
Un nuevo día comienza. Los alumnos ingresan a la escuela sin parar de reír. En la entrada se reúnen en grupos y se saludan como si no se hubiesen visto el día anterior. Becky espera que su chofer le abra la puerta para bajar. Nuevamente vuelve a usar los tacones que ya había dejado de usar por un buen tiempo. A diferencia del resto, camina sola, con pasos marcados y resonantes.
A una corta distancia Theo llega en su bicicleta, y al verla se baja para caminar a su ritmo.
—Abeja, ¿conversaste con tu padre? —pregunta. Le afloja el corbatín amistosamente.
Ella se detiene, toma la mano de Theo, y la retira con brusquedad.
—¿Quién te crees? —cuestiona con expresión dura, sin ningún rasgo amable en su rostro.
—¿Qué? —Frunce el ceño extrañado.
—¿Acaso somos amigos?, ¿quién te crees para poner tu sucia mano en mí?
El muchacho totalmente atónito, se pregunta que le ocurre.
¿Qué le pasa?, ¿por qué de pronto se comporta así?
Becky se pone en marcha sin darle tiempo a reaccionar. Si hubiese mantenido esa misma actitud con él desde siempre, se habría evitado todo lo que tuvo que soportar. Una chica se aproxima corriendo en sentido contrario comiendo un chocolate. Al parecer su amigo la intenta atrapar, y sin darse cuenta se topa con Becky. El dulce da a parar en su pecho. La pelinegra se detiene para mirarse.
—Lo siento mucho, no fue mi intención —se disculpa la jovencita que no debe pasar los diecisiete.
—Lo sentimos mucho —continúa su amigo.
Becky recoge el chocolate que había caído al suelo, y lo mira por un instante. Baja un poco más el empaque, se acerca a la chica y se lo restriega en la cara.
Detrás, Theo observa horrorizado la escena, al igual que el amigo de la muchacha.
La pobre empieza a llorar sin hacer ruido. Sin protestar cuando Becky le ensucia toda la cara. Le pone el resto de chocolate en su mano derecha, y camina con una expresión fría hacia el salón.
Theo continúa anonadado, sin comprender qué le ocurre a Becky. Preguntándose qué pudo haber ocurrido que la obligó a retomar sus hábitos desdeñosos. Volviendo en sí, saca un pañuelo y le da a la víctima de su abuso. Vuelve a mirarla, caminando altivamente. Algo crece dentro de sí, una mezcla de preocupación y decepción. A pasos ligeros la alcanza justo en el salón.
—¿Qué fue eso? ¿Cuándo volviste a ser así? —La toma del brazo girándola hacia él.
La muchacha se suelta de su agarre ignorándolo por completo. Theo la mira, extrañado, no logrando entenderla. La incertidumbre lo llena por completo. Teme perderla, teme que todo su esfuerzo de ese tiempo para ayudarla se vaya al vacío. De pie y sin moverse un centímetro, la observa sentarse con arrogancia, sin saludar a nadie, sin sonreír ni de casualidad. ¿Qué le pasó? ¿Qué le hicieron? Desesperadamente necesita entender, comprenderla, hablarle...
—Buenos días muchachos. —Ingresa el tutor sonriente—. Saluden a su compañera —indica mientras entra Joory.
—¡Joory! —Salen a abrazarla sus amigas.
—Bienvenida Joory —continúa el tutor—. Tomen asiento.
—Gracias maestro. Theo —le saluda la pelirroja, toma su brazo y lo incita a ocupar su lugar.
Se deja guiar hacia su pupitre, pero su mirada y su pensamiento no se despega de esa chica de largo cabello negro al igual que sus intimidantes ojos. ¿Qué te sucedió? ¿No vas a decirme nada?
—Vine a darles la noticia del festival que se avecina —continúa el docente—. Como ya saben, escogeremos cinco candidatas de cada salón para ser la reina del festival. ¿Quién se apunta?
Charlotte y Jane levantan su mano sin dudarlo.
—Bien, Charlotte, Jane. —Anota en su cuaderno—. ¿Quiénes más?
—Yo también. —Rita levanta la mano.
—Bien, ya tenemos tres.
—Yo también maestro. —Levanta la mano Joory.
—¿Joory va a participar? —le habla Jane a Becky—. Amiga no puedes quedarte atrás.
—Bien Joory. ¿Alguien más? —prosigue el maestro.
—¿De qué hablas Jane? Becky nunca participa en esto —opina Charlotte.
—¿Nadie más? ¡Vamos muchachas anímense!
Becky mira a su hermana. Esta es la oportunidad de vengarse de ella. Nunca le ha gustado participar de las ridiculeces ni pérdidas de tiempo de su escuela, pero esto será su estocada final. Le quitará el reinado en todos los ámbitos. Se vengará de ella y del estúpido de Theo. Lentamente levanta su mano.
—¿Becky?, ¿vas a participar? —cuestiona el hombre sorprendido—. Bien excelente. Entonces ya tenemos a las cinco.
—¿Qué, Becky va a participar? Siempre ha dicho que es una pérdida de tiempo —cuchichean sus compañeros.
—Bien hecho Becky —la anima Jane.
Joory la mira con odio.
El anhelado recreo llega finalmente. Becky y sus amigas salen del salón, y Theo va tras ellas intentando hablar con la morena. Sin embargo, el director lo intercepta en el pasadizo.
—Britter.
El joven lo saluda educadamente, sin dejar de mirar a su compañera.
—El presidente te espera en dirección.
¿Justo en ese momento? Le da una última mirada a Becky, y asiente torciendo el labio. Cuando llega a dirección, toca despacio.
—Puedes pasar Britter.
Obedece y espera que el director cierre la puerta.
—Buenos días señor.
—Toma asiento.
—¿Qué ocurre? —pregunta sin rodeos.
—Ella se ha enterado de todo.
Theo abre los ojos como platos, y los cierra bruscamente, llevándose la mano a la frente, frustrado. Intenta mantener la calma y pensar en las posibles consecuencias.
—¿Cómo?
—Realmente no lo sé.
—Ahora todo tiene sentido...
Por fin puede darle solución a la interrogante que lo estaba carcomiendo durante toda la mañana. Aunque no se lo esperaba, comprende el porqué de su actitud. Con todo y lo que le costó ganarse su confianza, viene a pasar todo esto. ¿Cómo hará para explicarle? Con lo orgullosa y testaruda que es, le resultará realmente difícil, incluso más que al comienzo. Se arrepiente de haber aceptado el trato, ella debe estar pensando que todo fue por ese viaje al que ni siquiera tenía pensado ir. Debe estar pensando que todo fue una mentira, que solo estaba cumpliendo con su parte.
—Me temo que Becky pueda cometer errores de lo que vaya a arrepentirse.
—Voy a solucionarlo. —Se pone en pie dispuesto a irse.
—Confío en ti —susurra el presidente sin ser escuchado.
🐝🐝🐝
Becky come junto a sus amigas, Daniel y Mario se les unen también.
—Qué bueno que participes Becky, estoy seguro que serás la reina del festival —comenta Daniel.
—¿De qué hablas? Mi Jane es preciosa, ella será la reina —interviene Mario.
—Ya verás que no. Ella fue la reina el año pasado, este año será Becky.
—Qué mal. —Charlotte se tira sobre la mesa—. No tengo a nadie que abogue por mí.
—Tú fuiste la reina en primero, este año le toca a Becky —continúa Daniel—. Es nuestro tercer y último año de escuela. De tan solo pensarlo se me pone la piel de gallina. ¿No les asusta la universidad?
—Sí Daniel. Ahora que lo pienso no sé qué estudiar —expone Mario.
Mientras discuten sobre las posibles carreras que pueden estudiar, Theo mira en todas las direcciones hasta que por fin la localiza. Sin esperar más, se acerca a grandes pasos, y ocupa un lugar junto a ella. En cuanto topa la madera, Becky se pone de pie y escapa con la misma rapidez que él lo hizo para acercarse.
—Becky, espera. —Charlotte va tras ella.
—Ni siquiera terminé de comer. —Jane se levanta de mala gana.
—Esperen —se apresura también Daniel.
—¿Qué le ocurre? —Mario mira a Theo preocupado—. ¿Está enfadada contigo? ¿Qué le hiciste?
Theo se restriega el rostro sin saber cómo explicarle. Si ni siquiera permite que se le acerque. Esto no será nada, nada fácil. Será más fácil hablar con la reina de Inglaterra que con la abeja reina.
La semana pasa igual, Theo no ha podido explicarle ni conversar con ella ni un segundo.
La gran noche del festival llega. Todos lucen sus mejores atuendos carísimos para la ocasión. Mientras las participantes esperan nerviosas detrás del escenario.
—Estoy tan nerviosa. He escuchado que primero desfilamos, mostramos nuestro talento, modelamos en nuestro traje hecho de reciclaje, y luego en el de gala, y finalmente las preguntas de cultura general —comenta una chica de primero.
—Es cierto —prosigue su compañera—. Qué nervios.
Tengo que hacer todas esas ridiculeces —Piensa Becky, aunque Charlotte y Jane le hicieron el vestido hecho de reciclaje.
—¿No estás nerviosa? —Charlotte la saca de sus pensamientos.
—Sólo quiero terminar de una vez.
—Eres la mejor —la anima Jane.
Joory mira a su hermana y ésta le devuelve la mirada retadoramente.
El director inicia el festival como cada año con el himno nacional, el reconocimiento del jurado, y anuncia a todas las participantes quiénes salen muy nerviosas intentando sonreír lo más que pueden. Los estudiantes aplauden sorprendidos por la participación de Becky, aunque se ven tan seria como siempre, parece que la están obligando a participar.
—Estas son nuestras bellas jovencitas de la prestigiosa escuela San Idelfonso.
—Mira nuestra Becky y Joory. ¡Vamos queridas! —anima la abuela.
El señor Coleman sonríe de oreja a oreja sin dejar de fotografiarlas a ninguna.
—Son tan bellas como su madre.
—Así es hijo.
El señor Coleman recuerda que conoció a la madre de las mellizas justo en un festival. Ella se coronaba de reina, y él no dejaba de verla embelesado. Se enamoró de ella a primera vista. Entonces al terminar la ceremonia él se acercó y le entregó un ramo de flores. Ni siquiera pudo emitir una sola palabra. La señora Coleman le sonrió y depositó un beso en una de sus mejillas. Grande fue su sorpresa cuando la encontró en la universidad. Era tan amable y dulce. No fue difícil amarla.
Luego del desfile las estudiantes presentan su talento: unas cantan, bailan, cuentan chistes, recitan poesías, tocan instrumentos... Joory presenta una coreografía de pop, mientras Becky presenta un baile hindú. Las dos lo hacen muy bien, quedando seleccionadas para la semi-final. Quedan únicamente ocho jovencitas, cinco de tercer año, dos de segundo y una de primero.
El desfile de vestidos hechos con reciclaje es un prodigio, la creatividad de las estudiantes salen a relucir en esa fase del concurso.
—Llegamos a la fase final. El desfile en vestido de gala y preguntas de cultura general —anuncia el director.
Detrás del escenario Jane termina de colocarse los pendientes de oro.
—¿Qué te parece Becky?
—Están bien, combinan con tu vestido.
—El vestido está precioso te queda a la perfección —le devuelve el elogio Jane—. Resalta muy bien tu figura. El color champagne se ve muy bien con tu color de piel, y el cabello ondulado se te ve de maravilla. Estoy segura que tú serás la reina.
—Yo no estaría tan segura —opina Joory quien luce un vestido en color rosa—. Yo seré la reina.
Becky se acerca a ella y le habla al oído.
—Yo de ti no estaría tan segura, no me llegas ni a los talones.
Joory la fulmina con la mirada.
El director anuncia a las jóvenes quienes caminan un tras de otra.
—Mi Jane se ve preciosa —comenta Mario.
—Becky es la más hermosa —prosigue Daniel.
—Al menos debería sonreír y fingir que desea ser parte del concurso, ¿no crees Theo?
—Becky no necesita fingir como las demás, ella se ve hermosa así, con su expresión al natural —contraataca Daniel—. Theo está de acuerdo conmigo, ¿no es así?
El nombrado solo eleva los hombros.
—Yo sólo quiero ver el final.
—Qué chico —murmura Daniel.
Luego del desfile, comienza la ronda de preguntas. La de segundo queda eliminada, luego Jane.
—¿Ya viste? Quedó eliminada en la segunda ronda, pobre tu Jane. —Daniel fastidia a Mario.
—Maldición, iré a verla.
Theo se limita a sonreír.
—Solo tenemos tres participantes, Kiara de primero, Joory y Becky de tercer año. Sortearemos las tres últimas preguntas.
Las jóvenes toman el papel con el número de pregunta. La de primero falla en la respuesta por lo que queda como segunda dama. La verdadera competencia inicia. Se sortean nuevamente las preguntas entre las hermanas.
—¿Quién crees que gane? —le pregunta Daniel a Theo.
—Realmente es difícil de saber.
Las dos se ven igual de hermosas, y las dos son tremendamente inteligentes. Difícil elección. Las preguntas se van acabando y ninguna de las dos falla.
—Es realmente el mejor festival en la historia de nuestra escuela. Dos alumnas brillantes. Nos quedamos sin preguntas, por lo tanto, pasaremos a la segunda opción, los alumnos escogerán a la reina. Todos entren a la página de la escuela y dejarán su voto.
Los alumnos quedan sorprendidos, eso será igual de difícil, la mitad sigue a Becky y la otra mitad a Joory, aunque en el fondo las detestan. Todos se apresuran a entrar a la página y dejar su voto. Luego de la cuenta regresiva el director saca el porcentaje de la ganadora.
—Ya tengo los resultados. Estas dos hermosas estudiantes pasaron diversos concursos, finalmente la reina fue escogida por el alumnado, y la reina del festival es....
Música de suspenso.
—La señorita ¡Becky Coleman! —se dirige a ella colocando una enorme corona sobre su cabeza—. Con la única diferencia de un voto.
Becky lo primero que hace es mirar a su hermana con media sonrisa en los labios, se acerca a ella y la abraza.
—Te dije que soy mejor que tú, y todos lo saben.
La pelirroja se muerde el labio casi haciéndolo sangrar.
—Y como primera dama: Joory Coleman.
—¿Ya vieron? Becky es la reina.
—Así parece Daniel —responde Theo.
— ¡Bravo Becky! —Jane se pone de pie al igual que Charlotte.
—Nosotros la ayudamos con el voto —opina Mario—. Theo, ¿por quién votaste?
—No sé. —Se levanta sonriendo, presto a salir.
—Ya vengo tengo que ir para las fotos —se apresura Jane.
🐝🐝🐝
La foto de Becky está puesta por toda la escuela luego del festival, coronada como la reina de ese año.
—Tu foto embellece la escuela.
—No exageres Charlotte.
—Es así, ¿no Jane?
—Sí, y Joory y sus amigas no dejan de mirarte con odio.
Conversan y conversan mientras llegan al salón. El tutor ingresa después de ellos.
—Buenos días muchachos, las notas del examen están listas. Hay buenas y malas noticias. Empecemos por la mala, el promedio más bajo de este trimestre está en nuestro salón.
Los estudiantes dibujan una gran "O" en sus rostros.
—Sin embargo, los mejores promedios pertenecen también a nuestro salón.
—Deben ser de Becky, Theo y Joory —comenta un estudiante.
—Y la última noticia es sobre el intercambio escolar. Saben que estudiantes destacados son propuestos para estudiar en el extranjero el último trimestre. Hubo una extensa reunión con el presidente Coleman, el director y la plana docente, y hemos propuesto a uno de los mejores estudiantes para el intercambio escolar con Inglaterra: Theo Britter.
El joven abre los ojos como platos por tal noticia, mientras sus compañeros aplauden. Becky mira de reojo consternada. ¿Theo se irá?
—Felicidades Theo —le habla Joory.
—Buena viejo —continúa Mario, y así sus demás compañeros.
—Al final del día acércate a dirección Britter.
—Sí maestro.
🐝🐝🐝
Luego de visitar al director, Theo camina junto a Mario con un sinfín de dudas en su cabeza.
—¿Vas a aceptar?
—Es una buena oportunidad, ¿no?
—Pues sí, y si tienes buenas calificaciones, puedes ser becado y estudiar la universidad allá. Es prácticamente un hecho. Aún tienes tiempo para pensarlo, sé que decidirás bien. —Pone la mano en su hombro.
Theo lo mira con cariño, y suelta un profundo suspiro.
—Creo que ya la tomé. —Se aleja corriendo.
—Hey Theo, ¿a dónde vas?
🐝🐝🐝
Becky está a punto de entrar al salón, cuando siente que alguien la toma del brazo, voltea bruscamente y se topa con los ojos brillantes de Theo.
—Becky, aún no me has permitido hablar contigo.
—No tenemos nada de qué hablar. —Se suelta de su agarre y sigue su camino.
—He decidido ir a Inglaterra —suelta de golpe.
La joven se detiene mas no voltea hacia él.
¿Entonces ha decidido ir? Que me importa, eso no tiene que ver conmigo.
Camina nuevamente hasta su pupitre, aunque en el fondo la golpea con fuerza.
Theo la mira, cabizbajo, y sin decir más, vuelve a dirección.
🐝🐝🐝
Pasa una semana más, y los de tercero organizan la despedida de Theo.
—No puedo creer que Theo se vaya mañana, voy a extrañarlo mucho. Ahora quien cocinará para mí... —se queja Mario, meditabundo.
—Yo iré a cocinarte.
—¿Sabes cocinar Jane?
—Pues no.
—Me lo imaginaba. —Baja los hombros—. ¿Sabes qué es lo peor? Mi madre ya no me dejará vivir en mi depa.
—¿Por qué, Mario?
—Sólo me dejó vivir fuera de casa porque Theo vivía conmigo.
—Vaya, qué mal. Por cierto, no olvidemos todos hoy a las ocho de la noche en el departamento de Mario —se dirige a sus compañeros. Ellos asienten con la cabeza—. Becky, ¿irás?
—No tengo nada que hacer ahí.
—Bien dicho Becky —opina Joory, ganándose una mirada odiosa de su hermana.
—Becky, pero Theo y tú llegaron a ser cercanos, incluso pensé que tenían algo —interviene su amiga la rubia.
—Te equivocas Charlotte.
—Shh, ahí viene Theo —se apresura Mario.
El joven ingresa muy serio, se sienta en su pupitre con la misma cara de palo. Tiene un sobre blanco en su mano.
—¿Qué es? —le pregunta Mario.
—Nada. —Lo mete en su mochila.
🐝🐝🐝
Becky se recuesta en su cama, enciende el televisor, cambia de canal en canal sin encontrar nada en que distraerse. Decide mejor apagarlo. Coge su teléfono y entra al WhatsApp, recibe mensajes de Charlotte y Jane rogándole que vaya a la despedida. No contesta ni uno solo. Mira en los estados y casi todos son de la despedida. Hay fotos y videos disfrutando de comida, bebidas y música. En uno de los videos aparece Joory tomada del brazo de Theo. Cierra la aplicación y lanza el teléfono al otro lado de la cama.
Los rayos de sol iluminan la habitación, no ha podido si quiera pegar el ojo. El pensamiento que pronto él va a irse, no la deja en paz. No debería importarle, pero ese pensamiento no desea darle tregua. Se levanta de la cama y mira la hora: ocho y media. Pasa junto a su escritorio y hace caer su bolso, lo levanta y saca los libros y cuadernos que utilizó ayer. De pronto, un sobre blanco aparece junto a ellos.
—¿Cómo llegó esto aquí? —Abre el sobre y dentro de él saca una carta, frunce el ceño preguntándose que puede ser, en seguida decide leerla.
Pensarás que soy un completo cobarde por hablarte a través este medio, sin embargo, es la única forma de decirte lo que siento. ¿Recuerdas el primer día que nos vimos? Casi muero por tu causa. No voy a negarte que al comienzo eras insoportable, pero nadie más que yo te ha llegado conocer. Tu padre jamás me pidió que sea tu amigo, él solo intentaba que conocieras a una persona que había pasado por lo mismo al igual que tú. Al comienzo no lo entendía, pero llegué a comprenderte, y a comprenderme a mí. Me brindaste la confianza de contarte mi debilidad, como nunca antes nadie lo había hecho. Me contaste sobre ti cuando ya lo sabía todo. Tú necesitabas de mí, y yo necesitaba de ti, incluso si tu padre no me lo hubiera pedido, el destino me hubiese permitido abrir tu escudo y descubrirte tal y como eres. Si no me importaras, no me habría tomado el tiempo de escribirte, no quisiera irme sin verte por última vez. Sé que no soy precisamente el más romántico, pero esto ya es demasiado para mí. Parto a las nueve en punto, si tienes algo que decirme, te esperaré en el aeropuerto San José. Te espero Abeja reina.
Atte: Theo Britter.
Gruesas lágrimas caen de sus ojos, mira la hora una vez más, 8:35. Tiene menos de veinticinco minutos para ir. Se viste lo primero que ve, un vestido blanco, chaqueta en color beige, y tacones con plataforma. Baja las escaleras a la volada. Menos mal ve al chófer en la entrada.
—Rápido, al aeropuerto San José. —Se sube al auto.
—Sí señorita.
Pone andar el auto a una velocidad considerable.
—Ve más rápido.
Consulta una vez más el reloj y mira la carta que lleva en su mano sin dejar de llorar.
No te vayas, por favor aún no te vayas. No sé qué me has hecho Theo, Theo Britter.
El chófer maneja como si estuviera en una carrera de autos.
—Llegamos.
Ni bien se detiene, la joven se baja a estancadas, y corre hacia el elevador. Para su mala suerte está cerrado. Gruñe y corre hacia las escaleras. Inflando sus pulmones con todo el aire posible, sube los peldaños como si su vida dependiera de eso. En realidad, todo depende de eso. Al final de las escaleras se cruza con los muchachos.
—Becky. —Se sorprende su hermana la pelirroja—. ¿A dónde vas? ¡Becky! —Intenta ir tras ella, sin embargo, Mario la detiene—. ¡Maldición!
—¡Es a la mano izquierda! —grita Mario.
Becky continúa corriendo. Consigue escuchar la indicación de su compañero, va hacia la mano izquierda y lo ve justo ahí, en fila. Con la mirada clavada en el suelo, avanzando por inercia. Abstraído. Una sonrisa se dibuja en sus mejillas cremosas.
—¡Britter! —grita con todas sus fuerzas.
El joven da vuelta, sorprendido al verla.
—Becky —susurra. Y sale de la fila para ir a su encuentro.
Ella corre hacia él, aún con lágrimas en los ojos. Estando a pocos centímetros, le toma de la chaqueta y lo atrae hacia su cuerpo. Lo mira directamente a los ojos, y sin más, posa sus labios sobre los suyos.
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