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🌷 «Travieso» 🌷
A Sehun nunca le han gustado los niños traviesos. De esos que cometen malas acciones pero a los que nadie les dice nada porque está socialmente aceptado que los niños son criaturas lindas, inocentes y puras. Tal vez algunos lo sean pero en lo que respecta al porcentaje que ha conocido Sehun, no cabe duda que todos son meros demonios que ocultan los cuernos y la cola debajo de sus rabos y orejas de conejitos. Exactamente como el hijo de Yi Fan y Junmyeon.
Ha pasado un año entero desde que a los caprichosos padres les concedieron la aprobación para llevar a cabo la adopción y aunque Sehun fue insistente (Luhan lo codeó más veces de las que era realmente necesario mientras lo hizo) Junmyeon se ha impuesto como madre y ha elegido llevar consigo a un niño de apenas dos años en lugar de a un adolescente de diecisiete con capacidad física y mental para trabajar y edad bajo el rango legal para no poderse quejar.
—¿Sabes que es un bebé y no una granada, verdad Hun? —se burla Luhan de su chico, mientras lo observa sosteniendo al pequeño Kun. O al menos, intentando hacerlo sin morir de miedo en el intento.
—Habla por ti, ángel. Pero este mocoso me ha vomitado seis veces desde su llegada —gruñe de vuelta el menor, aferrando el agarra bajo las axilas del niño y apartándolo lo más que puede de su no tan costosa ropa.
—No vayas a olvidar que el mocoso es mío —le amenaza Yi Fan apareciendo en escena—. Y que como lo tires, te arrojo yo por las escaleras. Así que haz el favor de sostenerlo como se debe.
Refunfuñando, porque Sehun detesta cuando Yi Fan se pone en papel «acá el papá experto soy yo», el coreano obedece y se acerca al infante hasta que lo hace sentarse sobre una de sus piernas y cuida con ambas manos que un mal movimiento lo vaya a hacer resbalar. Al frente, Yi Fan asiente satisfecho y Luhan ríe bajito antes de dedicarse a ayudar a Junmyeon a servir el té.
—Entonces, ¿por qué nos han pedido venir? —cuestiona Sehun, al cabo de un momento—. ¿Al fin se han decidido a devolverlo a su caja y quieren que les ayudé a pegar sus estampillas?
Una alegre sonrisa se instala en sus labios y Luhan se abstiene de golpearlo porque el pequeño yace en su regazo, en su lugar, se conforma con decir que:
—Sé más amable o el que se ponga en paquetería a China voy a ser yo. Y sabes que papá no me dejará regresar —agradeciendo la amenaza que no provoca réplicas en el menor, Junmyeon procede a hablarles de su elección por festejar el bautizo de su hijo.
Según les cuenta, Chanyeol y Baekhyun se han postulado primeros para ser los padrinos pero Yi Fan ha insistido en que quiere que sea Luhan quien apadrine a Kun. Sehun no ha dicho ni dos palabras en contra de aquella moción, cuando el llanto potente del niño estalla cuál bomba nuclear y el hombre se pone de pie para arrullarlo lejos de la sala.
Con susurros queditos como los de una sonaja y movimientos que espera controlen a Kun, Sehun se las apaña para hacerlo callar y decide que tal vez su compañía lo que lo ha llevado a explotar. Vislumbra el corralito que el mocoso tiene para jugar y lo acomoda entre sus cojines acercando un peluche de dragón antes de erguirse en toda su altura y comenzarse a alejar. Dos, tres. Su cuarto paso y la mitad de la respuesta de Luhan en afirmación a la petición, lo mandan regresar donde el niño que ha arrojado su juguete y vuelto a estallar en lágrimas saladas.
—Sí, lo sé. Tú padre y su afición por los dragones —Sehun rueda los ojos y se pone en cuclillas para alcanzar los bloques de plástico de colores que apila frente a su sobrino para distraerlo y hacer cesar el llanto—. ¿Debería construirte tu propia muralla china y esperar que te den ganas de regresar allá? —sonríe y observa al niño asir los bloques, dándose por satisfecho y alejándose del lugar.
Tal vez sea una especie de reto, tal vez un castigo por robarle la belleza a la mitad de la población en Corea, Sehun no lo sabe pero lo quiere saber porque como tenga que regresar a Kun una vez más para hacerlo callar está seguro que terminará por confirmar que bajo el mameluco de conejo, el hijo de los Wu es un verdadero demonio.
—¡Junmyeon! ¡Ven a calmar a tu cría! —lloriquea entonces y entre risas de mofa, sus dos amigos y su chico se acercan al alterado médico para hacerlo calmar.
—¿Y así quieres formar una familia? —se burla el recién llamado mientras toma en brazos a su hijo y le sonríe como asegurando que todo está en perfecto estado—. Kun no te está molestando, solamente, quiere que le dediques toda tu atención.
—¡Pues ni que fuera mi hijo! La única persona a la que le decido el 100% de atención es a Luhan y en un futuro, a nuestros propios hijos. Unos que no sean llorones, cachetones y usen mamelucos extraños en forma de conejo.
Silencio. Y entonces, un llanto. Tal vez sea extraño pero Sehun puede apostar que aquel niño travieso ha entendido lo que dijo y ha respondido en llanto porque le parece grosero que su tío favorito (y futuro padrino) se exprese así de él. Arrepentido y con una expresión que nada le debe a la de un Kun llorón, Sehun se aparta de su marido y arrebata al bebé de brazos de Junmyeon:
—¡No es cierto,mocoso! No eres un llorón y en realidad, me gustan tus cachetes como de hámsterglotón. Detesto tu mameluco pero... ¡Prometo comprarte uno bonito la próxima vezque venga a verte! Y construiré tu muralla china, toda China si quieres, pero porfavor, ya no llores.
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