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🌷 «Matrimonio» 🌷
Sonríe; lleva el traje blanco perfectamente acomodado, su cabello ha sido peinado hacia atrás y no ha abusado del maquillaje, tal como su madre le sugirió que hiciera. La emoción del momento invade su pecho como una mole de nervios y excitación, que convergen sin que Luhan sepa decir si acaso todo eso es posible.
No está asustado, sabe lo que dirá y también la respuesta que escuchará, pero un novio debe estar ligeramente intranquilo el día que contraerá matrimonio, ¿no?
Es el 20 de diciembre, el día que Sehun eligió porque coincidía con los números de sus días de cumpleaños y es la fecha que Luhan siempre imaginó cuando pensó en su boda. Solo tres noches atrás, una fuerte nevada azotó Seúl, pero ese tercer jueves es, en realidad, un día perfecto para celebrar. El sol ha salido para calentar un ratito, no hay nubes ni se han congestionado las principales avenidas.
Sus padres han aparecido temprano en el aeropuerto y lo han visitado antes de ir a su hotel porque «Todavía estás a tiempo de elegirnos sobre Sehun». No es como que su padre realmente deteste a su prometido, pero ya Luhan sabe que los celos debió heredarlos de algún lado. Sus amigos más cercanos –Minseok, Junmyeon y Baekhyun– han aparecido ya para hacer su labor y le han dejado para ocupar sus sitios como sus damiselos de honor.
—¿Listo, Hannie? —dice su padre, asomando la cabeza por la puerta. Asiente y apenas deja la antecámara, Luhan se prensa de su brazo intentado ahogar los nervios que amenazan con hacer flaquear sus rodillas.
—No te estés asustado, hijo. Ya sabemos que Oh va a decir que sí, sólo para asegurar que te quedes siempre a su lado —medio bufa su papá, pero sus intenciones consiguen robarle una sonrisa.
—No es miedo, es que... No quiero caerme camino al altar.
—Bah, yo me tiraría a tu lado y fingiría convulsionar si lo hicieras. Daríamos un buen espectáculo —sonríe el hombre—, pero tampoco te preocupes, porque nunca voy a dejarte caer.
Sujetándole fuerte, su padre lo conduce hasta la capilla. Hay tulipanes rosados decorando los foreros y casi un centenar de invitados que se vuelven para mirarlo. Al frente están sus padrinos, que son las parejas de los de Sehun y frente al cura está su prometido. Han decidido casarse de blanco pero Luhan ha insistido en que el traje de su novio se diferenciara en algo, por ello que sus solapas sean color negro al igual que su moño. Lleva el cabello azabache ligeramente largo, así que un travieso flequillo le cae sobre la frente incluso si se ha peinado.
Luce apuesto, elegante, también caliente. Mientras se dirige hacia él, Luhan cree que el corazón podría escaparle desbocado. Conoce a Sehun desde hace años, lo ama desde casi el mismo tiempo y aunque en su cabecita siempre imaginó llegar a casarse con el menor, no puede creer que su príncipe azul realmente esté parado al frente esperando por él.
Las primeras lágrimas se agolpan en sus ojitos pero Luhan parpadea para obligarlas a aguantar y no puede evitar sentirse poquito tonto cuando repara en que Sehun, de hecho, se ha puesto a llorar. Un par de lágrimas resbalan por sus mejillas y Yi Fan le ha tomado del hombro para extenderle un pañuelo. Entonces llega hasta él y su padre extiende su mano como pensando dos veces sobre si ofrecerla o no.
—Ya sé que lo quieres y que lo vas a cuidar, pero no olvides que siempre será mi niño. No me importa que hagas, voy a hacerte papilla si lo llegas a lastimar —le dice el señor Xiao, antes de besar la mejilla abultada de su hijo y dejarlo dar dos pasos para empezar la ceremonia.
Cuando sus manos se unen, Sehun le sonríe y contiene el deseo de lanzarse sobre sus labios. Luhan luce tan radiante como el más bello ángel y tiene ese aire soñador que casi lo hace parecer salido de un cuento para niños. No le suelta en ningún momento y juntos escuchan al cura en silencio hasta que el mismo indica que deben recitar sus votos. Ha sido idea suya escribir ellos lo que dirán, y aunque Yi Fan le ha metido el discurso en el bolsillo del saco, Sehun ha aprendido cada sílaba de lo escrito en el papel:
—Yo, Wu Shì Xūn, prometo cuidarte siempre que estés enfermo y no recurrir a las inyecciones a las que tanto miedo les tienes. Respetarte, incluso cuando te enfades y me insultes en chino y yo te quiera responder en coreano. Prometo cuidar mi apariencia, para que siempre tengas un marido guapo, sano y con abdominales. No roncaré nunca contra tu oído ni olvidaré rellenar la nevera con helado. Prometo amarte, por siempre. Hasta que la muerte nos separe e incluso después.
—Yo, Xiao Luhan, prometo darte mi completa atención siempre que no estén transmitiendo un drama de Lee Jong Suk y llenarte de besos si alguna vez te ignoro. Respetarte y retarte, porque soy una princesa y es mi deber ponerle drama a la relación. Prometo no teñirme nunca el cabello de verde porque tú odias ese color y seguir robándome tu ropa hasta vaciarte el armario. Aprenderé a cocinar para ponerte gordito y prometo, que voy a amarte hasta que las estrellas caigan del cielo y se apague el sol.
Lo siguiente es un beso, uno que brilla como el mágico momento de un cuento de hadas y aplausos de todos aquellos que han tenido la dicha de presenciar su historia de amor.
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Que difícil fue reducir esto a menos de 1,000 palabras... 🤫
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