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🌷 «Feo» 🌷
Xiao Luhan ama ser profesor. Le gusta aprender y compartir lo que sabe, sobre todas las cosas, le agrada convivir con niños, esas pequeñas criaturitas tamaño bolsillo, con cerebros como esponjas y sonrisas de dientes de leche que prosiguen a comentarios inocentes.
Nunca fue capaz de verse enseñando a chicos grandes como los que iban al elemental o jóvenes groseros y repletos de hormonas como todos esos que él conoció al llegar al instituto. Mucho menos esos de intelecto súper desarrollado que iban a la universidad. No, Luhan siempre quiso ser profesor de jardín de niños y gracias a sus esfuerzos, lo logró.
Enseña a pequeños de dos a cinco años, tiene un aula gigantesca para él y sus veinte alumnos que decoró junto a ellos a principios de año, pegando mariposas de papel en los cristales y escribiendo sus nombres en etiquetas de Rilakkuma. Realmente, el chico castaño se siente satisfecho con la profesión que eligió, aunque esta pueda no ser siempre tan inocente y amable como el imaginó.
—¡Mark! —exclama Taeyong apenas llegar. Está vestido con traje y gabardina, con el cabello grisáceo echado hacia atrás y esa sonrisa apenada de quien sabe que ha sido llamado al colegio por las travesuras de su hijo.
—¡Papi! —reaccionando tan pronto como alcanza a ver a su papá, Mark se abraza a sus piernas y oculta el rostro entre ellas. Tiene apenas tres años, está ajustando su lenguaje y aprendiendo a comportarse como el buen muchachito que llegará a ser.
—¿Qué has hecho está vez, cariño? —pregunta su padre—. Lo siento, no sé ni que ha hecho, pero realmente lo siento —desde su sitio, Luhan sonríe y niega con la cabeza. No ha sido nada, aunque a su corazón le siga pesando en medida.
—Está bien. Los niños son niños. Mark y yo ya lo hemos hablado y él se ha disculpado. No hay necesidad de castigarlo —apremia el profesor y Taeyong asiente, antes de tomar a su hijo en brazos y volverse al mayor.
—De todas formas, papá Jae y yo hablaremos con él. Una vez más, lo siento mucho —con un ademán que resta importancia, Luhan despide al hombre y a su alumno. Sabe bien qué clase de niño es Mark, que tan hiperactivo y lengua floja puede ser una criatura de su edad. Aun así...
La puerta se abre y por ella entra Sehun. Ha ido a recogerlo incluso si le dijo que no porque mientras esperaba a Taeyong, Luhan le ha contado su día a través de mensajes de texto. No le dijo que fue lo que escuchó pero ya su chico sabe que lo que haya sido, le hace doler el corazón.
—Ey, ¿estás bien, ángel? —pregunta, al envolverlo en sus brazos y acariciar su cabello, besando su frente y llenándole con su calor.
—No lo estoy —admite. Es la primera vez que lo escucha, y el hecho de que haya sido de labios de un niño, lo hace replantearse la imagen que tenía de sí mismo.
—Ya, tranquilo. Dime, ¿qué te ha dicho el chico? —Sehun se está preocupando, detesta ver a Luhan en aquel estado y no saber que ha sido lo que le ha puesto así, es casi como si estuviera siendo torturado.
—Él, Mark me dijo... —Luhan hace morritos—, Mark me dijo que soy feo.
Una sonrisa aparece en sus labios, Sehun lo aprieta poquito más y cuando cree que ha sido suficiente, lo aparta para mirarlo y besarle la nariz. Ahí está su Luhan, con los ojos brillantes y la duda grabada en ellos. Tiene el cabello revuelto y está vestido de manera informal. Es viernes, hizo deportes con los niños y ha comido fresas en el almuerzo porque sus labios se han teñido de rojo. Es hermoso, como un ángel y Sehun no puede creer que Mark haya elegido precisamente la palabra feo para describir a su profesor.
No puede perdonarlo, claro que no. Pero sí puede remediar lo que el lenguaje del pequeño ha dejado en su chico.
—Ángel, ¿conoces el diccionario? —cuestiona y ante la duda, Luhan frunce el ceño pero termina por asentir—. ¿Y sabes en que letra mirar si estás buscando la palabra «perfecto»?
—Pues en la P. Hun, eso todo mundo lo sabe —entonces lo ve reír y negar con efusividad.
Sehun lo está llamando mentiroso indirectamente y eso es algo que Luhan no comprende ni tampoco le gusta.
—¡Yah! ¡Wu Shì Xūn! —le grita, usando el mote chino que él mismo le dio—. No me digas que no, ¡sí quieres saber la definición de perfecto tienes que buscar directamente en la letra P!
—No, ángel. Si quieres saber la definición de perfecto, tienes que encontrar la letra L. Porque Luhan es perfecto y Luhan, empieza con L.
La indignación se olvida, las dudas se dispersan. La boquita de Mark y su sutil comentario se han ido al caño. En esos momentos, lo único que Luhan puede pensar es en cuanto le gusta el sabor de los besos de Sehun y lo lindo que es ser perfecto para su chico. ¿Si es hermoso para Oh, qué importa si un niño lo llama feo?
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