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🌷 «Cocina» 🌷

Agita un poco el bowl al batir, sonríe mientras mira el recetario sobre la encimera y agita la cabeza meneando la piña en su cabello parece que está yendo por buen camino. Es tarde (no tanto) pero eso no es algo que a Luhan le preocupe porque desde que se enamoró de él y supo a lo que quería dedicarse, su cabeza procesó que ser pareja de un médico no iba a ser algo sencillo.

Si acaso, lo sería más que intentar preparar una cena perfecta. Leyendo por encima de sus utensilios y dando el todo en sus habilidades para conseguir su objetivo, el de apariencia como ciervo casi se siente flotar cuando descubre que es posible cocinar y menear el trasero al ritmo de Apink.

Vencer en su misión siendo que es la primera vez que lo intenta, tal vez podría ser lo mejor que le ha sucedido. Fracasar, podría significar que esa noche se acueste temprano y finja estar dormido cuando Sehun llegue a casa para descubrir que su recién estrenado marido no ha dejado ni un par de huevos en la nevera para prepararse la cena.

Hornear, esperar, limpiar. El timbre del horno se hace escuchar cuando Luhan está terminando de fregar los platos. El pollo al horno está listo, la mesa ha sido puesta y Sehun no debe tardar en aparecer. A lo lejos, tal parece que Vivi se ha animado a despertar tras una larga siesta canina y aunque hace poco que lo perdono –luego de haber mordisqueado sus VANS preferidas– Luhan se detiene a charlar con él y rascarle la barriga mientras lo deja supervisando la comida.

Decide quitarse el atuendo de chef y alistarse con su siempre efectiva pijama-ropa de casa, cuando a medio cambio de camiseta un alarmante estallido se deja escuchar en su apartamento. Algo se ha caído en la cocina y el castaño no tiene que ser un genio para saber que eso que está tirado sobre su inmaculado piso es el florero chino que le regalo su tía el día de la boda. ¿Cómo ha ido a terminar ahí?

—¿Qué estás haciendo? ¡Bájate de ahí! —exclama Luhan, con los brazos en jarras y el ceño fruncido mientras espera a que sus mascota decida obedecer.

—¡Guau, guau!

—No sé qué mierda perruna dijiste, pero sé que mientes —gruñe, enfurruñado. No es como que el florero le agradara en verdad pero ya se sabe que no debes dejar que el perro piense que te ha ganado.

—¡Guau, guau!

—¡Oh, no, no dijiste eso! —acercándose para tomarlo en brazos y mandarlo directamente a su canasta de membrillo, Luhan da un paso y luego dos y es al tercero que Vivi reacciona y que su patita empuja el platón con la cena—. ¡No!

Todo sucede en cámara rápida. Luhan se impulsa, Vivi le ladra y el platón se estrella y se quiebra al instante mientras el pollo salpica la escena del crimen. Su camiseta es un asco, sus pantalones se han arruinado pero lo verdaderamente importante es que la cena de Sehun se ha ido al carajo.

—¡Ángel, estoy en casa! —Sehun exclama desde la entrada.

No lleva bata, tampoco zapatos blancos. Se ha sacado la profesión para dejarla colgada en el perchero de la entrada y aun así, su mirada es completamente escrutadora cuando encuentra a su marido tumbado a media cocina y a su querida mascota cubriéndose los ojitos con una de sus blancas patas gordas.

—¿Qué...?

No es necesario preguntar. En un segundo, Vivi echa a correr y Luhan hace morritos como si estuviera a punto de estallar en llanto. Sehun ahoga una risa y se acerca hasta él, se tumba en cuclillas y examina el cadáver.

—Apuesto que era una deliciosa cena —sonríe.

—Jamás lo sabremos —murmura Luhan, antes de ser levantado entre los brazos de Sehun y aferrar ambas manos alrededor de su cuello—. Estoy todo sucio, Hun.

—¿Y eso qué? —le reta el otro—. Mejor si lo estás. Eso significa que nos ducharemos juntos.

—¿No tienes hambre? Es tarde, trabajaste todo el día y tu cena-

—Mi cena habla mucho para mi gusto, ángel —lo interrumpe, cerrando la puerta de su pieza con el pie y acercando el rostro al de Luhan que no tarda en sonreírle y besarlo.

Realmente, Sehun muere de hambre después de un día largo, pero eso no importa mientras los labios de su chico formen una tierna curva que ilumine su noche, su día y toda su vida. 

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