👻 Capítulo 7


And love, if your wings are broken, borrow mine so yours can open too
'Cause I'm gonna stand by you...


A la mañana siguiente, Alec despertó al escuchar voces en la cocina, acompañadas de olor a café recién hecho y panques. Lentamente se estiró e inspeccionó su habitación. Magnus no estaba por aquí, ¿estaba cocinando de nuevo? Alec apreció su último intento, pero no volvería a comer su comida de nuevo.

Pero el olor no era a quemado. Así que se levantó, se puso una camisa y lentamente fue hacía la cocina, feliz por la idea del desayuno hecho en casa y no su habitual desayuno comprado de camino al trabajo.

Sin embargo al entrar a la cocina, todos sus sueños de tener un delicioso desayuno murieron al ver a Isabelle en frente de la estufa. Usaba el delantal de Alec, y este tuvo que recordarse a si mismo ser educado.

Isabelle estaba pasando por demasiado, con lo del departamento y su desfile de modas, así que necesitaba ser paciente. Cocinarle el desayuno probablemente era su forma de agradecerle. Así que Alec sonrió y entró.

– Bueno días, Iz, – saludó Alec e Isabelle se giró con una sonrisa. – ¿Qué haces? –

– Cocinándote unos panques, – anunció la chica feliz, entregándole una taza de café. Alec se sorprendió al darse cuenta de que el café no sabía tan mal como siempre.

– No está mal, – comentó Alec, y miró a los panques que también se veían bastante bien. – Pero aunque agradezco el gesto de tratar de ayudarme, tienes que aceptarlo. Ambos sabemos que cocinar no es lo tuyo, – añadió Alec.

Isabelle solo soltó una risita como si escondiera algo, y llevó dos platos de panques a la mesa, sentándose al lado de Alec.

– Oh, quita esa cara, Alec. Pruébalos, te sorprenderás, – ella rió, depositando un panqué en el plato de Alec. Alec le dio una mordida y quedó impresionado: sabían deliciosos.

– ¿Cuándo aprendiste a cocinar? – preguntó Alec, impresionado.

– Estoy en eso. He ido a varias clases. Raphael es un increíble maestro, – dijo ella.

– ¿Quién es Raphael? – preguntó Alec, con la boca llena.

– El que da las clases de cocina, – explicó Isabelle. – Es el novio de Simon, así que me consiguió un lugar aunque las clases estuvieran llenas. –

– ¿Simon tiene novio? – esas eran nuevas noticias para Alec.

Antes, Simon solía salir con Isabelle, pero después decidieron que eran mejores como amigos.

– Si, son adorables juntos, – dijo Isabelle, de repente dejando de reír. – Hay algo que tengo que decirte, – Alec alzó las cejas y asintió, terminando su comida y esperando a que Izzy continuara. Parecía algo serio.

– ¿Qué es, Izzy? – preguntó Alec, porque ella no continuaba.

– He comenzado a ver a alguien, – anunció Isabelle, y Alec le miró sorprendido. Ella llevaba meses sin salir con alguien por temas de su desfile.

– ¿De verdad? – Alec preguntó feliz por la noticia. – ¿Quién es el suertudo? –

– De hecho, es un chica. Su nombre es Maia, – dijo ella y Alec parpadeó varias veces. Vaya, esas si eran noticias.

– ¿Mamá sabe? – preguntó Alec e Izzy negó, haciendo reír a Alec. – Quiero ver su cara cuando se lo digas, – bromeó Alec, recordando como ella le había rechazado cuando Alec se aceptó a si mismo. – Bromeo. Pero cuéntame más sobre esta chica. –

– Bueno. Es una de las modelos, – dijo ella, irradiando felicidad. – Es hermosa, Alec. Y divertida. ¿Quieres ver una foto? – Alec asintió e Izzy le mostró una foto de una chica morena y bonita.

– Es linda, – dijo de repente una voz detrás de ellos. Alec gruñó cuando vio que era Magnus, quien había aparecido de la nada, ¿dónde diablos había estado?

– ¿Estás bien, Alec? – preguntó Izzy.

– Si, es solo Magnus que acaba de aparecer, y me ha asustado, – explicó, su sonrisa desapareció al sentir las emociones de Magnus.

De nuevo, sentía un horrible miedo, se sentía atrapado y asustado, pero al ver a Magnus, este se encontraba enfocado en la foto de Izzy. ¿De nuevo estaría reviviendo recuerdos? Magnus no podía quitar la vista de la foto. Izzy y Maia se encontraban juntas y detrás de ellas estaba un puente.

– Ese puente, – tartamudeó Magnus. – ¿Q-qué puente es ese, Alexander? – Magnus preguntó, sin aliento.

– El puente de Brooklyn, – contestó Alec. – Oh dios, ¿has recordado algo? –

Y de repente, Magnus desapareció. – ¡Magnus, vuelve! – gritó el detective, levantándose y viendo alrededor.

–¿Qué pasa, Alec? – preguntó Isabelle, no tendiendo idea de lo que pasaba.

– Magnus, – soltó Alec, vistiéndose rápidamente. – Algo está mal, puedo sentirlo. Tengo que encontrarlo. ¿Puedes avisarle a Jace que llegaré tarde? –

– Claro que si, – Isabelle asintió.

– Gracias, eres la mejor, – Alec se terminó de poner sus zapatos y literalmente corrió fuera del departamento.

*

Para el momento en que Alec llegó al Puente de Brooklyn, ya había comenzado a entrar en pánico. Corrió hacía el puente, tratando de encontrar a Magnus, tenía el presentimiento de que Magnus estaba ahí. Pero atando cabos, y por la expresión de terror de Magnus en la mañana, Alec lo supo.

Era el lugar donde Magnus había muerto, no había otra explicación.

Alec no podía solo irse. Jace le mataría si no intentaba al menos conseguir algo. Así que caminó por el puente, hasta que de repente sintió algo. Aunque Magnus no era visible, pudo sentir el mismo miedo y sentimiento de estar atrapado que antes. Así que de nuevo comenzó a buscar alrededor.

Al girarse , vio a Magnus a algunos pasos de él.

– Oh, gracias a Dios, – balbuceó Alec, susurrándolo para no llamar la atención de los transeúntes. – Te encontré. ¿Qué pasó? De repente desapareciste. –

Magnus no contestó, solo miraba a la nada, y Alec no sabía que hacer. Necesitaba hacerle reaccionar, pero era como si Magnus estuviera en otra parte. Sabía que tenía que volver a entrar a su visión, lo odiaba más que nada en el mundo, pero era por Magnus.

– Aquí voy de nuevo, – dijo Alec, colocando su mano en la de Magnus y sintiendo como se revolvía su estómago y la visión iniciaba.

De repente todo era oscuro y frío. Desde los ojos de Magnus, Alec pudo notar que esa noche Magnus había estado bastante molesto. Estaba llorando, su pecho le dolía y no podía respirar. Estaba a fuera de un club, bastante intoxicado y llorando. El corazón de Alec se rompió al reconocer el porque lloraba: un corazón roto.

Magnus estaba solo y Alec solo podía mirar con horror como este caminaba hacía su auto, entrando en él. Alec quería gritarle que no lo hiciera mientras Magnus encendía el auto y salía hacía las calles, conduciendo a gran velocidad. Alec quería detenerle, pero sabía que no podía. Comenzó a temblar cuando vio que se dirigían hacía el puente. Y ahí fue donde todo se salió de control.

Había bastante tráfico esa noche y estaba lloviendo. Magnus perdió el control y el auto chocó contra el auto de al lado, haciendo que el otro auto perdiera el control y creara una reacción en cadena, golpeando otro auto y así sucesivamente. El auto de Magnus golpeó el concreto, haciendo que Magnus se golpeara en la cabeza y quedara inconsciente, atrapado en el auto.

Alec podía escuchar los gritos, las sirenas, pero ahora todo lo que veía era oscuridad.

Y justo así, la visión terminó. Estaba de nuevo en el puente, con un Magnus llorando de rodillas. Alec también lloraba, había presenciado los últimos momentos de vida de Magnus. Aun podía sentir sus emociones pero no podía decir nada. ¿Qué podía decirle para que se calmara?

Magnus solo estaba ahí, reviviendo una y otra vez su muerte. Y no podía dejar de preguntarse ¿qué tal si alguien había muerto por su culpa? Magnus abrió mucho los ojos, apretando su pecho. Le dolía. Dolía demasiado, como si no fuera capaz de respirar.

Alec vio como Magnus luchaba por respirar. Podía sentir sus emociones, y lo que el fantasma sentía ahora mismo era culpa. Claro, Magnus se culpaba. Alec no sabía que hacer. Magnus seguía dentro del trance.

Magnus podía escuchar una voz. Era una mujer, una voz conocida. Pero no podía ver a nadie. Intentó enfocarse en ella, pero no podía recordar. Esa voz le ocasionaba dolor de cabeza, le recordaba a alguien que le había traicionado. Finalmente salió de su trance, y vio a Alec a su lado, aun tomándole de la mano.

– Alexander, – susurró Magnus y Alec suspiró aliviado. – ¿Qué haces aquí? – preguntó, intentando sonreír.

Cuando Alec le explicó todo, Magnus solo asintió, pero no dijo nada. ¿Alec había estado a su lado todo el tiempo? No le había visto. Alec le dijo que había visto lo que paso y Magnus se puso rígido, casi desapareciendo de nuevo.

– No te vayas, – dijo Alec, rápidamente. – Quédate conmigo. No debes estar solo. Vayamos a casa. –

– Alexander... asesiné a gente inocente. Quiero decir, el accidente. Hubo mucha gente involucrada, – cerró los ojos recordando los gritos. – Si no me hubiera emborrachado y manejado, no hubiera... pero me sentía tan solo, – sollozó Magnus. – Ella rompió mi corazón y no tenía a nadie, – añadió, recordando la voz.

– No sabes que pasó, – dijo Alec, aunque la posibilidad de que nadie hubiera salido lastimado, era poca. – Investigaré el accidente, y así también seré capaz de identificarte. ––

– Okey, –tartamudeó Magnus. – Pero si...–

– No lo sabemos, así que no te adelantes, – Alec mintió. – Vamos a casa. – Magnus asintió.

Después de eso, llamó a Jace y le dijo que se tomaría el día libre. Alec y Magnus tomaron el metro y se fueron a casa, juntos. No quería dejar solo a Magnus, así que le dijo que le siguiera.

Cuando ambos llegaron al departamento, el detective hizo lo que había querido hacer desde que estaban en el puente, pero no se había atrevido. Se acercó a Magnus y cerró los ojos mientras abrazaba cuidadosamente al fantasma, sin atravesarlo. De nuevo, con los ojos cerrados, casi podía sentir realmente a Magnus, quien al instante comenzó a llorar de nuevo.

– Shh, vas a estar bien. Estoy contigo, – le susurró Alec, haciendo que Magnus llorara aun más.

Ps ya saben que le pasó a Magnus ):

Espero que les esté gustando... y hasta luego!!

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