👻 Capítulo 6

I tried to hold you back, but you were stronger
And now it seems my only chance is giving up the fight
And how could I ever refuse... I feel like I win when I lose



– Siento ser una molestia, – dijo Isabelle, mientras entraba al departamento de Alec.

Ella traía algunas de las prendas que había diseñado y varias maletas. Alec le ayudó enseguida. El dueño del edifico donde Isabelle rentaba la había echado diciendo que era demasiado ruidosa. Así que Alec se había ofrecido a darle asilo algunos días mientras ella conseguía un nuevo lugar.

Realmente no le importaba, ellos solían vivir juntos hasta que Alec había decidido mudarse con su ex, cosa que no había salido bien. Siempre se la pasaban bastante bien, excepto cuando ella decidía usarle como modelo para sus diseños.

– No eres una molestia, – dijo Alec, metiendo las maletas a la sala y acomodando sus diseños para que no se arrugaran.

Llevaba meses trabajando en ellos y mañana finalmente los mostraría en un desfile de modas al que había sido invitada. Aunque aun era bastante joven, ella tenía bastante fama y muchas personas compraban su ropa.

– Gracias Alec, eres el mejor, – finalmente se acomodó y echó un vistazo al departamento. El lugar estaba bastante cambiado. Había nuevas pinturas en la pared, decoraciones, y flores en la mesa. – ¿Quién eres y que has hecho con mi hermano? –

– ¿De que hablas? – preguntó Alec, sin saber a que se refería.

– Oh, vamos Alec. Pinturas en la pared, flores en la mesa, – señaló ella y Alec enrojeció, esquivando su mirada.

Es verdad que nunca le habían interesado esas cosas, pero desde que Magnus había llegado a su vida, se había dedicado a hacer varios cambios y Alec se lo había permitido. Incluso habían ido juntos de compras.

– ¿Estás saliendo con alguien? – preguntó Isabelle, viéndole fijamente.

– ¿Qué? ¡No! – exclamó Alec. – Es solo un amigo que me ha estado insistiendo en volver este lugar más cálido, así que para quitármelo de encima, permití que decorara el lugar. ¿No te gusta? – preguntó Alec.

– ¡Claro que si! – ella estaba admirando las pinturas. – Quien sea que te haya ayudado es un genio y quiero conocerle. –

Tan pronto como dijo eso, Magnus se apareció con una expresión llena de orgullo y una mirada que le decía a Alec "te lo deje".

Magnus sonreía viendo como Isabelle admiraba sus habilidades de decoración. Le agradaba mucho la hermana de Alec y sabía que de haber estado vivo, hubieran sido grandes amigos. Ella tenía un increíble gusto en la moda, y sus diseños eran fantásticos.

– Me agrada tu hermana, – dijo Magnus. – Tiene un gusto espectacular justo como yo. –

– Si, si, – susurró Alec, pero no pudo contener una sonrisa al ver la felicidad de Magnus. Era bastante lindo, para ser honesto. Aunque parecían de la misma edad, Magnus podía llegar a convertirse en un niño de cinco años cuando estaba demasiado feliz, o alguien le elogiaba.

– Entonces, ¿quién hizo este increíble trabajo? – preguntó Isabelle y Magnus volvió a brillar de orgullo.

– Magnus, – dijo Alec y los ojos de Isabelle se agrandaron.

Ella había escuchado mucho sobre Magnus, pero nunca la había conocido. Además de su nombre, no sabía nada del fantasma, Alec ni siquiera le había mostrado el dibujo. Pero por otras razones para Alec, si se lo enseñaba, Isabelle sabría que a Alec le gustaba el fantasma. Así que para evitar eso, Alec había escondido el dibujo de ella.

– ¿Magnus, tu nuevo amigo fantasma? –preguntó ella viéndose emocionada, y cuando Alec asintió, comenzó a mirar alrededor. – ¡Oh por dios! ¿Está aquí? Vive contigo, ¿cierto? –

– Está aquí... siempre aparece cuando la gente habla de él, – dijo Alec divertido, viendo como Magnus inspeccionaba los diseños de Isabelle. – Esta junto al sillón admirando tu ropa, Izzy. –

– ¿Le gustan mis diseños? – la mandíbula de Izzy cayó. – Oh dios, ¿crees que son buenos? – preguntó ella aunque no pudiera ver a Magnus.

– Son fantásticos, – Magnus en ese momento estaba viendo unos pantalones y una camisa. – Me encantaría poder usarlos, – se quejó, suspirando.

– ¿Qué dijo? – preguntó Izzy impaciente, viendo a Alec.

– Que le gustan y desearía poder usarlos, – dijo Alec, completamente desinteresado.

– ¡¿Dijo eso?! – Isabelle moría de felicidad. – No es justo que solo tu puedas verlo. Parece una persona increíble, me encantaría ir de compras con él, – Magnus sonrió complacido. – Oh, ya que esta aquí, ¿puedo pedirle consejos? –

– Claro, – dijo Magnus, que aun inspeccionaba la ropa. Cuando Alec asintió, Izzy continuó.

– Okey. Mañana tengo un desfile de modas y tengo que armar los lo ojos, y he tenido dificultades en armar el casual pero al mismo tiempo elegante, – ella tomó dos de las camisas del montón de ropa. Una era una azul cielo con rayas azul oscuro y la otra era un rosa pastel. – No estoy segura de cual elegir. –

Magnus entrecerró los ojos, escaneando las dos prendas.

– Ambas son perfectas, – dijo Magnus. – Pregúntale con que pantalón piensa combinarlas. –

– Quiere saber con que pantalón ira cada camisa, – Alec dijo, enfurruñado.

– Oh, claro, – dijo Izzy y corrió a buscarlos pantalones. – Estos. –

– ¡Oh por dios, no! – Magnus gritó escandalizado y Alec contuvo una risa al ver la horrorizada mirada de Magnus. – No, no, no. eso es horrible, –

– Concuerdo, – dijo Alec. – ¿Quizá debamos quemarlos? – añadió riendo al recordar el comentario de Magnus de sus suéteres feos.

– Definitivamente, – Magnus asintió, aun horrorizado.

– ¡¿Quemarlos?! – preguntó Izzy. – Pero...–

– Los odia, – dijo Alec e Isabelle quedó pasmada. – Pero le encantan las camisas. –

– Oh, no, – dijo Isabelle, comenzando a entrar en pánico. – ¿Qué diablos haré ahora? Es el único par de pantalones que tengo en mi colección hasta el momento. Quiero decir, no son tan malos, – ella los miró más de cerca, los pantalones deslavados habían lucido como una buena idea al momento, pero ahora...– ¡Son horribles! ¡Voy a morir! –

– Oh, vamos, son solo pantalones. A nadie le va a importar...–

– ¡Esto es un asunto serio, Alexander! Pantalones deslavados... que horror. Me persiguen aun después de muerto, – Magnus soltó, y Alec solo giró los ojos. – Pregúntale si tiene otros pantalones. –

– Uf, eres una reina del drama, – Alec dijo, y luego se giró hacía Izzy. – ¿Dice que si no tienes otros pantalones? Estoy seguro que tienes algo más que puedas usar, –

– ¡Tienes razón! – Isabelle se lanzó hacía su maleta sacó otros pantalones: unos negros y ajustados. – Son de la temporada pasada, pero nunca tuve la oportunidad de mostrarlos. ¿Funcionará, cierto? – ella se mordió el labio, nerviosa.

– Mucho mejor, – Magnus veía complacido los nuevos pantalones.

– Le gustan. –

– ¡Si! – exclamó Isabelle.

Magnus entrecerró los ojos y miró de Alec hacía la ropa y de regreso varias veces. Alec suspiró, sabiendo que esa mirada no significaba nada bueno.

– ¡Alexander, tengo una increíble propuesta para ti y tu hermana! – Magnus exclamó feliz. – ¿Quieres que te la diga? –

– No, pero se que aun así lo harás, – Alec giró los ojos cuando Magnus le miró divertido.

– Deber probarte los pantalones y ver con que camisa quedan mejor, – dijo Magnus y la mandíbula de Alec cayó, negando con rapidez. – Oh vamos, no seas un bebe. ¿Cómo puedo darle una opinión honesta a tu hermana si no se como se ven las prendas en una persona?. Además, será divertido. –

– ¿Para quién? – preguntó Alec, maldiciendo internamente. – ¡Y no! ¡No lo haré! –

– ¿Hacer qué? – preguntó Izzy, curiosa.

– Nada. –

– Alec, ¿qué dijo? – preguntó Izzy.

– Nada, ya te dije. –

– ¡Alexander Gideon Lightwood, no me mientas! Claramente dijo algo. Así que suéltalo! – Isabelle se cruzó de brazos.

– Bien, – Alec gruñó, más aun al ver como Magnus sonreía feliz. – Tuvo la estúpida, ridícula y tonta idea de que me pruebe la ropa para ver que playera queda mejor con los pantalones. –

– ¡Esa es una idea fantástica! – exclamó Isabelle.

– No, no lo es, – Alec frunció el ceño, aun más cuando su hermana le vio con ojos de cachorro. –No lo haré. Punto. No es...–

– ¿Por favor, Alec? ¿Por fa? El modelo es casi de tu talla y peso, así que serías perfecto, – Isabelle rogó, y Alec seguía negando sin parar. ¡No le iban a usar de muñequito de pruebas! – Vamos. Este desfile es muy importante para mi. Te prometo que te lo compensaré. Lo que quieras. Por favor, te necesito Alec. Mamá me matará si esta colección no es un éxito. –

– Ella tiene un punto, Alexander, – Magnus dijo, tomando la camisa y envolviendo la manga. Cuando Isabelle vio su camisa moverse, ella jadeó.

– Pero... pero, – Alec tartamudeó. – ¡Son dos contra uno, no es justo! –

– Por favor, Alec, – trató de nuevo ella, sabiendo que estaba ganando.

– Vamos, Detective Gruñón, ayuda a tu hermanita, – Magnus sonrió y finalmente Alec gruñó.

Alec giró los ojos, tomó los pantalones y las camisas y se fue a su habitación para cambiarse. Isabelle aplaudió y brincó feliz, porque sabía que su hermano nunca le decía que no.

Magnus decidió esperar a Alec con Isabelle. Consideró ir a espiar al detective, pero luego pensó que se estaría arriesgando demasiado. Alec ya estaba de mal humor, así que era mejor no empeorarlo.

Después de unos minutos, Alec salió utilizando los pantalones y una de las camisas. Magnus se quedó sin palabras. La camisa parecía hecha para el cuerpo de Alec, remarcando su musculoso cuerpo.

Y sin mencionar lo que marcaban esos pantalones. Magnus se mordió el labio al ver el trasero de Alec. Tenía que aceparlo, la ropa era perfecta.

– ¿Y qué tal? – preguntó Alec solo viendo a Isabelle y evitando mirar a Magnus, quien le estaba comiendo con la mirada.

– Oh, esa camisa te queda mucho mejor a ti que al modelo, – dijo Isabelle, acercándose y examinando el conjunto.

– ¿Magnus? – preguntó Alec, porque el otro aun le seguía mirando sin parpadear. – Puedes dejar de mirarme. –

– Que fácil decirlo, – dijo Magnus. – Tu hermana es un genio. Debería ser ilegal verse así con esa camisa. Y esos pantalones, –

Magnus se paró detrás de Alec, apreciando la vista, y haciendo que este se girara, alzando las cejas.

– Tu trasero se ve espectacular. – añadió Magnus, haciendo que el rostro de Alec se pintara de rojo escarlata, y Magnus comenzara a reír.

– ¿Qué dijo? – preguntó Isabelle.

– ¡Nada! – exclamó Alec, aun rojo. – Magnus solo está siendo un idiota. Eso es todo. –

– Un idiota enamorado, – dijo Magnus, de forma dramática y bromista. Pero por dentro sabía que era verdad. Sus sentimientos por Alec solo crecían cada día.

– Le gusta la combinación, – dijo Alec, viéndole extraño y tomando la otra camisa. – Voy a probarme la otra. –

– Oh, no seas una monja, Alec. Puedes cambiarte aquí, – dijo Izzy.

– Oh claro, cambiarse en frente de un fantasma cachondo, no es problema. No gracias, paso, – Alec balbuceó, encerrándose en su habitación. Magnus soltó una risita e Isabelle chifló.

– Así que te gusta mi hermano, ¿eh? Bueno eso explica mucho, – la chica dijo, aun sabiendo que no escucharía respuesta. – Supongo que debo agradecerte. Has traído felicidad a Alec de nuevo. Puede que no te lo muestre, pero créeme, has hecho mucho por él. –

Magnus sonrió ante sus palabras y en ese momento Alec salió de su habitación. Los ojos de Magnus brillaron al verle: esa lucía incluso mucho mejor que la anterior.

– Elijo esta. Queda mucho mejor con esos jeans, – dijo Magnus. – Y dile que te regale esa camisa después del desfile. Realmente me encantaría verte con ella puesta. –

Alec le volteó a ver confundido, pero cuando vio que Magnus se lo estaba comiendo con la mirada, se giró rápidamente con el rostro sonrojado.

– Dice que le gusta más esta combinación, – dijo Alec, e Isabelle asintió feliz. – Y ya que te serví como conejillo de indias ¿podrías regalarme esta camisa cuando el desfile termine? Me gusta. –

– ¡Claro que si! – Isabelle exclamó feliz, girándose para guardar el resto de sus cosas. Alec caminó de vuelta a su habitación y Magnus decidió seguirle.

– Salte, Magnus, – Alec le lanzó una mirada de desaprobación al fantasma que ya se encontraba tendido en su cama.

– Si, si, ya voy, – Magnus se levantó resignado, pero luego sonrió. – Pero, ¿por qué le pediste la camisa a tu hermana? –

Alec se puso completamente rojo y sintió su corazón acelerarse. Alec no quería admitirlo pero le había gustado la forma en que Magnus le miraba. Nunca nadie le había mirado así.

– ¿Te gustó la camisa en mi, no? – Alec preguntó y Magnus asintió. – Bueno, por eso. ¿Por ti? – su explicación sonó más a pregunta pero eso no evitó que Magnus sonriera radiante.

– Gracias detective, – dijo Magnus, y antes de desaparecer por la pared, agregó. – Nunca dejas de sorprenderme, Alexander. –

Alec se quedó ahí, confundido. No lo entendía, solo era ropa. ¿Por qué Magnus lo consideraba como si fuera la gran cosa?

Acabo de ver mamma mia 2 y me he traumado con las canciones de ABBA así que estarán en mis historias hasta que se me pase el trauma 😂


Jaja tanto que se ahorraría Alec si le enseñara el dibujo a Izzy, pero wueno 😅


Entre otras noticias... publiqué nueva traducción!!!


Los omegas masculinos ya no existían. Él último había muerto hace 200 años. Entonces, ¿por qué Alec Lightwood reconoce a un hermoso Alfa Brujo como su alma gemela a un nivel tan profundo? Y ¿cómo es que Magnus Bane le hace sentir tan seguro cuando todo lo que ha conocido es miedo y miseria?¿El brujo puede protegerle del Instituto? ¿O su familia le destruirá antes de poder averiguarlo?En un mundo donde cada ser supernatural es presentado como un Alfa o un Beta, ¿en dónde encaja Alec Lightwood?


Pasen a darle una oportunidad(: ... les va a encantar!

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