👻 Capítulo 12
– Magnus, – Alec suspiró.
Era la mañana del lunes, y por varios días, Magnus había desaparecido. Pero por primera vez, Alec apreció el silencio, porque pudo concentrarse en el caso, llegando a la conclusión de que lo mejor era hablar con Camille. Sin embargo, necesitaba permiso de Magnus, dado que había descubierto que ambos habían estado comprometidos. Cosa que le dolía a Alec.
Por suerte Magnus había estado ese día en la mañana. – Necesitamos hablar, – anunció Alec, a un Magnus en otro mundo.
Algo parecía mal de nuevo. De nuevo se sentía atrapado, y era capaz de escuchar un molesto sonido de beep. Pero esta vez no había dolor. Había una voz llamándole y Magnus supo esta vez que era la de Camille. Incluso aun muerto, ella no le dejaba en paz. No recordaba los detalles, pero sabía que no le agradaba la mujer. Sabía que le había roto el corazón.
– Si, – dijo Magnus, aun distraído en sus propios pensamientos. Esta vez recordaba algo más... un olor...
– Magnus, – intentó Alec de nuevo. – Vamos, concéntrate, – añadió, haciendo que Magnus le mirara.
– Lo siento, cariño. ¿Qué dijiste? –
– Mira, tengo algo serio que decirte y algo que preguntarte, – comenzó Alec y Magnus solo asintió, esperando. – Bien. –
Alec juntó sus palmas de forma nerviosa, y con razón. Iba a decirle a Magnus sobre Camille y la supuesta relación. No le agradaba la idea de Magnus con alguien más. Claro, Magnus no la recordaba, pero le asustaba que cuando lo hiciera, Magnus le dejara de amar... Pero luego recordaba que solo eran amigos, y que eso no debería afectarle.
– ¿Recuerdas que escribí las placas del coche que manejabas esa noche? –
– ¿Si? –
– Bueno, encontré al dueño del coche, – dijo Alec, y Magnus sintió un dolor en su pecho al saber que Alec había investigado sin decirle. – El coche no era tuyo, era de Camille Belcourt, – dijo Alec, deseando que Magnus no la recordara y observando su rostro en busca del alguna señal.
– Camille, – susurró Magnus. – Por supuesto, ¿cómo pude olvidarla? Mi novia en esa época, – soltó Magnus presionando los labios, y Alec maldijo para si.
– Entonces es verdad, – dijo Alec, cerrando sus puños.
– Si, pero. Necesito que entiendas algo. No recuerdo mucho de ella, pero se que no era feliz, – Magnus suspiró, recordando sensaciones nada agradables. – Creo que lo que paso esa noche tuvo que ver con ella. Ella rompió mi corazón...–
– Entonces la amabas, – Alec soltó una risa sin humor. Sentía su corazón romperse. Pero decidió enfocarse en Camille. – Y cuando recuerdes los buenos momentos que compartieron, entonces....–
Magnus comprendió a donde iba Alec y negó. – Incluso si la hubiera amado, eso no importa. Ella me hizo daño. Y mis sentimientos por ti no son falsos, ¿lo sabes? Realmente me enamore de ti y cuando mis recuerdos vuelvan eso no cambiara, – Y Alec al verle a los ojos le creyó. Había muchas cosas que aun no sabían pero sabía que Magnus nunca le mentiría.
– Bueno, – Alec no sabía que decir. De todas formas, eso no cambiaba su situación. Así que se enfocó en e tema. – Como sea, lo que quería decirte es que me gustaría invitar a Camille a la estación para hacerle unas preguntas. No quería hacerlo sin decirte, y sin saber que estás bien con eso. –
¿Quería hablar con Camille? Magnus estuvo tentado a decirle que no, sin embargo sabía que ella era una parte crucial para lo que aun faltaba por descubrir.
– Esta bien, – aceptó Magnus. – Pero quiero estar presente cuando la interrogues.
– Es un trato, – Alec asintió y Magnus sonrió nervioso.
Alec llamó a la oficina de Camille Belcourt tan pronto como llegó al trabajo. La secretaria contestó recibiendo su mensaje. Media hora después, para su sorpresa, recibió una llamada de la misma Camille Belcourt, diciendo que iría a la estación en un par de horas. Dado que era una mujer ocupada, Alec no había esperado eso, pero probablemente había sido por la mención de Magnus que la mujer había estado disponible. Eso solo mostraba que quizá si se preocupaba por él.
Magnus esperaba en silencio, nervioso. Fue después de la comida que Jace llegó acompañándola una hermosa mujer, que Alec supo que era Camille. Tomó el archivo de Magnus y le miró. Alec caminó hacía la sala de espera y Alec notó lo hermosa que era la mujer. Largo y castaño cabello, lápiz labial rojo, lentes de sol y un vestido rojo. Al verlo, ella se quitó los lentes y caminó hacía Alec.
– ¿Detective Lightwood? –preguntó Camille y Alec asintió. Ella hablaba con un asentó que Alec no supo identificar. Claramente se notaba que era de la alta sociedad.
– Ese soy yo, – Alec le dio una cordial sonrisa. – Camille Belcourt, ¿cierto? –
– La misma, – contestó ella, con una sonrisa que hizo temblar a Alec. Alec miró a su alrededor para buscar a Magnus, pero este no estaba. – ¿Necesitaba verme, detective? –
– Si, tengo algunas preguntas acerca de Magnus Bane, – contestó Alec, y la mujer solo asintió. Aunque aparentaba calma, Alec pudo notar que estaba nerviosa. – Solo serán preguntas generales. Estamos investigando el accidente de coche que ocurrió en el Puente de Brooklyn hace algunos meses. Y dado que el coche estaba a su nombre, necesitábamos hablar con usted. –
– Ya veo, – Camille entrelazó sus manos. – Bueno, comencemos. Soy una mujer ocupada, después de todo, – su voz sonaba fría.
Alec asintió y la invitó a seguir a la sala de interrogatorios para tener privacidad. Con suerte, ahí estaría Magnus. En parte, ese era una de las razones para invitarla, que Magnus la viera y así pudiera recordar. Pero Magnus seguía sin estar ahí.
Camille se sentó del otro lado de la mesa y Alec cerró la puerta.
– Entonces, ¿qué es lo que quiere saber, detective? – preguntó Camille, cruzando las piernas, de forma seductora. Alec simplemente frunció el ceño, quizá estaba imaginándolo. – No cree que yo estoy implicada en el accidente, ¿cierto? – Ella se inclinó hacía Alec.
– Nadie está asumiendo nada, Srta. Belcourt. Fue un accidente, ¿cierto? – preguntó Alec.
Aun no entendía porque en los reportes del accidente no se reportaba ninguna muerte. Solo algunos heridos. ¿Y Magnus? Según decía todas las víctimas habían sido llevadas al hospital, incluso un hombre que coincidía con la descripción de Magnus.
¿Quizá Magnus había muerto en el hospital? Pero cuando llamó pidiendo más información, los oficiales le dijeron que era información confidencial. Solo sabía que ese hombre se encontraba en coma y había sido trasladado a un hospital privado, el cual no supieron darle el nombre. Había sido un callejón sin salida.
Pero de todas formas, no concordaba. El nombre del hombre no era Magnus. Por ello es que había decidido hablar con Camille. Necesitaba llegar al fondo de esto.
– Si, solo fue un accidente, – concordó Camille, cubriéndose la boca con la mano. Alec decidió darle unos segundos mientras se recuperaba. – Un horrible accidente. Mi prometido... él, – la mujer comenzó a llorar.
– ¿Prometido? – repitió Alec, interrumpiendo a Camille. Y ahí fue cuando Magnus por fin apareció, viéndose bastante molesto y enojado.
Magnus había estado escuchando la conversación, pero se había mantenido invisible. Sin embargo, no pudo contenerse cuando la mujer comenzó a llorar. Magnus no creía en esas lágrimas, la conocía bastante bien y sabía que Camille era una experta ganándose la simpatía de otros. Era una mujer bastante manipuladora y no iba a quedarse viendo como manipulaba a Alec.
Magnus no podía creer que ella pretendiera preocuparse por él. Él si la había amado. Le había contado sobre su pasado, y ella solo le había lastimado. Lo del compromiso era verdad, Magnus se lo había pedido. Pero también él había sido el que había cancelado todo al descubrir sus mentiras. Ella no le amaba, había estado teniendo una aventura.
Esa noche la había seguido, aun queriendo creer que Camille sería incapaz. Sin embargo, encontrarle en los brazos de otro hombre fue prueba suficiente. El solo había sido un pasatiempo. Y en vez de defenderse, ella había aceptado todo. Su plan de casarse con Magnus por su dinero y luego divorciarse para quitarle todo.
Por esa razón Magnus había estado bebiendo esa noche. Por enojo, por haberle dado tanto poder a Camille.
Alec jadeó al sentir el flujo de emociones de Magnus, sintiendo el odio hacía Camille. Alec miraba de Camille a Magnus, ella seguía limpiándose las lágrimas y Magnus solo giraba los ojos.
– No dejes que sus lágrimas te engañen, Alexander. Está fingiendo. Yo nunca le importé, – dijo Magnus. Su enojo comenzaba a hacer que las luces de la habitación parpadearan, haciendo que Camille se asustara. – Recuerdo nuestro tiempo juntos. Ella no es nada más que un fraude. –
–Yo...–
– Es una desgracia lo que le pasó a Magnus, – tartamudeó la chica, y Alec alzó una ceja, tratando de decidir si lo que Magnus decía era verdad. – Yo amaba a mi prometido y ahora...–
– ¡Mentirosa! – gritó Magnus, haciendo que los papeles de la mesa volaran y Camille soltara un gritó, mirando con terror a su alrededor. – ¡Tu nunca me amaste! –
– ¡Basta! – Camille miraba a Alec. – ¿Cómo estás haciendo esto? –
– Mira, necesito decirte algo. La verdadera razón por la que te llame es...–
– ¡Quédate fuera de esto, Alexander! – le advirtió Magnus. Alec se quiso levantar de su silla, pero fue retenido por Magnus, quien estaba lleno de ira. – ¿Por qué no le preguntas sobre Chris? ¿Y como ambos pensaban estafarme y robarme mi dinero? –
– ¿Chris? – preguntó Alec, congelándose al escuchar el nombre. Tragó fuerte. ¿Chris? ¿Cómo su ex? No, no podía ser. Era un nombre bastante común...
– ¿Cómo sabes ese nombre? – preguntó Camille asustada, y negando. – Ahora comprendo que pasa. ¿Usted es el detective privado que Magnus contrató para que me siguiera?, Pues olvídelo. Sin mi abogado, esta conversación ha terminado. –
– Le debe la verdad a Magnus, – dijo Alec, sabiendo que esta cruzando la línea de lo personal. – Dado que ha muerto lo mínimo que le debe es...–
– ¿Disculpe? – preguntó Camille, interrumpiéndole, y tapándose la boca. Alec alzó una ceja, viéndola confundido. Camille comenzó a llorar de verdad. – ¿Magnus h-ha muerto? ¿Para eso me llamó? ¿Para decirme que ha muerto? –
– ¿Si? – salió más como pregunta, dado que Alec estaba confundido. ¿Cómo es que ella no lo sabía?
– Oh por dios, – Camille finalmente se rompió a llorar. – P-pero ayer me dijeron que estaba estable. Estuve ayer con él, – dijo ella, sollozando.
Alec frunció el ceño sin entender. ¿Ayer la condición de Magnus era estable? Alec se giró hacía Magnus, quien lucía igual de confundido.
Los ojos de Alec se abrieron finalmente comprendiendo. No pudo encontrar victimas muertas del accidente porque no hubo. El sonido de "beep" que Magnus escuchaba y el sentirse atrapado. El dolor y el no poder respirar. El hombre que coincidía con la descripción de Magnus... un hombre que estaba en coma, no muerto. ¡Era Magnus!
– Srta. Belcourt, – Alec balbuceó. – Magnus... ¿no murió en el accidente? –
– ¡No! – expresó ella. – Sufrió de un grave trauma en la cabeza y desde entonces ha estado en coma. En el hospital fue registrado bajo un nombre falso para que los medios no estuvieran ahí. A él le gustaba mantener un perfil bajo, no se porque., – ella dijo, confundida. Y Alec comenzaba a temblar. – Espere, ¿Cómo sabe todo esto? Todo fue privado y ¿por qué me preguntó si murió en el accidente? –
La cabeza de Alec daba mil vueltas y le costaba respirar. Magnus estaba vivo. En coma, pero vivo. Estaba a punto de perder el control frente a Camille. Así que intentó respirar.
– H-hubo una co-confusión, – dijo Alec de repente, y Camille le vio mal. – Lo siento mucho. Pensamos que el Sr. Bane había muerto pero...–
– ¿Entonces no está muerto? –
– No. fue un error. Yo solo asumí...–
– Hijo de puta, – dijo Camille de repente, poniéndose de pie y abofeteándolo. Fuerte. Se limpió las lágrimas de forma enojada. – ¡Te voy a demandar! Quiero decir, ¡como te atreves ha decirme que mi prometido ha muerto! – Camille se levantó, caminando hacía la puerta.
– Yo... lo siento...–
– No me importa, – dijo Camille, saliendo enojada.
Finalmente Alec se quedó solo con Magnus, quien aun seguía quito en su lugar. Las lágrimas comenzaron a caer, lágrimas de alivio y felicidad... ¡Magnus estaba vivo!
– ¿A dónde fue? Ella estaba aquí y...– Magnus por fin volvió a la realidad. Su mal humor volvió a ver las lágrimas en los ojos de Alec. – Alexander, ¿Qué te hizo? – preguntó preocupado. – Lo que sea que dijera, no es ....
– No estás muerto, – susurró Alec.
– ¿Q-qué quieres decir? –
– No moriste en el accidente de coche, nadie murió, – susurró Alec, aun con lágrimas en los ojos. – Te heriste gravemente y actualmente estás en estado de coma, pero sigues con vida, – Alec solo podía pensar en eso. – Estás vivo. –
Magnus necesitó unos momentos. Las voces que escuchaba, la de Camille. No estaba muerto y aun así era un fantasma. Eso debía significar algo, no podía ser solo una coincidencia.
Magnus iba a decir algo más cuando Alec volvió a llorar, y Magnus finalmente se dio cuenta de que las lágrimas eran de alivio. Magnus se acercó y le abrazó, sosteniéndole cerca.
Alec sonrió y cerró los ojos.
Bueno la mayoría ya lo había adivinado... Pero Alec ya lo descubrió!! 💙
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