👻 Capítulo 1
'Cause all I know is we said hello, and your eyes look like coming home
All I know is a simple name and everything has changed
Alec colocó en la mesa las dos fotografías de sus principales sospechosos del caso en el que estaban trabajando él y Jace. La víctima estaba sentada enfrente. Alec le sonrió débilmente y después le acercó las fotos.
– Estos son nuestros dos principales sospechosos de su asesinato, Señora Jones, – dijo Alec, mirando a Jace, quien solo paseaba por la habitación. – Su ex marido y su actual jefe. Por favor, mírelas y trate de recordar algo, – añadió.
La victima se veía en shock. Mientras que Jace no sabía que pasaba. Solo Alec podía ver al fantasma de la víctima.
Alec había descubierto sus habilidades cuando era un niño, pero nunca se lo había dicho a nadie más que a sus hermanos, Jace e Isabelle. Al principio le molestaba ver gente muerta, pero luego descubrió que era algo bastante útil para su trabajo como detective.
Le ayudaban en los casos, y de alguna forma, Alec les ayudaba a ellos. Aun así, no adoraba su don. Para Alec, era más como una maldición, mientras que a Jace, le tomó un rato aceptarlo.
– Está viendo las fotos, – le dijo Alec a Jace, y después de una pausa agregó. – Pero no recuerda demasiado, algo bastante normal. Cuando alguien muere, y más si es una muerte violenta, su mente siempre termina confundida. Pero ya recordará, – agregó, y Jace solo asintió.
– Eso espero, porque necesitamos resolver este caso y atrapar al hijo de puta que hizo eso, – dijo Jace, entre dientes, y Alec asintió. – ¿Puedes preguntarle si recuerda algo? – intentó Jace.
– ¿Recuerdas algo? – preguntó Alec suavemente, girándose de nuevo hacía la víctima y su corazón dolió cuando vio como la mujer lloraba y apuntaba a su ex marido.
– Lo recuerdo, – dijo la mujer, y Alec sintió un nudo en la garganta. A veces también podía sentir las emociones de los espíritus. – John me asesinó, – dijo ella llorando.
– Dice que fue su esposo, – Alec le dijo a Jace.
– ¡Lo sabía! ¡El tenía un buen motivo! – Jace exclamó, poniéndose enfrente de la víctima, aunque no pudiera verla. – Gracias por la información, Señora Jones. Haremos todo para encerrar a ese bastardo, –
– Gracias, – dijo la víctima en lágrimas.
Jace estaba a punto de hacer otra pregunta, cuando Anna se levantó, y Alec pudo sentir el cambio en su comportamiento. Algo usual, pero igual de frustrante.
– Mis hijos, – dijo Anna, sonriendo. – Están esperándome en casa. Necesito ir a casa. –
– Señora Jones, – Alec negó, también parándose. – No, espere. Si no controla sus emociones, perderá el control y volverá a revivir los últimos días. Escúcheme, trate de recordar. Sus hijos no le están esperando en casa, ellos están con su madre. –
– Eso es mentira, – dijo la mujer, ahora entrando en pánico. – Ya voy tarde, necesito ir a casa. Probablemente están muy preocupados, – y antes de que Alec pudiera decir algo más, la mujer desapareció.
– Supongo que se fue, ¿no? – preguntó Jace y Alec asintió, viéndose decepcionado. – Bueno, al menos sabemos quien lo hizo. –
– Buena suerte probándoselo a un tribunal, – Alec suspiró. – El ex esposo tiene coartada, su novia jura que estaba con ella cuando la víctima fue asesinada y no podemos probar lo contrario. –
– Lo sé, – dijo Jace, viéndose de nuevo preocupado. – Mira, iré de nuevo a ver al ex esposo y le interrogaré de nuevo. Quizá su historia cambie cuando le digamos que tenemos un testigo, –
– ¿Un fantasma? – Alec negó. – ¿Ese es tu testigo? –
– Bueno, – dijo Jace, poniéndose su chaqueta. – Él no tiene que saberlo, ¿cierto? Digamos que fue anónimo y veamos si tuerce la lengua. –
– Buena suerte, – Alec se encogió de hombros.
Mientras Jace iba a interrogar al hombre, Alec decidió encargarse del desastre en su escritorio. Mientras acomodaba el papeleo, Alec sintió como que alguien lo observaba, aunque no era algo extraño. La oficina estaba llena de detectives, pero al mismo tiempo no sentía que fuera alguien vivo.
Suspirando, Alec terminó de acomodar y se sentó a tomar su café, que ahora se encontraba frio. Prendió su computadora y decidió ponerse a trabajar.
Aun tenía el presentimiento de que alguien le observaba. Alzó la mirada y sintió escalofríos cuando vio del otro lado de la habitación a un hombre joven, sentado en la sala de espera y jugando con su cabello.
Alec no pudo evitar mirar. Su cabello estaba peinado en puntas y su brilloso maquillaje llamó inmediatamente su atención. Finalmente recordó que no podía mirarlo o si no se daría cuenta. Pero cuando el hombre le miró a los ojos, Alec supo que estaba jodido. Pensó que se acercaría, pero como eso no pasó, Alec se permitió seguir mirando.
Tenía una piel morena perfecta y sus uñas estaban pintadas. Estaba usando ropa bastante única que Alec jamás usaría, aunque debía admitir que se le veía bastante bien. El hombre era perfecto.
Solo había un problema, era un fantasma. Alec sacudió la cabeza, y cuando volvió a mirar, la silla estaba vacía. Alec suspiró decepcionado y continuó trabajando. Casi le da un ataque cardiaco cuando al girar su vista, lo al hombre sentado en su escritorio.
– Por el amor de dios, – Alec balbuceó, ahogándose un grito.
– ¡Puedes verme! – Magnus gritó emocionado y Alec entrecerró los ojos. Quizá era mejor pretender que no le veía. Algunos fantasmas podían ser bastante molestos y normalmente fingía no verles al menos que fuera para un caso.
Ya era demasiado tener que lidiar con gente viva, ¿también debía hacerlo con los muertos? No, gracias.
– ¿Dónde estaba? – preguntó Alec, mirando su archivo, e ignorando al fantasma. – ¡Oh claro! – dijo, hablando consigo mismo.
– ¡Deja de pretender que no me ves! – exclamó Magnus. – Vamos, no seas un imbécil y ayúdame, ¿si? –
Pero soltó un suspiro cuando Alec siguió escribiendo en su computadora.
– Vamos, detective, – dijo, haciendo un puchero. – Vi como me comías con la mirada hace rato, – extendió una mano y tocó la pierna de Alec, haciendo que este sintiera algo frió en su rodilla. Odiaba cuando los fantasmas le tocaban porque era un sentimiento nada bonito.
– Basta, – susurró Alec, haciendo que Magnus saltara de la emoción.
– ¡Lo sabía! ¡Puedes verme! – gritó Magnus feliz, ignorando el bufido de Alec.
– Claro que no, – dijo Alec, siendo obstinado. – No veo nada. –
– Oh basta, – Magnus dijo, irritado. – ¡Estás hablando conmigo! – su enojo hizo que los papeles del escritorio de Alec salieran volando, haciendo que otros voltearan a ver la escena. Alec solo se disculpó con todos y levantó los papeles. – ¿Yo hice eso? –
– Si, así que ¿puedes parar? – dijo Alec. – Llamas demasiado la atención. –
– ¿Me ayudarás? –
– No, – dijo Alec, sintiendo remordimiento cuando Magnus puso una mirada de cachorrito. – Es solo que tengo otras cosas que hacer. ¿No puedes ir con alguien más? – intentó de nuevo Alec.
– ¿Cómo no se me había ocurrido? ¿Cómo pude ser tan estúpido? – preguntó sarcásticamente Magnus. – ¡Claro que intenté pedir ayuda! Pero eres el primero que puede verme. Además, pensé que sería divertido que me ayudarás, eres demasiado sexy, – las mejillas de Alec se colorearon. – Pero ahora no estoy tan seguro. También eres un imbécil. –
– Pues que bueno que cambiaras de opinión, – Alec dijo, ofendido. – Ahora puedes irte. –
– Jódete, – dijo Magnus enojado y desapareciendo, o eso pensó Alec porque Magnus siguió por ahí durante todo el día, solo que a la distancia.
*
Alec se había negado, pero Magnus estaba determinado a que el detective le ayudara. Sabía que a pesar de ser un imbécil, debía ser buena persona. Había visto como había ayudado a la señora fantasma. Así que quizá solo debía darle tiempo.
Cuando Alec se fue a casa, Magnus supo donde vivía y decidió esperarle en su departamento. Este era pequeño, casi no tenía decoraciones ni colores. Las paredes estaban vacías.
Dado que Magnus ya llevaba siendo un fantasma un par de semanas, había aprendido a mover objetos sin tocarles aunque esto resultaba bastante cansado, así que lo primero que hizo fue prender las luces y después se acostó a descansar en la cama de Alec.
Cuando Alec llegó a casa miró confundido las luces prendidas. El siempre las apagaba. Preparándose para lo peor, Alec sacó su arma. Abrió su puerta y entró cautelosamente. El departamento lucía igual que siempre, así que guardó su arma y fue a su habitación. Ahí se llevó un gran susto al ver a Magnus en su cama.
– Hola, roomie, – dijo Magnus, juguetonamente. – ¿Quieres acostarte conmigo? –
– ¿Me seguiste a mi casa? – preguntó Alec, incrédulo. – ¿Y que quieres decir con "roomie"? –
– Bueno, me quedaré a vivir contigo hasta que me ayudes a cruzar hacía la luz, – dijo Magnus, feliz.
– No, no, no, no, no– Alec negaba, desesperado. – ¡Vete! –
– No, – dijo Magnus, levantándose de la cama. – Vamos, ayúdame y yo te ayudaré, – y al ver a Alec fruncir el ceño, agregó. – Oh, no me mires así, ¿has visto este lugar? Ahora entiendo porque eres tan gruñón, ¡necesitas más color y buena vibra en tu departamento! Y...–
– No necesito color y esas cosas. Estoy perfectamente bien, tu no me conoces – dijo Alec, irritado porque sabía que Magnus tenía razón. Perola razón no era el color de su departamento si no la ruptura que había tenidohace un par de semanas
– Y aun así te puedo leer como un libro abierto, – dijo Magnus, aun juguetón.
– Vete, por favor. No necesito a un fantasma viviendo conmigo, – dijo Alec, enojado, aunque no quería, pero no podía evitarlo. Odiaba que los extraños asumieran cosas de él, pero odiaba aun más que tuvieran razón.
Magnus iba a decir algo burlón de nuevo, pero vio la mirada del detective y que él no jugaba. Magnus comenzó a asustarse al sentir como perdía su única oportunidad.
– No se a donde más ir. Además de mi nombre, no puedo recordar nada más, – dijo Magnus, destrozado y eso hizo sentir mal a Alec. Detrás de esa máscara feliz estaba un fantasma asustado.
Alec se odio a si mismo por aceptar tan fácilmente, pero no pudo evitarlo. – Bien, te ayudaré. Pero primero dime tu nombre. –
– Magnus, – dijo, volviendo a sonreír feliz como antes.
– Alec, – se presentó el detective y Magnus asintió.
– Detective Lightwood, ¿cierto? – preguntó Magnus y Alec solo le vio confundido, sin saber a donde iba. – Suena tan sexy. –
Alec gruñó pero no pudo evitar sonrojarse.
– Gracias por aceptar ayudarme. Te prometo que no molestaré... tanto. Un gusto conocerte, – dijo Magnus, extendiendo su mano.
– Si, no voy a darte la mano, – dijo Alec, mirando la mano extendida.
– Bien, – dijo Magnus, girando los ojos, y sin dejar que la amargura de Alec arruinara su humor. – Entonces ¿cómo funciona esto? ¿Cómo me ayudas? –
– Lo discutiremos mañana. Estoy bastante cansado, – dijo Alec, yendo a la cocina. Magnus solo le siguió viendo como Alec preparaba su cena. – ¿Tienes que verme todo el rato? – Alec bufó.
– No puedo evitarlo. Ahora tengo un guapo detective trabajando para mi, – bromeó Magnus y Alec suspiró. – Además, extraño la comida, – Magnus hizo un puchero. – Ser un fantasma apesta. –
– Apuesto a que si, – el tono de Alec se suavizó. –¿Recuerdas como... ya sabes? –
– No, – dijo Magnus, suavemente. – Esperaba que tu me ayudaras a recordar. –
– Lo intentaré, – Alec suspiró. – Pero vamos a tener que trazar límites si quieres mi ayuda. –
– ¿Okey? –
– Primero, no me seguirás al trabajo. Segundo, dejarás de hacer comentarios inapropiados sobre mi, y tercero, dejarás de entrometerte en mi vida privada, ¿entendido? – preguntó Alec.
Magnus solo asintió, sin entender a que se refería Alec con comentarios inapropiados. ¿A los pequeños cumplidos de hace rato? No entendía porque le molestaban, era obvio que Alec se lo había comido con la mirada a él primero.
– Claro, Señor Gruñón, – dijo Magnus feliz. – Y gracias. –
– Agradéceme después de que te ayude, – Alec se encogió de hombros.
– El solo poder hablar contigo ya es algo enorme. Después de semanas de ser invisible, por fin alguien puede verme, – dijo Magnus y Alec no pudo evitar sentir compasión.
– Si. También intentaré no ser tan gruñón, – dijo Alec, intentando sonreír.
– ¡Entonces es un trato! – Magnus exclamó feliz y agradecido de haber encontrado a alguien que le ayudara y pudiera sacarle de la oscuridad y llevarle a la luz.
Qué les parece?
Jaja en esta historia Magnus va a ser un fantasma muy coqueto y Alec un policía muy gruñón😂
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top