Capítulo Único
Desde aquella ventana (como en varias más del palacio) se podía observar el gran jardín del palacio, los árboles, los matorrales, las flores las cuales se veían más hermosas en aquella época del año. Primavera.
También se podía observar los lados del palacio, con sus muchas ventanas, podía ver a la gente de servicio al pasar a través de estas.
El cielo tan claro de un azul hermoso con alguna otra nube que le adornaba de forma delicada.
El viento soplaba suavemente contra su rostro de una forma bastante agradable haciendo que su pelo se moviera al son de este, se lo había dejado crecer con el paso del tiempo, no mucho sólo hasta la altura de los hombros.
Le gustaba algunas veces amarrarlo en una cola de caballo, pero eso era mayormente cuando hacía calor.
Se encontraba parado frente la ventana de su oficina, la cara recargada del lado izquierdo en la palma de su mano del brazo de este mismo lado posado en el marco de esta.
El estar así le ayudaba a despejar la mente en días así, más específicamente en ese día (aunque no servía muchas veces).
Todos los años era lo mismo.
Volteó al escritorio y vio las varias fotografías que tenía ahí adornándolo, todas y cada una de ellas eran especiales.
Se acercó y para verlas.
La primera era una de sus hermanos y él de niños junto a sus padres, la segunda era nada más de sus hermanos y él. Ahora que la veía con detenimiento se daba cuenta de que todos habían cambiado bastante al paso de los años.
La siguiente era de su hermana Adele con ellos, ella también había cambiado. Ya no era una niña pequeña, ya era una adolescente convirtiéndose en una mujer pero para él siempre sería su adorada hermana pequeña.
La cuarta la observó con mucha alegría y ternura, la dejo de nuevo en su lugar.
La quinta (que era la última) era la segunda más importante después de la cuarta... Aunque en realidad todas lo eran.
Eran sus hermanos junto a él y al tutor real... Heine Wittgenstein. Su mirada se tornó triste.
"A veces no hay próxima vez, ni segundas oportunidades, a veces es ahora o nunca"
Había leído en algún libro de su hermano mayor, el príncipe Bruno. Y no la había entendido por completo. Ahora la entendía, algunas veces entendías las cosas por alguna experiencia ajena pero algunas personas debían de vivirlo para entenderlo... Él la comprendió teniendo que vivirla.
Hacía siete años que Heine había dejado el puesto de tutor real, todos hubieran querido que siguiera siéndolo, que se quedara, pero ya no tenía nada más que enseñarles.
Así que decidieron hacerle una despedida en la cual no nada más él lloro, sino todos (aunque en realidad sólo se sorbían la nariz y tenían los ojos rojos) fue en ese momento donde había perdido su última oportunidad.
La oportunidad de decirle lo que sentía por él.
Durante todos esos años en que este fue su tutor había desarrollado un sentimiento, uno que no es el que se le tiene a un tutor, ni siquiera a un hermano, padre o amigo.
Se había enamorado de él y no había tenido el valor de decírselo y ahora su mente le castigaba y le atormentaba siempre ese día... El día que él se fue.
Pensaba en que si le hubiera dicho... Si hubiera tenido el valor, quizá estarían juntos... Quizá...
- ¡Papá!
Una dulce e infantil voz le sacó de sus pensamientos. Un pequeño de no más de tres años entró corriendo hacia él de ojos azules como todos los Glanzreich y su cabello rubio de un tono un poco más oscuro que el suyo. Su mirada le recordaba muchas veces a su hermana cuando está tenía su edad.
Dejó la foto en su lugar y su expresión cambió totalmente, a una alegría extrema. Salió de detrás del escritorio para recibirle.
-Jonathan ¿Qué haces aquí? -Preguntó dulcemente cuando se agachó para recibirle con un abrazó que este correspondió tiernamente.
-Lo traje, quería recogerte para ir a comer, hermano.
-Sí... Me has prometido que comeríamos juntos -Le dijo con un pequeño puchero mientras se separaba un poco.
-Si comemos juntos casi a diario y gracias por traerlo Adele -se enderezo y revolvió el cabello del pequeño quién sólo río feliz ante la acción de su padre.
-No hay de qué. -Volteó su mirada a está.
《Como pasan rápido los años...》
Pensó al recordar sus pensamientos de momentos atrás, más otros recuerdos que vinieron a su mente...
Después de la partida de Heine, no lo había vuelto a ver, trató de buscarlo pero fue totalmente inútil aquello y durante mucho tiempo eso le causo una leve depresión y frustración (Aunque claro que trataba de ocultarlo para no preocupar a nadie) hasta que dos años después la conoció.
-Annika von Ebner, es un placer conocerlo -Hizo una reverencia mientras se presentaba.
-Leonhard von Glanzreich, el placer es mío. -Le sonrió y la vio detenidamente.
Su cabello rubio cobrizo que le llegaba hasta la cadera, sus ojos de un color azul, su piel blanca cual porcelana y después de un rato de estar conviviendo se dio cuenta que tenía una sonrisa bastante bonita y una risa contagiosa, era ella quien había curado un poco su corazón roto.
Su compromiso había sido arreglado algunos meses atrás, de esto se había enterado días después de conocerla y él aceptó casarse con ella, no es como que planeara o pudiera oponerse.
¿La había amado? Sí, Annika había sido una mujer maravillosa, una gran compañera, confidente y amiga.
- ¿Le extrañas aún? -Le preguntó algunos semanas antes de que se casarán.
-A veces...
-No está mal que lo hagas, fue una persona bastante importante para ustedes... Para ti.
-Lo sé...
La había amado pero no de la forma en la que había amado a Heine... Hubiera deseado hacerlo.
Y era algo mutuo, los dos siempre lo supieron (aunque ninguno jamás lo expresó ni lo expresaría) se amaban pero no así.
Annika había fallecido después de dar a luz a Jonathan.
Ese día mientras lloraba y miraba a su primogénito recordó cuando ella le había dado la noticia, había quedado en shock, estaba feliz y asustado. No se le había ocurrido jamás tener hijos pero era algo que debía de esperar, después de todo los dos de cierta forma tenían esa obligación, aunque jamás lo había tomado ni lo tomaría así.
- ¿Qué pasa hermano? -Preguntó Adele de forma curiosa sacándole de sus pensamientos mientras inclinaba ligeramente la cabeza hacia la izquierda.
-Nada, nada.
-Vamos papá -habló el pequeño mientras le tomaba del pantalón viéndole directamente con aquellos ojos tiernos que adoraba.
-Vamos -lo cargo de nuevo en su brazo y le dio un ligero beso en la mejilla. - ¿Nos acompañaras Adele?
-Claro. -Respondió sonriendo.
Los tres salieron de ahí directo al comedor.
Ya no servía de nada lamentarse por lo que había o no había pasado con Heine, de nada le servía. Aunque seguramente lo seguiría haciendo unos años más en ese día, Leonhard se conocía muy bien en ese aspecto.
Y al final si era honesto con sí mismo no cambiaría nada de su vida con tal de tener a su pequeño Jonathan con él, su orgullo y la persona más importante para él desde que nació. La alegría de todos sus días.
Era cierto, no cambiaría nada pero desde el fondo de su corazón deseaba ver al pelirrojo una vez más aunque fuera sólo de lejos.
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N/A: ¡Hola a todos!
¡He vuelto! La verdad es que no se ni como se me ocurrió esto... Iba directo al médico y ¡Boom! llegó a mi. La imaginación llega cuando menos lo esperas.
Aparte jamás me imagine que escribiría algo que tuviera que ver con una ship en el fandom... Fue gratificante hacerlo. Ya veremos en un futuro si mi imaginación da para algo nuevamente de alguna ship.
Me gusta contarles la historia de las historias, jejeje.
Gracias por leer está historia. Espero que les gustara.
Besos y abrazos.
¡Adiós!
P.D La frase que puse no es mía, la encontré en Internet.
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