I
Caminar por un sendero puede ser muy perjudicial si una persona sufre de paranoias, o quizás que le tenga miedo a estar sola en aquellos lugares, y no solo por el hecho de que quizás algún animal salvaje venga y le ataque, sino que también estaba una leyenda muy antigua, que pasaba de generación en generación, aquella leyenda decía: "No vayas por el sendero de la derecha o nunca volverás", todos decían eso en especial si alguien iba solo, porque se suponía que si uno iba acompañado nada le pasaba, pero para aquella persona que ahora caminaba estaba muy sumido en sus pensamientos, había ocurrido un suceso de acontecimientos los cuales le llevaron a tomar aquel sendero que desde tiempo inmemoriales decía que estaba maldito, pero porque, cuales son los acontecimientos anteriores para que esto ocurra.
Bueno, había peleado con su grupo de amigos, ya que estos habían sido muy inoportunos y no solo eso sino que se habían burlado de él, solo por estar sin pareja, a la edad de 27 años, sus amigos creían que él tal vez tenía una maldición o que era demasiado horrible para cualquier mujer, las palabras que estos soltaron fueron en la mente de él, algo que no era de su agrado.
Había caminado por mucho tiempo, después de pararse algo irritado, y enojado, él no haría como sus amigos, que uno de ellos se casó por el dinero de la familia de la mujer, otro por el hecho de dejar embarazada a la hija de una hombre muy estricto, otro simplemente para que no se le hagan la burla casándose con la primera mujer que se le paso por el camino.
Él sería diferente, completamente diferente, si se casaba estaría económicamente bien, una mujer muy linda, y con amor, era lo principal. Pero ahora que lo pensaba mejor, todo eso tal vez no se podría realizar, estaba en una zona muy peligrosa, y sintió que todos sus sentidos se activaron cuando la irritación se le fue de la mente y se dio cuenta que ese lugar se volvía cada vez más oscuro, pero aun entre los árboles se podía ver el sol que estaba en su máximo punto, pero esos rayos del sol apenas traspasaba.
Sintió miedo en todo su cuerpo cuando se escuchó el sonido de unas ramas romperse y este venia delante suyo, sintió las ganas de correr, darse la vuelta huir del lugar, pero algo lo mantuvo quieto, algo le observaba, además su cabello parecía que se estaba despeinado con el viento el cual llego de un momento a otro, trago saliva en seco.
Ningún músculo se movió, el miedo tomó poder sobre él, aun peor se sintió cuando escuchó por segunda vez las ramas romperse detrás suyo, no lo pensó más y corrió, todo lo más rápido que pudo, aunque sus pies se sentían pesados por el miedo que le abrumaba, aunque también fue un grave error mirar detrás suyo, y ver aquellos ojos rojos que en aquella oscuridad se podía ver aterradores, cuando trato de volver su rostro de nuevo para mirar delante, un árbol estaba delante de él, chocando y quedando sin conciencia, todo se volvió oscuro.
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No supo como pero su cuerpo reacciono de un rato para otro, levantándose de golpe, sintiendo que había tenido unas de las peores pesadillas de su vida, observó a todos lados, mientras estaba sentándose en una cama demasiado cómoda. Toco la tela, suave parecía ser muy cara, escucho el sonido de una puerta abriéndose se tensó empezando a poner alerta de cualquier cosa, pero luego escucho como alguien maldecía, y se enojaba con la misma puerta, parecía tener la voz de alguien muy joven a su parecer.
- Maldición, estúpida puerta, ábrete, que te abras dije – Luego solo se escuchó un portazo en donde la puerta se abrió de golpe, luego unas maldiciones a la misma puerta la cual era susurros que no se entendían, pudo ver quien era la persona que estaba entrando al cuarto, era un chico joven un poco bajo, aunque por la edad más o menos supuso su edad de aproximadamente 17, fue cuando el chico miro al otro cuando dejo de hablar o maldecir todo lo que veía, y solo se acercó con un pequeño carrito el cual se movía por encima de una alfombra que se notaba lo cara que era, los objeto encima del carrito, todo parecía demasiado caro – Al fin despiertas, ten toma esto. – Dijo sin muchos modales, parecía un poco enojado de algo aunque no se sabía de qué. Dudo en tomar el objeto o más bien la pequeña taza de porcelana – No tiene veneno por si lo preguntas, solo toma. – Fue la insistencia y el hecho de que el joven no parecía soportar mucho que se tardaran en tomar decisiones.
Agarro la taza, y bebió de aquel líquido, que por cierto tenia buen olor, pero aun así no dejaba de desconfiar de lo que pasaba a su alrededor, primero que nada quien era él, y segundo que hacia aquí, tercero acaso se liberó de morir a manos de un monstruo, no tenía ni idea, solo recordaba unos ojos rojos detrás de su espalda, así que pensó que era bueno preguntar primero. – ¿Quién eres tú? – Si no fuera por la cara del joven, se podría decir que no se notaba lo irritado y enojado que estaba.
Se pudo ver en su rostro del chico que esa pregunta no era de su agrado, - Eso no te incumbe, solo dime Julio – Fueron sus palabras, como evitando algo relacionado al apellido de su familia, pudo ver que volvió a verlo a los ojos – Bien entonces, dime ¿Quién eres tú entonces? – Más que una pregunta para saber, más bien parecía que era por sarcasmos o por el simple hecho de que no le caía bien o eso se podía ver.
Termino de beber aquel líquido raro y dulce, para luego responder – Me llamo Manuel – Le dijo, como si estuvieran jugando el mismo juego de no decir los apellidos, pudo ver la cara de más irritación que ponía el menor, sabía muy bien que ese niño tal vez era uno mimado de padres demasiado adinerados, uno por el lugar y dos por el carácter de este, luego volvió a preguntar – Y tus padres niño – En vez de ver otra vez la cara de irritado que ponía a las preguntas, solo vio que este le miro a los ojos y se fue del cuarto, evitando cualquier otra pregunta, eso le pareció extraño, y al mismo tiempo le dejo una intriga.
Estuvo ahí esperando a que llegara, pero parecía no volver, así que miro de nuevo al carrito, el cual aparte de tener un vasija de cristal con aquel liquido de sabor dulce, también tenía una bandeja tapada, la cual levanto y vio que era comida, todo esto se estaba tornando raro, quizás solo era una persona que le había ayudado con el monstruo y se había portado de una manera irritante con alguien que parece que se irrita con facilidad. Trato de levantarse de la cama, pero sintió el mareo producido por el golpe en la cabeza, y ahí cayó de cuenta que tenía la cabeza vendada, acaso se había golpeado con tanta fuerza o que pasó después.
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Al terminar de comer, supo dos cosas el cocinero que aquella casa tenía sabía muy bien lo que hacía y segundo, aquel chico no había vuelto, parecía que se había enojado al final de cuentas, acaso el preguntar por sus padres fue lo suficiente para hacerlo enojar o fue por la forma en como lo dijo, quizás eran las dos. Con esfuerzo fue caminando hasta la ventana que le invitaba a ver afuera, después de todo también tenía que saber dónde estaba, y como volver a su casa, y quizás ver a sus amigos, aunque ahora que lo pensaba, ¿Ellos realmente eran sus amigos?, habían vividos juntos en la misma calle, todos se conocían, aunque habían cosas que ocurrían que quizás debería replantearse si era cierto que eran sus amigos.
Escucho unos pasos, cuando se dio la vuelta se dio cuenta que había vuelto, tenía una mirada fría, había algo sospechoso – No digas nada. – Escucho las palabras del joven, el cual entro con algo en la mano, caminando en silencio el cual parecía ser algo incómodo, o quizás solo era porque no estaba acostumbrado a tanto silencio, se quedó parado a una cierta distancia, parecía no querer acercarse, como para evitar algo, y luego con ambas manos tomo lo que había traído –Ellos son mis padres – Mostró un retrato, el cual se veía a una mujer con ropajes un poco caros, parecía estar muy contenta, en sus piernas estaba un niño que no tardó en darse cuenta que era Julio y al lado estaba su padre, el cual tenía una mirada extraña, algo atemorizante, y sus ropajes aún más extraños, algo que en ninguna familia adinerada se podría vestir, en ese momento. – Por si te lo preguntas ellos murieron – Fueron sus últimas palabras, algo frías o más bien trataba de sonar así.
Miro por segunda vez el retrato, antes de que el joven volviera a tomarlo, para querer llevárselo de nuevo, la verdad no sabía que preguntarle, solo lo vio desaparecer por la puerta de nuevo. Aprovecho ese momento y mirar por la ventana, está muy alto, acaso era un tipo de castillo, porque era lo único que era lo bastante alto o de construcciones altas, cuando miro más allá de la altura, noto que solo había muchos árboles, era un lugar rodeado de ello, no podía ver la cuidad por ningún lado.
Se escuchó de nuevo los pasos, en donde este volvió a hablar – La cuidad queda del otro lado – Dijo como si supiera lo que había pensado – Si quieres quédate hasta que te recuperes, o si no puedes irte a que te coma un lobo, lo que mejor prefieras. – Le dijo, mientras tomaba de nuevo el carrito para llevárselo.
Antes de que el otro se vaya Manuel hablo - ¿Cómo me encontraste? – Vio que el chico no se giró, mas solo se quedó ahí mirando al plato vacío.
Luego se giró y dijo – Estabas cerca de mi patio maldiciendo a tu suerte, y solo te chocaste contra el árbol – Termino de decir antes de irse de ahí, esas palabras fueron suficientes para dejar a Manuel pensando lo sucedido, el que había sido eso.
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