15 ❦ nubes


Lucy se fue a su casa, aún faltaba mucho para que su mamá llegará, así que podía estar fumando sin preocupaciones.

Pero como ya un simple cigarro de tabaco no era lo suficiente, pasó a comprar hierba en un lugar terrible. Porque ella ya no quería estar en el mundo real, no le importaba estar delirando todo el tiempo, solo quería estar en un lugar donde sí podía ver y tocar a Memo.

Las semanas pasaban pero no para Lucy, porque su mundo y su existencia se detuvieron el día en que Memo murió, desde que se suicidó por una razón por la que ella se moría por descubrir. Nada le iba a dar paz a su corazón, no iba a dormir tranquila, porque se sentía con la absurda culpa de que ella pudo haber insistido más, pudo haberlo ayudado. Así hasta sentía que ni le importó a Memo en lo absoluto.

Si tan solo supiera que ella fue el último pensamiento de Memo.

Se sentía muy drogada ya. Su cuerpo estaba, pero su mente no. Físicamente estaba acostada en su cama, boca abajo y con su gato durmiendo sobre su espalda, mentalmente, en los brazos del chico que más amó.

𓆩♡𓆪

Abrió con bastante pesadez sus ojos, sentía como algo le taladraba su cabeza, como si se hubiera golpeado, pero al pasarse este malestar, Lucy recuperó su visión y trato de descifrar el lugar en donde estaba.

Había sol, pero era fresco, sintió una sensación rara en sus pies, miró al suelo y estaba descalza, sobre arena blanca y suave, frente a ella, el mar turquesa, con olas relajadas y su sinfónico choque entre las olas. Una brisa fresca le recorrió todo su cuerpo, moviendo su vestido blanco, uno que no traía mangas, suelto, y que le llegaba hasta los tobillos.

Se sentía extraña, no sabía dónde estaba, pero no tenía miedo, a pesar de estar perdía, no tenía la intención de encontrar su casa. Por eso siguió caminando cerca del agua, sintiendo la relajante sensación de la arena en sus pies y el aire chocando contra su cuerpo. Caminó y caminó, pero parecía no haber un fin de nada.

—¡Lucy!

Una voz suave, bastante familiar, le llamó a sus espaldas. Ella volteó a ver de quién se trataba, aunque ya estaba segura, esa linda voz, tan serena y tranquila sólo la tenía alguien: Memo.

Al verlo ahí parado, con una camisa y unos shorts blancos, descalzo igual que ella, con el pelo siendo desordenado por el aire, ella no pudo quedarse en su lugar un rato más y corrió hacia él. Memo la esperaba en su lugar con los brazos abiertos, esperando a encontrarse con su cuerpo para poder abrazarlo.

En cuando sus cuerpos conectaron, Memo cayó con ella en la arena y se puso de rodillas para sostener a Lucy sobre sus piernas y abrazarla intentando calmar su desesperado llanto.

—Memo... —tenía sus manos sobre sus brazos, apretándolos con fuerza, teniendo miedo de soltarse. —No lo puedo creer. —alzó su rostro para verlo a la cara. —Eres tú.

—Sí. —rió. —Sí soy yo.

Se acercó a él para darle un beso. Los besos eran un lenguaje silencioso, corporal, porque no había que decir una sola palabra como para expresar tu sentir, Lucía le transmitía toda la amargura de su soledad, de su añoranza hacia él y las noches eternas en las que no había podido dormir desde que él la dejó. Memo por su parte, le decía en silencio que todo estaba bien, mediante un beso azucarado le compartía su tranquilidad y la protección que le estaba brindando al tenerla firme en sus brazos.

—¿Memo por qué me dejaste? —se separó y se puso igual de rodillas frente a él. —Me haces falta. Te necesito como no te imaginas. Las noches son un infierno... no, no solo las noches, todo el día es un infierno porque tú no estás, no lo soporto y-

—Tranquila, cálmate. —le habló en voz suave mientras tenía sus manos en sus hombros. —Lucy te debo una disculpa, pero creo que jamás voy a terminar de decirlo. No fue mi intención dejarte Lucy, yo te amo y odio verte así por mí... pero no me sentía bien, no era feliz-

—¿Y yo que? ¿no eras feliz conmigo? ¿No pensaste en mí al hacerlo?

—Claro que era feliz contigo, desde que te conocí, conocí la felicidad, ese fue el día en el que realmente nací, cuando te conocí Lucía, cuando nos hicimos novios. Pero algo en mí me hacía sentir que yo no tenía lugar en el mundo, que no fue el momento para conocerte, porque fuiste la persona correcta, todo hubiera sido perfecto si tan solo yo estuviera listo. Y verte así, saber cómo te sientes por mi cobarde y estúpida decisión... Lucy perdóname por favor.

—No... No Memo. No yo puedo aceptarlo, perdóname si suena egoísta de mi parte, pero tú eras mi felicidad, entiéndelo, y sin ti yo no soy nada, no soy capaz de continuar... te pregunté tantas veces si te sentías bien, porque tú no demostrabas ni la más mínima señal de lo que pretendías hacer, y aún así yo me di cuenta. Pero nada, no me dijiste nada, yo pude haberte ayudado Memo.

—Por favor entiéndeme, es algo que nadie, ni tú podía entender.

—Entonces no me querías lo suficiente. —se puso de pie y le dio la espalda.

—¿Cómo vas a pensar eso? Mi amor por ti es lo más real que he podido sentir.

—¡Pero te fuiste! —su voz se quebró y de nuevo empezó a llorar. —¡Y me dejaste sola! ¿para que te apareciste en mi vida si te ibas a ir más rápido de lo que llegaste?

Memo ya no sabía qué decirle, así que se acercó a ella y la volvió a abrazar. De nuevo se sentaron en la arena, mientras pasaba sus manos delicadamente sobre su cabello, acariciandole, haciéndole saber que él estaba ahí y que podía sentirse tranquila.

—Quisiera tenerte de vuelta. —ya sonaba tranquila. —Te necesito Memo.

—Perdóname Lucy.

—Nunca voy a encontrar a alguien como tú.

—Claro que sí, hasta a alguien mejor.

—No importa que tan maravilloso sea, yo te quiero a ti.

—No puedes encasillarte en eso. Tú eres alguien muy especial y te mereces todo lo bueno que hay. Te mereces a tu lado a alguien tan bueno como tú.

—Ese eras tú Memo, ese es tu lugar y no quiero que nadie más lo ocupe.

—Por ahora está muy reciente, pero-

—No digas que te voy a olvidar porque eso no va a pasar.

—Y no tienes por qué hacerlo. Yo iba a decir que aunque en este momento te sientes así, encontrarás el consuelo tarde o temprano, porque yo no quiero verte sufriendo todo el tiempo, te quiero ver feliz, no va a ser conmigo, pero te quiero ver llena de vida y de felicidad.

—Memo, todo lo que dices... solo me rompe aún más el corazón.

Lo mejor era no seguir hablando entonces, la abrazó hasta que Lucy dejó de llorar completamente. Se secó las lágrimas y se soltó del abrazo de Memo. Ambos se pusieron de pie y éste la jaló de la mano hacia el agua del mar.

—¿Te gusta la playa? —le pregunta él.

—Me encanta. —sonreía.

—Vente vamos a meternos.

—¿Carreritas?

—Va.

Se lanzaron a correr al agua, Memo llegó primero y se lanzó a la ola que venía próxima, salpicando todo el vestido de Lucy.

—¡Memo! —le gritó.

—Está súper rica el agua ¡entra!

Lucy se metía con cuidado, pero Memo la jaló de la mano e hizo que cayera toda dentro del agua y ahora sí se mojara hasta el cabello.

—¿Lucy sabes nadar?

—Un poco... pero solo me gusta estar en la orilla, me da miedo meterme hasta el fondo.

—Tú tranqui, aquí no pasan cosas malas.

Tomó su mano y se metieron al mar, hasta que el agua ya le llegaba a Lucy al pecho, a Memo aún más abajo porque era mucho más alto que ella.

Todo el rato estuvieron jugando en el agua, saltando las olas, aventándose arena, juntando conchas de mar. Fue un día especial, que parecía irreal, un sueño. Y aunque así lo fuera, Lucy lo iba a guardar siempre en su corazón.

Ya en la tarde, se sentaron en la orilla de la playa, solo para apreciar el horizonte, el sol ocultándose tras el infinito mar, dándole la bienvenida a la noche con una inmensa luna que alumbraba todo el lugar.

—Me divertí. —lucy se acostó sobre la arena.

—Yo también. —Memo hizo lo mismo. —Te amo Lucía. —ambos se giraron para quedar de frente.

—Yo también te amo... siempre vas a ser mi felicidad.

—Ya es tarde. —puso su mano en su mejilla. —Ya deberías volver.

—¿Volver? —hizo una cara de confusión. —¿Volver a donde?

Él le sonrió, pero no estaba feliz, sino todo lo contrario porque se iban a volver a separar. No le respondió a su pregunta, eso a Lucy le generó más dudas y a la vez temor.

—Prométeme que vas a ser feliz.

—Claro, claro que sí, porque ahora estoy contigo y-

—No Lucy, conmigo no... vas a ser feliz, tú.

—¿Memo... no me voy a quedar aquí contigo?

—No.

Lucy lo miró un par de segundos, enojada con él, porque parecía no querer estar con ella, pero no había tiempo para golpearlo y ahí desatar toda su furia. Así que aprovechó esos últimos segundos, para abrazarlo fuerte y besarlo.

Se empezó a sentir más ligera, y poco a poco la imagen de Memo se desaparecía, quedando ella sola, abrazando a nada. Tan sola y llena de lágrimas, dudas y miedo.

𓆩♡𓆪

Todo había sido un sueño.

Lucy no volvió a ver a Memo, ni abrazarlo, él nunca estuvo ahí, todo eso fue una cruel jugada de su mente, porque se sintió terrible cuando despertó y cayó en la realidad que el alma de Memo y la suya ya no existían en el mismo mundo.

Pero se sentía agradecida, porque su mente tuvo el poder de hacerla sentir, cada textura de la piel de de Memo, su voz memorizada en su corazón, su manera tan calmada de tratarla, la delicadeza con que la abrazaba, todo eso lo volvió a sentir.














holaaaa volví a escribir aquí pq siento q no le di un buen final a la historia y quería darle un cierre definitivo y q quedara bonito
espero les guste <3

ahh Héctor y rubí en la foto de arriba qjjajajfja se q no tiene nada q ver pero cuando escribí como estaban Memo y Lucy en la playa me acordé de ellos en su boda xd

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