Cinthia

La mujer de cabello rizado y notables canas le enviaba un nuevo mensaje al sin remedio de Maxwell, con ese ya eran 9, y 1 día de su desaparición.

Lo había llamado en la mañana para disculparse por no haber ido y citarse ese mismo día pero inmediatamente era enviada a buzón de voz.

Fue a buscarlo a su trabajo más tarde y su jefe le dijo que no se había presentado a trabajar y que para él ya estaba oficialmente despedido, llamó a Keita, su compañera de cuarto, quien le explicó que no lo veía desde ayer en la noche y jamás dejaba a su estúpida gata así de desatendida, fue personalmente a la secundaria donde estudiaba el chico pero simplemente le dijeron que había faltado ese día, y finalmente y desesperada llamó a Marcait Phemie, la madre del chico, pero su respuesta fue menos esperanzadora.

- Seguramente está ahí de vago tomando, tú lo conoces, en unos días aparece.

Pero eso no era cierto, Maxwell estaba muy comprometido a terminar de ahorrar para la preparatoria de sus sueños entre los pagos del departamento, la comida de Evangeline II, su comida, el camión, las deudas, la lavandería, la luz y el agua, lo último en lo que podría pensar en ese momento era en desperdiciar dinero tomando.

Finalmente la morena guardó su teléfono y, como sabía que la madre del chico todavía le guardaba resentimiento por el moretón que le dejó en el ojo, decidió ser ella misma quien preguntara por alrededores si lo habían visto, y en efecto, lo habían visto, pero no del modo en que esperaba: muerto.

Su cuerpo estaba entero, tirado a un lado de las vías, con la mitad de su cabeza ensangrentada, sin vida, o al menos así lo describieron los paramedicos cuando corrió al hospital donde lo recogieron para evitar controversias pero pese a que todo apuntaba a asesinato cuando los puso más o menos en contexto cerraron su expediente con la palabra suicidio.

Sencillamente eso, suicidio.

¿Y con qué arma se mató para acabar de esa forma? ¿y qué hay de las grietas en su cráneo? ¿no parece más obra de un golpe? ¿y por qué apareció en las vías? Suicidio, suicidio, suicidio, parecía que sólo eso sabían decirle.

Volvió a llamar a la señora Phemie después de haberse calmado de llorar ante el cuarto frío donde tenían a Maxwell y le dijo la situación, pero sin embargo la mujer sólo dijo:

- No lo veré, sé que eso es lo que quiere, pero no lo logrará. Todo esto es su culpa.

¿Cómo podía ser tan fría con su propio hijo? Maxwell había heredado la adicción al alcohol gracias a los viejos hábitos en los genes de su madre por lo que no podía controlarse cuando tomaba y se tornaba demasiado agresivo. Había asistido a terapias, fue el más joven de Alcohólicos Anónimos e incluso faltó a su cumpleaños 13 porque su tío había traído una botella de alcohol, pero su madre también era adicta por lo que compraba alcohol a escondidas.

Maxwell lo descubrió, se embriagó como nunca antes y en un acto de irracionalidad total golpeó a su madre hasta que su cara quedó totalmente irreconocible por la hinchazón y los moretes.

Y entonces la señora lo corrió, sí, a los 14 años.

Ella era una vieja amiga de la veterinaria donde consultaba a Evangeline II y le pedía dinero muy a menudo, él técnicamente no se quejaba pero cuando acabó en la calle se volvió cobrón, y ella aún más pobre.

Sonaba bastante lógico que se hubiera suicidado poniéndose en su lugar pero... no, simplemente Max no era así.

Habían charlado del suicidio una o dos veces como buenos amigos que eran pero el chico siempre había llegado a la conclusión de que el suicidio era una de esas decisiones de las que ya no había marcha atrás, y además, aún era muy jóven para llegar a una conclusión tan trágica.

Maxwell siempre había sido muy joven en aquel mundo de adultos y tenía sentimientos en verdad puros, era muy difícil de entender como se podía ser tan cruel con un amor de persona como lo era su hijo, en especial aún muerto, pero ella no podía evitar sentirse culpable: lo que sea que le hubiera pasado fue gracias a que lo citó muy tarde, a que no llegó a tiempo, a el lugar donde pidió verlo... a ella en sí.

¿Lo peor de todo? La mamá del chico se negaba a pagarle un funeral, Maxwell no poseía servicios funerarios y ella estaba demasiado pobre como para hacerle algo, por lo que lo dejarían en ese helado y vaporoso cuarto hasta que alguien quisiera hacerse cargo.

Trató de contactar con el papá del chico pero la madre no le dio número, Maxwell no lo seguía en ninguna red social y la única pista que tenía de él era su apellido: Williams, pero nada más, por lo que ese hombre tampoco era opción, sus familiares mucho menos, todos pensaban por sí mismos y por nadie más.

Finalmente habían pasado 5 días de la muerte de Max, se sentía horrible cargándose el dinero que tanto le había pedido para acabar sus propias deudas y hasta había tenido algunas pesadillas al respecto, por lo que fue a las vías del tren lo más temprano posible dispuesta a arreglar asuntos pendientes, ya no podía seguir cargando con la culpa.

- Em, Max -murmuró la mujer sintiéndose absolutamente estúpida con un grueso abrigo arropándola y el dinero en el bolsillo-. Maxwell -llamó de nuevo aclarando su voz, sin saber bien que decir, la mujer se acomodó unos mechones rebeldes gracias al viento y empezó de nuevo, suspirando tranquila-. Max, todos dicen que te suicidaste: amigos, familiares, maestros, incluso expertos, y todo lo que estuvo pasando últimamente en tu vida apunta a que es cierto -murmuró Cinthia agachando la cabeza-. Pero me niego a creerlo -dijo la mujer firme, justo en donde se había hallado el cuerpo sin vida del joven, quien escuchaba atentamente cada una de sus palabras-. Me niego a creer que te rendiste, que decidiste que querías dejar de existir y... te mataste, sé que tu no eres capaz, y no porque seas cobarde ¡sino todo lo contrario! El suicidio... es de cobardes, simplemente no es posible que lo hayas hecho ¡no lo es! Yo lo sé, y, no puedo evitar creer que yo ayudé a esto, a que esto te pasara y, no sé si es solo mi cabeza o eres tú directamente quien me está atormentando pero, aquí estoy, y el dinero también -el pelirrojo escarlata se acercó confundido con el ceño fruncido-. Sé que técnicamente no necesitas dinero en donde estás ya, o tal vez sí, ni idea pero, siento que yo no lo merezco, así que... aquí esta, lo siento -la morena de baja estatura se agachó y dejó las 200 libras esterlinas que le debía, a lo que Maxwell quedó atónito, y sin saber muy bien que hacer pisó los billetes y los arrastró a ella, asustándola por completo.

- No, este dinero es tuyo ahora, yo... no lo necesito -era tan frustrante que no pudiera escucharlo, de verdad que le hacía mucha falta... así que para no terminar de matarla del miedo con un abrazo se limitó a apartar un mechón que se le había venido a la cara por agacharse y sonreírle en vano, pero Cinthia era atea por lo que sin estar totalmente convencida arrastró el dinero con su pie al frente, pero Maxwell divertido lo arrastró hacia ella de nuevo, la mayor lo arrastró a él de nuevo y el pelirrojo escarlata se rindió tomando el dinero y poniéndolo en su bolsillo, haciéndola gritar horrorizada y ser mirada como un bicho raro por todo el mundo.

- Pero, no es posible... -murmuró horrorizada aferrándose a la bufanda alrededor de su cuello y a sus creencias mientras soltaba un vaporoso suspiro, finalmente Max negó divertido por la terquedad de su amiga y se inclinó en las piedras entre las vías del tren, haciendo una palomita en ella, como aprobando que conservara el dinero.

Y finalmente Cinthia huyó cayéndose mientras gritaba que el mundo estaba loco, pero en fin, qué remedio.

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