Capítulo 8: Trece años (1/2)
Un pelirrojo miraba sin mucha atención el techo de su habitación, había estado las últimas horas así, recostado sin pensar mucho, porque cada vez que pensaba en algo siempre terminaba llorando, de tal manera, que quedaba sin voz, y si ese era el caso, ¿No era mejor mantener su mente en silencio? Giro un poco la cabeza para ver el llavero que Dazai le había regalado para navidad, había estado los últimos meses a su lado, el muchacho lo miro con el ceño fruncido.
- ¿Por qué me miras así? – le susurro tomando por una pata al pequeño oso y acercándolo - ¿Igual te vas a ir? ¿Por eso tienes una mirada tan vacía?
El oso se balanceo con suavidad en su mano, el pelirrojo lo apretó con fuerza hasta casi romperlo, no soportaba la mirada que tenía, opacada y sin vida, no quería entender que, en realidad, el oso solo reflejaba su mirada
-Te odio – le dijo al oso con claridad- Realmente te odio, ¿Por qué se te hizo tan fácil desaparecer, idiota? ¿Por qué no me llevaste contigo? ¿NO PENSASTE SIQUIERA UN MOMENTO EN AVISARME? – Grito furioso de la nada, y tirando con fuerza el oso contra la ventana, este solo reboto y cayo con un suave sonido al suelo.
Chuuya se sentó de golpe llevando sus manos a su cabello para tirar de él desesperado, no lo saco por la fuerza que estaba usando, más bien, lo hizo como un gesto para calmarse, si no sentía dolor aparte, terminaría destruyendo nuevamente las cosas en su habitación y no quería, porque si lo hacía nuevamente, metería en problemas a Neesan…
La última vez, lo había hecho en presencia de Kouyou, que se encontraba a su lado simplemente acariciando su cabello mientras lloraba en el sillón, pero, en un ataque de ira, había terminado destruyendo cada objeto cercano a él. La pelirroja había observado todo de manera sorprendida, colocando después una mirada de compresión, entendiendo las razones por la que Dazai cuidaba tanto al Chuuya. Al ver que el chico solo lloraba con más fuerza al darse cuenta de que había mostrado sus poderes aun cuando Dazai le había dicho que no lo hiciera, la mujer lo había abrazado y dicho que no le diría a nadie. Claramente no lo haría, como un jefe de la Port mafia, sabía lo que significaba que Chuuya tuviera una habilidad tan poderosa como el manejo de la gravedad. El pelirrojo solo le había agradecido con voz rota.
Una vez que se calmó, dejo caer sus manos de golpe a su lado. Estaba cansado, pero dormir últimamente no lo ayudaba, había olvidado cuando fue la última vez que durmió bien… o quizás si lo recordaba, había sido el día que había visto a Dazai por última vez, la sonrisa y palabras que le había dicho solo habían provocado que se mantuviera despierto pensando en la razón de que lo hubiera dejado solo.
Se sentó en la orilla de la cama, y se levantó a tomar entre sus manos nuevamente al oso en sus manos.
- Lo siento, no quería hacerte esto…la verdad ni yo me entiendo – le susurro dedicándole una sonrisa triste. Con el llavero en mano se dirigió al sillón de la sala, mirando las vistas de la ciudad. Era de noche, frunció el ceño ante eso, últimamente veía todo más oscuro, no importaba si era de noche o de día, era un momento en el tiempo ¿Un minuto? ¿Una hora?, la verdad, el muchacho había dejado de separar las cosas, solo se decía que era de noche, porque no había otro modo de explicar que viera cada día con tonos grises y tristes.
A veces pensaba en el día que esto había comenzado, si tuviera que asociar ese momento con algo diría que lo asociaría a soledad.
Recuerda que se había levantado para ir a la escuela, esperando encontrar al castaño sentado en el sillón esperando, era la rutina de siempre, luego comían juntos para continuación ir cada uno a hacer sus deberes. Sin embargo, esa mañana había estado extrañamente fría al notar que Dazai no estaba donde debería, lo había esperado, pensando que quizás se había quedado dormido. Sin embargo, había llegado la hora de irse y no se había sentido ni siquiera un poco la presencia de su amigo. Se había sentido extraño, de la nada el pecho se le contraído por un dolor invisible, no era como la otras veces que Dazai se iba o no estaba en las mañanas, Chuuya no pudo evitar tener un mal presentimiento.
Cuando volvió esa tarde de la escuela, la sensación de presión en su pecho había aumentado al ver que la habitación del castaño no habría por mucho que la empujara. Se fue corriendo a su habitación, esperando que estuviera ahí y que solo fuera una de sus tontas bromas. Pero, nada, se había sentado toda la tarde en el sillón, sin moverse, sobresaltándose al sentir los pasos por el pasillo, pero, nunca iban dirigidos a su puerta, finalmente se quedó dormido en el sillón, aunque solo tuvo pesadillas.
Eso fue el primer día, el segundo, no había sido mejor, estaba angustiado y no tenía con quien hablar, sus compañeros de escuela no entenderían y no era cercano a nadie en la Port mafia, y eso estaba bien para el muchacho, porque las personas que trabajaban en el lugar lo miraban con desagrado, pero, normalmente solo lo ignoraban, lo cual permitía que cada uno viviera su mundo.
Se había recostado en el sillón, llevando sus rodillas cerca de él, acurrucándose y diciéndose que en cualquier momento Dazai entraría y le diría que tuvo que estar en una misión más larga o cualquier cosa, no importaba que le dijera cualquier cosa siempre y cuando lo viera o lo escuchara, aunque fuera por un momento.
Al sexto día, había salido a buscar a Dazai por el edificio de la Port mafia, sin lograr nada, irónicamente ciertas personas lo veían con una sonrisa desagradable, hasta lo habían saludado con sarcasmo por los pasillos, pero el solo continuo su camino. En un punto de su búsqueda, recuerda haber encontrado con Mori por casualidad, si se puede decir a eso casualidad, porque el sujeto se encontraba mirándolo desde el fondo de unos de los pasillos más largos, lo hacía de tal modo que Chuuya se sintió como una rata en una caja, para posteriormente hacerle señas de que se acercara. El pelirrojo lo hizo, sin pensarlo mucho, estaba cansado, el sueño lo estaba destruyendo, por eso se acercó sin muchas defensas.
- Te veo preocupado, Chuuya-kun – Le había dicho cuando estaba lo suficientemente cerca el muchacho - ¿Algo que te pueda decir?
- No – le había respondido de inmediato, estaba cansado, eso no lo negaba, pero para cualquiera hubiera sido sospechoso que este sujeto le hablara de la nada con este tono condescendiente
- ¿Estas seguro? Soy el jefe por aquí, como ya sabrás, normalmente se todo sobre este lugar – le había dicho insistente, Chuuya lo miro con sospecha, pero ya se le había acabo de las opciones sobre a quien preguntar, Neesan no le había dicho que no sabía, que seguro estaba en alguna misión y que no preocupara, pero el pelirrojo sentía que algo estaba mal
- Dazai… Dazai no ha vuelto– le había dicho con voz cansada - ¿Sabe dónde está?
- ohh, ¿Dazai-kun? – le había dicho con una sonrisa de victoria, que hizo al chico dar un paso atrás sin querer – Parece ser que te abandono, Chuuya-kun
- Eso no es cierto – le había respondido Chuuya apretando las manos en puños – él no lo haría, lo prometimos
- Yo lo vi marcharse sin arrepentimientos, ni siquiera se despidió de ti ¿Verdad? – le dijo sin perder la sonrisa
- ¡Cállate! – le grito Chuuya, con tanta furia que inconscientemente apretó sus puños hasta que sangraron – Usted miente
- ¿Por qué te mentiría, Chuuya-kun? – respondió Mori, alejando la vista del muchacho y mirando detrás de el – Mi bella Kouyou, ¿Qué haces por aquí?
El pelirrojo de inmediato se giró y observó a la mujer que había cuidado tantos años de él, ella no bajo la mirada hacia él, solo observa a Mori, lo cual era normal, de ese modo no lo colocaba en peligro
- Venia a informar de la misión – respondió Kouyou, caminado y colocándose disimuladamente frente a Chuuya, tapándolo de la vista de Mori. Indicando con ese simple gesto que no quería que el pelirrojo estuviera ahí
- Oh, vaya, es cierto, vamos a mi oficina – Ambos se comenzaron a alejar, dejando a Chuuya en el pasillo, sin embargo, antes de que las puertas del acenso se cerraran, Mori le había dicho al pequeño: “Si necesitas ayuda sobre lo que conversamos, no dudes en ir a mi oficina. Estaré esperando”. Luego simplemente se había ido.
El tiempo había pasado, días angustiantes y solitarios, donde el muchacho no había dejado de buscar a Dazai. Siempre deteniéndose a último momento de ir a donde Mori, por la promesa hecha con el castaño, no buscar ayuda con el mencionado.
Llegando así a este momento, donde Chuuya casi no dormía o comía, de la angustia que su cuerpo estaba sintiendo, pasaba desde el odio hacia Dazai cuando pensaba que en realidad lo había abandonado como todo el mundo siempre lo hacía hasta la tristeza extrema por pensar en que estuviera muerto.
Escucho como la puerta se abría, se levantó sin muchas ganas, ya no esperando al chico de siempre, sabía que no aparecería, no después de todo ese tiempo. Suspiro cansado.
- Chuuya, te traje la cena - Dijo Kouyou entrando directamente a la cocina, con elegancia, dejo una cajita de comida, parecía haber sido comprada en alguna tienda de comida rápida. El pelirrojo miro al muchacho sentado en el sillón, llena de tristeza por el pequeño. Parecía más delgado y en su rostro se notaba que no había tenido siquiera un minuto de descanso.
-No tenía que hacerlo, Neesan- le dijo con una sonrisa suave, sin mucha alegría, pero con algo de gratitud. Se levanto del sillón, observando la caja de comida con una mueca- Aunque, no tengo mucha hambre, más rato la probaré
-Chuuya, no te he visto comer desde ayer... a este paso te vas a enfermar ¿Quieres eso?
- No me enfermare - le respondió seguro. Aun cuando tenía una vocecita diciendo que podría ocurrir lo que la mujer le decía.
- Si te lo digo es por algo - le dijo levantando una ceja. El menor con un suspiro tomo la caja, sentándose a comer. Aunque solo se quedó mirándola y de vez cuando jugaba con ella. La verdad, desde hace algún tiempo que había perdido el apetito. Observo que su Neesan le había puesto unos chocolates envueltos pequeños como regalo al lado de la comida, con cuidado los coloco en su bolsillo, quizás podría comerlos más tarde.
Kouyou observo todo angustiada, ella sabía que el muchacho amaba los dulces, por eso se los había llevado, pero él los había guardado sin siquiera probar uno.
- Chuuya, estoy preocupada por ti, ya casi no sonríes y cada día te veo más cansado ¿Como puedo ayudarte? - le dijo la mujer, apoyando su mano con suavidad en la mejilla del pelirrojo. Este tenía una mirada triste.
- ¿Porque se fue? - le susurro después de unos minutos. La mujer se tensó entendiendo a lo que se refería- Él dijo...él dijo que me amaba ¿Porque se iría luego de decir eso? ¿Acaso me mintió?
- Ese mocoso ¿Alguna vez te ha mentido?
-No...
- ¿Entonces? ¿Porque dudarías de él ahora? Si tu más que nadie sabe lo mucho que te quiere
- Kouyou neesan ¿Sabe lo que ocurrió con él? Se que tiene poder en la Port mafia... ¿Porque no me lo dice? - La mujer de inmediato se separó de él, mirándolo con culpa.
- Yo...yo no lo sé, Chuuya
- Neesan, no me sigas mintiendo - le dijo Chuuya con una triste sonrisa - solo dime... ¿Está muerto? - al muchacho se le rompió la voz, abrazándose a sí mismo.
-!No!… no, pequeño. No está muerto- le dijo de inmediato la mujer corriendo a abrazarlo, el pelirrojo se dejó abrazar.
- ¿Entonces? Por favor...dime donde esta o si está bien...
Con cuidado el muchacho se separó y la miro a los ojos. Esta lanzo un suspiro y se alejó. No sin ocultar una mirada triste, como si las respuestas a esas dos preguntas fueran las más difíciles.
-No puedo responder eso - le dijo mecánicamente, el pelirrojo de inmediato se tensó, esa respuesta era parecida a sus conversaciones con el castaño.
- Hablas como Dazai - le dijo sorprendido- Son exactamente las palabras que él hubiera dicho - Chuuya observó como la mujer se tensaba- ¿¡Él te dijo que no me respondieras?! ¿Por qué? ¡Ya he tenido suficiente de que me traten ambos como un mocoso estúpido! ¡No lo soy!, ¡él y yo somos un equipo! ¡Como se atreve a dejarme de lado cuando ya no le sirvo! ¡Siempre dice que quiere protegerme para que no me lastimen! ¡Pero a costa de que! - dijo el muchacho enfadado, mientras caminaba como un león enfadado. Miro de reojo como ciertas cosas flotaban, pero no le importo.
-Chuuya, bájame el tono de inmediato- le dijo Kouyou con los brazos cruzados. Chuuya de inmediato cerro la boca y lo miro cohibido y bastante avergonzado
- Yo...lo siento. No sé qué me pasa- le dijo el chico sentándose de golpe en el sillón y mirando angustiado a Kouyou- Desde que no lo tengo cerca se me hace aún más difícil suprimir mis emociones o al menos controlarlas...es como si me convirtiera en alguien completamente diferente
-Chuuya...
-No, neesan...solo déjame intentar dormir un poco. Ya es tarde y...necesito descansar- le susurro recostándose en el sillón, cerrando los ojos. No queriendo ver nada.
- Esta bien, pequeño. Cualquier cosa que necesites ya sabes donde buscarme
El pequeño asintió sin abrir los ojos. Escuchando como los pasos de la mujer se alejaban. Se quedo así un tiempo. Pensando en todo, seguramente Kouyou Nessan sabía dónde estaba Dazai y si ella lo sabía...Mori también. Con lentitud se sentó, decidido.
"No le pidas ayuda a Mori"
Eso le había dicho el castaño antes de desaparecer. Pero ¿Que esperaba que hiciera? Ya se había quedado sin opciones, y...no tenía por qué hacerle caso a esa promesa. Dazai también había mentido, en el momento en que lo había dejado solo sin explicaciones, lo había hecho.
Camino por los pasillos con algo de miedo, no por lo que le podría suceder una vez estuviera frente a Mori, si no por lo que podría decirle.
Se quedo unos segundos mirando la gran puerta oscura, sin evitar pensar en lo mucho que parecía estar haciendo un trato con el diablo. Con un suspiro golpeo, parpadeando al notar que la puerta se abría sola. El muchacho se asomó, con bastante curiosidad. Solo había estado aquí cuando lo trajeron por primera vez.
- ¿Quién eres?
Chuuya de inmediato se giró. Había una niña sentada en el suelo, parecía tener su edad. Rubia con vestido rojo. Había estado dibujando algo, pero ahora lo miraba con curiosidad.
- Me llamo Chuuya .... ¿Quién eres tú? No sabía que había más niños en el edificio, además de...Dazai - le murmuro tímido acercándose a ella, sentándose a su lado. Esta le sonrió.
- Me llamo Elise y tú no deberías estar aquí - le respondió volviendo a dibujar - Rintaro no acepta a nadie cuando estoy por aquí, va a hacerte daño
- ¿Rintaro? - pregunto el pelirrojo extrañado. La niña solo siguió en lo suyo.
- Tu sombrero es muy bonito
Chuuya de inmediato le sonrió, como no lo había hecho en mucho tiempo. Y tímido se enderezo su sombrero.
- ¿Verdad que sí? Mi amigo me dijo que era feo
- No lo es, créeme, yo siempre tengo la razón
- Bueno, si lo dices así, no tengo opción - el pelirrojo con cuidado se llevó una mano al bolsillo de su chaqueta sacando un chocolate de los que le había dado Kouyou - ¿Quieres uno? - La niña al verlo le brillaron los ojos emocionada y asintió inmediato. Ambos se quedaron en silencio comiendo el dulce. Chuuya un poco más feliz. Sintió como la niña tiraba de su manga, intentando llamar su atención.
- Toma - le dijo entregándole un lápiz de color azul - te lo regalo a cambio del chocolate
- Gracias - le dijo sonriendo. Sintiendo que en realidad era extraño que ella regalará cosas - por casualidad ¿Sabes dónde está Mori-san?
- Ya está por llegar - le respondió volviendo a dibujar, parecía estar haciendo una habitación con gente colgando.
A penas dijo eso, el pelinegro ingreso a la habitación silbando. Tenía la camisa y los zapatos sucios con sangre. Chuuya de inmediato sintió el familiar dolor en su pecho como si…conociera ese color rojo.
Todo pareció quedar en silencio cuando Mori hizo contacto visual con él, como un gato a punto de cazar sin piedad. Chuuya solo pudo sentarse firme desde la posición en que estaba.
Continuara….
De inmediato obvio, es que lo dividí en dos partes porque se veía feo tener 20 páginas en un capítulo, así que continúen a la siguiente parte XDDDD
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