III
Llegue a casa casi a las once. Y tal parece que hoy todo estaba de mi lado porque para mi sorpresa no había nadie en casa.
El salón estaba vacío, lo rodee con cuidado y me acerque al despacho de James que estaba frente a la sala, justo en la esquina. Tome el pomo de la puerta y lo gire lentamente como si al girarla tuviera un tipo de alarma integrada que pudiera echarme de cabeza.
—Joder
Solté un suspiro en cuanto entre al despacho. Era lo más deprimente que estaba en la casa. Tan frio y sin rastro de felicidad, todo estaba tan bien arreglado, nada fuera de su lugar que me daba vergüenza pensar en mi habitación.
Camine alrededor de la mesa de mármol y me senté frente a ella. Tenía que encontrar algo que me llevara a Jason, algo que pudiera llevarme a saber dónde estaba.
Mire a mí alrededor, en busca de alguna pista pero solo había estantes de libros bien ordenados, me volví al escritorio y suspire lentamente.
Segundos después unos folders amarillos resaltaron sobre la mesa, estaban dentro de una caja pequeña de oficina color negra, fruncí el ceño y abrí el primero que estaba al nombre de Loreto Tapia. Él fue el primer tipo que cuido de mí, y no solo estaba él, estaban todos por orden alfabético, vi el nombre de Jason en uno de los folders y fue como si un peso se hubiera escapado de mi espalda. En cuando me puse a examinarlo fue como deleitarse con una obra de arte porque todo estaba tan bien estructurando, que daba escalofríos.
Vaya, todo esto parecía ser sacado de una película de acción, todas esas cualidades deberían de ser una tontería inventada por el mismo para conseguir el empleo.
Caminaba con la única información que había obtenido de su expediente.
Yo sabía que esto no ayudaba de mucho, pero lo había anotado aun así. Por una extraña razón y pese a lo que pudiera pasar si James me descubre solo tenía en mente una cosa: Jason, había estado tan constante que podría jurar que soñaba con él, pero no estaba muy segura.
El sol había ayudado demasiado para ayudarme a caminar con más ritmo a pesar de tener piernas cortas.
Suspiré y me detuve al final de la última calle que daba directo a la avenida Álvaro Obregón. Un pequeño pinchazo atravesó mi pecho, el lugar ni siquiera era lo que yo me había imaginado.
No era nada a lo que yo pudiera estar acostumbrada. Las casas estaban apiladas sobre toda la calle que parecía no tener fin.
Había gente en la azotea, asomándose en las ventanas y algunos niños jugando en la calle. Parecía una fiesta secreta, sonreían y era contagioso.
Mordí mi labio y un ligero sentimiento se apodero de mi pecho, una envidia por no sentirme igual a ellos. Una envidia que constantemente sentía y que era incapaz de obtener algún día.
Mire hacia la acera evitando mirar de nuevo a mi alrededor, y aunque eso había hecho, el sonido era imposible de ignorar.
Mi mirada recorrió todo a su alrededor hasta detenerse frente a una fachada amarillenta casi color mostaza que extrañamente combinaba bien con las bardas azules. Se parecía a una gasolinera y solo lo decía por el gran espacio que tenía, podía ver entrar y salir autos constantemente, aquellos que por prisa pasaban a darle una ''manita de gato'' a sus coches.
Me quede de pie frente a "Prisma" el auto lavado. Y con un pequeño tropiezo, entre al lugar.
No tenía ni idea de donde debía comenzar a buscar, por un momento había desconfiando en la dirección porque ninguno de los tres chicos que estaban en sus labores era Jason.
Suspire.
—¡Hola! ¿Qué tal?
Todos se callaron de repente y me miraron de pies a cabeza dejando a un lado al coche rojo que tenía su atención. Trate de ordenar mi cabeza antes de hacer una buena pregunta.
— ¿Buscaba algún servicio en especial?
Dijo uno de cabello chino y piel morena. Dije que no con la cabeza y volví hablar:
—No, solo busco a Jason Sernei.
Su mirada se desencajo en cuanto dije el nombre, como si ese nombre fuera un completo pecado. Bajo la mirada al suelo, suspiro y volvió de nuevo hacia mí.
—Ah, Jason, está en la parte trasera, en el lavado de autos.
Hablo de manera cortante y con su mano señalo detrás de él.
—Gracias
Emiti en un susurro ,pasando a su lado.
El lavado era más grande de lo que yo me imaginaba, podría ser más del doble que la entrada principal. Los grandes cepillos tipo troncos estaban apagados y no había ninguna señal de movimiento.
Camine un poco más hacia el interior y en segundos toda mi espalda se congeló hasta llegar a la punta de mis pies y sentí que no podía respirar.
Su silueta resaltaba en todo el lugar y no solo por ser el único que estaba ahí, yo estaba segura que el resaltaría en cualquier parte no solo por su atractivo físico si no por su misteriosa mirada y yo sin duda lo reconocería, sin duda lo haría.
Estaba de espaldas con una playera de tirantes blanca y una gorra de tela que cubría la mayor parte de su cabello que apenas y rozaba sus hombros, su piel resaltaba cada vez que él se exponía al sol provocando un bronceado ficticio.
Suspire profundamente y sin saber por qué; cepille mi cabello con la punta de mis dedos, mi estómago se revolvió de una forma rara pero eso no fue impedimento para acercarme hacia él. Jason estaba sacudiendo una pequeña franela blanca una y otra vez sin prestar atención.
—Señor Jason.
Murmuré y por sorpresa fue entendible, mi garganta se había secado sin haber articulado demasiadas cosas.
El se quedó quieto, suspiro y me miro por encima de su hombro para segundos después seguir exprimiendo la franela. Mi corazón dio un pinchazo y me sentí avergonzada.
—Tuve que averiguar dónde estaba y di con esta dirección. Creí que no lo encontraría.
Le dije un poco más animada tratando de hacer a un lado su falta de atención.
Mordí mi labio esperando su respuesta, pero él siguió haciendo lo mismo, y ahora no estaba segura si haber llegado hasta aquí había valido la pena. Un sabor amargo recorrió mi garganta, suspire profundamente y dije:
—Necesitamos hablar.
Escuche un pequeño murmullo de sus labios que no había sido entendible. Y supe que estaba furioso, nadie estaría contento de recibir una paliza y menos si no se lo merecía. Me quede de pie a su lado viendo como seguía exprimiendo su franela, yo estaba consiente de mi error pero no era motivo para que el siguiera comportándose así conmigo.
—Sigo siendo divertida ¿Verdad?. Quiero hablar con usted y me sigue ignorando como a una perra, igual que el primer día. Necesito saber algo.
Suspire, siempre tenía que comportarme tan grosera y directa cuando algo no estaba saliendo como yo lo quería, siempre lo había odiado pero ahora me servía de mucho. Sabía que tenía que comportarme, pero este tipo me sacaba de quicio en cuestión de segundos.
Jason se dio la vuelta y me miro atentamente con sus intensos ojos. Suspiro y dejo su franela sobre su hombro derecho.
— Dígame, ¿De que quiere hablar?
Él hablo con calma.
Trate de ordenar mi cabeza y no perderme en sus pestañas de longitud imposible, segundos después aclare mi garganta.
—Solo dígame, cómo llegue a casa sin que mi padre se diera cuenta. Y quien me desvistió.
Guarde silencio unos segundos.
-Dime porque yo no recuerdo mucho. Mi amiga me dijo lo que sucedió en la fiesta pero a mí me interesa saber lo demás. ¿Qué paso después? ¿Hice algo malo?
Jason apretó sus labios en una ligera línea reprimiendo una sonrisa, aparto su mirada y segundos después se acercó lentamente hacia mí, su rostro era mucho más hermoso de cerca a pesar de tener una bandita en la ceja izquierda cubriendo una cortada. Sus ojos eran tan bellos que posiblemente si no estuviera guardando el control los hubiera besado hasta morirme.
El metió las manos en sus bolsillos y me sonrió.
—Yo la lleve a casa
Frunció el ceño como si analizara su respuesta y continúo.
- Y su padre no se dio cuenta de nada porque yo la subí por esa escalera que tiene en su ventana detrás del jardín, y su ropa estaba salpicada de vomito porque mucho antes de llegar, usted vomito sobre mi ropa así que cuando yo la tome en brazos se manchó, así que la desvestí .
Suspiro y se encogió de hombros sin darle importancia.
—Por qué, usted , ¿Porque no me dejo sucia?.
Tartamudee encontrando la voz en alguna parte de mi garganta.
—Porque olía horrible y porque mi deber es cuidarla. Por eso me pagan...
Cruzo sus brazos bajo su pecho reprimiendo de nuevo esa sonrisa sínica.
¡Vaya Cabron!
Sentí que el piso se me estaba moviendo, la vergüenza había palpado mis mejillas de un rojo intenso que casi podría jurar que parecía un tomate. Aparte mi mirada al suelo al solo imaginarme que él me cambio de ropa.
¿Cómo es que lo había olvidado? Debería darme más que vergüenza.
Jason dio un paso atrás manteniendo su misma postura. Y yo tenía que armarme de valor para mirarle y ¿Darle las gracias? O ¿Cambiar de tema?
—¿Porque no se defendió?
Le mire, al elegir la segunda opción y así tratar que mis mejillas regresaran a su estado original.
¿Porque no hizo nada si lo estaban golpeando como a un perro?
El inclino su cabeza de lado, moviendo su lengua en el interior de sus mejillas y trono su boca.
—Estaban demasiado borrachos como para defenderse.
—Así que sólo por eso, sólo por eso no se defendió, ellos son unos cabrones. Debería haberlos golpeando.
Suspire y en segundos le sonreí, mi corazón se ilumino como árbol de navidad al verle sano, que ya ahora ni siquiera importaba si él no se había defendido.
—Me da gusto que este bien, aunque tenga esa bandita que cubre su golpe, me da gusto que no haya muerto.
Suspiro de golpe y tomo de nuevo su franela.
— ¿Quiere preguntar algo más?
— ¿Qué? bueno yo , regresara mañana ¿Verdad?
Le sonreí de nuevo.
Porque por su culpa no fui hoy a la escuela, llegue tarde.
—Quizá con alguien más llegue a tiempo. Hablare con su padre.
Me hizo una reverencia con la cabeza y se alejó lentamente hacia el lugar de donde yo había llegado. Mi corazón dio de nuevo ese pinchando, y sentí que quizá me odiaba después de haberle complicado su trabajo.
Quizá yo era demasiado odiosa, pero no quería que se fuera. No sé cuál era la razón pero no quería que se fuera, ni siquiera se entiende al corazón pero a veces es más razonable que la cabeza.
Suspire y camine a pasos torpes detrás de él y lo abrase por la espalda colocando mis brazos alrededor de su cintura, apreté mis manos en forma de gancho y coloque mi cara sobre su espalda inhalando suavemente. Su olor era confortante y delicioso, su piel era tan suave y cálida como si tuviera su propio sol.
—Gracias por salvarme.
Sonreí levemente
-Tratare de portarme bien . Pero no renuncies, mi padre me matara si sabe que te fuiste.
El suspiro lentamente reprimiendo un gruñido, pude sentir como sus músculos se tensaban a mí alrededor al igual que mi estómago, que comenzaba a dar vueltas extrañas. No sé cuánto tiempo paso, pero supongo que no fue mucho, no lo suficiente.
Aparto suavemente mis manos con la punta de sus dedos y susurro:
—Mañana sea puntual para que llegue temprano. Yo seré puntual.
Me quede viéndolo hasta que desapareció. Sabía que me estaba volviendo loca o quizá pervertida... pero mi sonrisa era demasiado tonta como para ocultarla, no quería ocultarla cuando mi corazón por primera vez en dos años latía con tanta calma que casi parecía un sueño.
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