Capítulo II

Esa noche volvió a despertar sobresaltado. La luz de la luna se filtraba atrevida por los cristales, iluminando de forma tenue la habitación. Otra vez lo asaltaba esa incómoda sensación de que alguien lo observaba, y en sueños, aquellos ojos grises se aparecieron, escudriñándolo desde la oscuridad. Se pasó la mano por el rostro, tanteando la mesa de luz para conseguir la linterna. Miró a su alrededor, alumbrando los rincones que los plateados rayos no alcanzaban. Incluso se atrevió a levantarse de la cama y rebuscar debajo, pero no encontró más que un viejo cofre cubierto de polvo. Estiró la mano para alcanzarlo, regresando a la falsa seguridad bajo las cobijas. Dejó la linterna parada sobre la mesa, y entusiasmado, pasó los dedos por la tapa del cofre liso, quitándole el polvo. Lo abrió sacando cuidadosamente el contenido, que a pesar de los años se mantenía bien conservado. Había unos dibujos antiquísimos y algunos papeles guardados dentro de unos amarillentos sobres sellados con cera azul. Comenzó mirando los dibujos. En varios de ellos aparecía un muchacho de cabello rizado, mostrando una bella sonrisa o bastante serio. Una vez más se maravilló con los detalles en cada boceto. Dejó los dibujos sobre la cama para tomar los sobres. La tinta negra, a pesar de estar difusa por el paso del tiempo, mostraba en una caligrafía impecable el nombre del destinatario.

"Cher Avriel ¹:

Hace apenas un mes regresé a Francia, las cosas aquí siguen igual, y yo estoy contando los días para poder verte de nuevo. No he podido borrar ni tus besos ni tus caricias, quizás le pida a mi padre que hagamos otro viaje, y esta vez, trataré de quedarme más tiempo contigo.

Los libros que me enviaste me han sido de gran utilidad, mercí beaucoup.

tendrement, Sasha ²."

Guardó la carta en el sobre y la dejó junto a los dibujos para comenzar a leer la siguiente.

"Mon amour ³:

Los días parecen más largos cuando no estoy contigo. Al recibir tu carta, mi corazón se llenó de alegría, pero no hago más que extrañarte con locura. Tus caricias todavía arden en mi piel, no dejo de pensar en la noche que pasamos juntos, quiero repetirlo. Seguiré extrañándote con locura, esperaré con ansias el momento en el que podamos reunirnos de nuevo.

Je t'aime.

Avec tout mon amour

Sasha."

Continuó leyendo, fascinado ante la historia de amor que contaba cada una de las cartas. La curiosidad crecía a medida que terminaba de leer una y comenzaba otra. Intentaba imaginarse cómo sería Sasha, incluso su cabeza reproducía las cartas con una suave y dulce voz femenina. Dejó la segunda carta junto a las fotos, abriendo la tercera con menos cuidado que antes.

"Mon Chéri :

He recibido tu carta. He pensado muchísimas veces en escapar contigo. Ya no quiero seguir ocultando lo nuestro por más tiempo, necesito sentir tu cálido abrazo envolviéndome de nuevo, siento que mi alma se romperá en mil pedazos si paso un segundo más lejos de tu lado. Mis padres irán a Venecia este fin de semana, no quisieron darme detalles, pero creo que irán a planear mi matrimonio. No quiero casarme con alguien que no amo, necesito estar contigo y sentir tus suaves y alentadoras palabras diciéndome que todo estará bien una vez más. Acepto con gusto tu propuesta; aprovecharé la oportunidad para viajar a verte, y cuando me reúna contigo, huiremos juntos y nadie más podrá separarnos.

Je t'aime beaucoup, mon amour.

Sasha ."

La madera rechinó de pronto y lo obligó a levantar la vista rápidamente. El aroma característico de la tierra húmeda llenó repentinamente sus fosas nasales; nuevamente, la sensación de que no se encontraba solo volvía a inquietarlo. Tomó la linterna entre sus manos temblorosas, enfocando abruptamente donde creía escuchar incluso hasta el más ligero crujido. Primero cerca de la puerta, que continuaba como la había dejado; luego creyó ver movimiento cerca de la lámpara, y vio mecerse la pantalla; entonces con la respiración agitada y el corazón repiqueteándole en las costillas, dio un respingo cuando oyó pasos sobre la vieja madera. La débil luz de la linterna reveló, en una de las esquinas, la figura de un hombre. El baúl se estrelló contra el suelo cuando el muchacho reculó lanzando patadas sobre las frazadas. Su espalda se estrelló contra la pared, sobre la cabecera de la cama. Escuchó los pasos del intruso acercándose hasta donde estaba. La luz de la linterna rodó hasta perderse bajo la cama, dejando todo en penumbra.

-¿Sasha...? Mon dieu⁸... ¿qué está sucediendo?, estoy muy confundido...

La voz del muchacho se escuchó tan suave como el silbido del viento, pero cargada de melancolía y desesperación.

Rafael apretó los ojos con fuerza y creyó por un momento que todo aquello no era más que una visión, una mala jugarreta que su mente le estaba haciendo. Pero entonces, sintió unos finos y largos dedos envolviendo su muñeca y supo que aquel hombre era real. Retiró la mano al instante, alejándose rápidamente. El silencio reinó entre ambos durante unos instantes.

-¿Qué quieres?, ¿co-cómo entraste? -tartamudeó, tratando de contener los latidos que resonaban hasta en sus orejas.

Sentía como las palabras se iban agolpando en su garganta, mientras en un intento desesperado por alejarse, se raspaba la espalda contra la pared. Aquellas tormentas resaltaban en un rostro pálido, semi cubierto por una enmarañada melena oscura, brillando en la oscuridad como si de un gato se tratase. Reconoció de inmediato aquel rostro a pesar de las manchas de lodo en las mejillas y aquella expresión intranquila. Le temblaron las piernas ante lo que consideró una imagen fantasmal de un antiguo habitante de la casa, su corazón explotó dentro de su pecho sin poder controlar el espanto y de repente, todo a su alrededor comenzó a difuminarse y antes de que todo quedara en tinieblas, volvió a sentir aquellas frías manos sosteniéndolo.

Entreabrió los ojos un tanto confundido. Las imágenes comenzaron a regresar a su mente, al principio como un vago recuerdo que de a poco fue volviéndose cada vez más nítido. Aun así, se negaba a creer que aquel hombre fuera algo más que un producto de su retorcida imaginación. Se sentó en la cama, pasándose la mano por el rostro y aprovechando para quitarse los mechones rubios que caían sobre su frente. Jamás había creído en fantasmas, solía ser esa clase de persona que temía más a los vivos que a los muertos, de otra forma jamás se hubiera ocultado en una casona abandonada; comenzaba a creer que aquella había sido una pésima idea. Apoyó la espalda en el respaldo de la cama, cuando una voz volvió a escucharse en medio de la oscuridad.

-Tú no eres Sasha...

El muchacho se giró bruscamente buscando la voz apagada que le había hablado. El hombre estaba sentado en el sillón de terciopelo, con las manos entrelazadas sobre sus rodillas. Lo observaba desde su sitio, mostrando una expresión preocupada, triste. No terminaba de comprender lo que estaba sucediendo; volvía a sentir como su corazón se disparaba, le faltaba el aire. Quería salir corriendo de allí y olvidar todo aquello, hacer como si no hubiera sido más que una terrible pesadilla. Vio cómo el hombre se ponía de pie con parsimonia, y sintió los músculos de su espalda tensarse.

-No voy a hacerte daño, ¿podrías decirme qué día es hoy?

-Veintitrés de octubre... -murmuró, atento a cada movimiento del hombre.

-¿De qué año?

-Dos mil quince.

Notó como la expresión del intruso cambiaba repentinamente.
El hombre se llevó la mano al rostro, masajeándose el puente de la nariz, con los ojos cerrados. Entonces, las imágenes comenzaron a suceder en su mente como una película. El rostro de aquella mujer, la viuda que solía visitar en el bosque fue lo primero que apareció. Se recordaba a él mismo bajando de su frisón para adentrarse en el bosque, donde siempre solía encontrarla. Incluso podía llegar a rememorar el aroma a tierra mojada que dejaba la lluvia en las tardes, el pasto alto golpeando en sus botas de cuero. Recordaba el mensaje que le iba a llevar: esa misma noche huiría con el amor de su vida y quería despedirse de ella. Entonces, todo pareció distorsionarse; se vio frente a la mujer. Podía escuchar su llanto mientras murmuraba cosas en un idioma que no pudo comprender, hubo una explosión que lo arrojó con violencia al suelo; se levantó mareado y la habitación tras él estaba en llamas, como si se hubiera trasladado al infierno, y antes de que pudiera escapar, escuchó el relincho de su caballo y la voz de la mujer, recitando:

"No dejarás de respirar, tu alma seguirá viva, tu letargo durará hasta que tu sed de sangre te obligue a despertar. Nunca dormirás, nunca morirás, te condeno a vivir sufriendo por el resto de la eternidad".

-Era una bruja... -maldijo por lo bajo con los dientes apretados, poniéndose de pie.

Términos utilizados en francés: ¹ Cher: Querido.

²mercí beaucoup. Tendrement: Muchísimas gracias, con cariño.

³Mon amour : mi amor

⁴Jet' aime: te amo

⁵Avec tout mon amour: con todo mi amor

⁶ Mon Chéri : mi cielo

⁷ Je t'aime beaucoup, mon amour: te amo mucho mi amor.

⁸ Mon Dieu: Mi Dios, o Dios mío.

Créditos por el marco @NostalgicaLuna

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