A través del reflejo

Me encuentro reposando en el sofá de mi apartamento. El viento sopla, las personas caminan, el reloj avanza, pero yo sigo en un mundo atascado, fuera de la realidad. Todos los días llegan las mismas ideas con diferentes pensamientos, siempre en el silencio infinito de mi hogar ¿Lo puedo llamar así? ¿Hay alguien aquí?

Una vez más llueve afuera, pero las gotas no caen. Me levanto del asiento y camino al ropero, una gabardina de un tono azul oscuro se encuentra dentro de este ¿será suficiente para cubrirme? Camino al espejo justo al lado de la salida para observar mi reflejo, no, no es suficiente. Me asusta salir, tengo miedo de volver.

Camino hasta la ventana, aún llueve ¿será este mi reflejo? Quedo bajo esta al deslizarme por la pared, mis piernas unidas hacia mi cuerpo y mis manos en mi cabeza ¿soy capaz de lograrlo? Quiero hacerlo, pero el miedo me invade, sus garras destrozan mi todo y no me dejan respirar, ahogándome en un mar de profunda angustia. El tiempo sigue pasando, las personas crecen, el reloj avanza y yo sigo aquí, prisionero de aquellos demonios ¿Podré dejar la máscara atrás?

Me encuentro nuevamente en el sillón, una libreta azul esta sobre la mesita frente a mí, un florero a la par de este, con agua y una flor desvaneciéndose en el paso del tiempo ¿seré como ella pronto? No quiero, no quiero desvanecerme, quiero salir.

Sostengo la libreta entre mis manos y la abro. Una línea en la primera página:

¿De qué color son las olas?

Observo el jarrón con agua que tengo al frente, miró mi reflejo en este y cierro la libreta. Una pequeña capa de polvo se encuentra sobre la mesa frente a mi ¿Cuántos atardeceres habrán pasado?

Una vez más estoy cogiendo la gabardina azul oscuro del ropero, camino hacia el espejo, no es suficiente. Me posó frente a la puerta, mi mano tiembla al intentar abrirla, para finalmente no lograrlo, me rendí tan pronto toque la manilla de esta. Mi mano cae junto a mi cuerpo, veo mi reflejo en aquel lugar brillante, el que anteriormente me daba la salida y ahora me impide salir.

Es tan extraño ¿cómo llegué hasta aquí? ¿Cómo dejé de amarle? ¿Cómo dejé que se encerrara y cubriera en azul? Esas preguntas daban vueltas en mi mente, una y otra vez.

Nuevamente en el sillón, mirando aquella libreta, pero, esta vez es diferente. Apenas la sostuve entre mis manos mi cuerpo cayó extendido sobre aquel lugar en el que descansaba de mis pensamientos y mis ojos se cerraron. Al abrirlos todo estaba cubierto en oscuridad, parecía que caía desde muy alto por el viento en dirección opuesta a mi cuerpo, no había derecha o izquierda, arriba o abajo, solo yo cayendo, como Alicia a través de la madriguera del conejo. Una vez llegue al suelo una gran pared de espejo se encontraba frente a mí. En mi reflejo traía la gabardina azul y la libreta del mismo color. Tan iguales, pero tan diferentes.

Mire a mi lado, ahora se encontraban dos de aquellos grandes espejos frente a mí, reflejándome, sin embargo, uno era diferente. Traía una máscara blanca que cubría su rostro, exceptuando sus oscuros ojos, y me miraba fijamente. No tenía que preguntar quién era, ya lo sabía.

- No hables, sé lo que dirás- comenté en voz alta, con la esperanza de que me escuchara, apartando mi vista de aquella persona en el espejo.

- Mírame- respondió con fuerza.

- No, por favor, no quiero.

- Hemos pasado por cosas peores ¿no lo puedes ver? ¡Este es nuestro hogar!

- ¡Déjame! No puedo hacerlo, tengo miedo- respondí con un nudo en la garganta.

Me gire para alejarme de aquel lugar, no sabía a dónde, pero quería alejarme de la persona con la máscara.

- ¡No te vayas! No tires nuestro todo, si te vas... todo colapsara.

- ¡Cállate! - grite con fuerza. Mas aquella voz no callo.

- ¿De qué color son las olas?

Voltee hacia aquel espejo con la idea de terminar de una vez con esto. Camine con decisión, pero su voz me detuvo nuevamente.

- No nos destruyas, también te romperás- aquellas palabras sonaron como un eco en mi cabeza, una y otra vez.

Me acerque con sigilo a los grandes espejos, uno a la par del otro. En uno me vestía de azul y en el otro tenía una máscara, pero, yo no vestía ninguna de esas prendas.

¿Verdaderamente tenía que pasar por esto para salir? ¿Podría hacerlo sin problemas?

- ¿Quieres salir? ¿Quieres mostrarte? ¿Quieres amarte? - pregunta aquella voz a través del espejo.

-Sí, quiero hacerlo- mi voz era segura, pero mi cuerpo temblaba en miedo por lo que conllevaba tomar esa decisión.

- Me adapté a ti y acepte todo, viviendo para ellos, pero, mientras siga haciendo esto - dijo con sus ojos viendo directamente a los míos- no podré soportar la tormenta que se avecina en nuestro corazón.

- ¿Qué quieres decir? ¿Qué tengo que hacer?

-Mostrar mi verdadero yo que se oculta detrás de la máscara.

Dicho esto, volví nuevamente al sofá de mi apartamento, todo se encontraba en su lugar, el reloj seguía avanzando, la flor se seguía desvaneciendo y yo aún tenía la libreta en mis manos.

Me senté y mire mi reflejo en el jarrón con agua ¿Quién soy realmente detrás de la máscara? ¿Es posible saber quién eres a través de un reflejo?

Tenía razón, hay una tormenta que toma el control de la persona que creía ser, pero, siempre hay luz en la oscuridad ¿no es así? ¿Lograre mantenerla conmigo?

- Va y viene como las olas- pronuncie en voz alta.

Camine hasta el ropero una vez más, coloque la gabardina sobre mi cuerpo, este aún temblaba de miedo. Camine hasta el espejo, no había reflejo al cuál mirar.

- ¿Dónde estás? - pregunté al espejo, con esperanzas de recibir una respuesta.

El silencio invadió el lugar, no sabía que hacer ¿Cómo quitar esta máscara después de tanto tiempo? ¿Es suficiente con amarle?

Cerré mis ojos, calmando mis pensamientos, aquellos que tanto me atormentan, aquellos que no me dejan avanzar, aquellos que contienen la máscara.

-Puedo dudar y carezco de muchas cosas-dije a mi reflejo inexistente- pero, estos brazos, piernas, corazón, sentimientos y alma son lo que soy, esto es lo que soy.

Abrí mis ojos con la esperanza de verle, y efectivamente, ahí estaba, con su máscara blanca y ojos penetrantes conocedores de todo pensamiento que cruzará por mí mente.

Estire mi mano para tocarle y, antes de que está hiciera contacto, la máscara se quebró, dejándome verle.

Me sentí libre por un momento, pero tan rápido como llego se desvaneció. Los demonios llegaron nuevamente ¿es posible escapar?

- ¡Détente! No digas cosas que no desees decir- dijeron los demonios, evitando que salga.

Mis manos fueron rápidamente a mi cabeza, quería callar aquellas voces, pero ¿Y si tenían razón? ¿Verdaderamente soy yo?

- No dejes de amarnos, sé que aún no ha terminado, no renuncies a nuestro todo- respondió ahora la voz de mi reflejo.

Todo se volvió negro nuevamente, de nuevo me encontraba frente a los grandes espejos. Las voces seguían gritándome, intentando convencerme de una realidad que estas mismas habían creado ¿Por qué hacen esto?

Mi cabeza quería explotar, era una lucha interna entre los demonios, la persona detrás de la máscara y yo. Quería huir, pero las voces eran tan fuertes que hicieron que mi cuerpo se debilitara, mis manos no soltaban mi cabeza en un intento desesperado por callar esos demonios. Mis piernas no aguantaron y caí de rodillas en medio de mis dos reflejos ¿Merecía esto?

Y como si de un ángel desterrado al cual le quitaron sus alas se tratará, mi agonía salió desgarrando mi garganta, haciendo que esta tuviera un gran ardor. Nadie podría salvarme más que yo, tenía que salir.

Aun podía escuchar la lluvia de fuera, la tormenta no se calmaría al menos que tuviera el valor de enfrentarla. Con las ultimas fuerzas que me quedaban me levante del suelo con toda esperanza en mi corazón de lograrlo y entendiendo por fin lo que debía hacer.

-Soy yo, soy yo al que debería amar en este mundo-dije bajando mis manos, una lagrima bajo por mi mejilla y a ella le siguieron otras- ¿por qué quise esconder mi hermoso yo así?

Las voces se apaciguaron lentamente, el silencio volvió a gobernar en la habitación, finalmente era libre. El tiempo seguía avanzando y por primera vez me movía con él. Aquel reflejo que vestía prendas azules fue despojado de estas, indicándome que ya no tenía que cubrirme en este color, por lo que decidí quitarme la gabardina.

Volví a la habitación en un abrir y cerrar de ojos, me pose frente a la puerta, mi cuerpo temblaba mostrando su miedo, pero no había vuelta atrás, camine hacia adelante anhelando conocer al verdadero yo que se escondía en la tormenta. Abrí la puerta y salí, llovía, pero esta vez, y por primera vez en mucho tiempo, las gotas caían. Atravesé la tormenta ¿De qué tenía tanto miedo? Finalmente me di cuenta que soy yo al que debo amar, iluminando mi preciosa alma.

Seguí caminando a través de aquella tormenta hasta encontrarme. El reflejo de la lluvia ¿lo había logrado?

- ¿De qué color son las olas? - preguntó.

-Blancas, como la nieve, cuando se rompen- respondí con seguridad.

Y como si el sol hubiera salido, era libre de aquellos demonios que me seguían a todas partes. La máscara estaba rota y yo finalmente me amaba, no perfectamente, pero sí hermosamente. La tormenta había terminado y yo había salido atravesándola.

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