Capítulo 5

Llegaron a la casa de los Greene donde fue atendido rápidamente por Hershel.

Estaba dentro de la habitación, junto a Rick y Shane.

– La encontré tirada en el arroyo de allí– dice mientras señala en el mapa topográfico que tenía el castaño extendido sobre la cama– Se le debió haber caído cruzando por algún lado.

Mientras Hershel suturaba, Daryl mantenía un cumulo de gasas en la herida de la cien izquierda.

– Reduce la cuadrícula casi a la mitad– el líder voltea a mirar hacia su mejor amigo, nota cierto vestigio de enfrentamiento en su mirar.

Estaba aun lado de Shane, guardando su distancia de él.

– Sí de nada.

– ¿Cómo está?– se atreve a preguntar, desde que llegaron a la habitación no había dicho palabra alguna.

– No imaginé que los antibióticos se fueran a terminar tan rápido– se sintió un poco culpable por hacer uso de las reservas que tenían.

Hershel corta el hilo de la sutura y se aleja, para lavarse las manos en un recipiente que tenía preparado.

– ¿Sabes que le ocurrió a mi caballo?

Frunce el ceño al recordar al caballo.

Estúpida serpiente– gruñe en sus adentros.

– ¿El que casi me mata?– pregunta muy tranquilo para su gusto– Si es inteligente se fue del país seguro.

Se maldijo por sonreír por su estúpida frase, no debió haberle causado gracia.

– La llamamos Nervi, por nerviosa– explica el dueño de las tierras, secándose las manos– Te habría dicho que te tiraría si hubieses preguntado– camina hacia Rick– Me pregunto como sobrevivieron todo este tiempo.

– Amm– deja salir su voz– Yo tengo unos antibióticos dentro de las cosas que traje, podrían servirnos tanto a mi como a Daryl.

Se sintió incómoda por la insinuación de Hershel, por lo que era mejor hacer uso de sus cosas para evitar agotar las suyas.

– Son completamente bienvenidos– le dice el castaño.

Asiente y mira hacia el herido.

– Volveré pronto– le dice acercándose al borde de la cama– No le des problemas a Hershel.

– No me molestes Elizabeth– se queja sin mirarla.

– Gracias por tratar a este hombre testarudo Hershel y disculpelo por los inconvenientes causados– le agradece y se disculpa en su nombre.

Escucha un gruñido proveniente de Daryl pero lo ignora. Se dirige a la salida junto a los dos ex policias, al salir, ve a Lori esperando afuera, le da una simple curva en modo de sonrisa para dirigirse a la salida de la casa en busca de los antibióticos.

Al salir se topa con Andrea sentada en las escaleras del porche, frunce el ceño y sigue su camino, ignorando su presencia.

A los segundos escucha que le pregunta a alguien a sus espaldas el estado del cazador.

– Estará bien– era la voz de Dale– ¿Y que hay de ti?

Camina más rápido, no quería escuchar la voz de la mujer.

~~~····~~~

– Fuí quien disparó y por eso, me gané un golpe de Elizabeth– se lleva la mano hacia su mejilla izquierda, aún sentía su piel picar.

Dale se sienta a su lado.

– No seas tan dura contigo misma– intenta tranquilizarla– Todos queríamos dispararle a Daryl– era comprensivo– Y sobre Elizabeth, su reacción quizás fue demasiado pero es entendible, es su esposa, ya se le pasará.

La rubia sonríe por las palabras reconfortantes de su amigo.

Si creían que el enojo de la recién llegada iba a aminorarse fácilmente, estaban equivocados.

Elizabeth era un pequeño cofre que guardaba rencores y perdonaba con dificultad.

.........

Al obtener un par de frascos de su reserva –no pensaba demostrar la cantidad que realmente tenía– asegura su automóvil y vuelve a la casa.

Entra a la habitación, estaba solo, recostado de medio lado, tenía su cabeza vendada, al sentir la puerta se cubre mejor con el cubrecama, al verla hace una mueca.

– Si vienes a restregarme un "te lo dije" en la cara, regresa por donde viniste– habla antes de que hiciera algún movimiento.

Suspira, entra a la habitación y cierra la puerta, deja los frascos con los medicamentos sobre la mesa de noche.

– No tengo que decirte nada– responde inclinándose hacia su rostro– Ya sabes lo que pienso, ahorraré saliva– observa con mayor detalle el vendaje, se aleja para posarse al otro lado de la cama– Sólo diré que estoy feliz de verte en una pieza y no te hayas convertido en comida de algún caminante.

Saca su arma de detrás de su espalda y se quita el cinturón donde tenía sus cuchillos.

– Muy graciosa.

Se despoja de sus zapatos antes de acostarse a su lado en la cama.

– En el momento que esa... Mujer– dice con odio– Anunció un caminante, estaba lista para salir en tu búsqueda, le grité que no disparara, pero la muy estúpida no captó ni media sílaba de mi orden.

– ¿Por qué estás tan enojada?– le pregunta con seriedad– Fuí yo el que recibió el disparo.

– Me enoja porque le dije que no lo hiciera y lo hizo.

No iba a decirle que su enojo se debía principalmente porque le gustaba.

– Creían que era un caminante, hizo lo correcto– se mostraba sereno– Cualquiera pudo haber disparado.

– ¿La defiendes?– pregunta ofendida– No puedo creerlo– masculla mirándolo con enojo– ¿Cuándo has visto a un caminante tan inteligente que arrastre consigo su propia arma y volviera al campamento donde sabía que hay carne fresca para su cena del día?– pregunta sarcástica.

Daryl no puede evitar reírse por su ocurrencia.

– Basta, no es divertido– le riñe– Pudiste haber muerto enserio.

– No fue así, deja de lanzarle más leña al fuego no importa.

– Le tomas tan poca importancia al hecho de que casi mueres que me preocupa– frunce los labios, inquieta.

– Elizabeth...

– Bien– acepta a regañadientes– Intenta descansar, estaré aquí por si necesitas algo.


Se remueve, acomodándose en la cama, no se negaría a descansar, por su sueño, sabía que debía de dolerle el cuerpo entero por las caídas cuesta abajo que tuvo en la pendiente, sin embargo, no se quedaría todo el tiempo en la comodidad de esa cama.

Lo conocía y era muy probable que el día de mañana estuviera dando vueltas por el lugar, tendría que obligarlo a descansar muy seguramente.

.........

Un toque en la puerta llama su atención, comenzaba a quedarse dormida, había obtenido un libro para entretenerse y no molestar a su acompañante.

Se baja de la cama con cuidado y va hacia la puerta, la abre y ve a Carol.

– Hola– saluda– La cena ya está lista.

– La cena...– se refriega el puente de la nariz– Lo siento, lo olvidé por completo y les dejé todo el trabajo.

– Está bien, entendemos la situación– le sonríe.

– Iré en un momento– mueve sus dedos de los pies, sintiendo la fricción de las medias sobre estos– Debo ponerme los zapatos.

– Te esperamos.

Asiente y la ve irse, vuelve a entrar y cierra.

Camina para ir por sus zapatos.

– Sé que estás despierto– menciona al terminar de colocarse su zapato izquierdo– Tu sueño se ha vuelto más ligero.

– ¿Quieres culparme por eso?– voltea a verlo.

– No, es entendible por la situación en la que estamos actualmente– se levanta del borde de la cama– Volveré en un momento.

– ¿No vas a quedarte a cenar con ellos?

– No tengo tanta confianza– le mira con calma– Además, sigo siendo la recién llegada y siento que hay demasiados roces entre varios– el ojiazul desvía la mirada– Además, no quiero quedarme en el mismo espacio donde esté esa maldita rubia.

– ¿Sigues enojada?– bufa fingiendo molestia.

Al idiota de su amigo, le causaba gracia su molestia.

– Si– responde comenzando a caminar hacia la puerta– Y no pienso perdonarla.

····~~~····

Escucha la puerta cerrarse.

Mira su mano derecha, donde tenía puestos ambos anillos.

Estaba curioso por la actitud rencorosa de Elizabeth, nunca había conocido esa faceta de su personalidad pero al mismo tiempo, estaba confundido.

Tenían un pasado, eso era innegable, pero solamente eran dos conocidos que convivieron y pasaron tiempo juntos, creando una relación de amistad entre ellos.

¿Por qué se enojaba tanto en su nombre?

Una ligera molestia extraña aparece en su pecho al pensar en la mínima posibilidad de... Muerde su labio inferior por sus pensamientos estúpidos.

Era imposible.

·········

Hace presencia en el lugar, dos mesas habían sido predispuestas para todos los presentes, varios platos con cada preparación estaban sobre la mesa más larga y cada uno estaba tomando asiento en alguna de las sillas.

Recibe sonrisas reconfortantes por parte de Glenn, Dale, Maggie, incluso de Rick, aunque esta última seguía demostrando cierta incomodidad.

Carol le entrega un plato con un poco de cada cosa.

– Es para Daryl– menciona con una sonrisa, podía ver que se preocupaba por él, le había tomado cariño.

Recibe el plato con una sonrisa, era bueno ver que alguien más podía ver la amabilidad de ese tosco hombre.

– Podrías... ¿Servir el mío también?– siente varias miradas posarse en su espalda.

– ¿Estás segura?– pregunta preocupada.

Estaba segura que esperaban que pudiera convivir con todos en la mesa, así podrían conocerla mejor sin embargo, la tensión en el ambiente era muy palpable por lo que prefería huir de ahí y no involucrarse.

– Si– responde convencida– No quiero dejarlo solo.

Intenta no mostrarse avergonzada al decir eso, pero falló un poco en el intento.

Sin decir más, Carol le sirve otro plato y se lo entrega.

– Muchas gracias– se dirige hacia los demás, evitando hacer contacto visual con la rubia que estaba odiando en ese momento– Disfruten la cena, permiso.

Sin decir más, se retira con ambos platos para volver a la habitación.

Quería estar cerca, sentirse cómoda y cuidarlo aunque el cazador se negara a recibir su ayuda.

.........

Tuvo que maniobrar con los platos para evitar que se le cayeran al abrir la puerta.

Al lograrlo, siente cierta satisfacción por su logro.

Era tonto, pero, cada pequeña cosa que te hiciera sentir útil o satisfecha era valiosa en esa vida, ¿No?

– Muy bien– dice entrando– Aquí traigo tu cena– lo ve removerse en la cama– Despacio, recuerda que estás herido.

– No eres mi maldita enfermera ni mi niñera– gruñe molesto.

– Sigues igual de mal hablado– suspira pesadamente– Puede que no lo sea, pero seguiré aquí aunque quieras echarme.

Si Daryl era testarudo, ella también lo era.

Lo ve acomodarse con dificultad, posando la espalda en el marco de la cama.

Le hace entrega de uno de los platos y se aleja para poder sentarse a comer.

Se quedaron en silencio, lo único que se escuchaba era el ruido de los cubiertos chocar contra los platos pero, a comparación de la congregación que se encontraba en el comedor, era un silencio cómodo que estaban compartiendo.

Juntos.

– Quisiera poder tener una buena copa de vino– menciona recordando la sensación del vino tinto en su garganta.

– Llegas varios días tarde– obtuvo una respuesta, levanta la vista de su plato– La habrías obtenido si hubieses estado en el CDC.

De forma inconsciente aprieta con más fuerza su cubierto.

– ¿CDC?, ¿Estuvieron en el CDC?– pregunta fingiendo incredulidad.

– Una corazonada de Rick nos llevó hasta allá– explica– Luego de que el campamento se fuera a la mierda por el ataque de los caminantes, fue nuestro siguiente destino.

– ¿Pudieron averiguar algo?

– ¿Aparte de que no hay ni un jodido lugar libre de muertos caminantes?– pregunta sarcástico– El único científico que quedaba no tenía ni la más jodida idea de como inició ni cual era la causa.

– Así que seguimos igual– dice un tanto desanimada.

– Se rindió y se retiró– el tono molesto llama su atención– Intentó arrastrarnos con él, salimos del maldito edificio antes de que explotara.

La imagen se reproduce en su memoria, aprieta los ojos en un intento de disimular el escalofrío que recorrió su espalda.

– ¿Disfrutaste del vino?– abre los ojos y le mira.

– Mejor que el vino de mala muerte que servían en ese asqueroso bar– ríe un poco por su comentario.

– Ahora siento envidia de ese pequeño golpe de suerte– sonríe divertida– ¿Qué crees que pase cuando encuentren a la niña?

Lo ve juguetear con su cubierto, pensativo.

– Este grupo está completamente dividido– responde, se acomoda en su lugar esperando a que continúe– Sé que no eres tan estúpida para no haberlo notado.

– Merezco un premio por eso– admite intentando aligerar el ambiente tenso– Lo he notado, mi punto de vista ajeno lo detectó– tuerce los labios– Entre Rick y Shane hay algo, no sé con exactitud que es pero este último no me genera confianza– admite– Glenn sabe algo de Lori, no es exactamente el mejor disimulando o guardando secretos, es muy transparente, llevándome a su embrollo con Maggie.

No estaba segura de las bases de los problemas pero, campamento pequeño infierno grande.

Estaba acostumbrada a observar a las personas, como interactuaban, era una especie de pasatiempo, tonto, pero que de alguna forma daba sus frutos.

– Tengo la ligera sensación que hubo un malentendido entre la rubia y Dale– frunce el ceño, recalculando sus impresiones– Es probable que T-Dog sea el único sin problemas con los demás– suspira– Incluso, el mismo Hershel no está a gusto con nuestras presencias aquí, en algún momento podría echarnos de sus tierras.

– Mira nada más– menciona con seriedad– Llevas solo un día aquí y ya presumes tus hallazgos.

Se refriega el cuello nerviosa.

– Quizás si me dejé llevar– aclara su garganta.

– Procura no involucrarte en las mierdas de los demás– le advierte– Es probable que después de encontrar a la niña dejemos el grupo.

Abre los ojos un poco sorprendida, una sensación de alegría se posó en su pecho al verse incluida en la oración.

– ¿En serio?

– ¿Acaso quieres quedarte?– cuestiona levantando una ceja.

– Por ahora es un lugar seguro– sonríe nerviosa– No sabemos que pasará en los próximos días.

– Eres demasiado optimista, por no decir estúpida.

– Oye– se queja fingiendo estar ofendida– Intento ser positiva, al serlo, mantuve la esperanza de encontrarte.

Se mantiene en silencio analizando su respuesta.

– Démosle una oportunidad ¿Si?– intenta convencerlo– Son buenas personas y es difícil encontrar personas amables en un apocalipsis donde las reglas y la moralidad se lanzaron por un barranco– continúa en su convencimiento– Llevas más tiempo con ellos y yo apenas estoy ingresando en el círculo.

– Quiero golpear tu estúpido corazón noble– frunce el ceño e infla un poco las mejillas por el comentario– ¿Y así mataste a dos idiotas?

Baja la mirada, incómoda.

– No me siento orgullosa de eso– se abraza a sí misma– Pero como dijiste, eran ellos o yo... Aún no quiero morir y estoy muy segura que no fue la primera ni la última vez que levante un arma en contra de un vivo– posa su atención a lo que faltaba de su comida– ¿Quieres?– le ofrece.

Su apetito se esfumó al recordar su encuentro con los que se quisieron pasar de listos.

– Come Elizabeth– le advierte– No voy a repetirlo.

Era su manera de decirle que aprovechara los alimentos que tenían en esos momentos, no sabían si seguirían allí el día de mañana o si estarían aguantando hambre mientras intentaban sobrevivir.

Se comió lo último en su plato a fuerzas, la garganta se le había cerrado, su propio cuerpo no quería recibir la comida.

Al no querer pelear con el cazador hizo lo posible por terminar, al lograrlo, toma ambos platos vacíos para poder llevarlos de vuelta a la cocina.

– Vuelvo en un rato, ten cuidado si te levantas– le dice antes de salir.

····~~~····

No responde a sus palabras de cuidado y la ve retirarse de la habitación.

Nunca había necesitado de alguien en ningún momento de su vida, sólo se necesitó así mismo para sobrellevar su vida.

No lo admitiría en voz alta pero se sentía más ligero al saber que Elizabeth estaba dando vueltas en el lugar.

Desde que todo estalló no podía sacarsela de la cabeza, no podía creer que estuviera tan preocupado por una simple mujer que llevaba unos cuantos meses conociendo.

........

Para su fortuna, al volver a la cocina solo se encontraban las mujeres– a excepción de Andrea y Maggie– recogiendo los platos para poder lavarlos.

– ¿Necesitan ayuda extra?– menciona anunciando su presencia.

Lori le sonríe al verla.

– ¿Podrías secar los platos que vayamos lavando?

Asiente, al menos, quería poder ayudar en algo después de abandonar su puesto por la preocupación que la estaba carcomiendo.

Al terminar, se despide de todas y vuelve a la habitación para poder descansar por ese día, al entrar todo estaba a oscuras.

La luz de la Luna que entraba por la ventana le permite ver con claridad que el ojiazul estaba recostado y roncando.

Se quita los zapatos con cuidado y camina al otro lado de la cama para poder recostarse.

Desde la noche anterior, era la segunda vez que compartía cama con un hombre.

Y no cualquiera, era Daryl Dixon, el hombre que le gustaba.

........

A la mañana siguiente, al despertar, se encontró sola en la habitación.

– Endemoniado Dixon– gruñe con molestia.

Como lo había previsto, se había largado del lugar sin pensarlo dos veces. Las medicinas ya no estaban en la mesa de noche.

Suspira pesadamente, se levanta para poder ir al baño a lavarse la cara, arregla un poco su cabello en una coleta, se coloca sus zapatos, se pone su cinturón con sus cuchillos y guarda su arma en su pantalón, ocultandola con su camisa.

Finalmente sale de la casa, en busca del cazador.

Para su dicha, esa noche no tuvo ningún sueño que perturbara su descanso, así no tendría que escuchar los cuestionamientos de Daryl por su mal dormir.

Al salir, pudo ver movimiento y como un caballo, con su silla de montar llegaba corriendo de algún lugar.

– Así que el dichoso caballo encontró el camino de vuelta a casa– murmura con fastidio.

También pudo ver a lo lejos, a Patricia, al parecer llevaba algo en dirección al granero. No le toma importancia y decide seguir con su cometido.

Cerca de las carpas, pudo ver a Glenn y a Maggie hablando, solo podía ver un poco la cara de la castaña y no se le veía muy feliz.

Niega, ¿Qué tanto estaba pasando entre las personas de ese campamento?

Antes de llegar a la carpa de Daryl, el coreano la intercepta y le ofrece una fruta, lo notaba nervioso, incluso esquivo.

– ¿Todo bien?– le pregunta preocupada.

– Si, por supuesto– responde apresurado– No pasa nada.

Asiente no muy convencida, no lo presionaría a hablar.

– Tomaré la de Daryl también.

Lo ve sonreír intranquilo antes de alejarse.

Sigue su camino, encontrándose con la desdicha de la presencia de la mujer que no quería ver. Se queda afuera, a un costado de la carpa.

Toma uno de los duraznos y le da una mordida.

– No es de lo mejor pero...

Se escucha un pequeño silencio.

– ¿Qué?, ¿Sin fotos?– escucha la voz ronca del ojiazul.

– Lo siento mucho, me siento terrible– la escucha disculparse, se cruza de brazos y roda los ojos.

– Sí, yo también– frunce el ceño.

– No espero que me perdones, pero si hay algo que yo pueda hacer...– se muerde la lengua, conteniéndose de lanzar un comentario venenoso.

– Protegías al grupo, está bien.

Usó el mismo contexto que le dijo la noche anterior, quería golpearlo.

Escucha pasos, Andrea sale y se encuentra con su mirada, la ve contraerse por su presencia. Muerde de nuevo su durazno, ignorándola.

– Pero, si lo haces de nuevo, mejor que esté muerto– desvía su mirada hacia el frente, no quería verla.

La rubia se da media vuelta y se retira, incómoda por su presencia.

Entra a la carpa y se sienta en su catre.

– Veo que tenías visita– menciona haciendo mala cara, le pasa su fruta.

– ¿Vas a continuar con lo mismo?– pregunta molesto, la recibe– ¿No te bastó con estar de fisgona?

– Oh, disculpe señor Dixon– se cruza de brazos– No creo que me hubiese quedado el papel de amiga celosa, al entrar y sacarla del cabello de tu residencia– bufa molesta– Llegó primero que yo, sólo me quedé afuera esperando a que se fuera.

Curva los labios en una pequeña sonrisa, divertido.

– No actúas como si fueras mi amiga.

– ¿Así?, ¿Entonces cómo estoy actuando?

– Como si fueras mi maldita esposa.

La expresión de molestia cambió radicalmente a una de sorpresa total, seguido de cerca de un ataque de vergüenza.

– ¿Q-qué?– tartamudea– ¿Cómo que tu esposa?

– Estás tomando represalias por mi quien fue el que recibió el disparo, como si hubieses sido tu la del incidente– explica su punto– ¿Hay algo que quieras decirme?

Abre y cierra los labios como si fuera un pez fuera del agua.

– Nada– responde intentando recuperar su serenidad pérdida– Más bien, dámelo– cambia el tema con rapidez.

– ¿Darte qué?– frunce el ceño.

– Mi anillo– extiende su mano hacia él– Dijiste que me lo darías al volver de tu búsqueda.

– ¿Sigues preocupada por esa tontería?– toma el anillo que tenía en su dedo índice, lo saca y se lo entrega– Aquí tienes.

Juguetea un poco con el anillo, sonriendo.

Se lo coloca de nuevo.

– Iré a ver en que puedo ayudar– menciona– Como sé que no necesitas de nadie que te cuide– sonríe maliciosa– No tengo porque quedarme.

– También estás herida– le recuerda.

– Yo solo recibí un disparo– hace la seña del número uno– No tengo una herida en el abdomen por culpa de una flecha, puedo caminar mejor que tú, nos vemos.

Le guiña el ojo divertida para salir corriendo de la carpa, dejándolo solo.

Sin olvidar su durazno a medio comer.

Pudo escuchar como la llamaba, pero no le hizo caso. Se acercó al auto donde estaban en su asamblea matutina de la búsqueda organizada.

Saluda, solo estaban Rick, Shane y Jimmy por el momento.

Les escucha, continuando con su fruta.

– El arroyo va hacia el sur por la granja que encontró Daryl– explica Rick serio– Quizás Sophia perdió la muñeca allí y la corriente la llevó hacia abajo.

– ¿Y crees que fue por este camino de aquí fue hacia el norte?– le cuestiona su mejor amigo.

– Si, ¿Qué hay allá?– pregunta volteando a ver al adolescente.

– Casas en construcción, se iniciaron hace 10 años.

– Ve rápido después de la práctica de tiro, yo me encargaré de todo aquí pero ve con alguien– le pide– Luego de lo que pasó con Daryl, no quiero que nadie se vaya solo, nos quedamos de a dos.

Asiente de forma inconsciente, apoyaba esa noción.

Toma la semilla del durazno y la arroja hacia el campo.

– Acepto sugerencias de compañero– habla Shane.

Glenn se acerca con su canasta de fruta para repartirlas con los que faltaban.

– Ve como se manejan en el campo de tiro y escoge.

Los dos toman una fruta, para volver con el mapa. Glenn se acerca a Jimmy, se veía contrariado, como si quisiera decir algo pero había algo que lo detenía.

– Gracias– le agradece el chico.

Todos lo miran por quedarse plantado con la canasta sin decir nada, el pelinegro voltea a mirar hacia atrás, justo donde estaba Lori.

Frunce el ceño, ¿Algo pasaba con ella?

Pudo notar cierta incomodidad venir de la castaña.

Algo se traían esos dos y al parecer, Rick no estaba enterado.

– Mis binoculares– le dice Shane.

– Si claro– estaba distraído, deja la canasta sobre el suelo y le entrega los binoculares, vuelve por la canasta– Bien, adiós– se despide sin mirar a nadie.

Ambos amigos comparten una mirada.

Patricia y Beth se acercan a donde se encontraban.

– Queremos sumarnos a la práctica de tiro de hoy– dice la adolescente.

– Hershel fue muy claro, no puedo incluir a ninguno de ustedes en lo que hacemos sin su permiso– dice Rick.

– A él no le gusta, pero lo aceptó– reitera.

– Otis era el único que sabía usar armas– continúa Patricia– Ahora que no está, tenemos que aprender a protegernos, su padre entendió eso.

Nota cierta incomodidad venir de Shane, al final se retira del sitio. Lo ve dirigirse hacia un niño con sombrero.

Al mirarlo un poco mejor, recordó al niño que recibió el disparo, abre un poco los ojos, era el mismo, no lo había visto antes por el lugar.

– No se ofendan– escucha algo distante la voz de Rick, estaba recordando su sueño– Pero le preguntaré a Hershel.

Escucha unos pasos alejarse.

– Hey Elizabeth– mete un respringo al escuchar su nombre– Disculpa, no quería asustarte.

– No, está bien, solo pensaba– responde.

– ¿Asistirás a la práctica de tiro?

– No me hace falta– responde con una sonrisa.

– Así que eres diestra en el uso de armas– menciona– ¿En qué trabajabas antes?, ¿Eras policía?

– Sé que te agradaría tener otra compañera de gremio pero no lo soy– dice divertida– Aprendí por mi cuenta, en los polígonos de tiro.

– ¿En serio?– estaba aún más impresionado, asiente– ¿Por qué decidiste aprender a disparar?

– Por pura curiosidad morbosa– responde.

No le diría que se había preparado con anticipación para ese nuevo mundo.

– Rick, el niño que tiene un sombrero de sheriff...– indaga.

– Es mi hijo Carl– responde con una sonrisa– Es cierto, no lo habías visto, estaba descansando después de la cirugía que tuvo.

– ¿Cirugía?– pregunta haciéndose la tonta.

– Si– mira hacia sus ojos azules– Antes de llegar aquí, Carl recibió un disparo por estar admirando a un ciervo que encontramos mientras buscábamos a Sophia– intenta mantener una expresión parcial, era exactamente lo que había visto en su sueño– Solo fue un accidente.

– Entiendo– responde con una sonrisa– Es bueno saber que ya está mejor.

– Fue un mal momento, pero ya estamos más aliviados– podía verlo en sus ojos.

– Luego nos presentas formalmente– le da unos golpecitos en el hombro– Estaré con Daryl, si necesitan algo no duden en llamar.

Ve que el castaño se tensa un poco por la mención de ese nombre, lo ve asentir.

– Oye Rick– ambos voltean viendo a Shane junto al pequeño Carl– Debo hablar contigo y con Lori.

Aleja su mano del hombre.

– Bueno, esto no me concierne– mira hacia el pequeño ojiazul que la miraba extrañado– Un gusto Carl, no nos habíamos conocido antes, soy Elizabeth llegué hace dos días– resume con una sonrisa– Ya saben donde encontrarme así que, con permiso.

Sin decir más, se retira.

Quería asearse y cambiarse las prendas que llevaba del día de ayer.

.........

Pidió permiso a Dale para poder asearse y cambiarse en la caravana, aprovechando que la mayoría de las personas se habían ido a practicar tiro.

Al salir, vuelve a la carpa donde estaba Daryl leyendo el libro que le habían llevado.

– ¿Tienes ropa que necesite ser lavada?

– ¿Ahora lavas mi ropa?– pregunta divertido.

– Quiero ocupar la mente en otra cosa– admite.

– Pudiste ir a practicar tiro.

– ¿La tienes o no?– reitera.

Le señala una mochila, entra para sacar la ropa y poder ir a lavarla.

Tenía una extraña sensación de que algo podría explotar entre todas las personas que conformaban el campamento.

– Elizabeth– voltea a mirarlo– ¿Te hicieron algo?

– No solo...– suspira– Solo estoy pensando– sonríe nerviosa– Con lo que hablamos anoche, siento que algo terminará reventando y no será nada bueno.

– No prestes atención– le dice– Recuerda lo que te dije de no entrometerte.

– Está bien, iré a lavar y volveré después.

..........

Terminó de lavar antes de que todos volvieran, los únicos que hacían falta eran Shane y Andrea.

Le pareció algo irónico, pero también le dió igual que la persona que no le generaba confianza y la que no toleraba no estuvieran en ese momento.

Hasta sintió alivio.

Mientras colgaba la ropa seguía pensando.

A veces odiaba quedarse quieta, principalmente desde el sueño del apocalipsis, fue el único sueño más anticipado que tuvo en su vida.

Un año y medio, aproximadamente.

Si había tenido sueños que la dejaban aterrada, ese no le permitió comer, dormir ni concentrarse en sus clases y trabajo.

¿Qué si pensó en el suicidio?

Lo consideró un par de veces, pero, nunca llegó a concretar nada.

Se quedó así, solo como una posibilidad que nunca tomó.

Al final tomó la decisión de intentar mejorarse así misma para tener alguna posibilidad de sobrevivir, el único ejercicio que realizó en su vida siempre tuvo que ver con el baile, pero, debía admitir que el cardio, era lo que necesitaba muy bien pulido.

Desde el ejercicio, mejorar su propia fuerza, hasta defensa personal, manejo de armas y aprender todo lo posible en primeros auxilios y medicina.

Al acercarse más a la fecha, comenzó a comprar alimentos enlatados y a conseguir material médico.

Se había mudado faltando casi un año a ese pueblo después de decirle el último adiós a su difunta madre. Agradeció al universo o a quien fuera, por haber permitido que su progenitora no tuviera que pasar por lo que vendría.

Escogió ese pueblo al estar cerca de la ciudad y por la Academia de baile.

Necesitaba estar distraída, hacer algo.

Por lo que no se negó a relacionarse con las personas, tener citas, un novio, continuar con el baile, trabajar en cualquier tontería solo para tener el dinero para costear lo que estaba comprando y mantenerse por el momento.

Mientras más se acercaba la fecha, su ansiedad aumentaba y comenzaba a ponerse aún más paranoica.

Hasta esa mañana de viernes, en la cafetería más concurrida del pueblo.

Un par de días antes, había tenido un sueño, el hombre al que le gastó una cerveza meses atrás estaría ahí, con la misma camisa horrenda de leñador que usó ese día en el bar.

Al no estar segura del día con exactitud, asistió a la cafetería tres días seguidos, sobre la hora que pudo ver en su sueño.

Tenía curiosidad por aquel hombre y no se quedaría con la duda.

Al tercer día, logró reconocer la camisa.

El hombre estaba sentado en un rincón de la cafetería, como si quisiera pasar desapercibido.

Sonrío emocionada y no dudó en acercarse.

"Se sentó frente al hombre, sin pedir permiso, solo lo hizo, con una gran sonrisa.

Su precaria acción llamó la completa atención del hombre de cabello rubio oscuro corto, ojos azules y ligera barba en candado.

Sus ojos azules la escrudiñaron por completo, la analizó por completo.

Se guardó su incomodidad del momento y simplemente mantuvo su sonrisa, intentando romper el hielo.

Antes de que pudiera decir alguna cosa, él se adelantó.

¿Qué es lo que quieres niña?– pregunta con su voz ronca y molesta.

Se mordió el labio inferior al reconocer su voz, era el mismo hombre, si haría el ridículo, al menos, no sería con algún otro tipo.

¿Niña?– finge pensar– Es bueno ver que aún pueden considerarme tan joven, pero te equivocas– sonríe sin verse afectada con la clara barrera que quería imponer entre ambos– Me llamo Elizabeth, ¿Cómo te llamas?

Nota la confusión en su rostro por su presentación.

¿Qué?– pronuncia sin poder creerlo– ¿Es acaso una maldita broma?

Se pone alerta al ver su reacción.

No, sólo sabía que te encontraría aquí- sonríe con calma– Quizás no lo recuerdes, pero fuí yo quien te convidó una cerveza por tu grata honestidad.

La fiereza en su mirada disminuye.

¿Me estás diciendo que fuiste tú quien le rompió los huevos a ese mocoso?– le pregunta manteniendo su seriedad.

Debía admitir que su forma de hablar era completamente diferente a la que estaba acostumbrada, pero no iba a dar marcha atrás.

Por supuesto– responde orgullosa– ¿Qué acaso no parezco capaz de hacerlo?– pregunta fingiendo indignación.

Su nuevo conocido sin nombre la observa por unos segundos.

Para nada– responde– Hasta una pluma podría abofetearte y dejarte inconsciente.

Parpadea un par de veces.

Se ríe por su comentario.

¿Tan débil crees que soy?– pregunta divertida– No puedes juzgar un libro por su portada.

Se mantienen en silencio, siendo uno inusualmente cómodo.

¿Qué quieres?– habla rompiendo el silencio– ¿Qué te felicite o te agradezca?

Ninguna– responde casi de inmediato– Sólo tengo curiosidad.

¿Curiosidad?

Sí– responde con una sonrisa amigable– Por el desconocido con la mayor labia en maldecir que he conocido hasta ahora– le hace un ligero y tonto cumplido Ahora, ¿Me dirás tu nombre?– le cuestiona– Ya sabes el mío.

Lo nota pensativo, como si se cuestionara a responder, lo ve abrir los labios.

Daryl Dixon.

Intenta hacer memoria, estaba segura de haber escuchado algo respecto a ese apellido.

El recuerdo apareció rápidamente.

Dixon.

No era la primera vez que escuchaba ese apellido.

Desde que había llegado, había escuchado barbaridades, diferentes historias sobre los hermanos Dixon, siendo las habladurías un poco más fuertes con respecto al mayor en comparación con el menor.

Llegando incluso a escuchar que el menor era solo un pobre diablo que se dejaba arrastrar por el mayor.

Tenían su reputación, eso era cierto.

Sin embargo, ella misma lo había dicho, no podía juzgar un libro por su portada.

Tampoco por los chismes que rondaban, tenía que conocerlo ella misma y determinar su propio criterio.

Un gusto Daryl– dice feliz al por fin conocer el nombre de su desconocido.

La camarera llega a la mesa con el pedido del ojiazul, la sorpresa en su rostro no pasó desapercibida.

Deja el plato que llevaba y la taza sobre la mesa. Saca su libreta para tomar nota.

Buenos días, ¿Que desea ordenar?– le pregunta amable.

Los panqueques de la casa por favor– responde– Junto a un capucchino.

Anota y se retira.

¿Vas a quedarte?– posa su mirada en la azul que la observaba fijamente.

¿No puedo? pregunta inclinando un poco la cabeza hacia la derecha– No vendría mal tener una buena compañía, ¿No crees?

Le escucha gruñir y se concentra en su comida.

Sabía que era viernes, día laboral, por lo que era posible que tuviera prisa por ir a su trabajo.

¿Tienes algo que hacer está noche?– pregunta intentando alargar la charla.

Si– responde, sin dar más información.

Es una pena...–se entristece por saberlo– Quisiera poder seguir conociéndote.

Su interés era genuino, viéndolo más de cerca era atractivo, su comportamiento de chico malo no le molestaba pero ese toque misterioso a la mezcla, la incitaba a querer saber más.

Comenzaba a plantearse el nuevo reto de poder conocer al verdadero Daryl Dixon y quizás, poder encontrar en él un amigo sincero a comparación de los que frecuentaba normalmente.

¿Conocerme?– cuestiona frunciendo el ceño.

Sí– responde al ver que captó su interés.

Estoy seguro que ya has escuchado suficiente, no me hagas perder el tiempo– nuevamente intentaba alejarla.

¿Sería siempre un tira y afloja?

¿Por qué lo sería?– pregunta confundida– No sé nada acerca de Daryl Dixon y quisiera conocerlo por mi misma– sonríe genuinamente, quería demostrarle que no tenía ninguna malicia detrás de su interés de acercase a él.

Enarca una ceja, mirándola.

¿Qué no sabes nada?– le cuestiona– ¿Vives debajo de una maldita piedra acaso?

Si lo dices por los rumores, si, he oído hablar de los hermanos Dixon– usa un tono un poco más serio– Las habladurías pueden exagerar o arruinar el contexto de una persona, por ello, prefiero conocerte directamente a dejarme guiar por ellos.

Muchos son verdad– dice dejando el cubierto sobre su plato, enfrentándola– ¿Crees que no puedo aprovecharme de tu estúpida nobleza?

Pudiste haberme echado en el primer momento que me senté pero, aquí estamos– le recuerda– Mira, si los rumores son ciertos, verdades a medias o inventos, no me importa, quiero el conocimiento desde la raíz, no de una rama lejana.

Eres demasiado estúpida por no decir inocente.

Ah, pero lo dijiste– ríe al ver como la fulmina con la mirada– Me gusta que no te guardes lo que piensas realmente– le da un pequeño cumplido– Muchos lo hacen para evitar problemas o encajar y ya estoy harta de eso.

La camarera vuelve con su pedido, agradece y revisa la hora en su celular.

Demonios, voy retrasada– masculla e intenta comer lo más rápido que su comida caliente le permitía.

Casi al mismo tiempo, su nuevo conocido continúo comiendo a su par, quedándose en silencio el resto del desayuno.

Tuvo que pedir el capucchino para llevar, tenía que tomar un bus a Atlanta para continuar con su práctica de tiro y una colaboración de danza. Debía volver temprano ese día, tenía una cena con sus "amigos" en esa misma cafetería, había dado su palabra de que participaría por lo que no intentó encontrar alguna excusa convincente para safarse de la integración.

Antes de irse se dirige nuevamente a Daryl.

No quería irse sin antes decirle o insinuarle, lo que había visto en su sueño, no sabía si ya había ocurrido o aún no, pero le dejaría la duda en remojo.

¿Tu hermano Merle se encuentra bien?

Los ojos azules del rubio la miraron sin entender a que se refería.

No importa– niega– Debo irme ya, nos vemos luego Daryl, ten un buen día.

Le da una última sonrisa antes de salir casi corriendo del establecimiento, dejándolo con la confusión y la palabra en la boca".

Estaba tan sumida en sus pensamientos que sólo pudo salir de ellos al escuchar las puertas de un automóvil cerrándose.

Shane y Andrea habían vuelto y por las miradas que intercambiaban algo había pasado entre ellos.

Sin pistas nuevas sobre el paradero de la niña.

Se mantuvo alejada, estaba sentada en una silla afuera de la carpa de Daryl quien dormía como un tronco.

No sabía si no notaron su presencia, pero pudo ver la confrontación entre el ex policía y Dale, por sus expresiones, era todo menos una charla amistosa.

No se sentía cómoda en medio de toda esa gente a sabiendas que se consideraba alguien sociable... O quizás entrometida.

La tentativa de irse junto a él a quien sabe donde, no le parecía mala idea ahora que la sopesaba mejor.

Finalmente la completa oscuridad se pintó en el cielo.

Disfrutaron de una cena y cada quien se fue a sus respectivas carpas para dormir.

Se aseguró que Daryl tomara las medicinas y ella también toma las suyas.

Si durmió unas tres horas esa noche, fue demasiado, a veces deseaba no tener esos sueños premonitorios y vivir su vida siendo completamente ignorante.

Quizás su vida hubiese sido diferente, hubiera cometido errores de los que se arrepentiría, sería menos cuidadosa, sabría menos sobre la naturaleza de las personas.

Podría no estar ahí...

Compartiendo carpa con...

El resto de la noche la pasó afuera, sentada en una silla, jugueteando con sus cuchillos, mirando a una dirección en especial, aunque no pudiera ver muy bien por la lejanía y la oscuridad hacia el granero.

Los primeros rayos del sol comenzaron a asomarse en el cielo, era una bonita imagen que ver después de todo por lo que pasó en los últimos días.

Poco a poco todos se fueron levantando, la saludaron, a pesar de su cansancio debido al insomnio, podía notar que la mayoría de ellos guardaba cierta distancia pero seguían siendo amables, siendo un poco más marcado cuando Daryl se sentó a su lado esa mañana.

– ¿Decidiste montar guardia nocturna?– le pregunta al ver sus ojeras un poco marcadas.

– No podía dormir y no quería incomodarte.

Todos comenzaban a sentarse para poder desayunar, nadie hablaba, permanecían en silencio.

Intentando sobrellevar un desayuno normal.

Le ofrecieron un plato pero se negó a recibirlo.

– ¿Lo estás tomando de costumbre?– escucha la voz enfadada del ojiazul.

– No tengo apetito– intenta excusarse.

– ¿Debo obligarte como antes?– le pregunta sonando un poco amenazante.

– Daryl, no tengo ganas de discutir contigo ahora, por favor.

Recuesta su cabeza en el hombro del cazador y cierra los ojos, intentaría dormitar un poco.

Un rato después, la voz de Glenn llamó la atención de todos.

– Hmm... Oigan– se le escuchaba nervioso, abre los ojos para verlo– Saben... En el granero hay caminantes.

Todos dejaron de lado sus platos y se dirigieron al granero, a confirmar si lo que decía el coreano era cierto.

Y claro que lo era.

Esa fue la bomba que le preocupaba que explotara.

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