Capítulo 3
Estaba enfurecido.
Al reconocerla, no le importó nada ni nadie.
La sujeta, la levanta y grita el nombre de Hershel.
Todos saltaron en su lugar al escucharlo gritar.
Dentro de la casa estaban Patricia y Beth, quienes salieron corriendo al escuchar los gritos iracundos de Daryl llamando al dueño de las tierras.
– ¿Qué ocurre?– cuestiona la rubia mayor.
– ¡¿Dónde demonios está Hershel?!– grita furioso.
– Papá debe estar en los establos– responde la adolescente un poco asustada por la reacción del ojiazul, siendo opacada al verlo cargando a una mujer que parecía inconsciente.
– ¡Lo necesito ahora!, ¡Hay un herido!.
Sin decir más, Patricia lo hace pasar y Beth corre en busca de su padre.
Al no tener más habitaciones disponibles, le ordenan dejarla en el sofá. Se aleja dejando vía libre a la mujer para que pudiera revisarla.
– Es una herida de bala– a su creciente enojo, se le suma preocupación y un toque de alivio– Al parecer sigue dentro de su cuerpo, no hay orificio de salida– le explica con calma.
La puerta se abre dejando ver al hombre que necesitaba.
– ¿Qué tenemos Patricia?– pregunta, caminando hacia ellas para hacerse cargo de la nueva y desconocida paciente.
Daryl sale del interior de la casa en busca de una persona. La mayoría se había dispersado de dónde estaban.
El antiguo sheriff se dirigía a la casa pero fue detenido de forma brusca por el cazador.
– ¡¿Por qué mierdas estaba inconsciente en el suelo?!, ¡¿Eh?!– le cuestiona picando con su dedo índice el pecho de Rick– ¡¿Quién la golpeó?!
– Daryl– habla calmado, intentando controlar su propia ansiedad– Necesito que te calmes– mueve sus palmas dejándolas extendidas a la altura de su pecho.
La profunda mirada llena de odio observa un pequeño objeto entre los dedos del castaño.
Toma con brusquedad su muñeca derecha y le arrebata el anillo.
– ¡¿Por qué carajos tienes su anillo?!– le empuja.
Rick respira profundo, estaba en una posición delicada para llegar a los golpes con el colérico Daryl que lo fulminaba con la mirada en busca de una respuesta.
– Apareció conduciendo un automóvil– comienza a explicar– Carol se dió cuenta que su anillo era igual al que tú usas por lo que pensamos que te había ocurrido algo.
– ¡¿Qué no la viste?!– gruñe iracundo– ¡Un simple golpe es capaz de noquearla!– aprieta los puños con fuerza– ¡Vete a la mierda policía!
Y sin más que decir, vuelve a ingresar a la casa.
·····~~~····
Un par de horas después, Hershel había logrado sacar la bala intacta del hombro de la desconocida.
Hicieron uso de anestesia local para la extracción.
La curaron, la suturaron y le dejaron suero para ayudar en la hidratación.
Esperaban su evolución para determinar si necesitaba una transfusión de sangre.
Daryl se mantuvo presente observando cada paso que hacían, jugaba con el anillo que le había quitado a Rick.
Necesitaban que despertara para poder darle a tomar el antibiótico y el analgésico.
Pero lo que necesitaba era sonsacarle toda la información posible.
Todavía no podía creerlo.
Realmente, lo había encontrado.
Se retiró un momento de la casa, aprovechando que estaba dormida para ir en busca de Carol.
Por el momento, se coloca el otro anillo en el dedo índice de su mano derecha. No lo había notado, pero ambos tenían un grosor y tamaño diferente.
Daryl entra dentro de la casa rodante, un aroma a limpio y a jabón capta su atención. Observa cada rincón del interior del tráiler.
Todo estaba limpio y ordenado, más de lo que alguna vez estuvo.
Sigue su camino y encuentra a Carol cosiendo una cobija.
– Limpié– le dice sin dejar de dar puntadas con la aguja– Quise que estuviera bien para ella.
Asiente a sus palabras.
– Creí que era el lugar incorrecto– se quedan en silencio unos segundos, deja lo que llevaba sobre la mesa, aquella botella con la rosa Cherokee que había encontrado en su expedición.
Carol lo miró extrañada por su acción.
– ¿Una flor?
– Es una rosa Cherokee- responde, señalandola vagamente– Cuenta la historia que...– se sintió un poco nervioso al comienzo– Cuando los soldados estadounidenses realizaban el "Sendero de las Lágrimas" echando a los indios de sus tierras, las madres Cherokee estaban afligidas y lloraban mucho porque iban perdiendo a sus pequeños mientras se desarrollaba, debido al frío, las enfermedades y el hambre, muchos de ellos simplemente, desaparecieron– relata– Así que los ancianos hicieron una plegaria, pidieron una señal que levantara el ánimo de las madres, que les diera fuerza y esperanza. Al día siguiente, está rosa, comenzó a crecer justo donde cayeron las lágrimas de las madres.
Carol escuchó cada una de sus palabras atentamente.
– No soy tan tonto para creer que hay flores creciendo por mi hermano.
Un par de lágrimas rebeldes traicionaron a Carol, rápidamente las limpia con la ayuda del dorso de sus manos.
– Pero si creo que esta– continúa mientras señala la rosa con la cabeza– Creció por tu hija.
Carol sonreía nerviosa, aguantando los deseos de llorar pero falló en el intento.
El cazador da media vuelta dirigiéndose a la salida, se detiene antes de salir.
– Le gustará mucho esto– concluye, sale de la caravana.
Cierra la puerta y cuando estuvo a punto de dar un paso para volver a la casa, gritos se escuchaban en esa dirección.
Había dejado su ballesta cerca de ella.
Al escuchar más a detalle los gritos, reconoce que era los de su amiga, estaba llamándolo, desesperada y asustada.
Corre a la casa.
~~~···~~~
Rick que estaba en la habitación donde reposaba su hijo, se sobresalta. Tranquiliza a Carl antes de salir corriendo de la habitación e ir a la sala donde había visto que estaba la mujer.
Llega a la sala y ve a Hershel junto a Patricia y Beth intentando calmarla, pero se negaba a que se acercaran y no dejaba que la tocaran, seguía gritando el nombre del cazador y preguntaba si él se encontraba bien, si estaba herido.
– Oye– le llama, se acercaba a paso lento– Todo está bien, cálmate.
Se sorprende un poco al verla llorando, sus manos temblaban e hipaba un par de veces. Mordía su labio inferior con fuerza, intentando acallar sus sollozos.
– ¿Por qué su ballesta está aquí?– pregunta al borde de colapso– ¡¿Dónde está Daryl?!
En esos momentos maldecía al cazador por haberla dejado sola.
Cuando entró para ir a ver a Carl estaba junto a ella, en completo silencio, admirándola.
Esperando a que despertara.
Se largó en el peor momento posible.
Era muy consciente que la única forma de controlarla se basaba en él, por lo que intentaría demostrarle, que el ojiazul se encontraba en una pieza, sin ninguna herida.
– Daryl está...– comienza a hablar pero es interrumpido por la puerta abriéndose bruscamente.
·········
Al abrir los ojos se asustó al ver el entorno donde se encontraba. Era el interior de una casa que no reconocía y no recordaba haber entrado por sus propios medios.
Su último recuerdo fue pelear con un hombre de ojos azules y cabello castaño por intentar recuperar su anillo.
Se desespera al no encontrarlo, pero el miedo vuelve a inundarla cuando los recuerdos de su reciente sueño reaparecen en su cabeza.
En dicho sueño, aparecía Daryl.
Se levanta rápidamente y mira a todos lados, en busca de alguien.
Comenzaba a llorar y angustiarse.
La gota que rebasó la copa, fue ver la ballesta de su amigo encima de una pequeña mesa de centro.
Comenzó a gritar su nombre, intentó salir de la casa pero fue detenida por dos mujeres y un señor mayor, los cuales intentaban tranquilizarla sin éxito alguno.
Preguntaba por la ubicación o estado de Daryl, una y otra vez, pero nadie le respondía.
La calidez en su pecho había disminuido y sentía que la conexión también cayó en decadencia.
Era la primera vez que uno de sus sueños alteraba tanto su racionamiento. Sus emociones estaban alteradas.
Le dolía la garganta de tanto gritar.
Intentaron acercarse y tocarla pero no lo permitió, respondió brusca y arisca.
Lo único que quería en esos momentos era encontrarlo antes de que fuera demasiado tarde.
El hombre vestido de sheriff, el dichoso hombre que le había quitado su anillo hizo su aparición.
– Oye– le llama, lo ve acercarse, da un paso atrás– Todo está bien, cálmate.
Esas palabras no la ayudaban en absolutamente nada. Lo único que lograría calmarla, era verlo.
Sigue insistiendo por el paradero del cazador, se sentía débil y cansada. En cualquier momento se desmayaría, pero se mantenía en pie por su propia fuerza de voluntad.
Cuando por fin parecía que le darían la respuesta que quería escuchar, la puerta se abre bruscamente dejando a la vista a su amigo.
Nunca estuvo más feliz de ver su cabello rubio oscuro desordenado y sus inquietantes ojos azules.
Aunque sabía que no le gustaban las manifestaciones de cariño, no le importó y se acerca corriendo para abrazarle mientras seguía llorando por verlo a salvo.
Siente como se tensa por su acción pero le agradece en silencio que no la apartara de su lado, se sorprende un poco porque le correspondiera su abrazo a su manera, abrazándola por la cintura con uno de sus brazos.
– Daryl...– susurra entre hipidos.
– Hey, hey Sunna– le llama en un susurro por ese sobrenombre, siente su mano libre sobre su cabeza– Estoy bien, aquí estoy.
Asiente a sus palabras, el sonido de su voz y los pausados latidos de su corazón, era la melodía con efecto tranquilizador que necesitaba en ese momento.
Normaliza su respiración, al sentirse en calma, esa fuerza involuntaria que la mantenía en pie, se desvanece.
La debilidad de su cuerpo volvió, siente sus piernas temblar y en un segundo, estaba cayendo al suelo, siendo atrapada por Daryl en el intento.
– Rápido hijo– escucha la voz del anciano, estaba recostada en contra del cuerpo de su amigo, incapaz de mantenerse en pie– Hay que revisarla.
Daryl la carga y la lleva de vuelta al sillón.
Escucha como le ordenan a ambas mujeres– que ahora reconocería como Patricia y Beth– que buscaran las medicinas y algo de comer.
Siente como la dejan sobre la superficie suave del sillón, sus ojos observan con atención el rostro del cazador.
Se veía sudoroso, sucio, intranquilo y molesto.
Ve como se aleja dejándole pase libre al anciano, esta vez lo observa con más atención.
Su cabello al igual que su barba completamente blanca, su expresión era amigable y pacífica, provocándole la seguridad que no había sentido en esos dos meses infernales.
– Mi nombre es Hershel– se presenta– Fuí yo quien te curó y retiró la bala con la ayuda de Patricia y mi hija Beth– le recuerda su herida, al estar en su estado de trance la había olvidado por completo, se lleva su mano izquierda a la zona.
Comenzaba a dolerle un poco.
– ¿Usaron anestesia?– pregunta, su voz se escucha rasposa, tose un poco por usarla.
– Así es– responde con calma– La bala permaneció entera, por lo que fue más sencillo extraerla, ¿Cómo recibiste ese disparo?
Se queda en silencio, muerde su labio y desvía la mirada.
No quería admitirlo.
No estaba segura que la verían con los mismos ojos amables si admitía que había asesinado a dos hombres que intentaron robarle y pasarse de listos.
– Tuve un accidente– responde finalmente sin dar muchos detalles– Usé algunos implementos médicos que llevaba en mi auto pero decidí dejar la bala, no me sentía con la confianza de extraerla en medio de la nada.
Siente esa mirada inquisidora sobre su cuerpo, se estremece un poco pero le ignora. Sabía quien la observaba de esa forma.
– ¿Conoces algo de medicina?– pregunta curioso, había notado que gracias a sus cuidados no se había infectado.
– Primeros auxilios– responde avergonzada– Creía que era una buena decisión aprender y vaya que la fue– sonríe levemente.
– Siempre es bueno saberlo– le dice Hershel con una sonrisa– Por lo que pudimos ver, conoces a Daryl– indaga sutilmente.
Mira en dirección del rubio, después de la escena que había montado, sería demasiado descarado por parte de ambos negar que se conocen.
– Sí– responde finalmente, intenta incorporarse para quedar sentada, al estar débil, Hershel termina ayudándola– Gracias.
– No hay que agradecer...– se queda en silencio al no saber como llamarla.
Es ahí donde recuerda, no había dicho su nombre. Siente sus mejillas arder de la vergüenza.
Aparece como una completa desconocida, la cuidan sin rechistar y ¿Cómo les paga?, actuando como una demente.
Tenía que empezar a tener control de sus emociones y más, después de cada uno de sus sueños.
– Disculpe, ni siquiera me presenté– admite nerviosa, observa al hombre vestido de sheriff que se mantenía al margen al igual que el cazador– Me llamo Elizabeth.
– Un gusto Elizabeth– le corresponde.
Patricia y Beth volvieron con una bandeja con comida, una jarra con agua y un par de frascos de medicamentos.
– Elizabeth– mira hacia el hombre junto a Daryl– Yo... Quiero disculparme por lo que pasó antes– da unos cuantos pasos hacia su dirección– Verás, no esperábamos tu aparición tan abrupta y menos con un objeto de uno de nuestros compañeros.
Mira hacia el ojiazul que estaba cruzado de brazos y apoyado en la pared.
Suspira.
– Está bien– responde sintiéndose más tranquila con su presencia– Aún sigo molesta porque me arrebataste mi anillo, ¿Dónde está?, lo quiero devuelta amm...– levanta las cejas y frunce un poco los labios al no saber su nombre.
– Rick– abre un poco los ojos– Rick Grimes.
Sonríe levemente.
Ahora conocía el rostro del nombre que escuchó en sus sueños y vió en la nota del automóvil rojo.
– Entonces, Rick– pronuncia su nombre por primera vez en su presencia– ¿Dónde está mi anillo?
Nota que desvía la mirada hacia su amigo, el cual no se inmutaba a pesar de estar pidiendo de regreso el objeto.
– ¿Daryl?
La mirada enojada que le dirige le causa un ligero escalofrío.
– Deja de pensar en ese estúpido anillo y dedícate a comer– le dice molesto– ¿Tan desesperada estabas de encontrarme que te olvidaste de comer y de beber?
Volvía a ser el mismo hombre mal hablado y ofensivo.
Estaba acostumbrada a su personalidad variante.
No era la primera vez que se portaba ofensivo con ella.
– Si tan solo no lo hubieras cambiado de...– se muerde la lengua al darse cuenta de lo que estaba diciendo.
– ¿Cambiar qué?, Elizabeth– cuestiona enarcando una ceja.
– Nada– responde sin mirarlo al rostro, cambia su atención a la bandeja– Les agradezco por la comida, ha pasado tiempo desde la última vez que comí comida casera.
En el fondo, sabía que no lograría evitar el interrogatorio de Daryl. Esperaba poder retrasarlo.
– No tienes nada que agradecer–responde Patricia con una sonrisa amistosa.
Antes de que comenzara a degustar la comida, Hershel tomó sus signos vitales, su tensión estaba algo baja, por la perdida de sangre.
– Come e intenta descansar un poco, checaré la herida más tarde, ¿Está bien?– le anuncia Hershel.
– Sí, gracias nuevamente– agradece con una sonrisa y comienza a comer, despacio, no quería depender de los otros para algo tan simple.
Además... Quería disfrutar la comida.
No había comido algo tan delicioso desde... Interrumpe sus pensamientos y el movimiento de la cuchara.
No era momento de sentirse triste, tenía que componerse.
Los residentes de la casa vuelven a sus tareas, Rick se disculpa de nuevo para volver con su hijo.
Y ahí estaba, comiendo sintiéndose un poco incómoda por la intensa mirada de Daryl sobre ella.
¿Cómo podía hacerla sentir un ser insignificante con tan sólo su mirada?
Sigue disfrutando de la comida evitando por completo esos ojos que tanto le gustaban.
– Elizabeth– se estremece al escuchar su voz ronca– Mírame.
Saca la cuchara de su boca, mastica la comida despacio pero seguía sin mirarlo.
Siente la textura rasposa en su mentón, el toque no fue amable pero el movimiento para obligarla a fijar su vista en él lo fue.
Un contraste extraño.
– ¿Por qué usaste esas palabras?– le pregunta con seriedad.
Ah... Partiría de ese detalle.
"Voy a encontrarte, te lo prometo"
Piensa un poco en que responder.
Dudaba que le creyera si le dijera la verdad.
– Dudo que quieras una respuesta donde incluya la responsabilidad afectiva– responde sin apartar la mirada de sus ojos.
– Elizabeth, no estoy para tus putos juegos– bufa con molestia soltando su mentón.
Se aleja para sentarse en uno de los sillones.
···~~~···
Daryl era consciente que no era la primera vez que el juego de palabras de Elizabeth le generaba dudas.
"Sabía que te encontraría aquí"
Esa fue la frase que le dijo después de presentarse cuando se cruzaron por primera vez en la cafetería a la que solía ir los viernes a desayunar.
"¿Tu hermano Merle se encuentra bien?"
La pregunta podía considerarse como parte de una conversación casual entre dos personas conociéndose.
Lo curioso es que no había mencionado el nombre de su hermano.
No le tomó importancia, residían en el mismo pueblo y bueno, los Dixon tenían su reputación, principalmente el mayor de los dos.
Más tarde ese día, le llamaron de la estación de policía para avisarle que habían arrestado de nuevo a Merle por una pelea en el bar de mala muerte al que solían asistir los viernes en la noche.
Esa noche, no fue a ese bar.
Volvió a la cafetería a comer, cosa que jamás había hecho.
Encontró a su chica misteriosa rodeada de sus amigos.
Alguien tan espontánea, sociable y extrovertida... Era imposible que no estuviera rodeada de personas.
A comparación de él.
Se sentó lejos del grupo y en menos de lo que hubiese esperado, la chica se encontraba frente a él regalándole una sonrisa amable y dulce.
Detrás de ella, sus amigos murmuraban y le preguntaban porque se había ido tan abruptamente de la mesa.
"– Estoy en presencia de alguien más interesante– les responde sin voltear a verlos– No quiero escuchar las mismas tonterías sobre fiestas, ni cuantas conquistas han tenido esta semana o que color de labial es mejor para su próxima cita.
En ese momento debió admitir que le llamó la atención ese cambio en su personalidad.
Había sido diferente en su actitud en las horas de la mañana a la que demostraba en ese preciso momento.
– ¡¿Ja!?– exclama indignado uno de los hombres de la mesa, levantándose de su sitio– ¡¿Estás diciendo que prefieres sentarte con Dixon a estar con nosotros?!
Gruñó con fastidio por verse involucrado en peleas de niños estúpidos.
Cuando iba a mandarlos al diablo, su acompañante inesperada se levantó de su lugar a encararlo.
– Sí, así es– respondió con molestia, fulminándolo con la mirada, el grupito en la mesa guardó silencio– Prefiero pasar el rato con Daryl– enfatiza– Su nombre es Daryl, imbécil.
Cuando creyó que la discusión había muerto, el mocoso con el ego herido continuó.
– ¿Acaso te gusta?– pregunta burlón– No creí que tuvieras gustos tan deplorables Lizzy.
Cada vez eran aún más absurdas sus conjeturas, aprieta con rabia sus puños. No tenía deseos de crear una escena en la cafetería pero si seguía fastidiándolo, le daba igual el efecto que tendrían sus acciones impulsivas.
La chica nombrada "Lizzy" se acerca con paso decidido y fuerte al estúpido chiquillo, plantándole una fuerte bofetada que giró por completo el rostro del tipo.
No pudo evitar sonreír, había sido un buen golpe.
– Ten más respeto en como te diriges a mí– le escupe con odio– Y no solo tú, ustedes también– involucra a los que se quedaron quietos y en silencio en la mesa– No quieran intentar convencerme que son mejores que mi nuevo amigo aquí presente.
Levantó una ceja confundido.
¿Desde cuándo eran amigos?, ¿Siquiera podían catalogarse cómo conocidos?
Sólo habían cruzado palabra esa misma mañana.
Con la coincidencia de que fue ella quien se sentó frente a él como lo había hecho un par de minutos atrás.
– ¿Creen que no lo sé?– pregunta con sorna– Cada uno de ustedes son lo más hipócrita que puede existir en este pueblo– todos quedaron con la boca abierta– ¿Sorprendidos?, no deberían, la información es algo muy fácil de conseguir para mí.
Roda los ojos al escuchar su tono presumido, lo único que logra con sus aires de superioridad era verse estúpida.
– Si no quieren que unos cuantos secretitos conozcan la luz del Sol, cierren la boca– les amenaza sutilmente con una sonrisa– Ahora, si me disculpan, volveré junto al único hombre lo suficientemente honesto que se encuentra en este establecimiento.
Entrecierra los ojos ante su declaración.
Observa como se sienta nuevamente frente a él, la ferocidad y el ingenio que usó se esfumaron siendo reemplazados por su sonrisa amistosa.
¿Era una experta en el manejo de emociones?
– ¿Qué quisiste decir con hombre lo suficientemente honesto?– le pregunta con seriedad.
– Oh eso– un ligero color rojo acentuó el color de piel de sus pómulos– Te conozco lo suficiente para saber que no eres un mal tipo Daryl– la sonrisa fue demasiado encantadora para su gusto, no estaba acostumbrado a ese grado de atención proveniente del género femenino– Eres jodidamente honesto, al punto de ser hiriente a causa de tu honestidad y yo, valoro eso"
No se conocían hasta ese día y afirmaba que lo conocía lo suficiente al punto de defenderlo del intento de amigos que tenía, sin que fuera necesario o sin que se lo pidiera explícitamente.
"Ten cuidado hoy en el trabajo, ¿Está bien?"
No lo escuchó de su voz, pero si le envío un mensaje de texto muy temprano ese día.
Fue otro indicio extraño.
Trabajaba en un taller, habían riesgos como en cualquier trabajo pero justo ese día, algo inusual pasó.
El automóvil que solía arreglar debió dejar el trabajo hasta cierto punto debido a que le pidieron que revisara la motocicleta de un hombre influyente del pueblo por lo que no podía negarse si quería seguir en su trabajo.
Un compañero tomó su lugar y a los cinco minutos de seguir con la inspección, revisión y arreglo, un corto circuito de la batería casi arruinada del auto le generó serias quemaduras en las manos.
Muy posiblemente pudo haberle pasado si ese dichoso cliente no hubiese pedido sus servicios.
– Elizabeth– la llama– ¿Cómo llegaste hasta aquí?– nota como su cuerpo se tensa, sobresaltándola.
– Conduciendo.
– Elizabeth– gruñe, le estaba advirtiendo que dejara las respuestas estúpidas.
·········
– Está bien, está bien– suspira– Todo estalló cuando estaba en Atlanta, debí volver al pueblo un día antes de que el mundo fuera tomado por los muertos– hace una mueca– Estúpidos borrachos– se queja de sus compañeros de equipo– Después de ganar la competencia se fueron a varias discotecas a celebrar, yo me quedé en el hotel, esos ambientes festivos no me agradan.
Daryl frunce más el ceño, una amonestación silenciosa de la desviación de la respuesta que quería escuchar.
Directa, al punto.
– Te voy a ahorrar un interrogatorio innecesario contándote mi vivencia de los últimos meses, así que pido silencio y que relajes tu expresión– le apunta con la cuchara.
Escucha un gruñido con fastidio y ve como se cruza de brazos, dispuesto a escucharla parlotear.
– Entre esos idiotas estaba el instructor y dueño de la academia– continúa con su relato– Al estar más muertos que vivos, de alguna manera terminé cuidando sus resacas... Debí haberme ido sola, estúpido corazón bondadoso– se queja con molestia, agita un poco la cabeza, no era momento de mostrar su frustración– Me fue difícil escapar de la ciudad, estuve dentro de ella cuando la bombardearon– su mirada se muestra oscura, nunca olvidaría las fuertes explosiones y como el suelo temblaba con cada impacto.
Deja la cuchara sobre el plato.
Cierra los ojos unos segundos, respira profundo.
– Luego de eso, pude volver al pueblo y fuí a la cabaña.
Daryl abre un poco los ojos por sus palabras, sin embargo, estaba incrédulo.
– Pasé un mes en la cabaña, luego de eso fuí a mi departamento donde me quedé varios días hasta que tomé mis cosas y comencé a conducir– explica simplificando detalle– Recordé la mención del Fort Benning y quise probar suerte, tanto que me perdí en el camino por no tener un estúpido mapa– recuesta su espalda en el sofá– Mi corazón noble dejó atrás una mochila con comida para una familia de tres y justamente ayer, dos hombres intentaron robarme y..–- se abraza a sí misma al recordar los manoseos en su cuerpo.
Se mantiene en silencio recordando lo que había sucedido.
– ¿Qué hicieron?– insiste el cazador, fija su mirada en los cubiertos– ¿Qué hiciste Elizabeth?
Aprieta sus dedos contra sus antebrazos.
Se negaba a responderle, no era un recuerdo grato.
– Lizzy...
– No me llames de esa forma– voltea a mirarlo– Sabes que lo odio.
– Es la única manera de hacer que hables.
Estaba demasiado tranquilo para su gusto.
La estaba escuchando, sin rechistar ni interrumpirla.
No estaba segura de como tomarse ese comportamiento.
Antes había tratado varias de sus facetas, incluida ese extraño lapso de tranquilidad, le causaba temor no verlo usar su mal humor y mal carácter.
Daryl la observa con intensidad.
– Elizabeth– se estremece, era demasiada la influencia de ese hombre– ¿Te tocaron?– se tensa, desvía la mirada, asiente– ¿Acaso te...?– niega de inmediato por la insinuación, pudo notar el enfado en sus palabras– ¿Los mataste?
Voltea a verlo, siente su cuerpo temblar recordando todo lo que habían hecho con ella y lo que ella les había hecho a sus asaltantes.
Sus ojos se llenan de lágrimas.
No quería que la juzgara, que cambiara la forma en como la veía.
– Sunna– ese apodo, era demasiado para su inexperto corazón, lograba bajar sus defensas– Lo hiciste para sobrevivir– le mira inquieta– El mundo ha cambiado, eras tú o ellos, te defendiste.
Solo necesitaba esas palabras para dejar fluir sus miedos en forma de lágrimas, cubre su rostro, no quería que la viera como una llorona.
···~~~···
La observa, era la primera vez que la veía llorar de esa forma.
Nunca había consolado a nadie y mucho menos a una mujer.
O quizás si lo había hecho, con la madre de la maldita niña que estaban buscando.
La había reconfortado con la historia de la flor Cherokee.
Se lo piensa un poco, sintiéndose incómodo pero hace lo posible por no demostrarlo.
– Le clavé una flecha en el trasero a un hombre– le dice, sintiéndose estúpido.
¿No pudo decir algo mejor?
Se refriega el rostro con ambas manos, mientras se maldecía en sus adentros.
– ¿Qué?
Baja sus manos y la ve mirándolo sin comprender. Sus ojos estaban rojizos y un poco hinchados, sus mejillas brillaban por las lágrimas.
No quería repetirlo, ya se sentía estúpido.
– Le disparé una flecha en... –escucha unas cuantas risas.
– ¿Cómo qué le disparaste una flecha en el trasero?– le causó gracia a pesar de no conocer el contexto completo.
Parece que había conseguido distraer su mente.
– Los idiotas nos atacaron primero– se excusa– Intentaron robarnos una bolsa con armas que Rick había dejado tirada en Atlanta– explica– Secuestraron a Glenn cuando huyeron.
– ¿Glenn?– pregunta confundida.
– Un chico que hace parte del grupo– responde sin darle mucha importancia– En medio de la confrontación, accioné la ballesta y quedó clavada en su trasero.
Vuelve a escuchar las risas, eso era bueno.
– ¿Cómo los conociste?– le pregunta pasando sus manos por sus mejillas, limpiando los rastros de lágrimas.
– Tenían un campamento al que Merle y yo llegamos– su tono fue frío– Nos quedamos siendo los que proveían algo de comida por la caza– la ve sonreír al escuchar eso.
– ¿Dónde está Merle?– pregunta completamente inocente– Es extraño que no haya aparecido todavía.
·········
Al ver el cambio en la expresión de Daryl, entiende que algo había ocurrido en su ausencia.
La imagen de su sueño de la mano cortada vuelve a su memoria, como cada una de las emociones que la envolvieron esa madrugada.
Entonces lo entendió.
Las emociones que sintió fueron las de Daryl al encontrar únicamente la mano de Merle en esa azotea.
– Hubo un problema en Atlanta– habla con frialdad y mucha seriedad– Dejaron a Merle esposado en una azotea, cuando volví por su estúpido trasero el muy idiota se cortó la mano y se largó– explica sin contar demasiados detalles– Pero es Merle, debe seguir vivo en alguna parte.
Sonríe levemente por la confianza que tenía sobre su hermano. Como sabía que Daryl odiaba que le tuvieran compasión, decide cambiar el tema.
Además... Ya conocía cada uno de sus sentimientos y emociones, no quería abrumarlo ni hacerlo consigo misma.
– Será mejor que termine de comer y me tome los medicamentos, no quiero que te enojes de nuevo conmigo.
Dicho eso, vuelve su atención a la comida.
····~~~····
Se queda en silencio, observando como termina de comer y se toma las medicinas.
Le había comentado la mitad de la información, seguía sin saber como había llegado específicamente a esa granja donde el grupo se encontraba.
Quería preguntarle pero, prefirió guardar silencio y dejarla descansar.
Sobrevivió sola, por dos meses y volvió junto a él.
Le encontró como había prometido.
Era estúpido, pero haría lo que estuviera en sus manos para protegerla.
Después de todo, era la única mujer en la que había dejado su confianza antes de que el mundo se fuera a la mierda.
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