Capítulo 16
La predicción de Tsunade era muy acertada, las máscaras de aquel escuadrón yacían rotas en el pobre suelo, la sonrisa arrogante de Kisame se marcaba de extremo a extremo y el rostro repleto de pánico en Naruto delataba las poca determinación que tenía para enfrentar a tan sanguinario ninja.
—Qué molestia...—recitó en voz baja y cargó de una de sus piernas al pequeño niño que se retorcía sin éxito alguno en defenderse del shinobi. pues no importa qué clase de jutsu intentase utilizar, Samehada devoraría cada gota de chakra que naciese de su cuerpo. —No pensé que tendríamos que volver a Konoha por ti mocoso.—
—¡Su-suéltame maldito pescado!—ordenó y Kisame le apretó de la pierna silenciando sus declaraciones.
—Si causas problemas te cortaré los pies, esta vez no es una broma.—advirtió con una sonrisa arrogante y se preparó para abandonar el campo, sin embargo, en cuanto dio un paso, un kunai se precipitó desde el cielo cerrándole el paso, un evento muy común, pero su significado dibujó un gesto de ánimo en el delincuente de Kirigakure.
—¿Quién podrá ser? —blandiendo a Samehada apuntó al recién llegado joven que le miraba desde las alturas, un ninja ambú, algo curioso, normalmente suelen presentarse en escuadrones de diez o más.
—Suéltalo.—la voz masculina le ordenó, un tono que se distorsionaba con el material de la máscara, pero para Kisame no se le fue difícil saber quién era esa persona, su cuerpo carente de chakra solo podía pertenecer a un solo individuo, Samehada se retrajo en señal de desagrado.
Enjambre Capítulo 16.
—Así que aquí estás, me preguntaba cuánto tardarías.—dijo Kisame en tono de burla.
—¿Quién es? —Naruto se preguntó y tampoco fue difícil para él saber la identidad del ninja, pues la posición que adoptaba era bastante distinguible. —¡Gokú! —exclamó con emoción por la llegada del fuerte joven.
—Veo que finalmente esta aldea se ha hecho de un digno rival, no te preocupes, cuidaré muy bien del niño.—tal declaración logró colmar la paciencia de Gokú, y sin pensarlo dos veces se aproximó a la posición del portador del espadachín, pero pareció no importar lo rápido que fuese, esta vez Akatsuki se le había adelantado.
Antes de poder acertar el primer golpe algo emergió de entre el suelo, partiendo la tierra y abriendo sus fauces se aproximó hacia el chico de la máscara. Fue un dragón de agua aquel que le acorraló, y la bestia líquida embistió con fuerza y envió el cuerpo de Gokú a estrellarse duramente contra algunas casas cercanas, dejando la destrucción marcada en una línea vertical.
—Toma eso como un pago por las molestias causadas camarada.—se burló Kisame.
—¡No! —Naruto vociferó con fuerza ante tal acto provocado contra el poderoso hombre, pero Akatsuki no era una organización estúpida, no cometerían el mismo error contra el mismo oponente.
Una figura más se vio aproximar de entre la oscuridad, aquellos ojos rojos brillaban bajo las sombras, rotando sus aspas tenebrosamente, era Itachi Uchiha quien hubo provocado tal sorpresiva ofensiva.
—Tenemos al chico, vámonos de aquí.—ordenó en voz baja, pero lo que ya veía venir pasó con más prontitud de lo esperado, pues a sus espaldas sintió la presencia del shinobi enmascarado acecharle, incluso desde antes de que sus sentidos pudieran alertarle.
El golpe intentó inmovilizar al ninja de los ojos caleidoscópicos, pero esa silueta se evaporó y se deformó en múltiples sombras de aves obscuras que graznando huyeron del sitio, pero Gokú no se detuvo ahí, se aproximó hacia la verdadera posición de Itachi que le miraba desde una azotea cercana, tan rápidos fueron sus movimientos que aún así los ojos inyectados en sangre fallaban en predecirlo, finalmente Itachi saltó y se acercó a su compañero.
—Maldición, sí que es persistente... —Siseó Kisame.
—Eso es, acaba con estos granujas, patéales el trasero! —Naruto exclamaba.
—No podemos perder mucho más tiempo, debemos irnos.—advirtió Itachi que a pesar de todo no parecía verse abrumado ni mucho menos presionado, estaba tranquilo.
—Ya les dije que no lo permitiría! —exclamó Gokú, y se acercó nuevamente empuñando su kunai, no fue muy precavido en ese instante, pero la amenaza y las intensiones que tenían de llevarse al niño no podía ignorarlas simplemente así, no obstante olvidaba que su rival era Akatsuki.
—Qué directo. ¡Elemento agua, explosión de olas! —Kisame vociferó con una arrogante sonrisa marcada en su tétrico rostro, Gokú intentó anticiparse al jutsu, no obstante, fácilmente no podría, ni él ni nadie que residiese en Konoha, pues el agua comenzó a nacer tan abrumante que solo bastó de un parpadear para que la oscuridad inundase la villa de la hoja.
Quien dudase de las capacidades del proclamado Biju sin cola, hoy quedaría traumado por el poder que este mismo demostró, pues lo que era una gran villa militar ahora no era más que una ciudad sumergida en las profundidades, no importaba a donde Gokú mirase, solo había agua y más agua, un silencio absoluto, y con sus sentidos podía percibir que al igual que él, tanto shinobis como civiles eran asfixiados por las poderosas presiones, esto no se comparaba a nada que hubiese podido ver.
—¡Veamos cómo te libras de esta! —le desafió el artífice de tal monstruosa creación, y lo último que puso observar su sonrisa detestable perderse llevándose a Naruto con él, bien debía saber que Gokú no tenía algo para contrarrestar este tipo de trampas y menos una de tal calibre.
—¿Qué hago? —aunque intentase nadar, no podría alcanzar a Kisame a tiempo y tampoco podía conocer las dimensiones exactas de tal prisión, y con cada segundo que perdía el aliento suyo y el de los demás se perdía, y Naruto se alejaba más y más.
La aldea de Tsunade había sido sometida así de sencillo, hoy le había quedado claro la crueldad de Akatsuki, casi podría decirse que si tenía alguna duda, no llegó a considerarla en ese momento, debía hacer algo y pronto.
—Solo me queda utilizar esa cosa... —pensó y miró a los alrededores, a pesar de todo aún contaba con un as bajo la manga, pero no estaba realmente seguro, no sabía a ciencia cierta qué tanto bien podría traer.
—Vaya vaya, ese Kisame es tan prepotente como siempre... —masculló Deidara, ya que desde su posición podía verse el inconmensurable tamaño de la técnica. —No entiendo cómo pueden tener problemas con esta aldea...
—¿Realmente eres tan tonto? —le interrogó Sasori con una voz molesta, posiblemente causado por la arrogancia de su compañero que le miraba con desconcierto. —El tipo que mencionaron, debe estar enfrentándolos.—aclaró y no bastó de más explicaciones, porque ya sea desde esa posición o cualquier otra lejana, el verdadero poder a temer estaba por desatarse.
Los ninjas restantes observaban anonadados la enorme prisión acuática, a las personas y estructuras atrapadas en su interior, muchos intentaron evaporizar la semiesfera con muchos jutsus, pero simplemente no existía la posibilidad de hacer colapsar inmediatamente algo de tal magnitud.
Tsunade apretó los dientes de impotencia, ya mucho debía hacer al lidiar con los otros ataques terroristas, y los ninjas a su disposición no eran precisamente los más hábiles, la cantidad de jounin disponible era muy reducida y los shinobis que no batallaban a su lado debían estar capturados por la prisión de Kisame, a donde sea que viese, nada parecía iba a terminar bien, pero para su buena suerte, un milagro, una situación inesperada seria su salvación.
Un gran destello se vio desde un mismo punto, al principio fue tenue, apenas visible en medio de esa oscuridad, no obstante, la luz creció tanto que verla directamente fue peligroso, entonces emanando calor y fuerza, todo aquello que le envolvía fue empujado con fuerza y la gran cúpula de agua se convirtió en una gigantesca nube de vapor que inundó los alrededores, una espesa cortina se levantó desconcertando a todos los aliados y enemigos.
No era chakra, pero aún así la presión alertó los sentidos sensores de todos los presentes, como una abrumante cantidad de poder concentrado en ese pequeño punto que inundó cada rincón de konoha, y nada ni nadie parecía poder detenerlo, fue tan abrumante que incluso las bestias de Deidara retrocedieron por la onda que llegó hacia ellos.
—¿Qué demonios está pasando? —Deidara cuestionó, porque incluso para él resultaba absurdo que un jutsu de semejantes magnitudes fuera vaporizado en cuestión de segundos, entonces, siguiendo las explicaciones de su compañero, pudo darse una idea de la fuerza antes mencionada por itachi y Kisame.
—No lo sé, pero eso no es algo normal.—Advirtió Sasori, no lo expresó, pero el asombro le devoraba en sus interiores. —Debemos irnos, esto se ha extendido demasiado.—ordenó y aunque no era algo agradable, Deidara hizo caso y ambos surcaron los cielos huyendo de konoha.
Gokú respiraba agitado en medio del cúmulo de vapor, no pasó mucho tiempo para que los ninjas de konohagakure le rodearan.
—¡¿qué fue eso que hiciste?! —le interrogaron, pero él no respondió a ninguna de esas dudas, como pudo se puso en pie y miró a los alrededores, fue cuando notó la presencia de la rubia mujer señalarle con igual o más intriga.
—¡¿Te sientes bien?! —le preguntó, aún a pesar de estar cubierto de su uniforme, se le notaba la debilidad de su cuerpo, más ese no fue un motivo para detenerse ahora.
—Tengo que alcanzarlos, lograron llevarse a Naruto.—Gokú informó. —Están en esa dirección, los otros huyeron por el sur.—Explicó, señalando con su dedo en las direcciones mencionadas.
—¿Acaso es un ninja sensor? —Algunos cuestionaron, algo muy extraño, pues resultaba irreal que pudiese distinguir a los verdaderos enemigos que ahora deberían estar muy lejos, pero la Hokage no tenía dudas en sus expresiones, parecía confiar en la información.
—Iré por Naruto. —Dijo Gokú sin vacilar y de un fuerte salto avanzó sin esperar más indicaciones.
—¡Espera! —dijo Tsunade que en desacuerdo siguió al chico hasta que finalmente logró detenerle más allá.
—No puedes ir, enviaremos un equipo especial.—le dijo Tsunade.
—No, si se alejan mucho más perderé el rastro, no puedo dejarlo solo.—discutió Gokú. —Yo estoy bien, no debe preocuparse por mi, es mi deber.—exclamó con inseguridad, y a través de las aberturas de su máscara, señaló firmemente a Tsunade que en este punto, no supo cómo actuar, su situación era desfavorable y la fuerza de este chico era lo único que le quedaba, solo podía confiar en él. —Volveré pronto.—anunció Gokú y se dispuso a reanudar su búsqueda, pero ella le detuvo una segunda vez.
—¡O-oye! —le gritó Tsunade. —No cometas una locura.—dijo y le sostuvo de su ropa, porque en ese momento lo que menos deseaba era que alguien como él fuese solo, no, iba mucho más lejos, realmente no quería que le pasara algo, su corazón se angustiaba solo de pensar en esa situación, pero distinto a ella, él no expresó miedo en su voz.
—Estoy aquí para ayudarla, ¿lo recuerda? —él contestó. —Usted tiene una aldea de la cual ocuparse, de los tipos fuertes me encargaré yo.—después de esa frase volvió a separarse y poco a poco se fue alejando.
—Tonto.—Musitó y miró al suelo, sentía culpa, no lo negaba, estaba encargándole responsabilidades que serían demasiado grandes para cualquier ninja, incluso para uno de los tres legendarios sannin —Cuídate...
...
—Ese tipo, ¿tienes alguna maldita idea de lo que hizo? —Kisame interrogó mientras a pasos rápidos cruzaba la arboleda.
—No lo sé.—Dijo Itachi, no parecía preocupado, pero era erróneo afirmar que no sentía intriga por lo acontecido en la villa de la hoja, aunque tales pensamientos se vieron interrumpidos muy pronto.
—Ustedes, deténganse! —Finamente Gokú les había alcanzado, y se aproximó a una velocidad despampanante a la cual apenas si pudieron reaccionar.
—¡Mierda, es mucho más rápido de lo que pensábamos! —Dijo Kisame quien desenvainando su espada se preparó para la contienda, pero aún cuando balanceó con fuerza su arma, aquel kunai logró hacerle frente y le hizo retroceder.
—¡No van a escapar esta vez! —Gokú anunció, obligando a la pareja a interrumpir su trayecto.
—Mierda, será mejor pensar en algo, si te soy sincero no creo aguantar mucho más tiempo.—Advirtió Kisame, en su rostro no se asomó ninguna mueca de burla.
—Tú adelántate.—Dijo Itachi con brevedad y Kisame sonrió esta vez, no parecía le cuestionaría, después de todo la última vez hicieron lo mismo y lograron escapar, no le agradaba claro, pero su plan no tenía en cuenta la inesperada hazaña de Gokú, ahora se enfrentaban a una persona totalmente distinta.
—Bien, hagamos esto.—exclamó Kisame que se preparó para huir llevándose al Kyubi consigo.
—¡Ya les dije que no van a escapar! —exclamó el Son, que sin perder tiempo comenzó a correr con dirección de los criminales, pero Itachi no se llegó a mostrar alguna clase de ofensiva o defensiva, al menos no una muy explícita.
Fue el brillo rojo el que le alertó en primer lugar, el oscuro de las aspas se deformó en aquel extraño patrón, tan distinto como intimidante, pero no fue lo más inusual, más bien, lo verdaderamente intrigante fue la sangre que brotó de su orbe ocular, una lágrima rojiza que marcó su camino a medida que se deslizaba, Un mal presagio, un mensaje del heraldo oscuro, ¡el verdadero poder del mangekyou sharingan!
—¡Amaterasu! —De no ser por su don, Gokú fácilmente no podría haberlo visto, sin embargo, contra todo pronóstico esperado, el logró eludir casi por instinto la misteriosa y devastadora técnica.
Las llamas se esparcieron a sus espaldas, pero no se asemejaban a algo que hubiese visto antes, era un fuego del cual se podía sentir su inmenso calor, pero, el color que consumía los alrededores era tan obscuro que no era posible distinguirse de la noche, no había luz, solo la forma de las tinieblas que se levantaban como sombras.
—¡Maldición! —Siseó Itachi, y Gokú poco tiempo tuvo para contemplar la inmensidad del obscuro fuego, porque de inmediato, reanudó su recorrido y alcanzó al ninja de kirigakure cerrándole el paso, y luego, concentrando toda su fuerza arremetió con un golpe tan fuerte que Kisame apenas si pudo mantenerse en pie ante la potencia que le hizo deslizarse forzosamente por el terreno perdiendo a su rehén en el proceso.
—¡¿Naruto estás bien?! —Gokú le interrogó, pero no tuvo respuesta del inconsciente chico.
—Maldición, ese tipo sí que está empezando a fastidiarme... —advirtió Kisame. —No nos la va a poner fácil...—señaló mientras jadeante se enderezó blandiendo a Samehada e Itachi no se encontraba en una mejor situación.
—Sus sentidos no solo perciben el chakra del cuerpo, si no también de los jutsus, es más preciso de lo que pensé...—dijo el pelinegro, con una voz agotada que no se molestó en esconder y su compañero tampoco le reprochó algo, hacer uso de las llamas imperecederas traía un costo excesivo de chakra que incluso un Uchiha no podía arriesgarse a perder. —Sea lo que sea que pase, él también parece estar agotado... —aclaró después. —Parece que el jutsu de agua no fue del todo inútil... —declaró sin despegar en ningún momento la vista de su enemigo.
Si, ambas partes estaban en una situación crítica, su cansancio y agotamiento les delataban, mas bien sabían que detenerse no era una opción, el brillo en sus miradas aún permanecía vivo y tanto los criminales como el ninja de Konoha no pararían, bien sabido era que sus destinos convergían en el mismo punto, una muerte segura al defender sus ideales.
—Tengo que ser cuidadoso, pueden tener más trucos... —Gokú pensaba mientras en ningún momento dejaba de observar a sus enemigos, apretaba su kunai con la suficiente fuerza para manipularlo en la batalla que estaba próxima, y cuidadosamente preparaba su cuerpo para la presión de la misma, sin embargo, un pequeño evento logró desconcertarle, fue tan inusual que no pudo no dedicarle una pequeña mirada al extraño insecto que volaba frente a sus narices, navegando por el aire hasta que finalmente se posó en el filo de su arma, parecía una mariposa, una mariposa, ¿de papel?.
En ese instante, algo aún más raro aconteció, y no supo cómo, pero más de aquellas cosas aparecieron en los alrededores, una tras otra, aleteando de una forma tan cautivadora que resultó desconcertante, los criminales no se vieron sorprendidos, en cierto modo, incluso parecían saber exactamente el origen de tal suceso.
—¿Qué es eso? —susurró, aún atento por lo que pudiese pasar, pero de pronto, todo comenzó a inundarse de los objetos que volaban y volaban, convirtiéndose en un gran enjambre que le rodeaba, como un pequeño huracán atacando el claro donde la batalla pretendía resolverse, pero en ese entonces, esa no fue su más grande preocupación, fue aquella punzada que se alojó en su corazón, un presentimiento que inevitablemente le llenó de una angustia profunda, donde los relatos de aquellos pueblos finalmente tuvieron sentido.
—Hojas de Papel...—murmuró inconscientemente, y entonces sintió la presencia de alguien más, fue bastante claro y supo del lugar exacto, levantó la cabeza y encontró a la portadora de tal obra.
Coincidió con esos ojos ámbar y también con su cabellera azul, en su rostro no había expresión, o al menos no creyó verla. Era una mujer que en medio de cada obra de origami dejaba relucir sus finos rasgos, Gokú no dejó de observarla y ella tampoco lo hizo, y aunque juraba no haberla visto nunca, creyó por un instante que esta no era la primera vez que se encontraban, puede que haya sido así, porque la dama de origami hizo lo mismo.
—Tú... —Apenas pudo pronunciar, con una voz rasgada y fría, casi desafiante ante la actitud frívola de la misteriosa mujer. Por instinto dejó atrás al Jinchuriki del kyubi y optó una posición defensiva, no era para menos, las nubes rojas en la ropa de la mujer, la extraña técnica que presuntamente pudo acabar con la vida de su abuelo y la diferencia numérica representaban una gran amenaza que no sabría enfrentar, más sin embargo, tan rápido como apareció, la barrera de papel se desvaneció y la figura de la doncella se perdió en el jutsu, fue muy claro que no tenía la intención de entrar en una contienda, solo fue la distracción que le permitió a Itachi y Kisame huir.
Fin del capítulo 16.
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