35. "No juegues con algo así, Claudia."
Dedicado a mi amiga Stephy que se leyó A través de mi ventana y todos los capítulos de A través de ti en tiempo record y me anima a seguir escribiendo cada vez que nos vemos. Te quiero, gafa.
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ARTEMIS
¿Qué?
Ese palabra monosílaba da vueltas en mi cabeza, sin detenerse mientras sonrío porque lo primero que se me ocurre pensar es que Claudia está bromeando.
—Muy gracioso, no voy a caer.— le respondo, sacudiendo la cabeza, —pensaste que caería como aquella vez que te operaron de apendicitis y me dijiste que te habían recetado comer cantidades obscenas de helado, te di helado todos los días por una semana después de eso antes de darme cuenta de tu mentira.
Ella sonríe ligeramente ante el recuerdo pero su rostro no expresa esa alegría en lo absoluto. Ella lame sus labios, poniendo un mechón de su cabello detrás de la oreja y baja la mirada a su regazo donde ha empuñado sus manos.
—No, no hagas eso.— le digo, riendo un poco, —tu actuación es increíble.
—Artemis...— su voz es apenas un susurro.
—No juegues con algo así, Claudia.
Ella levanta la mirada para verme directamente a los ojos, la seriedad de los suyos ahogando cualquier duda de broma. Mi sonrisa se esfuma lentamente, mi pecho apretándose.
—No estoy jugando.— su voz es seca, defensiva.
Y abro mi boca para decir algo pero la cierro sin saber que decir. Mi mente vuelve a ese monosílabo, a esa rueda interminable de incredulidad, de sorpresa porque esto no lo vi venir en lo absoluto. Quiero hablar, quiero tranquilizar su expresión llena de expectativa y de miedo pero no sé que decir.
Ella está embarazada...
Sé que es una posibilidad existente porque tuvimos sexo sin protección, no soy idiota pero pensé que ella se estaba tomando la píldora. Claudia siempre ha sido tan meticulosa y cuidadosa en cada cosa que hace que un embarazo no planeado no suena como ella y me toma completamente desprevenido.
Di algo, Artemis.
Claudia chupa su labio superior dentro de su boca y lo libera lentamente, la tensión en sus hombros, en su lenguaje corporal es muy obvia.
—Lo siento.— me dice con una sonrisa triste, —debí saltarme una dosis de la píldora o que sé yo, esto es mi culpa, tú confiaste en mi, no tienes—
—Para.
Ella me mira extrañada.
—Solo deja de hablar, porque sé no me va a gustar lo que vas a decir, porque te conozco y sé lo que estás pensando.
Ella se queda callada, sus ojos observándome con cautela. Me pongo de pie, pasando mi mano por la parte de atrás de mi cuello.
—Ambos somos adultos que sabemos lo que hacemos, y al tener sexo sin protección, incluso si estás en la píldora, sabemos que hay un riesgo de embarazo. No hay culpas aquí.
De nuevo, ella no dice nada y aparta la mirada. Es la primera vez que la veo tan decaída, tan vulnerable.
Tiene miedo, está situación probablemente sea tan inesperada para ella como lo es para mi. Mis ojos bajan a su estomago y de pronto, mi pecho se calienta, cualquier sensación de sorpresa siendo reemplazada por calidez.
Claudia está embarazada, mi hijo/a está creciendo dentro de ella, voy a ser, papá.
¿Yo? ¿Siendo el padre de alguien? Pero si soy un desastre. Apenas he restaurado la relación con mi propio padre después de años.
Tener un bebé no estaba en mis planes cercanos, pero si es con ella a quien siempre he amado solo puede ser algo bueno porque para mi, siempre ha sido ella.
—Claudia.
Ella me mira y le doy una sonrisa honesta.
—Todo va a estar bien.— le prometo acercándome a ella, la calidez en mi pecho extendiéndose, las emociones revoltosas y descontroladas al asimilar esta noticia por completo, —sé que no es algo que planeamos pero... mentiría si no dijera lo mucho que me alegra saber que voy a ser papá.— tomo su rostro entre mis manos, —para mi siempre has sido y siempre serás tú, Claudia.
Sus ojos se llenan de lagrimas aunque ella lucha contra ellas porque sé que no le gusta llorar, siempre luchando por mantener esa fortaleza que la caracteriza pero ella tiene que entender que está bien ser vulnerable, que está bien estar asustada.
—Yo...— su voz se rompe, —tenía tantos planes, quería superarme, quería ser alguien antes de tener un bebé,— me confiesa, —porque... jamás quiero que un niño pase por lo que yo tuve que pasar.
Eso me parte el corazón.
—Y no va a pasar por eso, Claudia, no estás sola,— ella cierra los ojos, dos gruesas lagrimas ruedan por sus mejillas, —ey, mírame, — ella abre los ojos enrojecidos, —no estás sola, estoy aquí, a tu lado, como siempre.
—Tengo mucho miedo, Artemis.— sus labios tiemblan al llorar mientras lo dice, —yo no me esperaba algo así, es un bebé, es una vida, alguien que puedo arruinar si no lo hago bien... y dar a luz es algo que siempre me ha aterrado y—
—Ey, ey,— la calmo, —un paso a la vez, ¿okay? Una cosa a la vez.— le digo, limpiando sus lagrimas con mis pulgares, —Estoy aquí y todo va a estar bien. Voy a cuidar de ti y de nuestro bebé, Claudia, ¿confías en mi?
Ella asiente.
—Entonces confía en mi cuando te digo que todo estará bien y que estaré en cada etapa del camino porque te amo como nunca pensé que podía amar a alguien y estoy seguro que amaré a este bebé aún más.
—¿Y si lo hacemos mal? ¿Y si no somos buenos padres?— ella está expresando todos sus miedos y es agradable saber que ella puede abrirse conmigo de esta forma, —¿Y si algo sale mal? Yo que tengo tantos traumas, tantos miedos, ¿cómo puedo ser responsable por otro ser humano? Yo que ni siquiera puedo decir te amo sin que se me revuelva el estomago al recordar todos esos hombres que se lo dijeron a mi madre.
Me inclino y la beso con suavidad, probando las lagrimas saladas sobre sus labios. Al separarme, le sonrío.
—Yo puedo decirlo por los dos, te amo, Claudia,— la miro a los ojos, —y sé que tu también me amas, tonta.
Una ligera sonrisa curva sus labios entre sus lagrimas.
—Más tonto serás tú.
Le devuelvo la sonrisa y beso su frente antes de envolver mis brazos a su alrededor, ella entierra su cara en mi pecho.
—Todo va a estar bien, Claudia.— le prometo de nuevo porque sin importar cuantas veces lo diga sé lo mucho que ella lo necesita.
—Aún no puedo creerlo.— susurra contra mi pecho.
—Yo tampoco.— admito.
—Prométeme que no vamos a cagarla, que independientemente de lo que pase con nuestra relación, esté bebé siempre será nuestra prioridad, que su bienestar estará por encima de todo.
Entiendo su preocupación, ambos tenemos malas experiencias respecto a paternidad, ella con su padre abusivo que las dejó en la calle y yo con mi madre que no paraba de engañar a mi padre y con él que nunca tuvo el valor de dejarla a pesar de todo.
Descanso mi mentón sobre su cabeza.
—Tú eres tú y yo soy yo, Claudia. Nosotros no somos nuestros padres.
Ella suspira y yo sigo.
—Pensemos en los errores de nuestros padres como un ejemplo de lo que no debemos hacer. No digo que seremos perfectos pero seremos la mejor versión de nosotros mismos por este bebé.
—Supongo que te derretí tanto que accidentalmente creamos un mini-iceberg.
Eso me hace reír un poco, bien, por fin, está haciendo un broma.
—O una mini-fuego.
Nos separamos y ella limpia sus lagrimas, dejando salir una gran bocanada de aire.
—Te odio.
Alzo una ceja.
—¿Por qué?
Ella golpea mi brazo ligeramente.
—Por supuesto que tenías que embarazarme.
—¿Disculpa? No te vi quejándote cuando pasó, bueno, por lo menos no quejándote de mala manera.
Ella se deja caer hacia atrás en la cama, su mirada en el techo y yo me siento a su lado en la camilla.
—Descansa, mañana será otro día.
—Mañana seguiré estando embarazada.
—Lo se.
Ella gira su cara para verme, su mano buscando la mía.
—No estoy sola.
—No estás sola.— le repito, y levanto su mano para besar la parte de atrás de la misma, —descansa.
Ella cierra sus ojos y me quedo cuidándola hasta que su pecho sube y baja en un ritmo constante indicándome que se ha dormido. Beso su mano de nuevo y salgo de la habitación, sobando mi cuello.
Para mi sorpresa, en la distancia del pasillo del hospital puedo ver a Apolo revisando los números en las puertas de otras habitaciones, probablemente buscando la de Claudia, ¿cómo se ha enterado? Cuando me ve se apresura hacia mi, la preocupación clara en su rostro y mi cerebro aún está un poco desorientado.
—¡Artemis!— me llama, —¿cómo está? ¿Qué ha pasado?
—Vas a ser tío.
Las palabras dejan mi boca sin ningún tipo de filtro o control, pero, ¿qué me ha pasado? ¿Qué mierdas me ha pasado? Claudia va a matarme.
Apolo se congela y abre la boca en sorpresa.
—¿Qué?
Me aclaro la garganta pero no puedo decir nada más. El pequeño rostro de Apolo se ilumina.
—¿Voy a ser tío?— la sonrisa que se estira en sus labios es genuina, —¿no me estás jodiendo, verdad? No, tú no eres de hacer bromas,— él se agarra el rostro, sorprendido, —¿de verdad?
—Ah mierda,— me paso los dedos por el cabello, —si Claudia te pregunta yo no te he dicho nada.
—No puedo creerlo, felicidades, Artemis.— él me envuelve en un abrazo, su emoción es contagiosa, cuando nos separamos, su sonrisa crece aún más, —honestamente pensé que Ares sería el primero en hacerme tío.
Arrugo mis cejas.
—Oh, vamos, ambos sabemos cuanto sexo ha tenido ese salvaje.— agrega antes de ojear la puerta de la habitación, —¿cómo está ella?
—Sorprendida y un poco asustada, y no la culpo, no era algo planeado.
—Las mejores cosas no son planeadas.
—Concuerdo con eso en este caso pero tu apenas vas a terminar la preparatoria, así nada de embarazos no planeados para ti por ahora.
—Como si yo tuviera sexo.— él murmura, no le creo nada, —en fin, ¿puedo verla?
—Está descansando, ha sido un día complicado.
—Me lo imagino,— Apolo se agarra la cabeza, —es que no me lo creo, voy a ser tío, apuesto a que seré el tío favorito.
—Tengo unas llamadas perdidas de la casa, ¿llamaste tu?
—No, fue el abuelo, está muy preocupado, le llamaré para decirle que está bien.
—Apolo, no le puedes decir a nadie que Claudia está embarazada, debo consultarlo con ella para ver como quiere informarlo, te lo dije a ti por accidente.
—Muchos accidentes últimamente, ¿no?— bromea y yo le doy una mirada asesina, —Ah, ¿muy pronto para bromas?
No le digo nada y vuelvo a la habitación para cuidarla mientras duerme. Nunca he sentido un miedo tan puro, tan profundo como el que sentí cuando se desmayó en mis brazos frente a la empresa. Así que no me despegaré de ella en un buen tiempo y ahora que sé que está embarazada, mi sentido de protección se ha duplicado.
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—Artemis, estás exagerando.
Claudia cruza sus brazos sobre su pecho, negándose a que la sostenga para ayudarla a caminar cuando baja del auto al llegar a la casa del hospital. El sol mañanero se posa sobre su desordenado cabello rojo, resaltando las pequeñas pecas sobre sus pómulos.
—Puedo caminar perfectamente.— me informa al pasarme por un lado y yo suspiro, cerrando la puerta del auto para seguirla.
Al entrar a la casa, el abuelo y su mamá la reciben con un abrazo. Ella les asegura que está bien. Sin embargo, mis ojos caen sobre mi padre que está de pie en el pasillo que lleva al estudio, Apolo a su lado, sus expresiones serias y preocupantes.
¿Qué pasa?
—Claudia,— papá la saluda, —me alegra mucho que estés bien, nos diste un buen susto.
Ella le sonríe.
—Soy más fuerte de lo que parezco.
Y de pronto, veo a alguien inesperado bajar por las escaleras de la casa. Su cabello negro está más largo desde la última vez que lo vi. Me alegra verlo, pero, ¿qué está haciendo aquí? Y entonces recuerdo que este fin de semana es festivo porque es 4 de Julio, y me doy cuenta de que ha pasado un año desde que volví a casa, desde que volví a ella. Mi hermano nos sonríe y se apresura a abrazar a Claudia.
Ares.
—Sé que te emocionaba saber que venía pero desmayarte es un poco exagerado, ¿no te parece?— Ares le dice, juguetón.
—Idiota.— Claudia le golpea el hombro antes de volverlo a abrazar, —no ha pasado mucho pero me has hecho mucha falta.
Cuando se separan, Ares viene hacia a mi y yo alzo una ceja.
—No voy a abrazarte.
Él pone la mano sobre su pecho.
—Siempre tan frío.
—No ha sido mucho tiempo, Ares, no— igual me abraza y yo hago una mueca.
—Ya deja ese semblante frío,— me dice al oído, —tu y Claudia, ¿eh? Finalmente, te tomó bastante tiempo, idiota.
Apolo no puede guardarse nada, ya le ha contado de Claudia y yo, solo espero que no le haya contado lo del bebé porque definitivamente, lo mataré, después de que Claudia me mate a mi. Me separo de él.
—Ares y Artemis, los necesitamos en el estudio un momento.— la voz de papá me recuerda la inquietud que tuve al ver sus expresiones cuando entré. Busco la mirada de Ares y él luce tan perdido como yo.
Papá se gira y se adentra en el pasillo, Apolo me da una sonrisa de boca cerrada antes de seguirlo. Claudia arruga sus cejas, mirándome. Y yo me encojo de hombros porque no tengo ni idea de que pasa así que me limito a dirigirme al pasillo.
Ares y yo entramos al estudio cerrando la puerta detrás de nosotros. Me confundo aún más al ver a mamá sentada en uno de los sofás, sus ojos hinchados y rojos pero no tiene lagrimas, es como si las hubiera llorado todas. Apolo y papá se sientan al otro lado de ella y Ares y yo compartimos una mirada antes de sentarnos en el sofá a un lado.
—¿Qué pasa?— pregunto, buscando respuestas en los rostros de mi familia.
—Los hemos reunido aquí, aprovechando que Ares está de visita para que los tres escuchen esto. Pensábamos hacerlo anoche cuando él llegó pero Artemis pasó la noche en el hospital...así que...— papá comienza, —bueno, su madre y yo hemos tomado la decision de separarnos.
¿Qué?
—Ya hemos comenzado los tramites de divorcio.— mi madre habla por primera vez, —luego del 4 de Julio, me iré a vivir a la casa vacacional que compré hace tiempo, la que está al lado de donde pasa tu río favorito, Apolo.— ella le sonríe y los ojos de Apolo se enrojecen, Ares tiene las manos tan empuñadas en su regazo que sus nudillos están blancos.
Y este sentimiento doloroso me toma por sorpresa porque pensé que sentiría alivio porque esto es lo que siempre quisimos, que se dejaran porque ya se habían hecho tanto daño pero ahora que está pasando, mi pecho arde y puedo ver el dolor disimulado en las expresiones de mis hermanos.
Independientemente de sus errores, son nuestros padres, siempre juntos, supongo que como sus hijos siempre tuvimos la oculta esperanza de que se arreglaran de que siguieran juntos, con nosotros.
Nuestros padres esperan que alguno de nosotros diga algo pero cuando no pasa, mamá aprieta sus labios recobrando fuerza.
—Sé que... he cometido muchos errores,— sus ojos caen sobre mi, —que les hice mucho daño con mi egoísmo y no tengo excusa ni espero que me entiendan. Solo quiero que sepan que siempre los he amado y siempre los amaré y que las puertas de mi casa estarán abierta para ustedes, que...— su voz se rompe, —ustedes siempre serán mis hijos y yo siempre seré su mamá.
Ares bufa, sus ojos rojos.
—¿Ahora quiere ser nuestra mamá?
Apolo baja la mirada, lagrimas rodando por sus mejillas cayendo de su mentón.
—Ares...— le digo para calmarlo.
—No,— él sacude la cabeza, —después de años de toda esta mierda es que te das cuenta de esto.— le dice pero puedo sentir el dolor en su voz porque eso es lo que él hace, enmascarar sus emociones con palabras crudas.
Los ojos ya rojos de mamá se llenan de lagrimas.
—No llores.— Ares le exige, —no tienes derecho a llorar, no tienes...— su voz es emotiva y ahogada de las emociones que quiere reprimir, —¿por qué mierda te tomó tanto tiempo? Si te hubieras dado cuenta de todo esto antes, si...
—No podemos vivir de los 'Si hubiera', Ares.— le digo, enfocando su atención en mi, —errores fueron cometidos, personas salieron heridas, es algo que ya pasó, no podemos cambiar el pasado.
Mi voz es más fría de lo que espero, supongo que eso es lo que yo hago, enmascarar mis sentimientos con frialdad. Una sonrisa triste invade mis labios porque Ares y yo somos más parecidos de lo que esperaba.
—Está bien, Artemis.— mamá dice limpiando sus lagrimas, —él tiene todo el derecho de desahogarse. Ares, hijo, puedes insultarme, decirme lo que quieras, lo merezco.
Ares no dice nada y oculta su cara con ambas manos. Mi padre vuelve a hablar.
—Podrán visitarla cuando ustedes quieran y ella podrá venir a verlos aquí cuando ella quiera también. Su madre y yo esperamos mantener una relación civilizada a pesar de que tomemos caminos diferentes.
—Entendemos.— digo por mis hermanos que no pueden ni hablar, —me parece bien que estén manejando esto de una manera tan madura y poco problemática.
Mamá se pone de pie.
—Debo comenzar a empacar.— mi pecho se aprieta pero me esfuerzo por sonreírle, —lo siento mucho, hijos, de verdad, ojalá encuentren algún día en su corazón la fuerza para perdonarme.
Ella sale del estudio y todos nos quedamos ahí, sin decir nada. Ares masajea su cara en frustración, Apolo intenta detener sus lagrimas y papá solo nos da una sonrisa triste.
—Supongo que también les debo una disculpa, no todo es culpa de su madre, yo decidí seguir con ella a pesar de todo, soy tan culpable por todo como ella por no separarme cuando debí.
—Está bien, papá.— le tranquilizo.
Ares se pone de pie y sale del estudio sin decir una palabra. Papá se sienta al lado de Apolo para consolarlo y yo necesito salir de aquí.
Salgo del estudio y subo las escaleras a mi habitación, sintiendo las miradas de las personas en la sala sobre mi pero no los miro. Dentro de mi cuarto, me siento en la cama, me paso la mano por la cara, por el pelo, la imagen de la cara enrojecida de mamá atormentándome. Alguien abre la puerta y Claudia entra, sus ojos preocupados evaluándome mientras cierra la puerta detrás de ella. Yo relajo mis hombros, rindiéndome porque con ella no hay necesidad de enmascarar nada.
Ella se acerca lentamente y se detiene frente a mi.
—¿Estás bien?— la tomo de las caderas y la abrazo, el lado de mi cara contra sobre su estomago, su olor calmándome.
—Voy a ser un buen papá.— le prometo porque lo seré, —voy a intentar lo mejor de mi, Claudia, te lo prometo.
Para que mi bebé no tenga que pasar por nada de lo que yo pasé, o de lo que su madre pasó. Claudia acaricia mi cabeza suavemente.
—Por supuesto que lo serás, Artemis.
Amar a esta mujer y dar lo mejor de mi para criar a mi bebé son mis metas ahora y siempre porque no puedo cambiar el pasado, ni desparecer sus heridas pero puedo contribuir en un futuro diferente para nosotros.
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Nota de la autora: ¡Hola! Sé que me has extrañado, bolitas. Yo también y mucho, finalmente he publicado este capítulo tan emotivo para los Hidalgos. Cada vez, más cerca del final, buuu, yo se pero todo lo bueno llega a su fin y lo bueno es que después de A través de ti, seguirá A través de la lluvia y conoceremos a nuestro Apolito aún más.
Aquí les dejo este video que hizo una lectora sobre los Hermanos Hidalgos y me ha encantado, no se si ya lo han visto, igual disfruten :D
https://youtu.be/vesLH7AOmo4
Muakatela,
Ariana G.
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