26. "Mi silencio es su respuesta."

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Esto es otro nivel de tensión sexual.

El camino en el auto de regreso a la casa es silencioso y cargado de atracción entre nosotros. Honestamente, siempre he sido buena controlando mis impulsos pero nunca he deseado a alguien como deseo a Artemis, creo que se debe a los tantos años de atracción acumulados, y a la tentadora realidad de que ya no hay nada que me impida arrancarle ese traje y...

Tengo que controlar mi imaginación.

Artemis pone una mano sobre mi muslo desnudo y casi brinco al contacto de su cálida palma con mi piel. Lo observo pero él sigue manejando como si nada. Puedo sentir mi pecho presionarse contra la tela de mi vestido con cada respiración pesada que doy. Es como si todos mis sentidos estuvieran alerta.

—¿Por qué tan callada?— su voz suena tan profunda en el espacio confinado del auto.

—Solo pensando en lo mucho que has crecido.

—Y no lo has visto todo.

—¡Artemis!

Él se ríe un poco y me doy cuenta de lo sexy que se ve al hacerlo, le da un toque encantador de chico malo con esa ligera barba. La parte egoísta de mi disfruta de que él no le muestre esa sonrisa a todo el mundo.

Artemis estaciona el auto y caminamos a la puerta principal. Al atravesarla, se crea un momento incómodo, no porque haya incomodidad entre nosotros sino porque al vivir en la misma casa, no sabemos donde despedirnos, o si tenemos que despedirnos en lo absoluto.

En la sala, nos detenemos frente a frente al principio de las escaleras.

—He disfrutado mucho esta noche contigo,— me dice y eso me hace sonreír.

—Yo solo lo disfruté un poquito,— él alza una ceja, —Bromeo, gracias, fue una linda cita.

Nos miramos a los ojos en un silencio cargando de tensión. Yo me lamo ambos labios y él mira hacia otro lado.

—Buenas noches.— le digo finalmente.

—Buenas noches.— se despide con la mano.

Así que me doy media vuelta y comienzo a alejarme de él, haciendo una mueca de frustración ahora que no puede verme.

Lo siguiente que siento es su mano sobre la mía y me gira hacia él de forma rápida, antes de que pueda analizar lo que pasa, él me carga en sus brazos y se dirige hacia las escaleras. Mi corazón se desboca y miro hacia arriba, su cuello esta tenso, algunas venas marcandose y su respiración es un desastre.

—Tienes de aquí hasta la entrada de mi habitación para detenerme o decirme que esto no es lo que quieres.— su voz esta teñida con deseo, él comienza a subir las escaleras conmigo en brazos, la facilidad con la que me carga me parece tan sexy.

Mi silencio es su respuesta.

Al llegar a su habitación, cierra la puerta, y me baja y no he terminado de poner mis pies sobre el suelo cuando él me estampa contra la puerta besándome con una desesperación que siento que me derrito ahí mismo.

Sin dudarlo, le respondo el beso con todas las ganas porque Dios, yo también lo deseo tanto o más de lo que él me desea a mí. Nuestros bocas se mueven en sincronía, humedeciendo nuestros labios, me agarro de su corbata mientras giro mi cabeza a un lado profundizando el beso. Artemis pone ambas manos a los lados de mi cara contra la puerta como si quisiera controlarse.

A la mierda el autocontrol.

Su beso se torna aún más apasionado, más demandante, buscando enloquecerme. Nuestras respiraciones y el sonido de nuestro beso hace eco por todo la habitación. Mi cuerpo arde por su toque y cuando lo siento apretar sus puños contra la puerta, me separo de él ligeramente.

—Deja de controlarte.— le susurro, mordisqueando sus labios.

Su voz es ronca, sexual, —Estoy tratando de ser gentil.

—Que se joda la gentileza,— le chupo uno de sus labios con fuerza, —Pierde el control, follame como has querido follarme todo este tiempo.

Y puedo ver su control desvanecerse claramente, sus manos buscan mis pechos para apretarlos suavemente robándome un gemido, —Te follaré como quiero.— gruñe en contra mi boca.

Sus labios atacan los míos mientras masajea mis pechos con destreza antes de ir por las tiras de mi vestido y jalarlas, bajándolas por mis hombros de un tirón, exponiendo mi brassier. Mi piel arde, muriendo por su contacto. Su boca deja la mía para besar mi cuello mientras sus manos desatan mi brassier desde atrás, liberando mis pechos. Gimo al sentir sus boca sobre la piel desnuda y expuesta de mis pechos, y cuando los chupa, echo la cabeza hacia atrás disfrutándolo. Sus lamidas y chupadas son ágiles, fuertes y luego suaves, una combinación perfecta que debilita mis piernas.

Dios, creo que podría tener un orgasmo con solo esto.

Impaciente, tomo su cara entre mis manos para que me enfrente de nuevo y lo beso, quitándole la corbata tan rápido como puedo y la lanzo a un lado. Sin despegarme de su boca, nuestro beso es apasionado y sexual, desabotono su camisa y se la quito por los hombros, junto a la chaqueta de su traje. Paso mis manos por su pecho, sintiendo cada músculo y bajo hasta su definido abdomen.

Él detiene su beso para mirarme a los ojos y toma mi mano para bajarla un poco más, —Siéntelo.— obedezco, lo toco por encima de su pantalones, —Quiero que sientas lo duro que me pones.

Y si que esta bien duro.

Lo masajeo por encima de sus pantalones mientras él desliza su mano dentro de mi vestido y me arranca la ropa interior de un tirón.

—¡Ey!

—Como yo quiera.— me recuerda, sus dedos encontrando mi intimidad y se me olvida mi rasgada ropa interior.

Estoy tan mojada que sus dedos resbalan, y eso parece excitarlo aún más, su respiración se vuelve más errática, sus hombros subiendo y bajando.

Ya no puedo más.

Desabrocho sus pantalones, y se los quito junto a sus boxers, se me hace agua la boca cuando veo al hombre frente a mi, esta jodidamente bueno, cada línea de músculos es definida en sus brazos, pecho, y abdomen. Y también, tiene un...

Mi vestido cae a mis pies y estoy completamente desnuda. Lo jalo hacia mí, besándolo para presionarlo contra mí, el contacto de piel con piel de nuestras intimidades me hace jadear y darme cuenta de que no puedo esperar más. En sus brazos me giro, dándole la espalda, exponiéndome para él, mis manos sobre la puerta.

Sin embargo, Artemis me toma del brazo y me jala hasta lanzarme sobre la cama, aterrizo sobre mi espalda y uso mis codos para mirarlo, él me jala de los tobillos hasta la orilla de la cama.

—Quiero que me mires a los ojos cuando te follo.

Bien, te dejaré tener el control, solo esta vez, Iceberg.

Artemis se mete entre mis piernas y nos besamos de nuevo, la sensación de nuestros cuerpos desnudos, rozándose, sintiéndose me hace jadear en anticipación. Él deja de besarme para mirarme a los ojos, su miembro rozando mi mojada intimidad. Antes de que pueda rogarle que lo haga, me penetra de golpe, hasta el fondo de una sola estocada, arqueo mi espalda.

Ambos gemidos ante la sensación pero él no me deja recuperarme y comienza a embestirme con todas las ganas, hundiéndose en mi una y otra vez, sus ojos sobre los míos, su expresión de lujuria pura, sus gruñidos

y gemidos hacen todo mucho más intenso. Envuelvo mis piernas a su alrededor, queriendo sentirlo aún más.

—Ah, Dios, si.— jadeo, agarrándome de su espalda.

Él me está follando como un salvaje, exactamente como yo quería que lo hiciera. El sonido de piel contra piel se une a nuestros jadeos de placer. Jamás pensé que se sentiría tan bien. No es mi primera vez pero si es la primera vez que lo hago sin condón, la sensación del contacto de mi piel caliente con la suya es demasiado para mi. Me pierdo en los ojos café de Artemis, sintiéndolo dentro de mi, cada estocada acercándome más y más al orgasmo. Él sabe lo que hace, su boca deja la mía para susurrar en mi oído.

—Se siente tan húmedo y caliente dentro de ti.— sus gemidos me excitan aún más, —Me estas volviendo loco.

Él se inclina hacia atrás y me levanta ligeramente de las caderas para ponerme a la altura de las suyas y follarme con más profundidad. Mis pechos tiemblan con cada empuje, y me muerdo el labio inferior al ver lo sexy que se ve frente a mi, como los músculos de su abdomen y de sus brazos se contraen con cada movimiento.

—¡Artemis!— gimo, tan cerca de mi orgasmo.

—Si, eso, gime mi nombre,— me susurra con puro deseo, él usa su pulgar para acariciar mi intimidad mientras sigue penetrandome y volteo los ojos porque es lo que necesito para explotar, —Vamos, sexy, gime, termina conmigo dentro de ti.

Ah, Dios.

Me agarro de las sábanas a mis lados, el orgasmo golpeando mi excitado cuerpo, arrastrándose por cada nervio, extendiéndose por mis extremidades. Gimo ruidosamente, su nombre escapando de mis labios entre otras vulgaridades. Artemis no se detiene, acelerando sus movimientos, mis piernas tiemblan mientras él habla entre jadeos.

—¿Puedo... venirme dentro de ti?

La idea de sentirlo terminar dentro de mi suena tan sexy, así que asiento, —Si.

Sus embestidas se vuelven más rápidas. Sus ojos no abandonan los míos mientras su rostro se contrae en placer y gime, terminando, puedo sentirlo duro y palpitante dentro de mí. Él cae sobre mi, su corazón latiendo como loco junto al mío. Nuestras respiraciones son un desastre y no puedo quitar la estupida sonrisa post-orgasmica de mis labios.

Artemis se rueda, quedando sobre su espalda a mi lado.

—Guao,— dice, girando su cara para mirarme.

—Nada mal, Iceberg.

Él me da una sonrisa picara, —Lo mismo digo, fuego.

—¿Fuego?

Él extiende su mano hacia mí, su dedo acaricia desde mi cuello, bajando por el medio de mis pechos, —Tu misma dijiste que eras fuego, lo he confirmado.— hace una pausa, —Pero contigo, vale la pena quemarse.

Su caricia baja por mis estomago y aguanto la respiración disfrutando el contacto, él desliza sus dedos a mi costado, delineando las pequeñas lineas en mi piel, marcas de las veces que perdido peso y lo he vuelto a recuperar. Él lo hace con tanta delicadeza y cariño que me hace sonreír, nunca me he sentido avergonzada de mi cuerpo, ¿Por qué debería? Todas esas marcas son parte de mi historia, de lo que he vivido, soy una persona con buena salud y eso es lo más importante, lo demás son accesorios.

Él baja su mano hasta la parte exterior de mi muslo, rozando una vieja cicatriz que esta ahí, y susurra, —Cuarto grado, caida de bicicleta, Dios, había tanta sangre y tu ni siquiera lloraste.

Eso me hace reír porque lo recuerda tan bien, —Tú estabas pálido, honestamente, pensé que te desmayarías.

—Estuve a punto, pero si lo cuentas, lo negaré.

Él se sienta, su dedo sobre otra cicatriz en mi rodilla, —Primer año de la preparatoria, patinando, te dije que no tomarás esa calle porque era muy empinada.

—Como si yo siempre hiciera lo que tu dices.

Él se acuesta de lado, sosteniendo su cabeza con su mano, su codo sobre la cama para mirarme, su mano sube a la parte baja de mi abdomen, una cicatriz casi imperceptible ahí.

—Apendicitis.— me cuenta, —Fue la primera vez que te vi llorar, me devastó.

Estiro mi mano hacia su rostro, sintiendo su ligera barba contra mi palma, —Eres un hombre muy dulce, Artemis, siempre lo has sido.

—¿Dulce?— levanta una ceja, —No, ¿Sexy? ¿Infernalmente atractivo?

—Si fisicamente eres muy atractivo pero eso no fue lo que me hizo...

Enamorarme de tí.

Él espera que termine mi frase así que lo hago, —fijarme en tí.

—¿Estas diciéndome que mi dulzura fue lo que te atrapó?

—Si.

—Si, sabes que todo el mundo me dice que soy un bastardo frío, que no siento, que sienten un aura helada a mi alrededor.

—Yo no soy todo el mundo.

Él restriega su cara ligeramente contra la palma de mi mano, —¿Quieres ser mi mundo?

—Creo que todavía estas intoxicado con la alegría post-sexo.

Él se deja caer para acostarse sobre su espalda de nuevo y me hace el gesto de que me acueste sobre su pecho. Y lo hago, abrazándolo, mi brazo descansado sobre su abdomen.

Él me besa la frente, —¿Cuáles son las probabilidades de que—

—No vamos a hacerlo de nuevo.

—Tenía que intentarlo.

Después de un rato en silencio, me levanto y me subo encima de él, y lo beso apasionadamente, al separarnos él me observa divertido, —Pensé que no—

—Mentí.

Y vuelvo a besarlo, dejando fluir todo lo que siento al estar con él por primera vez en tantos años, me aterra sentir tanto, el sexo nunca ha significado mucho para mí, y ahora se porque, es porque a pesar de tanto tiempo, mi corazón, mis sentimientos inconscientemente siempre estuvieron guardados para él, y solo él.

El sexo no significó nada hasta que fue con él.

Mi querido Iceberg, Artemis Hidalgo.

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Nota de la autora: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Por fin, la tensión sexual entre estos dos nos tenía embarazadas a todas, lol. Espero que haya disfrutado del capítulo, he estado enferma del estomago, es que yo no pego una, creo que es la maldición de Tuntakamon. 

Aca abajo les dejo un video que hice con mi mejor amiga hace más de un año cuando estaba de visita en Venezuela y lo subí en estos días a mi canal de Youtube: HeyAriana

https://youtu.be/ITq5jgoU4q4

Muakatela, 

Ariana G. 


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