25. "Haces que me duela el corazón por tí."
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Claudia.
Estoy nerviosa.
Juego con mis manos frente a mí al esperar a Artemis frente a la universidad. Es la primera vez que siento todo esto antes de salir con un hombre, bueno, él no es cualquier hombre así no se porque me sorprende esta reacción, él fue mi primer amor, mi único amor y esta es nuestra primera cita oficial.
Inquieta, arreglo las puntas de mi vestido floreado que apenas llega a mis rodillas, y mi escote. Mi cabello esta suelto a ambos lados de mi cara, agradezco que ya el verano este aquí porque ahora si puedo usar ropa linda sin tener que ponerme chaquetas, gorros o accesorios encima que lo tapan todo.
Lamo mis labios recordando el beso que le di a Artemis anoche, su respiración acelerada, la tensión acumulada en su cuerpo. Para ser honesta, no creo que podamos estar en un lugar solos sin devorarnos así que si la cita no es en un lugar público, tengo el presentimiento de que las cosas terminarán muy... sexuales.
Controlarse no es nada fácil con toda la historia que tenemos él y yo, han sido años de cariño y deseo acumulado. Tampoco ayuda el hecho de que Artemis esté tan bueno, ese cuerpo definido, esa cara tan atractiva, de solo pensar en él, me causa de todo. Tomo una respiración profunda, guiando mi mente a pensamientos puros y tranquilos.
Como si pudiera hacer eso.
Mi corazón late como loco cuando lo veo estacionar frente a mí su auto negro negro y elegante, estoy a punto de dar un paso a la puerta cuando él se baja, lleva puesto un traje negro con una corbata del mismo color. Parece que hiciera juego con su auto, ambos elegantes, de negro. Sus ojos caen sobre mi y me esfuerzo para actuar relajada como si no me afectara lo bueno que esta.
Artemis me sonríe al abrirme la puerta, —Hola.
—Hola.— le respondo la sonrisa y entro al auto.
El interior del auto es negro con detalles azul oscuro que hace un contraste distinguido. El aire acondicionado golpea mi rostro, refrescandolo, huele a su colonia y a él. Me pongo el cinturón de seguridad mientras Artemis entra al auto.
—Lindo auto.— le digo, observándolo ponerse el cinturón.
—¿Hasta ahora me lo dices? No es la primera vez que te montas en el.— él comienza a manejar.
Se que se refiere a aquella noche que estuvimos en su bar, que él me llevó a casa, la noche en la que casi profanamos el mesón de la cocina de no ser por Ares que llegó a interrumpir, bueno, más bien salvarme de una humillación mayor porque Artemis volvió con su novia después de eso.
No pienses en eso, Claudia. No te arruines la noche antes de comenzarla, vive en el presente.
Necesito cambiar el tema.
—¿Qué tal el trabajo hoy?— sé que él ha estado sumergido en un nuevo proyecto, el equipo de marketing no dejaba de hablar de eso ayer, lo importante que era cerrar el trato, que era un proyecto millonario y que si se lograba íbamos a tener que trabajar muy duro en promover y hacer estrategias de marketing para ello.
Artemis se pasa la mano por detrás del cuello.
—Ha sido... intenso, pero nada que no pueda manejar.
—Nunca pensé que te interesaría la gerencia de empresas, no lo mencionaste ni una vez mientras creciamos.
—Porque no me interesaba.
Eso me da tristeza, aunque tenía mis sospechas de que él no había estudiado gerencia porque quería, pensé que le había gustado con el tiempo o algo así. Me le quedo viendo, una mano en el volante del auto y la otra masajeando su cuello, el cansancio en sus ojos, en su postura. Artemis es tan joven y ya tiene una responsabilidad tan grande sobre sus hombros, una responsabilidad en algo que nunca le interesó.
¿Cómo es que has aguantado todos estos años haciendo algo que no te gusta, Artemis? ¿Qué tanto has sufrido? ¿Estás frustrado?
Si la ha pasado mal, ha hecho un buen trabajo ocultandolo, él nunca se ha quejado, nunca ha maldecido a su padre, ni siquiera a su madre después de lo que pasó con ese otro hombre. Admiro su capacidad de aguantar todo solo, de tragarse todo sin herir a las personas que le dieron la vida.
¿Cuánto has aguantado tú solo, Artemis?
Haces que me duela el corazón por tí.
Como si él sintiera mi mirada, me echa un vistazo rápido, —¿Qué?
—Nada,— se que tendremos que hablar de eso eventualmente pero no quiero traer un tema tan triste a la luz esta noche, —¿A dónde vamos?
—Primero a cenar, luego a donde tu quieras.
¿A tu cama?
Claudia, por Dios.
—¿Dónde cenaremos?— pregunto curiosa, mirando las calles, las casas, los árboles pasar. Nos estamos alejando de la zona universitaria, pero tampoco vamos en dirección al centro de la ciudad.
—Ya lo verás.
Y si que lo veo cuando mis ojos caen sobre esa calle tan familiar para mí. Mi pecho se aprieta al reconocer cada casa, cada restaurante, es como si esta calle en particular se hubiera quedado congelada en el tiempo. Artemis se estaciona a un lado de la calle, y no espero a que me abra la puerta, me bajo rápidamente y lo enfrento.
El restaurante Griego donde vi a los Hidalgo por primera vez.
Una mezcla de sensaciones me invade, reconozco la nostalgia como una de ellas. Es increible como puedo recordar con tanta exactitud el hambre que tenía aquel día, el olor de la comida, mi miedo por esos hombres que buscaban a mamá. Aún tengo claro en mi mente la vista de la familia Hidalgo ahí sentados en la mesa como un retrato clásico de la familia feliz.
Artemis aparece a mi lado, sin decir nada. Ambos nos quedamos mirando el lugar como si estuviéramos recordando ese momento. Él es el que rompe el silencio después de un rato.
—Supuse que deberíamos empezar donde inició todo.
Me giro hacia él para encontrarlo observándome con detalle como si mi reacción fuera lo más importante para él. Cuando no digo nada, él habla de nuevo.
—Si no te parece, podemos ir a otro lugar, es solo que pensé que ningún restaurante por lujoso que sea tendría tanto significado como este que fue donde te vi por primera vez. Y puede que no sean los mejores recuerdos pero fue el día en que tu vida cambió para bien y que llegaste a la mía.
Me lamo ambos labios sin saber qué decir. Él tiene razón, este lugar tiene mucho significado para mí, y no lo veo de forma negativa, lo veo como ese nuevo comienzo de mi vida.
—Me encanta.— le digo, tomando su mano lo cual parece sorprenderle.
Él se aclara la garganta, ¿Y se sonroja? ¿Artemis Hidalgo acaba de sonrojarse?
—Bien, vamos.
El restaurante esta bien conservado, con ese aire exquisito. Los clientes son en su mayoría hombres de traje y mujeres muy elegantes. A pesar de que esta no es la mejor zona de la ciudad, este lugar parece mantener su ambiente perfecto para su distinguida clientela. Al seguir a la mesera que nos lleva a la mesa frente a la ventana, la misma donde los Hidalgo estuvieron sentados hace tantos años.
Mis ojos caen sobre la ventana y casi puedo verme ahí de pie al otro lado, de niña, observando la comida.
—¿Qué piensas?— Artemis pregunta, sentado frente a mí al otro lado de la mesa, la luz tenue del lugar se refleja sobre su rostro.
—Nada, solo recordando cosas.— me esfuerzo para sonreir pero apenas llega a una sonrisa triste, —Tu padre hizo algo muy generoso ese día, nos salvo la vida a mamá y a mí.
—Si, esa es la versión de mi padre que aún llevo conmigo.
Fue por él, ¿No? Que asumiste la responsabilidad de la empresa.
Lo pienso pero no lo digo, —No es una versión de él, creo que es quien es él muy en el fondo, solo tenle paciencia, el abuelo aún tiene mucha fe en él.
—Eres muy cercana al abuelo.— lo comenta pero no hay molestia en su voz, solo curiosidad.
—¿Cómo no serlo? Él es un amor.
—¿Acaso es tu Hidalgo favorito?
—La verdad si, pero no le cuentes a Ares, le prometí que él siempre sería mi favorito pero en realidad esta después del abuelo.
Artemis me sonríe, —No creo que estaré conforme con ser tu tercer Hidalgo favorito.
—¿Quién ha dicho que eres el tercero? Después de Ares, va Apolo.
La sonrisa se esfuma de sus labios y aprieta sus puños sobre la mesa. Ah, Apolo todavía es un tema sensible para él, ¿eh? Tiene que superarlo. Sus ojos brillan con algo que no puedo descifrar. Levanto mi vaso de agua para tomar un sorbo.
—Vamos a ver quien es tu Hidalgo favorito después de que te folle y te haga tener el mejor orgasmo de tu vida.
Toso, ahogándome con el agua, me agarro el pecho y me aclaro la garganta. ¿Cómo puede decir eso tan tranquilo aquí?
Artemis me da una sonrisa torcida que raya en lo malevolo y yo le doy una mirada de pocos amigos.
—Tienes mucha confianza sobre tus habilidades.
—Solo soy un hombre que sabe lo que hace.— levanta una copa que esta a la mitad de vino y la sacude ligeramente, olfateando el vino, —Puedo hacer que te mojes sin tocarte.
Hace calor aquí de pronto.
Bufo, —¿Oh si?
Saco mi pie de mi sandalia y lo estiro bajo la mesa para ponerlo sobre su muslo, muy cerca a su entrepierna. Artemis se tensa visiblemente, no lo esperaba.
Le sonrío inocentemente, —Y yo puedo hacer que tengas una vergonzosa erección aquí, no lo olvides.
—No te gusta ceder el control, ¿no?
—Eso es algo que tendrás que ganarte.
—¿Eso es un reto?
Nuestras miradas están conectadas, la intensidad en ambas hace que la tensión en el aire crezca. La mesera aparece con una sonrisa amable y nos pregunta sobre nuestra orden, rompiendo el momento.
Yo bajo mi pie, comportándome.
Será una larga noche.
>>>>> ¿No creerían que los dejaría ahí, eh? Doble actualización, vaya y lea el siguiente capítulo pero si se les olvida votar por este, sus audífonos se enredaran y tardaran horas desenredándolos >>>>>>>>>
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