24. "Artemis, no me gusta la oscuridad."
Claudia.
No soy buena con las despedidas.
Supongo que es normal considerando el hecho de que no he tenido que lidiar con muchas en mi vida, el día que Artemis se fue a la universidad ni siquiera nos despedimos, no podía mirarlo a la cara después de haberlo rechazado. Así que es una situación fuera de lo normal para mi, en la que no tengo mucha experiencia y que no se como manejar ni como reaccionaré pero que tendré que enfrentar ahora.
Ares se va a la universidad de otro estado, su vuelo es en unas horas según lo que me contó Raquel, la cual dejé en la cocina comiendo algo hace unos minutos con los padres de Ares, y también con Artemis y Apolo.
Veo su puerta entre abierta, y me asomo en su cuarto, el cual luce organizado y limpio pero de una manera que lo hace lucir vacío, no se como explicarlo. Ares esta sin camisa, en jeans, con el cabello mojado, metiendo algo en una de sus maletas que no parece caber en la misma.
Y aunque sabía que este día llegaría, me sorprende lo doloroso que es llegar a este momento, verlo hacer maletas, saber que se va a ir, que ya no me lo encontraré en el pasillo haciéndome muecas locas, o jugando videojuegos en su cuarto de juegos, o simplemente tener conversaciones sobre cualquier estupidez en cualquier parte de la casa. He subestimado lo acostumbrada que estoy a su presencia y la falta que me hará.
Cuando él me ve, me sonríe con tristeza, sus ojos azules iluminándose ligeramente.
—¿Todo listo?
Él asiente, suspirando.
—Supongo.
No se que decir o como decirlo, me he mostrado tan fuerte frente a él, que no se como reaccionaría si me viera llorar.
El recuerdo de Ares de pequeño en el restaurant, poniendo su mano sobre el vidrio sobre la silueta de la mía viene a mi mente. Su sonrisa fue tan cálida e inocente. Siempre ha sido de buen corazón, estos chicos de verdad han sido mi familia.
—¿En qué piensas?
—Nada, solo recuerdos,— tengo un nudo en la garganta, —No voy a ir al aeropuerto.
Él no pregunta porque o luce desilusiónado al respecto, solo asiente como si entendiera que algunas personas no somos buenas manejando despedidas en aeropuertos.
—Supongo que has venido a despedirte entonces.— me dice, caminando hacia mi y mientras más se acerca, más lucho para evitar las lagrimas que se estan formando en mis ojos.
—Eh, yo...— mi voz se rompe, así que me aclaro la garganta, —Te deseo lo mejor del mundo y se que te va a ir muy bien, eres un chico super inteligente,— pauso, mi vista borrosa, —Y vas a ser un doctor maravilloso, estoy muy orgullosa de ti, Ares.
Su expresión cae en tristeza, y sus ojos se enrojecen. Antes de que pueda decir algo, él me jala y me abraza con fuerza.
—Gracias, Claudia.— susurra contra mi hombro, —Gracias por todo, por ser una buena mujer y enseñarme todo lo que mi madre no quiso.— besa un lado de mi cabello, —Te quiero mucho.
Y con eso, no puedo evitar las lagrimas que caen por mis mejillas, —Yo también te quiero, idiota.
Cuando nos separamos, Ares limpia mis lagrimas con sus pulgares.
—¿Idiota?
Los dos nos reímos con lagrimas en nuestros ojos.
—No te preocupes, vendré uno que otro fin de semana, en acción de gracias, navidad, no podrás deshacerte de mi tan fácilmente.
—Más te vale, bueno, te dejaré terminar de empacar.— le digo, aspirando con mi congestionada nariz por haber llorado.
—De acuerdo.— Ares me da un beso en la frente, —Y recuerda que sin importar lo que pase con el Iceberg.
—Tu siempre serás mi favorito.
Me guiñe el ojo, —Buena chica.
Lo dejo terminar de empacar y bajo las escaleras, todos están esperándolo en la sala. Artemis y yo compartimos una mirada rápida, antes de que me meta al pasillo para ir a mi cuarto. Ni siquiera quiero estar cuando Ares salga con las maletas, al parecer las despedidas son una debilidad mía recién descubierta.
Me encuentro a mi madre en el pasillo.
—¿Ya se va?— mi madre pregunta con una sonrisa triste.
—Si, ya esta por bajar.
—Iré a despedirme.— solo asiento y me hago un lado para que ella siga su camino.
Mamá quiere mucho a los tres chicos Hidalgo, ella pasó más tiempo con ellos que su propia madre.
Suspiro, entrando a mi habitación, aún es de madrugada, ya que el vuelo de Ares sale temprano, así que me quedan unas horas de sueño, necesito toda mi energía para cuando amanezca en tres horas.
-
Quiero... estar contigo, Claudia.
Me giro hacia un lado en mi cama, descansado un lado de mi cara sobre mis manos. Las palabras de Artemis se repitan una y otra vez en mi mente, a pesar de que ya han pasado varios días y no lo he visto, no puedo dejar de pensar en él.
Porque eres tú, porque tu eres la única que puede ver a través de mi.
¿Cómo me dice esas cosas y después desaperece así?
Me volteo de nuevo en la cama, esta vez, quedando sobre mi espalda con mis manos estiradas a mi lado.
Estupido Iceberg.
Cierro mis ojos, tomando una respiración profunda, de verdad necesito estas tres horas de sueño, funcionaré fatal durante el día sino duermo nada.
En la oscuridad de mi habitación, la luz de luna entrando por la ventana y los arboles de afuera hacen figuras en el techo, una sonrisa llena de nostalgia se forma en mis labios.
—¿Qué estas haciendo?— había preguntado una inquieta yo de 8 años al ver a Artemis poner las sabanas en el piso de su habitación y apagar las luces, mi miedo a la oscuridad aún me atormentaba después de esos años en las calles así que cerré los ojos asustada.
Artemis me tomó de la mano y me guió a las sabanas, nos acostamos sobre nuestras espaldas. Mantuve los ojos cerrados, no quería ver los monstruos a mi alrededor.
—Artemis, no me gusta la oscuridad.
—Lo se,— él susurra, —Mira el techo, abre los ojos.
Lentamente, abrí mis ojos, el techo estaba lleno de stickers que brillaban en la oscuridad: estrellas, planetas, constelaciones, de diferentes colores. La vista era hermosa.
—Guao.
—No tienes que tener miedo, Claudia, también hay belleza en la oscuridad.
Él me expusó tantas veces a la oscuridad, monstrandome tantas cosas bonitas después de eso que eventualmente, asocié cosas positivas con la oscuridad y perdí ese miedo.
Creo que nadie sabe lo bueno que es el corazón de Artemis, me pregunto si él le ha mostrado ese lado de él a alguien más.
¿Por qué quieres parecer inalcanzable y frío cuando tienes un cálido corazón, Artemis?
Con esa pregunta rondando en mi mente, mi cansancio me vence y me quedo dormida.
-
—Esta es la lista de tus tareas diarias,— La Sr. Marks termina, pasándome un papel, —Y lo repito, Claudia, estamos muy felices de que hayas aplicado a las pasantías, tu hoja de vida y tu trabajo de ejemplo son increíbles.
—Muchas gracias, viniendo de usted es un gran cumplido, Sr. Marks.
—Oh por favor, llámame Paula, 'La Sr. Marks' me hace sentir anciana.
—De acuerdo, Paula.
Paula es la gerente de Marketing de la empresa Hidalgo, ella me presenta al resto del equipo de trabajo y a la otra pasante: Kelly. Tomo asiento en mi parte de un gran escritorio que compartimos Kelly y yo.
Aunque es un espacio compartido, no me lo puedo creer, es mi primer día de pasantías, la primera vez que podré desempeñarme en lo que he estado estudiando todos estos años, en lo que me gusta. No me mal entiendan, aprecio que el señor Juan me haya dejado tomar el puesto de mi madre cuando enfermó, pero trabajar como servicio en la casa Hidalgo para siempre no es mi sueño, tengo aspiraciones y muchas metas y esta es una de ellas.
Tampoco escogí esta empresa por mi relación con la familia Hidalgo, fui muy objetiva al respecto, es una de las empresas más exitosas del estado, su equipo de Marketing tiene mucho reconocimiento y han lanzado las campañas de publicidad más creativas y bien estructuras que he visto. Cada vez que veía una o leía artículos sobre este equipo, sentía esa sensación de 'Quiero trabajar ahí.'
Se que Artemis no lo sabrá, este edificio es inmenso y solo soy una pasante más que trabajará tres días a la semana en el horario de la tarde. Tampoco puedo abandonar mi trabajo en la casa Hidalgo de lleno, me alegra que las pasantías no sean de horario completo o todos los días.
—¿Estas emocionada?— Kelly me pregunta sentada a unos cuantos pasos de mí.
—Si, ¿y tú?
—Muchísimo, escuché que tuvieron más de 100 aplicaciones, ¡100! Y aquí estamos tu y yo, somos muy afortunadas.
Le sonrío, —Si, lo somos.
Paso las primeras horas de la tarde, acomodando mi parte del escritorio y personalizando todo en la computadora de la empresa para poder trabajar cómodamente a mi gusto. En el descanso de media tarde, Kelly y yo vamos por café para todo el equipo al otro lado de la calle de la empresa, Kelly nos pasa la tarjeta de la empresa, esta es una de nuestras tareas y no me molesta, la cafeína suele ser la gasolina de los trabajadores de oficina y somos las más nuevas aquí.
Cuando venimos de regreso y pasamos las puertas giratorias transparentes de la empresa, me detengo tan abruptamente que casi mando volándo la bandeja de cafés en mis manos hacia delante.
Artemis.
Él esta saliendo de los ascensores, en un perfecto traje azul oscuro con una corbata azul cielo. Su atractivo rostro tiene esa expresión fría que le muestra a todo el mundo, su celular pegado a su oido mientras revisa unos papeles en su otra mano, lo siguen dos hombres, también en trajes.
Antes de que pueda verme, reacciono y troto hacia un lado para esconderme detrás de un matero que tiene una planta un poco más alta que yo, como lo hice sin derramar una gota de café, no tengo ni idea, debí poner esa habilidad en mi hoja de vida.
Echo un vistazo, sacando mi cabeza de la planta para ver a Kelly paralizada, dándome una mirada de 'Pero que mierda...' Sin embargo, sus ojos caen sobre Artemis, quien le pasa por un lado sin ni siquiera mirarla y sale por las puertas giratorias.
Dejo salir una larga respiración.
Eso estuvo cerca.
Kelly se acerca a mí, esperando una explicación.
—¿Claudia?
—Es... complicado.
—¿Por qué te escondes del Gerente de esta empresa?
—¿Cómo sabes que es el gerente?
—Él es la imagen de la empresa, esta en un montón de cosas de publicidad, y como no, si esta buenísimo.
Y besa de maravilla.
—Solo... ya sabes, me sentí intimidada, es el gran jefe así que, cosas del primer día de trabajo.
—Te entiendo, además, me dio hasta frío, tiene un aura aterrorizante.
—Exacto.
Volvemos a nuestros lugares de trabajo después de entregarle su café a todo el mundo, nos agradecieron mucho.
Aún no puedo creer lo cerca que estuve de que Artemis me viera, la verdad no se porque no quiero que sepa que estoy aquí, supongo que no quiero trato preferencial, ni crear incomodidad en mi ambiente de trabajo si saben que él y yo nos conocemos. Quiero que me conozcan y valoren mi trabajo por quien soy no por quien conozco. Aunque digan que no, se que todo será diferente en el equipo de trabajo si saben que tengo una relación cercana con el gerente.
-
Cuando llego a la casa, estoy agotada, fui a la universidad después del trabajo, y creo que he subestimado esto de las pasantías, es increíble como unas cuantas horas pueden dejarte exhausto.
No me sorprende la soledad de la sala cuando entro, me dirijo a la cocina porque estoy muriendo de hambre, bostezo, palmeando mi boca abierta cuando entro a la cocina y casi me atoro con aire.
Artemis esta aquí.
Es la primera vez que nos vemos a solas desde aquella noche donde me dijo esas palabras que aún rondan mi cabeza. Sin embargo, no es su presencia lo que me sorprende sino verlo con un delantal encima de la camisa blanca que supongo era lo que había debajo de su traje porque la chaqueta y la corbata están a un lado en una silla y esta cocinando algo que huele delicioso.
Esta de espaldas a mí así que no me ha visto. Me recuesto contra el marco de la puerta observándolo. Es una buena vista.
—¿Cuánto tiempo vas a quedarte ahí mirándome?
Su voz me toma desprevenida, ¿Cómo?
Como si él supiera mi pregunta, con la cuchara que tiene en su mano señala mi sombra que se forma en la pared a su lado.
Mierda.
—Es una vista inusual, es todo.
Él se voltea hacia mi y mi corazón se calienta en mi pecho. Ese rostro... es ligera barba, todo en él es tan varonil, tan sexy incluso con ese delantal se ve tan jodidamente atractivo. Pero no es lo que hace que sienta de todo sino su expresión, la calidez de su mirada, no puedo evitar compararla a lo que vi esta tarde en la empresa, él es una persona tan diferente conmigo.
—Ya casi termino, toma asiento.— señala la mesa de la cocina.
Yo levanto una ceja, —¿Estas cocinando para mí?
—¿Por qué luces tan sorprendida? ¿Quién te hizo tus primeros sandwiches cuando viniste a vivir con nosotros? ¿Quién te enseñó a hacer panquecas? ¿Quién—
—Si, si, ya entendí.
Él sonríe, y me provoca tomar su rostro entre mis manos y besar esos labios.
Calmate, Claudia.
Tomo asiento, observándolo cocinar y luego servir la comida en platos.
—Luces exhausta.— comenta.
—Lo estoy, fue un largo día.— quiero contarle de mis pasantías, no estoy acostumbrada a ocultarle cosas a Artemis, con la excepción de lo que me hizo la bruja de su madre.
Él pone los platos en la mesa y todo se ve delicioso.
—Guao.— la estetica de los platos luce como las de un chef.
—Y espera que lo pruebes.
Él se sienta a mi lado y toma mi mano para besar mis nudillos, sentir sus labios sobre mi piel envia escalofríos por todo mi cuerpo. Él me mira directamente a los ojos, su mano aún sosteniendo la mía.
—Lamento haber estado ausente estos días, un nuevo proyecto en la empresa me ha tenido ocupado, hasta he dormido varias veces allá.
—No te preocupes, no tienes que explicarme nada.
—Si tengo que hacerlo, no puedo decir que voy a conquistarte, desparecer y volver como si nada, te mereces mucho más que eso.
Tenerlo tan cerca no es bueno para estas ganas que tengo de besarlo, han sido meses de deseo acumulado, de fantasear con él.
Me aclaro la garganta y libero mi mano de la suya, —Es hora de probar tu famosa comida, a ver.
Artemis me observa a la exceptiva cuando tomo mi primer bocado. Solo para molestarlo hago una mueca de disgusto.
—¿Qué pasa?— pregunta alarmado.
Mastico, sonriendo, y cuando trago hablo, —Esta delicioso, solo te molestaba.
Él entrecierra los ojos y en un movimiento rápido me da un beso corto en la mejilla.
—¡Ey!
El idiota me sonríe abiertamente, —Solo te molestaba.
El calor que invade mis mejillas me hace apartar la mirada para seguir comiendo.
Al terminar la comida, la cual ha estado divina, estoy lavando los platos, Artemis esta al otro lado del mesón frente a mí. Estamos hablando de trabajo, por supuesto, no le menciono que hoy empecé mis pasantías en su empresa.
—Debe ser difícil manejar una empresa tan grande.— le digo, enjabonando un vaso.
—Eres una de las pocas personas que me ha dicho eso.— responde, pasando la mano por su cara, —La mayoría piensa que es fácil ser el gerente, que solo estoy sentado en una gran oficina mirando por la ventana.
—Apuesto a que te debes ver sexy en tu oficina.
Él se muerde el labio inferior, —¿Estas coqueteando conmigo, Claudia?
Me encojo de hombros, —Tal vez.
—Sabes lo que dicen de los que juegan con fuego, ¿no?
Termino y me seco las manos con un trapo.
—¿Por qué habría de temerle a ese dicho cuando yo soy fuego?— señalo mi cabello.
Artemis se ríe, levantándose, sus ojos sobre los míos mientras rodea el mesón de la cocina pasando sus dedos por la misma.
—Eres fuego...— murmura, y yo trago grueso.
Cuando esta frente a mí, y tengo que levantar mi cara para mirarlo, mi corazón se desata en su cabalgata desesperada en mi pecho, controlo mi respiración. Dios mío, ¿Qué es esta tensión en el aire? Nunca he sentido nada así.
Artemis se lame los labios, observándome con detalle. Él extiende su mano hacia mi y acuna mi mejilla en la misma.
—Te extrañé.
Quiero decirle que yo también pero las palabras se atoran en mi garganta así que solo levanto mi mano y tomo su mejilla, sintiendo su ligera barba contra mi palma y le sonrío como respuesta.
Sus ojos café lucen negros en la iluminación nocturna de la cocina. Es increible como han madurado sus facciones, lo maduro que luce ahora.
Una parte de mi desconfía, y no quiere ser vulnerable de nuevo, aún recuerdo el daño que me hizo hace meses con lo de su prometida pero no se como se que esta siendo sincero.
Los ojos de Artemis bajan a mis labios y puedo ver el deseo en ellos, se que quiere besarme pero sabe si es algo que yo también quiero después de todo lo que hemos pasado.
—Eres tan hermosa.— susurra, su pulgar acariciando mi mejilla.
—Lo se.
Él alza una ceja, —Muy bien.
Él baja su mano, y da un paso atrás rompiendo todo contacto entre nosotros.
—Mañana después de tus clases, pasaré por ti a la universidad para llevarte a cenar.
—Hmm, lo pensaré.
—¿Lo pensarás?
—De acuerdo, acepto pero solo porque la comida te quedó deliciosa.
—Bien, y no se si tengo que aclarar esto pero es una cita, ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
Él de despide con la mano, —Buenas noches, Claudia.
—Buenas noches, Artemis.
Él me da la espalda para irse después de sonreírme y yo camino hacia él con rapidez, lo tomo del brazo, le doy la vuelta y me agarro del cuello de su camisa para besarlo.
Él me responde de inmediato, tan hambriento por mis besos como yo por los de él, nuestros labios se rozan, mojados de manera apasionada. Todo mi cuerpo se calienta con este simple beso, y se que el de él también cuando gime contra mi boca. Muevo mi cabeza a un lado, profundizando el beso, disfrutando cada segundo del mismo.
Suficiente, Claudia, sino quieres terminar follada en el mesón.
Me separo de él pero él me toma de la cintura para presionarme contra él e intenta besarme de nuevo pero yo pongo mi pulgar sobre sus labios deteniéndolo y meneo la cabeza.
—Tú no tienes el control,— le digo, liberándome de sus brazos, —El control lo tengo yo.
Y ahí en la cocina, dejo a un Artemis respirando pesadamente, deseándome. Después de todo lo que él que ha hecho, lo que sea que pase entre el y yo de aquí en adelante será porque yo lo decida así.
Soy fuego después de todo.
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Nota de la autora: Me encanto escribir este capítulo desde principio a fin, sigo recuperándome y voy bien gracias a Dios. Los he extrañado mucho pero bueno la salud es primero.
Aquí dejen sus 'Por fin estos dos van en camino a algo' FINALMENTE!
Muakatela,
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