15. "¿The bro code a la mierda?"

Artemis

No puedo quitarme la imagen de Claudia sonrojada de mi cabeza.

No solo estaba roja, su respiración también estaba descontrolada, no pude evitar relacionar su estado a como lucía el día que la besé, y la toqué. La observo correr escaleras arriba como si estuviera escapando de alguien y no creo que sea de mí, mi intriga crece cuando veo a Apolo salir del mismo pasillo que ella, igual de sonrojado.

¿Qué esta pasando?

Apolo no me mira ni una sola vez, y me pasa por una lado. Su camisa esta toda arrugada en la parte del pecho como si alguien se hubiera agarrado de ella con fuerza.

Entrecierro mis ojos.

¿En qué andan esos dos?

¿Y a tí qué más te da, Artemis? Tú te encargaste de apartarla.

Sin embargo, eso no quiere decir que estaré de acuerdo con que ella sea de alguien más, mucho menos de mi hermano.

Si ya la dejé ir, ¿Por qué aún soy tan posesivo con ella? ¿Por qué aún siento que es mía?

Porque eres un idiota egoísta.

He tenido otro día pesado en el trabajo, luego de pasar días en el hospital cuando volví a la oficina hoy tuve un montón de cosas atrasadas, a duras penas conseguí venir a dormir en casa esta noche. Subo a mi habitación para darme una larga ducha.

El agua caliente cae sobre mi, el vapor de la misma flotando en el aire alrededor del baño. Mi cabello mojado se pega a los lados de mi cara. Presiono mi puño contra la pared. La expresión herida de Claudia aquel día en la oficina me atormenta cada vez que cierro los ojos.

Ella no se merecía eso, ella que ha sido tan buena con Ares y Apolo. Recuerdo ese momento en el auto de camino al hospital como ella fue ese apoyo para ambos, es una buena mujer y yo le hice daño innecesariamente, solo por no explicarle las cosas como sucedieron pero, ¿Qué ganaría con eso? ¿Confundirla? Ni siquiera se como explicárselo. Además, explicarle no cambia el hecho de que no podemos estar juntos, por lo menos, no por ahora. Me paso las manos por la cara, y cierro la llave. Después de ponerme ropa cómoda, pongo una toalla alrededor de mi cuello y me quedo mirando la puerta.

No vayas a ella, Artemis.

Aprieto mi mandíbula y lanzo la toalla en mi cuello a un lado, saliendo de mi habitación.

La encuentro en la cocina, pasando un trapo por el mesón, dejándolo reluciente. Cuando levanta la mirada y me ve, su expresión se endurece, lanza el trapo en el lavaplatos y se dispone a salir de la cocina.

—Claudia.

No se detiene, y cuando intenta pasarme por un lado y escapar, la tomo del brazo, girándola hacia mi, —Te estoy hablando.

Ella sacude su brazo, liberándose, —Y yo te estoy ignorando.

Su rabia me molesta, —¿Esto es lo que piensas hacer? ¿Ignorarme todo el tiempo?

No duda ni un segundo, —Si.

—Que maduro,— sus ojos brillan con lo que reconozco como rabia pura, —Pensé que podíamos tener una relación más civilizada.

Ella retrocede para cruzar sus brazos sobre su pecho, —¿Y esto lo pensaste antes de mentirme para acercarte a mi o después?

—No te mentí.

Bufo, —Es que eres un descarado.

—Claudia.

No se que me impulsa a levantar mi mano hacia su rostro para tocarla pero ella da un paso atrás, —No me toques.

Bajo mi mano, —Claudia, yo—

—¿Todo bien?

La voz de Apolo detrás de ella me sorprende porque no lo escuche acercarse, Claudia se gira para irse, —Si, ya me voy a dormir.

Sin embargo, cuando le pasa por un lado, Apolo tomo su brazo, —Tenemos que hablar, vamos a mi cuarto.

Un corriente cruza mis venas, y se asienta en mi estomago, no la toques, quiero exigir pero me callo.

Claudia no se ve para nada cómoda, —No creo que sea un buen momento.

—Si lo es, vamos.— Apolo comienza a caminar con ella del brazo.

—Apolo, no, mañana—

Me muevo antes de pensar lo que estoy haciendo y los sigo para agarrarla de su brazo libre y jalarla a mi lado, despegando el agarre de Apolo, —Ella dijo que no.

Apolo se voltea y me da una mirada desafiante que nunca he visto en sus ojos, Apolo siempre ha sido él que más me ha temido de mis hermanos pero al parecer, no esta vez.

Su voz es seria, —Lo que yo tenga que hablar con ella no es tu problema.

Esto no me gusta.

Puedo sentir la rabia invadiendo cada parte de mi cuerpo, mi mandíbula apretándose y mis hombros tensándose.

Claudia se libera de mí, mis ojos permanece sobre Apolo mientras hablo, —Todo lo que tenga que ver con ella es mi problema.

Apolo no duda, —¿Por qué habría de serlo?

Sintiendo la necesidad de marcar mi territorio, lo digo, —Porque ella tiene algo conmigo.

Claudia me da una mirada horrorizada, la expresión desafiante de Apolo se transforma en una de confusión, —¿De qué estas hablando?

Calláte, Artemis, no digas más, una sonrisa victoriosa se apodera de mis labios, —Ella es mía, Apolo.

La mirada de Apolo cae sobre Claudia, —¿Claudia?

Claudia en seguida menea la cabeza, —No, no soy suya, él—

—Eso no fue lo que dijiste cuando te viniste sobre mis dedos, Claudia.

Claudia me da una mirada asesina, si me odiaba antes, estoy seguro que ahora me odia el doble.

—¿Tú... con él?— Apolo esta sin palabras, Claudia da un paso hacia él pero yo la tomo del brazo deteniéndola.

Ella se suelta y me grita, —¡Deja de agarrarme como si fuera un puto objeto! ¡No soy tuya!— ella toma la mano de Apolo, —Ven, te explicaré todo.

Y veo rojo.

Siento que ella lo esta escogiendo frente a mí, así que voy hacia ellos y los separo, apretando mis puños, —¿Por qué tienes que darle explicaciones a él, eh?

Apolo se mete entra ella y yo, —Basta.

La miro por encima del hombro de Apolo, —Claudia.— digo entre dientes.

Ella me mira y sin dudar lo dice claramente, —Apolo y yo nos besamos hoy.

¿Qué?

Mi mundo para ahí mismo, mi rabia se maximiza por diez, mi pecho sube y baja, nunca he sentido tanta furia, agarro el collar de la camisa de Apolo, —¿Qué hiciste que?

Apolo agarra mis muñecas, tratando de soltarse, —Ella lo ha dicho, ella no es tuya.

—¿The bro code a la mierda?— le recuerdo el pacto que hicimos hace años de nunca meternos con la chica que le gustará o le interesara a algunos de nosotros.

Apolo luce culpable por un segundo, —No sabía que tu y ella, yo no—

—¡Pura mierda!— aprieto mi agarre en su camisa.

Claudia aparece a mi lado, —Artemis, suéltalo.

Miro a los ojos a mi hermano, —Ares y tú siempre han sabido que ella me interesa.

Claudia se agarra de mi brazo, —¡Suéltalo!

No puedo controlarme, imaginarla a ella besándolo hace que me hierva la sangre, Apolo habla con tanta frialdad que me sorprende, —Ella ya ha dicho que no es tuya, no es mi culpa que estés obsesionado con un interés unilateral.

Sus palabras arden y son alimento para mi furia, lo golpeo tan fuerte que mis nudillos emiten un sonido quebradizo al hacer contacto con su mejilla, Claudia suelta un chillido y Apolo se tambalea hacia atrás.

Claudia se mete entre nosotros, —¡Basta ya!— pone su mano sobre mi pecho, —¡Para! ¡Sal de aquí!

Agarro su muñeca, —Si vienes conmigo, no voy a moverme de aquí sin tí.

La veo vacilar, se que quiere protestar pero no lo hace porque sabe que si emite un sonido, la situación entre Apolo y yo empeorara cuando él trate de evitar que me la lleve.

Apolo cae sentado sobre el mueble, sosteniendo su mejilla, haciendo una mueca de dolor pero ni siquiera verlo así me hace arrepentirme, él rompió el bro code, él se merecía ese golpe, lo sabe, y por esa razón no intentó devolvérmelo.

Me llevo a Claudia de la muñeca escaleras arriba, —Ya vuelvo.— la escucho susurrarle a Apolo.

Cuando entramos a mi habitación, ella cruza sus brazos sobre su pecho, furiosa, —¿Te has vuelvo loco? ¿Golpear a tu hermano? ¿En qué—

—¿Qué pasó entre ustedes?— ella no se esperaba mi pregunta, —Dímelo todo, quiero saberlo todo, cuantas veces te besó, si te tocó, todo.

Ella bufa, indignada, —No tienes derecho a preguntarme eso.

—¡Si tengo derecho! Si lo tengo cuando me has dejado tocarte hace unas pocas semanas, ¿Y ahora haces eso con mi propio hermano?

—¿Te estas escuchando?— ella levanta la voz, —Tú me engañaste, Artemis, me mentiste, tienes una prometida, te dejé entrar solo para salir herida, ¿Con qué moral vienes hacerme esta escena? ¿Estas loco?

Me paso la mano por mi barba y luego por la cabeza, —Mantente alejada de él.

Ella suelta un risa sarcástica, —Es que ni siquiera me estas escuchando.

—Haz lo que te digo, tú no sabes de lo que soy capaz, Claudia.

—No te tengo miedo, Artemis.— ella se acerca, solo para dejarme ver el desprecio en sus ojos, —Escúchame bien, idiota, tú y yo no somos nada, no te pertenezco ni a ti ni a ningún hombre porque soy un ser humano, no una cosa. Lo que yo haga con mi vida de ahora en adelante no es de tu puta incumbencia, así que haznos un favor a ambos y enfocáte en tu realidad, en tu prometida y déjame en paz.

Ella se gira para caminar a la puerta y antes de que pueda abrirla, hablo, —No él, Claudia.— ella se detiene de espaldas a mí, —No mi hermano,— hablo entre dientes, —No con mi jodido hermano.

Ella me da un vistazo por encima de su hombro, —Quiero que sepas que no fue algo que planeé para herirte.

—Nunca lo es.

Sus hombros caen como si se resignará a algo, —No la agarres con Apolo, es tu hermano y te quiere.— pausa como si tuviera cuidado con cada palabra, —Tu y yo siempre hemos terminado sin tan siquiera empezar, es como son las cosas, deja de intentar lo imposible, Artemis.

Me paso la mano por la cara, caminando hasta estar justo detrás de ella, —¿Cómo puedo hacer eso cuando se trata de tí?

Ella no dice nada, pongo mis manos sobre sus hombros, descansando mi frente en la parte de atrás de su cabeza, —No puedo hacerlo, Claudia.

La siento temblar un poco antes mis palabras, ella pone sus manos sobre las mías para quitarlas de sus hombros pero chisto de dolor cuando hace contacto con los nudillos de una de mis manos, están sangrando, ni siquiera lo he sentido.

Claudia voltea y me enfrente, sosteniendo mi mano herida con ambas de las suyas, —Ah, mira lo que has hecho.— la preocupación en sus ojos desplaza la frialdad en ellos rápidamente, —Siéntate, voy por el botiquín de primeros auxilios.

Obedezco y me siento en mi cama, ella vuelve en un apuro, deja la puerta abierta para sentarse a mi lado, la observo en silencio mientras limpia mis nudillos con cuidado, no es la primera vez que lo hace, meterme en peleas durante mi adolescencia fue algo común y ella siempre estaba ahí para curar las heridas y regañarme. Ella aprieta los labios, tiene esa costumbre cuando esta concentrada en algo.

Me recuerda aquel día...

—¡Artemis! ¡Artemis!— la voz urgente de Ares me alarma, pauso mi videojuego y lo observo entrar a mi habitación, sus ojos rojos, lagrimas sobre sus pequeñas mejillas.

—¿Qué pasa?— mi mente corre sin control, imaginando una variedad de escenarios de tragedia.

Ares esta llorando tan desconsoladamente que tiene hipo.

Tomo su cara en mis manos, —¿Qué pasa, Ares? Habla.

—Yo... saqué... una buena nota,— se limpio la cara con la parte de atrás de su mano, —Y fui a enseñárselo a mamá...— su cara se contrajo en dolor, —ella... hay un hombre ahí... ella y ese hombre... no es papá.

Arrugo mis cejas en confusión, —¿Qué estas diciendo?

—Mamá... esta haciendo cosas en su cama con un hombre que no es papá.

Un frío se asentó en mi estomago, entendiendo lo que estaba pasando. Y como si la vida quisiera explicármelo aún más claramente, mamá abre la puerta sosteniendo una sabana blanca contra su desnudo cuerpo.

—¡Ares! ¡Ven aquí! ¡Ahora!— su voz es demandante pero no puedo evitar notar el miedo en la misma, sus ojos indagan mi rostro probablemente tratando de saber si Ares ya me lo ha dicho.

Y la rabia nubla mi mente.

Me levanto de un golpe y echo a Ares a un lado para caminar hacia ella. Mi madre se sorprende ante mi arrebato y echa un paso atrás, sin embargo, ella no es mi objetivo.

Le paso por un lado, saliendo al pasillo, —¿Dónde esta?

Mi madre menea la cabeza, —Artemis...— trata de agarrarme del brazo pero me suelto de un manotazo.

Me apresuro a la habitación de ella, abriendo la puerta de una patada, necesitando destruir todo a mi camino. Mis ojos caen sobre el hombre desconocido quien ha terminado de abotonar su camisa.

No me toma mucho tiempo estar encima de él, golpeando su rostro una y otra vez, la rabia tensando mis músculos. A pesar de ser aún un adolescente, soy más alto que él y la furia me hace sentir extremadamente fuerte, sin limites. Mi madre entra a la habitación, gritando que me detenga.

Siento manos tratando de agarrarme pero no puedo detenerme.

—¡Artemis! ¡Basta!— la voz de mi madre suena tan lejana, como los recuerdos de ella sonriendo junto a mi padre, comentando sobre como estaríamos juntos siempre, una familia unida.

Mentirosa.

Hipócrita.

Zorra.

Las palabras que vienen a mi mente son insultos que jamás me atrevería a decirle a mi madre pero que en mi mente ruedan libremente. Sonidos de impotencia salen de mi boca mientras golpeo al hombre debajo de mi, la sangre se esparce por su rostro, mis nudillos duelen y arden pero no puedo parar.

No quiero parar.

Una mano cálida se posa sobre mi mejilla y estoy a punto de ignorarla cuando escucho su voz, —Artemis.

Me detengo con el puño en el aire y levanto la mirada, Claudia esta ahí arrodillada frente a mi, su cabello rojo rebelde a los lados de su cara, su mano baja de mi mejilla y agarra mi muñeca, estoy respirando tan agitadamente que mis hombros bajan y suben sin control, —Es suficiente.

No lo es.

Ella entrelaza sus dedos con los míos, —Esta bien, ya esta bien, vamos.— yo meneo la cabeza, y ella me da una sonrisa triste, —Por favor.

Me suelto de su agarre y de mala gana, me levanto. Casi vuelvo a golpearlo cuando mi madre corre a su socorro, arrodillándose al lado del hombre que solo emite gemidos de dolor. Salgo de ahí antes de que me convierta en un asesino, Claudia siguiéndome en silencio.

En el pasillo mis ojos se enfocan en mi habitación donde dejé a Ares, Claudia parece leer mi preocupación, —Mi madre se esta haciendo cargo de él, un té calmante y distracciones. Es mejor que te estabilices antes de verlo así y también... debes limpiar tus heridas.

Sin entender a que heridas se refiere, sigo su mirada a mis nudillos los cuales están sangrando abiertamente. No me han dolido hasta ahora que los noto.

¿Adrenalina, eh? ¿O simple rabia?

Sin decir nada, me alejo de todo eso y bajo las escaleras, con Claudia detrás de mí, y aunque nunca lo dije en voz alta, estaba tan agradecido de que me siguiera ese día.

Tan jodidamente agradecido.

Cuando vuelvo a la realidad, Claudia esta vendando mi mano con cuidado, ¿Cómo puedo dejar de intentarlo, Claudia? ¿Cómo? Cuando has estado en cada momento que te he necesitado, cuando tenemos tantos recuerdos juntos.

Sintiendo ojos sobre mi, levanto la mirada para ver a Apolo en la puerta, tiene una bolsa de hielo contra su mejilla. Ahora que ya mi rabia se ha enfriado me siento mal por haberlo golpeado, nunca le había puesto una mano encima a mi hermano menor. Abro la boca para decir algo pero me doy cuenta que no me esta mirando a mí.

Esta mirando a Claudia y luce, ¿Herido? Armo las piezas en mi cabeza, tal vez le molesta que ella esta aquí cuidándome y no a él. Apolo baja la cabeza y se va. Yo vuelvo a mirar a Claudia que ya esta recogiendo las cosas que usó para limpiar mis nudillos y vendar mi mano.

—Trata de no mover mucho la mano y cambia la venda mañana.— ordena, poniéndose de pie.

—Gracias.

Ella asiente y me da una sonrisa de boca cerrada antes de irse, —Buenas noches, Artemis.

—Buenas noches, Claudia.

La observo irse, y aunque esta noche la he dejado salir de mi habitación, se que no podré dejarla salir de mi vida.

¿Cómo podría, cuando se trata de ella? 

x-x-x-x-x-x-x-x-x

Nota de la autora: ¡Capítulo lleno de emociones, eh?! Pobre de mi Apolito con su morado, se que unas cuantas quisieran entrar ahí para cuidarlo. Creo que han comenzado a formarse ships (A quien queremos engañar? No había empezado la novela y ya habían ships por todos lados) A ver, déjenme acá sus ships (teams):

He disfrutado mucho escribir con Artemis y Claudia, son muy complejos, y complicados lo cual me parece muy interesante, es como si pudiera sentir todos los lazos enredados de contradicciones y valores morales que hay dentro de ellos. Los siento muy humanos, creo que cada persona en el mundo es su propio nudo de experiencias, vivencias y enredos emocionales que los hacen ser como son. Ah, ya me puse intensa, lol, los dejo en paz. 

Muakatela,



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top