10. '¿Y si me estoy equivocando?'
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Ares no es de muchas palabras cuando esta sobrio pero cuando bebe, dios mío, nadie puede callarlo.
—¿Me estas escuchando, Clauuu?— aulla, señalándome.
—Si, me has dicho lo mismo cuatro veces.
Él resopla, como si desinflara, —No se que me pasa, me estoy volviendo loco.
Ay, Ares.
—Ares, ya son las cuatro de la mañana, ¿Podrías dormirte?
Él menea la cabeza, —Tengo que verla.
—Que son las cuatro de la mañana.— repito, —Debe estar durmiendo así que solo duérmete.
No he podido irme y dejarlo porque esta empeñado de ir a la casa de Raquel, si va a estas hora quien sabe que desastre puede causar.
—Solo quiero verla un segundo, Clau, por favor.
—Espera que amanezca y te prometo que yo misma te acompaño pero por ahora por favor, duérmete.
Ares cae de espaldas en la cama y se tapa los ojos con el antebrazo, —No se como manejar todo esto que siento, Clau.
—Estas tan enamorado, idiota.— murmuro para mi misma.
Pasan unos minutos de silencio y Ares se quita el antebrazo de la cara para acomodarse en la cama, ya se ha dormido. Procedo a quitarle los zapatos, y desabrochar su camisa para que duerma cómodo. Luego de cubrirlo con la sabana, lo observo dormir por un momento, se ve tan vulnerable e inocente con cabello negro todo desordenado sobre los contornos de su cara ligeramente. Me alegra que por fin haya encontrado a alguien que lo haga sentir y lo saque de ese circulo vicioso de relaciones físicas sin emociones.
En cuclillas, salgo de su habitación, ni siquiera quiero pensar en lo que pasó con Artemis, mi mente aún lo esta procesando. Me voy a dormir con el recuerdo de sus labios sobre los míos, sus manos en mis pechos, y en mi... me muerdo el labio recordando ese delicioso orgasmo.
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Estoy nerviosa.
Aunque no quiera admitirlo, y luche contra la sensación no puedo evitarlo. Estoy muy nerviosa de enfrentar a Artemis después de lo qué pasó anoche. Por alguna razón, no estoy apenada a pesar de que no solo nos besamos sino que también me tocó y me hizo llegar al cielo con sus dedos. Solo no se como reaccionar a su alrededor.
He decidido dejarme llevar con el, lo que sea que esté pasando entre nosotros, lo dejaré fluir. Estoy cansada de batallar cada segundo y evitar lo inevitable. Tal vez el y yo solo necesitamos tenernos una noche para pasar la pagina y dejar la atracción que sentimos atrás.
¿Y qué pasa si tenemos esa noche y siento aún más?
Este es un territorio desconocido, y peligroso. Y no me atrevería a intentarlo si fuera alguien más, pero es él. Artemis siempre me ha transmitido tanta seguridad y paz, quiero confiar en que él no me haría daño.
¿Y si me estoy equivocando?
Pues, lidiaré con eso, no puedo vivir en mi zona segura toda la vida. Ah, ya ni se que estoy pensando, lo que pasó, esta confundiendo mi cabeza.
Me recojo el cabello en un moño desordenado mientras entro en la cocina para preparar el desayuno y casi muero de un infarto cuando me encuentro a Ares sentado en la mesa, se ve como no hubiera dormido un segundo, tiene la misma ropa y unas ojeras de muerte lenta.
—¿Buenos días?— pregunto, porque se ve dormido con los los abiertos.
Él solo me da un vistazo rápido para volver a mirar a la nada, —Necesito comer algo para poder dormir.
—¿Has estado despierto toda la noche? Pensé que te había dejado durmiendo hace unas horas.
—Me hice el dormido,— confiesa, —cuando salió el sol fui a verla.
Oh...
Por su expresión, creo que no le fue muy bien, —¿Todo bien?
Él suspira, —No la entiendo, de verdad, Clau.— admite, —Ella... simplemente no la entiendo.
—¿Le dijiste lo que sientes?
Él asiente, —Si.
—¿Y?— me siento mal porque interrogarlo pero quiero saber que pasó, la curiosidad me mata.
Él me da una sonrisa, —Ella se echó a reír.
Auch.
No le pregunto más nada porque no creo que quiera hablar al respecto, conozco al chico, cuando él quiere hablar lo hace. Le sirvo desayuno y lo veo comer ausentemente, su mente en otro lado.
Antes de irse a la cama, me da un abrazo de lado, y me besa un lado de mi cabeza, —Gracias, Clau, por lidiar conmigo.
—De nada.— le sonrío, viéndolo salir, —Descansa, Ares.
Después de llevarle desayuno a mi madre, sigo en lo mío en la cocina, no hay mucho que hacer salvo unos cuantos snacks y platos de desayunos por si alguno de los señores de la casa quiere comer aquí ya que es domingo.
Mis ojos buscan la puerta de vez en cuando, esperando ver a Artemis entrar, él es uno de los primeros en bajar a desayunar los fines de semana, quiero verlo de una vez por todas para acabar con estos estúpidos nervios.
Pongo el café en la maquina de hacer Expresso y ahí de la nada cuando menos lo espero, Artemis Hidalgo entra en la cocina.
Él esta sin camisa, en shorts, ligeramente sudado, estoy segura de que viene de su rutina del gimnasio. Me paralizo frente a la maquina de café, mirandolo con el rabillo de mi ojo.
Artemis se sienta frente al mesón, sus ojos sobre mi, —Buenos días, sexy.
Una sonrisa amenaza con escapar mis labios pero me contengo, me giro hacia él, —Buenos días, señor.
Le digo señor solo por molestarlo, Artemis me da una sonrisa encantadora que hace que mi corazón se acelere. Sus ojos tienen un brillo juguetón que no he visto antes.
—¿Qué quiere para desayunar?— pregunto amablemente.
Él alza una ceja, —¿Eres parte del menú?
Eso acorta mi respiración, y esa tensión que ha crecido entre nosotros se intensifica, —No lo creo.
Él suspira, —Que lastima.
Artemis se pone de pie, y le da la vuelta al mesón, solo puedo observar sus movimientos, se mueve como un depredador listo para cazar su presa. Frente a mi, puedo ver cada músculo definido de sus brazos, de su pecho y de su abdomen con claridad. Dios, que hombre tan atractivo.
—Anoche me dejaste muy mal, Claudia.
Trago grueso, —¿Oh, de verdad?— me hago la loca.
Él se lame los labios, —Estuviste en mi mente toda la jodida noche.
Él da otro paso hacia mi, arrinconandome contra el mesón detrás de mí y pasa sus brazos a los lados de mi cintura para poner sus manos sobre el mesón, atrapandome entre ellos.
A pesar de que he pensado en dejarme llevar por esto, teniéndolo frente a mi de esta forma me acobardo un poco, batallo con la necesidad de huir.
—Te perdonaré dejarme así, con una condición.— ofrece, su dedo rozando mi labio inferior, —Bésame.
Lo dudo por un segundo pero esos ojos me dan una mirada tan intensa que es suficiente para acabar con cualquier duda. Me agarro de su cuello y lo jalo hacia mi para besarlo.
Nuestros labios se encuentran y la deliciosa explosión de sensaciones se esparce entre nosotros nuevamente. Empieza como un beso lento, labios rozándose ligeramente para convertirse en un beso apasionado, presionando nuestros labios juntos con fuerza y sincronía. Podría perderme en sus besos con facilidad, él sabe lo que hace, definitivamente tiene mucha experiencia, ninguno de los chicos con los que he me encontrado han besado tan bien. Artemis sabe como mover sus labios, su lengua, hasta cuando morder mis labios suavemente para volverme loca.
Bajo mis manos de su cuello para acariciar su pecho, su abdomen, sintiendo cada músculo las puntas de mis dedos.
Tengo que separarme de él antes de que esto se salga de control, una cosa es hacer esto en medio de la noche, pero estamos en plena luz del día, si entran sus padres o algunos de los chicos sería un gran problema.
Nuestras respiraciones están aceleradas así que escapo de sus brazos, —Necesito aire.
Él sonríe arrogantemente, agarrando mi muñeca, —¿Quieres venir a mi habitación?
La implicación en su propuesta es clara como el día, no me ofende, los dos somos adultos con una atracción sexual mutua muy obvia.
Me suelto de su agarre, —Alguien esta impaciente.
Él se ríe y se ve como un comercial de modelaje andante, levanta sus manos en el aire, —La oferta seguirá en pie hasta que tu quieras.
—Hmmm, Artemis Hidalgo siendo tan fácil, esto es malo para tu reputación de Iceberg inalcanzable.
Él levanta una ceja, —¿Iceberg?
—Si, tan helado como un Iceberg.
—Anoche me dejaste duro como un iceberg.
El calor se apresura a mis mejillas, y le doy la espalda para actuar como si buscara algo en la nevera, —¿Qué quieres para desayunar?
—Ya que no estas en el menu,— comienza, —Lo de siempre, frutas.
Saco las frutas para pasarle por un lado y comenzar a cortadas en el mesón, Artemis se pone detrás de mí, su aliento rozando la parte de atrás de mi cuello. Pasa sus manos por mi cintura para ponerlas sobre las mías en el mesón, —¿Cómo es que te ves tan sexy haciendo algo tan simple?
Puedo sentir todo su cuerpo contra mi espalda, esos shorts no son mucha barrera para sentirlo... todo.
Sus labios encuentra el lóbulo de mi oreja, —Ven a mi habitación, sexy.
Sus manos dejan las mias para subir a mis pechos y acariciarlos lentamente sobre mi uniforme.
Mi pecho sube y baja porque él sabe donde tocar, donde lamer para hacer que una chica se derrita, —Sabes que no te arrepentirás, lo de anoche fue solo una probada de lo bien que puedo hacerte sentir.
Aclaro mi garganta, —Alguien puede venir, para.— mi voz sale más ronca de lo normal.
Él baja para pasar su lengua por mi cuello y mis piernas tiemblan.
Artemis sube a mi oído para susurrar, —Apuesto a que ya estas mojada.
Este hombre va a matarme con sus toques, su lengua y sus palabras. No quiero perder el control y estoy a una lamida de correr con él a su habitación y dejarle hacer conmigo lo que quiera.
Quito sus manos de mi pecho y me giro para enfrentarlo y alejarlo un poco, —Ya es suficiente.— digo sin aliento.
Artemis me da una sonrisa maliciosa, levantando las manos, rindiendóse, —Esta bien.—se va a sentarse al otro lado del mesón.
Termino de preparar las frutas, mi respiración volviendo a la normalidad y le paso su plato, —Solias odiar las frutas.
Él toma un pedazo de fruta, —Son saludables, en la universidad no tenia mucho tiempo de cocinar comidas completas.
—No creo que cocinaras así tuvieras tiempo.
Él arruga las cejas, —¿Qué se supone que quieres decir con eso?
—Que no puedes cocinar incluso si tu vida dependiera de ello.
Él se rie, —¿Eso crees?
Cruzo mis brazos sobre mi pecho, —Lo se.
—Para tu información, tomé una clase de cocina en una de las electivas de la universidad y fui la nota más alta. No hay nada que este cerebro mío no pueda lograr.
Su arrogancia no me molesta, es una característica de los Hidalgo a la que me he acostumbrado, —¿Ah si? Nunca pudiste ganarme en videojuegos.
La sonrisa arrogante desaparece de su rostro, —Los videojuegos son algo trivial, de poca importancia.
—Claro, claro.— sigo divertida, —Tampoco pudiste ganarme en juegos de mesa.
Artemis entrecierra sus ojos, —De nuevo, juegos, algo trivial.
—Tuve que ayudarte en biología en la preparatoria porque odiabas las leyes de Mendel.— él abre la boca para decir algo, —Oh, la herencia genética también es algo trivial, ¿No?
Artemis se come otro pedazo de fruta sin decir nada y yo sonrío victoriosamente.
La señora Hidalgo entra en la cocina y mi sonrisa se apaga rápidamente, —Buenos días, hijo.— le pasa por un lado a Artemis quien sigue comiendo en silencio.
Me apresuro a servirle el desayuno justo como le gusta, y pasarle el periódico, —Gracias.— me dice antes de observar a Artemis, —Te he dicho que no me gusta que andes sin camisa por la casa, es inapropiado.
—Solo lo hago los fines de semana después de ejercitar.
—Se que tu y tus hermanos ven a Claudia como un hermano más pero ella sigue siendo una chica, no puedes andar así alrededor de una chica, la puedes incomodar.
Aprieto mi boca para no reírme.
Oh señora, si usted supiera.
—Esta bien, tendré más cuidado, madre.— accede Artemis, terminando de comer, —Iré a ducharme.— él me da una última mirada juguetona antes de salir de la cocina.
Tengo el presentimiento de que Artemis no descansará hasta que vaya a su habitación.
xx
Nota de la autora: ¡Doble actualización, vaya y lea el siguiente pero no olviden votar en este capítulo porque los perseguiré en sus sueños sino votan!
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