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Acomodó su bolso encima de sus piernas y se puso a analizar los dibujos que había estado haciendo durante el mes. Se topaba en algunas páginas para corregir algunos errores hasta llegar al retrato del chico albino.
Había podido terminar dos días antes a la hora de descanso de la escuela, ya que recordaba más o menos el atuendo de este y (T/n) estaba orgullosa de su trabajo.
Alzó la mirada al oír las puertas separarse, dando paso a los viajeros del tren, y como imaginaba, había entrado el muchacho de orbes morados con su típico cubrebocas de siempre, sentándose delante de ella.
La peli(t/c) ladeó la cabeza al ver que su expresión era cansada y como sus párpados bajaban sin su permiso. (T/n) solo se encogió de hombros, pensando que no había dormido lo suficiente y ahora tenía sueño. Así que siguió revisando los dibujos de su cuaderno mientras escuchaba su música.
Los diez minutos pasaron bastante deprisa y la fémina se levantó para prepararse, no obstante, el chico no había hecho lo mismo. Vio que su respiración era calmada y no estaba mirando su celular como de costumbre.
Se había dormido.
(T/n) se preocupó por un momento sin saber qué hacer a continuación. Estaban por llegar a la estación y él estaba durmiendo sin tener en cuenta del tiempo.
¿Debería de hacer algo? Eso es lo que se estaba preguntando, pero tampoco quería que pensara que era una acosadora que lo observaba y vigilaba sus acciones.
Finalmente, después de luchar mentalmente, con inseguridad, tocó el hombro del albino, pero seguía con los ojos cerrados. Volvió a hacer el intento, esta vez moviéndolo ligeramente, a lo que esta vez tuvo éxito.
El muchacho abrió los ojos con pereza y pestañeó varias veces para despertarse.
— Creo que... Tienes que bajar a esta parada .— comentó ella algo nerviosa y el joven levantó la cabeza para verla.
Miró la pantalla que mencionaban las estaciones y rápidamente se puso de pie al verificar que la oji(t/o) estaba en lo cierto.
En ese instante, las puertas del tren se abrieron y los dos pudieron salir sin ninguna dificultad.
Ella respiró hondo al decidir hacer lo que pensaba que era lo correcto y se volteó para ver el albino a su lado, el cual achinó los ojos, dándole a entender que le estaba sonriendo y a continuación hizo una leve reverencia como agradecimiento, cosa que la fémina respondió del mismo modo con algo de torpeza.
Vio como él hacia un gesto con la mano a modo de despedida y en poco tiempo le dio a espalda para seguir con su camino.
(T/n) le extrañó al no escuchar ninguna palabra salir de los labios del ojimorado, pero prefirió ignorar ese detalle, era suficiente que le hubiera dado las gracias con una amable sonrisa y lo más importante: que no hubiera malentendido las cosas.
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